~~En el relato
de mi primera noche en Florianópolis en compañía
de Úrsula les conté primero como gocé con los
dos negrazos que me presentó mi amiga y luego cuando me saqué
las ganas con Marcos, el amigo de Úrsula al que yo conocía
desde el año pasado. Corté ahí porque el relato
se había hecho muy largo y pensando que lo que siguió
después era una repetición de lo narrado anteriormente,
pero voy a seguir hasta dejar todo detallado por dos razones. Una
de ellas es el hecho de que recibí varios e mail pidiéndome
que no dejara el relato trunco y la 2da. es que después de
leer dichos e mails pensé que si bien lo que aconteció
después giraba sobre lo mismo, en realidad no fue exactamente
igual y decidí que valía la pena satisfacer el pedido
de las personas que tuvieron la amabilidad de escribirme. Por lo
tanto. allá voy. Mi querida amiga Úrsula esa noche
se portó como una excelente anfitriona. Como todos ellos viven
en Florianópolis pueden tener relaciones íntimas entre
ellos cada vez que tienen ganas, entonces, los dos negros y Marcos,
se dedicaron a mi durante lo que quedaba de la noche y yo por supuesto
, debo confesarles, que lo pasé bien. ¡Más que
bien, muy bien!!!
¡Qué pedazo de hembra que nos trajiste, Úrsula!¿Dónde
la tenías escondida? Hasta ahora nunca la vimos en el club manifestó
Alfredo . (uno de los negros).
Es una amiga turista que viene todos los años. El año
pasado estuvo una noche en el club y ahí fue cuando la conocí. Y
para que lo sepan, ahora es mi novia y la quiero convencer para que
se venga a vivir conmigo y Uds. me tienen que ayudar . ¿Y que
tenemos que hacer para convencerla? –preguntó Claudio,
el de la caravanas.
Tienen que hacer que ella lo pase lo mejor posible. Los dos negros
estaban sentados en la especie de camilla que estaba contra la pared
y Marcos sentado en la colchoneta al lado de la cama. Yo estaba acostada
en medio de esta acariciándome la conchita la que denotaba
síntomas de que quería más ajetreo. Verles aquellas
enormes vergas flácidas, pero de cualquier manera largas y
gordas era algo muy excitante. ¡Pobrecita, está muy
necesitada!!! agregó Úrsula sonriendo y acariciándome
la barriguita.
¿Querés más? dijo Marcos estirando el brazo
y acariciándome la pantorrilla. Yo miraba ora a uno, ora a
otro, insinuándome, sonriéndome maliciosamente sin dejar
de acariciarme suavemente la conchita con la palma de la mano. Quería
hacerles entender que sí, que quería más pija,
que quería pasarme chupando y cogiendo todo el resto de la
noche y que Úrsula se calentara mirándome gozar con
los tres. Ursula se reclinó acercando su cara a la mía
y hundió su lengua en mi boca. Marcos me tomó de ambos
muslos y arrastró mi cuerpo hacia el borde de la cama.
Abrí mis piernas dejando mi conchita totalmente expuesta a
su vista y a la de los negros que la miraban con los ojos fijos.
Los miré a los ojos y les mostré la lengua en un gesto
morboso . Sentí la barba y el aliento tibio de Marcos entre
los muslos. ¡¡Y de repente la delicia del titilar de
su lengua en mi ardiente clítoris!! Comencé a gozar
y a gemir. Ex profeso lo hacía de una manera delicada, como
una nenita mimosa pero lo único delicado eran mis gemidos porque
el placer que sentía ayudado por mi deseo de calentar a los
negros hacía que ondulara mi cuerpo como una víbora
y pusiera cara de puta hambrienta de pija , que era en realidad en
lo que me había convertido esa noche. Les mostraba la lengua
mientras que Úrsula y también yo manoseaba mis tetitas
que parecían dos pilas cargadas de electricidad. Los dos negros
se calentaron y sus vergas se pusieron completamente duras, rectas,
largas y muy gordas. Caminaron alrededor de la cama y uno de ellos
se arrodilló detrás de mi cabeza. El otro quedó
de pié al borde de la cama y Úrsula, se desplazó
de rodillas hacia él para comenzar a mamársela. Como
otra cosa que me gusta ver es la carita de ella cuando se chupa alguna
pija deslicé mi cuerpo hacia atrás entre los muslos
de Alfredo que era el que estaba arrodillado detrás de mi cabeza.
