Afeitada y relajada
Verónica se pasó la mano por la espalda en un vano intento por aliviar el dolor y la irritación que le había producido la correa del sostén, la cual ya casi le mordía la piel produciéndole pequeñas heridas.
Por mucho que lo intentaba, el dolor persistía, sobre todo al final de ese día cuando había tenido demasiado trabajo; ya el sostén la tenía demasiado maltratada.
La mayoría de las mujeres darían un ojo de la cara para tener unos senos como los de Verónica, y aunque a la mayoría de los hombres y mujeres les parecía lo último en belleza femenina, ella tenía una perspectiva diferente sobre el asunto: Claro que estaba contenta porque tenía buen cuerpo y …no, porque no quería usar sostenes de talla normal. Ellas no tienen que aguantar las cosas que una mujer de senos grandes tiene que soportar cada día de su vida.
La secretaria de Verónica llegó a su oficina y le dijo que saldría unos minutos antes. – Creo que ha sido todo por hoy, jefe. ¿Se siente bien? Luce un poco cansada.
- Si lo estoy bien. Otra vez de duelen los hombros y la espalda. Ese dolor me está matando.
- ¿Le gustaría que le diera un masaje?- preguntó la joven secretaria amablemente.
– Puedo quedarme hasta tarde si usted quiere.
- No es necesario. Gracias de todos modos. Esta noche tengo una reunión con todas las mujeres y creo que lo podemos dejar para otro día.
Jenny le sonrió para salir rápidamente, haciéndole señas con la mano. Verónica le echó una mirada al reloj de pared y decidió agregar una hora mas de trabajo antes de salir para la reunión.
Luego, esa noche, en una gran mansión en una urbanización en las afueras de Caracas, en el este, Verónica le entregó su saco y cartera a la muchacha que los guarda y se retiró a cambiarse en la habitación habilitada para estos casos. Allí estaba Luis, el empleado de esa sala quien la saludó: - Buenas noches, Señora Rodríguez. ¿Le gustaría que la ayudara al encontrar algo para usted, alguna ropa que necesite?
- Si, por favor. Eso fue lo que me recomendó el médico dijo, haciendo una seña. – Estoy tan cansada y casi no puedo dar ni un paso!!!
El señor Luis preguntó: Ya le dio permiso a Johann??!!
- Si, no hay problema. Creo que nos ha atendido anteriormente y lo hace muy bien.
Luis llamó a Johann quien estaba en la sala atendiendo, y le dijo:
- Por favor, encárgate de la señora Verónica y hazle un buen trabajo. Ha tenido un día muy agitado.
- ¡Si señora! - dijo Johann a su jefe antes de voltear a ver a la señora Ana. – sígame, por favor al salón privado en donde se puede cambiar y luego comenzamos!!
Una vez dentro de la sala para cambiarse y vestirse, Johann rápidamente se puso a trabajar quitándole la ropa a la señora Verónica, hasta que se detuvo cuando quedó solo en pantaletas y sostenes!!!
- Tiene usted unos pechos muy grandes, señora!! - dijo Johann en voz baja y suave mientras sus manos recorrían el cuerpo de la señora de abajo hacia arriba. ¿Ya está lista para quitarle las pantaletas?
- Claro que si, linda - Verónica respondió. – He estado esperando ansiosamente este momento!!
- Yo también estoy muy contenta - dijo Johann suavemente mientras le desenganchaba los cinco ganchos que le sostenían el sostén tamaño industrial a la señora Verónica.
- Le deben doler los hombros, terriblemente. Ya las correas le hicieron marcas en la piel y casi la cortan!!
- Ahhhh, qué alivio. Tan agradable que se siente cuando me quito esas ligas contraídas contra mis hombros y mi pecho - dijo la señora.
- Si, duele mucho.
- Tengo una idea - le susurró Johann al oido: - ¿por qué no nos metemos en esa bañera con agua tibia y yo le puedo atender mejor sus tetas grandes? Creo que eso la aliviaría muchísimo!!
La señora Verónica dijo, con un murmullo suave que le salió de la garganta: - S, s, si. Sería maravilloso. Buena idea.
Ya dentro del spa, dentro del agua que le producía alivio mas alivio a la señora, Johann tomó una esponja de baño y lentamente le restregó cada centímetro de su cuerpo, ¡¡dedicando especial atención a los senos y la cuca!!!
- Sus senos si son grandes – dijo Johann mientras le colocaba la mano en cada uno y se los meneaba y al mismo tiempo torcía los duros pezones. - ¿Qué talla usa?!!?
- Oh, su supiera – dijo la señora Verónica. Ta, ta, talla 42DD de copa. Pero comenzaré a usar copa triple D como antes porque estos me apretan demasiado.
- Quisiera que mis senos fueran tan bonitos como los tuyos - Johann le dice, sin dejar de acariciar las increíblemente grandes tetas de la señora.
- Los suyos son bonitos, niña - dijo la señora Ana en voz baja, y susurrándole a la bella y joven muchacha.
- Seguro que sus pezones son muy sensibles, verdad?
Con una pequeña sonrisa en la cara, Johann le contestó:
- Mis tetas son muy sensibles, demasiado sensibles. Sólo con chupármelos tengo el orgasmo!!
