Sin vaselina, abusado en un diminuto e incomodo lugar.
Después de aquel fin de semana tan intenso, no paraba de pensar en cuanto había sucedido, tenía un cruce total de emociones, por un lado me excitaba y por otro me sentía culpable. A momentos deseaba que esa situación continuara y ansiaba otro encuentro con el Mandingo, su sobrino o su amigo; pero luego sentía temor de lo que me pudiera pasar. A ratos sentía deseo intenso en especial por el Mandingo y luego, sentía rabia hacia el por sus abusos.
Ese lunes no fui a clases, estuve un poco mal, a cada rato sentía deseos de ir al baño pero sólo botaba algo de baba o sangre, era obvio que no estaba acostumbrado a tal cantidad de sexo. En la tarde me llamaron por teléfono tanto el Mandingo como el Negro, para ver porque no había ido, claro que su interés era otro.
El Mandingo siempre más exigente me dijo que pasaría a buscarme más tarde. Le dije que no podía ir, le comenté que no me sentía bien. Entonces me dijo que descansara, pero que al día siguiente tenía que ir sin importar como me sintiera, le dije que sí, que podía contar conmigo.
Aquel martes, al salir de clases, no pudimos ir como tantas veces a casa del Negro, pues ahora había gente en la casa durante las tardes, sin embargo, el Mandingo me mando un mensaje claro con el Negro. Me indicó que iríamos a otro lugar. Que debía prepararme con un lavado como lo había hecho en otras ocasiones.
A eso de las tres llegaron ambos a buscarme. Fuimos al gimnasio donde trabajaba el Mandingo. Había varios tipos igual que la vez anterior. Subimos a la oficina del Mandingo. Entonces abrió la puerta que un cuartito muy pequeño (una especie de depósito) dentro de la oficina, donde apenas cabía una minúscula cama. Allí el Mandingo me había follado la semana anterior.
La verdad no me gustaba mucho el lugar, era muy pequeño e incomodo, no tenía uno como asearse (si no abajo en las duchas) y hacía calor. Para colmo, yo presentía que quienes estaban en el gimnasio sabrían lo que estaba sucediendo allí.
Le dijo al Negro, aquí te lo puedes coger tranquilo, yo me quedo en la oficina y nadie va a molestarlos. Pasamos ambos al cuarto y el Negro cerró la puerta. Me comentó que le incomodaba un poco entrar así allí y para colmo su tío prácticamente detrás de la puerta en la oficina. Sin embargo, el no pensaba desaprovechar la oportunidad.
Después de que le propine una buena chupada, sin muchos preámbulos me pidió ponerme en 4 patas. Entonces se percató que no tenía vaselina. Se asomó a la oficina y le pidió al Mandingo. Este le dijo, lo siento, no tengo. El Negro replicó, pero es que así le va a costar y le va a doler mucho. El Mandingo dijo con paciencia y salivita le metió el pipe un elefante a una hormiguita. Luego se echo a reír.
Entonces el Negro dijo, bueno, ya escuchaste, ensalivo mi culo y me ensartó. Ciertamente me dolió, pero no tanto como antes. Irreversiblemente mi culo no era el mismo de hacía un par de semanas atrás, estaba más abierto, ya no ofrecía la misma resistencia. Como yo tampoco era el mismo. Ambos (mi culo y yo) habíamos pasado por cosas impensables en tan sólo días. Ambos nos habíamos resignado a tomar lo bueno del momento y tolerar lo malo.
Estuvimos un buen rato en esa posición, de cuando en cuando el Negro iba a fondo, con su verga larga y cabezona, entonces me infringía dolor, pero yo aguantaba sin protestar. Luego, me pidió que me acostará boca abajo, el se acostó sobre mi y folló con fuerza, sentía su peso sobre mí y su verga dentro, mientras resoplaba en mi nuca como un toro. Sentía su pecho mojado de sudor sobre mi espalda, aquel sitio era muy encerrado y caluroso, pero yo no podía negarme, honestamente estaba gozando, pero con tantas cosas en la cabeza no conseguía relajarme lo suficiente para lograr el orgasmo. Un rato más y el macho eyaculó, descargó toda su leche caliente dentro de mí.
Yo me quedé en la cama reponiéndome un poco, entonces el salió del cuartito. Su tío le dijo que bajará a darse una ducha. Luego, se acercó a la puerta del depósito y sin mediar palabra la cerró y apagó la luz. Era claro que debía esperar allí hasta que él se dispusiera a cogerme.
