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Categoría: Incestos

Strip póker en familia. 12º Capítulo

La extorsión del albañil no tuvo un bonito final



Cuando llegué a la plaza supuse que había llegado antes que él, sin embargo a lo lejos vi a un hombre sentado en un banco, de espaldas a mí. Me fui acercando lentamente ya que no estaba muy segura si se trataba del tipo que había irrumpido en mi casa. El solo pensar que debía aproximarme a un hombre que se introdujo ilegalmente en mi casa, me parecía absurdo…, sin embargo había algo en ese tipo, y en las situaciones en las que se acercaba a mí, que lo hacían extrañamente interesante. Por lo que podía ver estaba bastante desalineado, se parecía a los cuidadores de coches que solían deambular la zona. Cuando me acerqué lo suficiente como para verlo de perfil supe que se trataba de él. Lo normal hubiera sido sentirme asqueada por su atuendo y por la forma completamente desprolija en la que llevaba el pelo, pero me produjo cierta excitación. Al mantener relaciones sexuales con los miembros de mi familia comprendí que yo no era quien controlaba mis sensaciones, y mucho menos los impulsos sexuales. Éstos parecían tener consciencia propia y solían tener tanto poder que eran capaces de imponerse ante mi propia consciencia. Caminé con paso sensual hasta posicionarme frente a él. Al verme sus ojos me recordaron a los de un niño en una juguetería. Me escaneó con la mirada, sin poder detenerse en algún punto fijo por más de dos segundos, ya que inmediatamente caía preso del encanto de mi gran escote o de mis pronunciadas caderas. Debo admitir que me produjo una agradable sensación ser admirada de esa forma, pero procuré no dar muestras de ello, mantuve un tono serio al hablar. ― ¿Trajiste el móvil? Pregunté sin rodeos. No es momento de hablar de eso. ―Es justamente el momento, para eso hemos quedado aquí. ―No exactamente, lo miré confundida. ― Anoche me quedé con ganas de hacerte varias cositas, me dijo con una sonrisa de dientes demasiado grandes y amarillentos. ― Y hoy me voy a quitar esas ganas. ―Si piensas que me voy a dejar meter mano en una plaza, donde cualquiera pueda vernos, estás muy equivocado. ― ¿Quién dijo que iba a ser aquí? Cuando venía caminando vi que a un par de manzanas, por esa calle, señaló con el índice la calle en cuestión. ― hay un lugar donde podemos estar más tranquilos. ― ¿Qué clase de “lugar”?  ―Un hostal, me quedé mirándolo en silencio con el ceño fruncido. ― Vamos, preciosa, tú sabías muy bien que esto iba a pasar. Por eso viniste vestida como una lolita. ¿Te miraste las tetas? Da la impresión que en cualquier momento explotan…



Efectivamente, mi escote era amplio, pero al mismo tiempo estaba tan ajustado que mis pechos parecían dos globos de agua. ― Estoy seguro que si te agachas un poquito, se te ve todo el tanga. No sé cómo tus papis te dejaron salir con una minifalda tan corta, una de sus rugosas manos acarició la cara interna de mis muslos, fue subiendo hasta que se encontró con mi entrepierna. ― ¡Pero qué sorpresa! Tú siempre superas mis expectativas, niña, sus ásperos y gruesos dedos estaban acariciando directamente mis labios vaginales, ya que yo no llevaba ropa interior. ― Saliste con esta ropita tan chiquitita y sin nada abajo, eso sí que es ser bien puta, dijo mientras sus toqueteos me iban humedeciendo. ― Por más que te hagas la difícil, es obvio que viniste hasta aquí con toda la intensión de darle de comer a tu conejito de mi nabo, me metió dos dedos y su pulgar comenzó a acariciarme el clítoris. ― Estás bien calentita, como siempre. ¿Cómo era eso que no te ibas a dejar meter mano en una plaza? Miré a mi alrededor, temerosa, en busca de alguien que pudiera vernos, pero cuando me cercioré que estábamos solos me acerqué más a él y separé un poco las piernas. ― ¡Ah, bueno! ¿Ahora también me vas a negar que vinieras esperando una buena follada? Introdujo aún más sus dedos, aumentando mi excitación. Podía sentir el intenso calor que emanaba mi vagina y seguramente él también. ― Me encantaría ponerte en a cuatro patas sin más…y llenarte este coñito tan precios de mi espesa leche, noté que el bulto le crecía, él se estaba calentando tanto como yo. ― No demos tantas vueltas cariño, así nos ahorramos problemas. Vamos al hostal, te doy una buena follada y después hablamos de lo que tenemos que hablar. ―Me imaginé que ibas a pedirme algo así. No me opongo, pero vas a tener que considerarlo como parte del pago por borrar esos videos. ―De cuestiones de “pago” hablamos después. No me puedo concentrar en eso ahora mismo, porque lo único que puedo pensar es en enterrarte toda la verga en ese coñito tan caliente, dijo agarrándose el bulto con una mano.