Vi su enorme estaca sobre mi cara. Para poder chuparla tuve que llevar
mi cabeza un poco más atrás dejándola como colgada
al borde de la cama. Abrí la boca y Alfredo metió su
glande dentro de ella. Marcos seguía prendido a mis piernas
chupándome la conchita desesperadamente. Con una mano acariciaba
los cabellos de Marcos y con la otra aferraba el vergón de
Alfredo, masturbándolo. Cuando se lo soltaba me lo sacaba
de la boca y su glande recorría toda mi cara empapándola
con mi propia saliva.
De vez en cuando Úrsula detenía lo que le estaba haciendo
a Claudio , se agachaba un poco y me lamía la cara y aprovechaba
también para chuparle un poco la pija a Alfredo.
¡Te voy a coger Gabrielita! era Marcos que se había
puesto arrodillado entre mis piernas aferrando su verga con una mano.
¡Sí!..¡Sí! ¡Cogeme!..¡Cogeme!!
¡Metémela toda!!! Agarré su verga y la acerqué
a mi ardiente y empapada cajetita frotando su enorme cabezota contra
mi clítoris y acomodándola entre los labios genitales.
Sentí inmediatamente que mi vagina se dilataba bastante forzada
para aceptar la penetración. Sentir su cabeza dentro de mi
conchita me hizo temblar de placer. Me tomó de las nalgas
y empujó todo mi cuerpo hacia él depositando mis caderas
sobre sus gruesos, fuertes y peludos muslos. El nunca me la mete
muy a lo bruto, porque la tiene enorme , pero después de tanto
tiempo sin verme se notaba que estaba muy caliente conmigo. Pero
yo también estaba muy caliente. Tres o cuatro deliciosos empellones
y comencé a gozar sintiendo en lo más profundo de mi
barriguita el roce de su glande en mi útero. Como los tres
hombres ya habían acabado un par de veces anteriormente se
limitaron a gozar el mayor tiempo posible, Marcos con mi conchita
y los otros dos con las mamadas que Úrsula y yo les propinábamos.
¡Qué puta me sentía y cómo gozaba con aquella
pija revolviéndome las entrañas y gozando con aquellas
pijas en mi boca. Digo aquellas porque los dos negros se cambiaron
varias veces de lugar alternado sus pijas en nuestras bocas.
¿Querés cambiar? era Claudio que se dirigía
a Marcos. Este asintió con la cabeza y extrajo su enorme pija
empapada con mis jugos de mi ardiente conchita. Miré a Claudio,
sonriéndome.
¡Dale, metémela!! le dije, instándolo, ya que
las contracciones de mis músculos vaginales estaban como reclamando
más carne para mi angurrienta cajetita Me la enterró
hasta el fondo de un solo envión. ¡Qué delicia!
Las lamidas de Úrsula, y mamar aquellas pijas hacían
que mi saliva saliera de la comisura de mis labios y se deslizara
por mis mejillas abundantemente. Me enloquecía sentir el ruido
que producían sus empapadas pijas al golpetearlas contra mi
cara. Claudio empezó a sacudir mi cuerpo con violentos y rápidos
empujones y me apercibí que tanto él como yo íbamos
a disfrutar de un fabulosos orgasmo.
¡Me viene! ¡Me viene!1 comencé a gritar.
¡Acábenle en la cara! exclamó Ursula después
de sacarse el glande de Marcos de la boca.
Los dos, Marcos y Alfredo, comenzaron a hacerse la paja frenéticamente
y no se imaginan qué manera de gozar cuando acabé como
una bestia al mismo tiempo que los dos hombres inundaban, mi cara
con abundantes, espesos y tibios chorros de semen. Creí desmayarme
de placer cuando mis músculos vaginales comenzaron a ordeñar
la verga de Claudio hasta sentir la tibieza de sus chorros de semen
golpear contra mi útero. Úrsula como una fiera hambrienta
me chupaba la cara llena de semen, deslizaba su lengua hasta mis tetitas
manoseadas por Marcos y se las engullía totalmente succionándolas
con fuerza. Alfredo se unía a la tarea recorriendo mi cuerpo
con su lengua y chupando todo lo que podía. En el próximo
les cuento como terminó aquella agitada primera noche en Florianópolis
en compañía de Úrsula y sus amigos.