Pasó un buen rato y entonces entró el Mandingo cerrando la puerta tras de sí. Me arrodillé a mamar su pinga, lamerla y pulirla, preparándola para la posterior penetración. Si bien a esas alturas ya conocía bien su verga, pues la había chupado muchas veces, no dejaba de sorprenderme cuando la veía totalmente erecta y brillante, larga, gruesa, negra como un neumático, pero sobre todo muy tiesa.
Luego se acostó boca arriba y me pidió que lo montara, era mi posición favorita, pues yo tenía el control. Apenas entro sentí mucho placer, aún prácticamente sin moverme experimenté un orgasmo por el sólo hecho de estar ensartado, la cogida que antes me dio el Negro me había dejado más que preparado para esta segunda follada.
Yo temblaba y suspiraba con aquel pollón en el culo, el podía ver claramente mi expresión de placer. Estando así, me preguntó que me pasaba, que porque el domingo y hoy había estado como mal encarado. Yo no quise hablar pero el insistió. Le dije que me había maltratado mucho, primero haciéndome sufrir hasta llorar, segundo me había entregado a su amigo sin ni siquiera avisarme y lo peor, habiendo complacido todas sus peticiones, me habían orinado ambos en la cara, le dije que eso había sido muy humillante.
Como buen manipulador, el dijo que aquello lo había hecho para liberarme de mis inhibiciones, que debía disciplinarme para que yo aprendiera a obedecerle, que así yo le entregaría el control a él, para placer de los dos. Si bien en cierta medida aquello era cierto, no era del todo sincero, pues sin dudas el disfrutaba imponerme aquellos castigos y humillaciones.
Me hubiera gustado seguir hablando, pero estaba experimentando demasiado placer, ya no podía hablar, sólo gemía y suspiraba, acabe varias seguidas. En un descanso, cuando notó que yo estaba en disposición de prestar atención, me dijo, todavía faltan muchas cosas por hacer, depende de ti como las tomes, mientras más resistencia pongas será peor porque te sentirás más humillado, pero como sea tendrás que hacer lo que te ordene.
Me dijo, mañana quiero que vengas de nuevo para acá (al gimnasio), le voy a decir al Negro que te traiga mañana para pasarte los dos por el filo, de acuerdo? Yo dije si claro, lo que tú digas.
Siguió, el jueves quiero que descanses, porque el viernes en la noche nos vamos para la playa. Me sorprendió un poco, sin embargo no dije nada, seguí con un vaivén suave con su verga adentro. El comentó, un amigo tiene un apartamento en la playa, nos vamos el viernes en la noche y regresamos el domingo en la tarde. Pregunté, es Alfonso? (el que me había cogido) el dijo no, otro. Siguió, pero Alfonso va a ir con nosotros, te vamos a tener a punta de pipe (pene) hasta el domingo.
Me asusté bastante, entonces le dije de forma muy suave, oye, no… por favor, es mucho, tres contra uno. El soltó una carcajada, dijo no te preocupes, mi amigo lleva su propio mamapipe, ellos hacen sus vainas por su lado, a ti te toca repartir culo entre Alfonso y yo. Luego arqueó su espalda clavando su enorme pipe hasta el fondo y descargando su semen dentro de mí.
Luego me dijo, ya vete quiero dormir un rato. Yo tenía que tomar un baño, estaba sudado, oloroso a pinga y con ese culo lleno de semen. Me vestí a medias, traté de pasar desapercibido mientras bajaba a las duchas, sentía que todos me miraban (aunque tal vez no fue así) que todos sabían lo que había sucedió allá arriba en la oficina.
El día siguiente se repitió un episodio más o menos similar, llegué con el Negro directo de clases y pasamos a aquel cuarto, primero el Negro me cogió a su antojo y luego el Mandingo me remato. Luego, espero relatar cuanto sucedió aquel fin de semana.
Espero que te haya gustado y me regales tus comentarios.
JP
TE DIGO QUE AVECES NOS GUSTA EL SENTIRNOS SOMETIDOS, HASTA CASI LA HUMILLACION PERO EL RELATO ESTA BUENO ME GUSTO CUANDO TE MONTASTE Y TERMINASTE VARIAS VECES