Un erótico revoltijo invadió la boca de mi estómago y pude sentir cómo se movían esos impertinentes dedos dentro de mí. ―No tengo ganas de perder todo el día contigo, así que vamos yendo. ―Me encanta que seas tan decidida como puta. Sacó los dedos de mi vagina, se puso de pie y comenzamos a caminar hacia el hostal. Aún no habíamos salido de la plaza cuando él volvió a meter rápidamente una mano por debajo de la minifalda, esta vez me acarició entre las nalgas, supuse que me metería un dedo en el culo, por lo que me relajé un poco; pero esto no evitó que sufriera un fuerte escalofrío cargado de placer. ― ¿Me vas a entregar el culito otra vez? No me podía explicar cómo hacía este hombre para calentarme tanto, me costaba mucho reprimir lo que realmente quería decirle.―No te hagas muchas ilusiones, le dije mientras fantaseaba con cabalgar toda su verga con mi culo.  Llegamos al “Hostal”. No era ni por asomo un lugar bonito. Todas las paredes estaban mal pintadas. El mostrador estaba desvencijado y tenía un viejo y amarillento monitor de computadora sobre el mismo. Lo único que más o menos era agradable a la vista era la recepcionista. Tampoco es que fuera una belleza y se notaba que ya pasaba los cuarenta años, pero en cierto sentido me recordaba un poco a mi madre, por sus grandes pechos y su radiante sonrisa. ―Que se diviertan, dijo la señora guiñándonos un ojo, luego de cobrarnos por adelantado. Por suerte la habitación era un poco mejor que la entrada del “hostal”. Era algo pequeña, entraba la cama y poco más, pero al menos parecía estar limpia. Ni bien entramos… el tipo me agarró con fuerza una nalga, haciéndome dar un pequeño salto en el lugar. ―Bueno nena, ponte a cuatro patas y muéstrame ese coñito así te la lleno de polla, sus dedos, sin pedir permiso, volvieron a colarse en mi coño, aunque esta vez lo hicieron con más fuerza, provocándome algo de dolor…, sin embargo era un dolor agradable, que me hizo inclinarme un poco hacia adelante para recibir mejor esos dedos. Me moría de ganas de obedecer, de entregarle mi vagina sin más y poder sentir todo el ancho de su verga entre mis labios vaginales…, pero la poca integridad que aún me quedaba me decía que debía hacerme valer, aunque sea un poquito… aunque estuviera actuando como una puta.  Me aparté de él y crucé mis brazos. Creo que en lugar de mostrarme intimidante, al hacer eso sólo conseguí levantar más mis tetas, el tipo se quedó embelesado en ellas…



De pronto me di cuenta que mis ubres pareciera se escaparan de mi escote casi tanto que ya podía verse el borde de las areolas de mis pezones. ― Ni siquiera sé cómo te llamas.― Me llamo Luis, pero puedes decirme “Luso”. ¿Estás lista, preciosa? Sus ojos brillaban de deseo y lujuria. ― Yo también tengo nombre. Imagino que sí, pero prefiero decirte “putita”. ― Dijiste que estás loco por mí… y ni siquiera sabes mi nombre. 