- ¿Verdad? ¿Los puedo tocar?
- Claro que si. Pero si me promete dejarme chuparle los suyos también.
Cuando le dijo esto, Johann acercó los pezones hacia la boca de la señora Verónica , y esta le contestó: - ¡Trato hecho!
La señora Verónica apretó sus labios alrededor de los pezones de la joven muchacha y justo como ella lo había dicho, en cuestión de minutos, Johann se estaba sacudiendo de lado a lado cuando el orgasmo invadió su vagina!!! - Dios mio! - dijo la señora dijo con voz suave: - Eso es difícil de creer! ¡ Y eso que ni siquiera nos hemos tocado la cuca.
- ¡¡ Ahora mire esto! - dijo Johana mientras flotaba en el agua.
- ¡No lo creo! – dijo la señora.
Se quedó mirando como Johann tenía un orgasmo que cada vez le aumentaba mas y mas.
- Debe ser dos veces mas grande que su tamaño normal. ¿Se hincha y abomba así cada vez que te excitas?
- Si, dijo Johann con voz suave.
– Mi madre dice que todas las mujeres en su familia tienen cucas que son demasiado gordas y planas y que cuando se excitan prácticamente se les hincha y se les pone muy grande como un globo. ¿Le gusta?!!
- Claro que si – dijo la señora Verónica con un susurro, metiéndole la nariz en la raja de la cuca a la muchacha.
- ¿Te la puedo mamar? Parece que estuviera pidiendo que la mamaran.
- Si, por favor, mámamela!!
Verónica se introdujo con facilidad entre las piernas de la joven mujer y después de darle una mirada mas a la suave cuca bien afeitada dejó caer su boca hacia la raja húmeda y comenzó a meterle la lengua suavemente haciendo que la muchacha tuviera otro poderoso y potente orgasmo.
Después de acabar, Johann con voz muy apenada pidió disculpas:
- Perdone, se supone que yo debía atenderla y es usted quien me ha hecho tener dos orgasmos. Creo que no fueron las instrucciones que me dieron cuando me dijeron que la atendiera.
La señora le contestó: - Créame, para mi fue mas que un placer hacerlo. Me hace sentir joven cuando le mamo la cuca a niñas de 18 años.
Ahora me toca a mi – dijo Johann dulcemente ayudando a la señora a salir del spa y llevarla a una sala cerca. – Creo que es el momento de que afeitemos su cuca. Después la va a sentir más sexy y rica cuando la vulva le quede sin pelos.
Un temblor le recorrió el cuerpo a la señora Verónica cuando la invadió el deseo por lo que le esperaba: - ¿Eso le parece? Nunca en mi vida me la he rasurado. A mi último esposo le gustaba bien peluda.
- Claro, señora: déjeme darle un masaje con este aceite. Eso le ayudará a ablandarle el monte.
Verónica se acostó con los ojos cerrados. Imaginándose las sensaciones que tendría en su encogida vagina, mientras las manos suaves de Johann pasaban el aceite por la cuchara de la señora.
- Nunca me imaginé que la cuca de uno pudiera ser tan erótica. Estoy ardiendo de deseo.
- Claro que si, señora - dijo Johann mientras sus dedos lentamente hacían su recorrido todo a lo largo de la raja de la cuchara. – y si no estoy equivocada, ya la cabeza de su clítoris se está saliendo por encima de sus labios menores.
- ¡Cristo de las alturas!!! - susurró Verónica mientras arqueaba la espalda para echar la cuca hacia delante: - ¡Creo que ya voy a acabar! ¡¡Mmmm, qué rico!!- dijo Johann susurrando. – Pero no acabes todavía, querida. Aguántalo un poquito mas.
Comenzó a rasurar los increíbles labios de la cuca, muy abultados e increíblemente hinchados.
– Qué rico - dijo la señora buscando mas aire para respirar mientras le afeitaban su monte peludo. - ¿Cómo se ve mi cuca afeitada?!!
- Mmmmm, se ve fantástica – dijo Johann suavemente mientras continuaba afeitando. – Te prometí hacerte algo nuevo. - ¿Qué es?- dijo Verónica con dificultad, acercándose mas al mejor goce sexual que haya tenido.
– Dime, ¿Qué vas a hacer?
-Bueeeenooooo. Tan pronto como tu cuca quede bien suave… Espera… tengo una idea mejor. Mejor dime qué quieres que te haga.
- No, no, no se! - dijo Verónica gimiendo en voz alta. - ¡Es que no se!!
- Mmmmmm!! Bueno, yo se que si alguien me acaba de afeitar la cuchara y me pregunta qué me gustaría que me hicieran, yo diría…
En ese momento le daba palmaditas y golpecitos a su cuca como si fuera una puta de a cien pesos.
Verónica intentó tomar el control: - ¿Puedes mamarme la cuca? ¡Eso es lo que quiero!
Johann limpió todos los restos de aceite y pelos de la cuca de la señora y le dio un baño en aceite de bebé, diciendo: - ¿Así es como quieres? - inclinándose para darle un tremendo beso mojado!!
FIN
Traducido por Marcos Urbina
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THE END