Adela, es una mujer casada de treinta años, lleva casada diez años con Abelardo, un hombre que la ha hecho muy feliz iniciándola en todos los placeres del sexo e incluso haciendo nacer en ella deseos que creía que eran impropios de una mujer normal. Es decir, que le gustaba el sexo anal, practicar sexo en lugares públicos, como el coche o los lavabos de un bar e incluso en playas solitarias. El miedo a ser descubiertos hacia que aumentase su libido y sus orgasmos crecían en intensidad.
Una noche, en la cama, mientras su marido le introducía el miembro por el ano al mismo tiempo que le frotaba el sexo con una mano, él le preguntó que si le gustaba hacerlo en lugares públicos y porque. Ella le dijo entrecortadamente, a causa del placer que estaba recibiendo, que era el temor de que la vieran desnuda haciendo el amor.
- ¿Y si te vieran de verdad?- le preguntó Abelardo parando su rítmica actividad y dejando de masajear el sexo de Adela.
- ¡No pares, ahora! - grito ella - ¡No pares que me viene.!
- ¡Contesta! - insistió él sin moverse.
- Me moriría de verguenza.
- ¿Pero te gustaría, verdad? ¡Qué placer ver como admiran tu belleza tu desnudez, como notan tu placer, tu orgasmo. No lo niegues - le dijo entonces.
- Creo que si - contestó Adela - creo que me moriría de vergüenza pero también de gusto. ¡Ahora sigue, fóllame, pon la mano en mi coño. acaba de una vez.!
Nada más ella hubo dicho esto Abelardo inició con más vigor su frenética actividad que casi no hizo falta que colocara su mano en el clítoris de Adela, la cual recibió tal orgasmo que le hizo gritar como una loca. Cuando el semen de Abelardo lleno el ano de su mujer y su miembro salió de ella, cayeron los dos sobre la cama estrechamente abrazados.
- Mañana haremos el amor delante de Natalia - le dijo mientras la besaba apasionadamente.
- ¿Quién es Natalia? - preguntó Adela algo molesta.
- Una secretaría del despacho - contestó él - No temas que no hemos hecho nunca el amor pero le he hablado de ti y desea conocerte. Es una chica, según me han dicho, muy ardiente y a la que le gusta el trío más que nada.
- Estás loco - fue lo único que pudo decir ella.
Adela pasó toda la noche pensando en ello y también durante todo el día siguiente, acabando por creer que todo había sido una broma de su marido, pero cuando a la hora de cenar, Abelardo se presentó con una chica muy atractiva presentándosela como Natalia, Adela supo en ese momento que no era una broma.
La cena fue muy agradable, cosa que no le quedo más remedio a Adela que reconocerlo. Natalia era una chica encantadora y simpática además de muy guapa. Hablaron casi todo el rato de sexo y a pesar de que a Adela, alguna que otra vez, le salían los colores a la cara, pero participó como si su experiencia fuera mucha. A la hora del café las cosas empezaron a precipitarse. Abelardo hizo sentase a su mujer sobre sus rodillas y a Natalia a su lado. Mientras hablaban él acariciaba los muslos de su mujer y la besaba detrás de las orejas, justo donde sabía que se ponía más cachonda.
Adela intentaba pararle la mano pero él insistía una y otra vez. Natalia los miraba sonriente y aquella mirada hacia que Adela se excitara cada vez más aprovechándose de ello Abelardo que ya había levantado a su mujer la falda hasta la cintura y ahora le tocaba el sexo por encima de la braga. Cuando a Adela se le escaparon los primeros suspiros, su marido, rápidamente, le abrió la blusa y le saco los pechos fuera, desnudos.
Abelardo lamía los pezones mientras le iba sacando la ropa a su mujer. Antes de que ella se diera cuenta estaba completamente desnuda entre él y Natalia. Llegó un momento en que Adela fue incapaz de distinguir quien la tocaba, si era ella o él pero eso era algo que ya no le importaba. Toda ella era un volcán en erupción, llena de deseo. Cuando su marido la tendió en el sofá, se desnudo por completo y le introdujo si miembro en su vagina, penetrándola como un loco delante de Natalia, la cual también se estaba desnudando. Natalia le puso un pecho en la boca a Adela, y esta más por instinto que por otra cosa comenzó a mamar aquel pezón, el primero de su vida.
Adela no pudo evitar correrse delante de la mujer que ahora le ofrecía su boca a besar. Chupó su lengua con deseo al mismo tiempo que recibía toda una catarata de semen de su marido en su interior. Cuando Adela pudo hablar de nuevo, dijo solamente:
- Ahora vosotros. Quiero ver como la penetras.
De esta manera tan poco normal entraron en el juego magnifico del trío. A Adela le gustaba que la vean gozar, le gusta ver gozar a su marido con otra mujer y también que haga les haga el amor a las dos mientras ellas se besan y se acarician. Descubriendo así en ella cierta bisexualidad pues es algo que no le repugna, al contrario, besar el sexo a una atractiva amiga, de esas que su marido lleva a casa de vez en cuando para hacer el amor.