Estoy loco por tus tetas, por tu coño, por tu culo… tu nombre me importa una mierda.― ¡Qué romántico! Seguro que te ganas a muchas mujeres diciéndoles eso. ―Al menos te digo la verdad. Eso te calienta ¿No? A tú te moja el coño que yo sea tan directo para decirte lo puta que eres y lo buena que estás, me miró desafiante, como una estúpida en lugar de contestarle me limité a morderme el labio inferior. ― Lo sabía. Te gusta que te traten como a una puta. Además, mi querida “putita”, conseguí traerte a un hostal sin saber tu nombre. ¡Anda! la puta que te parió. Avanzó hasta colocarse detrás de mí, luego acercó su boca a mi oído. ―No te metas con mi vieja, que era una santa… a diferencia de la tuya, que es tan puta como tú, al decir esto me agarró las dos tetas con sus huesudas manos ― ¡Dios mío! ¡Cómo grita esa puta cuando le dan por el culo! ¡Me vuelve loco! Me da envidia tu viejo, que se la puede follar cuando quiera. Pero no te pongas celosa que tú me gustas más. ― ¿De verdad no te importa saber mi nombre? Pregunté con el orgullo herido. Él ya había liberado mis tetas del escote y las masajeaba a gusto, pellizcándome los pezones. ―Pepe hablaba poco de sus hijas en la obra, a ningún padre le gusta que un grupo de albañiles esté todo el día haciéndole chistes guarros con sus hijas como objetivo. El tontaina de tu hermano dijo que sus hermanas eran guapas, sonreí al saber que Unai pensaba eso de nosotras. Y solamente eso bastó para que tanto él como Pepe tuvieran que aguantar un infierno. Durante mucho tiempo les decíamos, con indirectas, que las íbamos a follar. Yo cumplí con parte de esas promesas, creo que por eso se enojó tanto tu viejo cuando nos pescó juntos. Ahí estaba su preciosa hija mayor, abierta de piernas pidiendo que le metieran toda la polla en el culo a uno de sus mugrosos albañiles.



Sus palabras y el impresionante masaje de tetas que me estaba dando, me hacían delirar de calentura. Comencé a frotar mi culo contra su bulto. ― En ese momento pensé que eras una puta más, pero no te imaginas cómo me calenté cuando averigüé que eras la hija de Pepe. No podía creerlo, ese culito que se abría mientras yo le enterraba la verga ¡era el culito de la hija de Pepe! Liberó su miembro del pantalón y lo sentí contra mis nalgas, teniendo sólo la tela de la minifalda como separación. ― Una vez lo escuché decir el nombre de sus nenas…, pero sinceramente no me los acuerdo bien. Creo que era algo así como Marta y Nidia. 

―Esos son nombres de viejas, me quejé. Su verga estaba ganando rigidez, lo que me provocaba más arrimar mi culo contra ella. ― Nos llamamos Mayra y Nadia. ― Qué bien, besó mi cuello y una de sus manos fue descendiendo hasta mi entrepierna. ― ¿No quieres saber cuál soy yo? ―Me da igual. Lo que me importa es saber lo putita que eres. ―Yo soy Nadia. ―Un gusto conocerte, Nadia, dijo con un áspero susurro mientras uno de sus dedos se abría paso hacia el interior de mi vagina. ― Espero que te guste el paquete que te traje de regalo, tomó mi mano derecha y la condujo hacia su hinchado cipote. ― Como es tu regalito vas a ser tú la que decida qué quieres hacer con él. ― ¿Y qué pasa si quiero cortarlo y tirarlo a la basura? Pregunté presionándolo con más fuerza. ― ¿Piensas quedarte sin diversión? No lo creo, tienes el conejito todo mojado, tú te mueres de ganas de jugar con una buena polla. Espero que te muestres colaborativa, así nos evitamos futuros inconvenientes. Mientras él me toqueteaba evalué la situación, sabía que ponía a mi familia en riesgo si me negaba a “jugar” con él, además él tenía razón en algo: yo me moría de ganas de jugar con una buena pija; odiaba admitirlo, pero tenía razón. ―Dime una cosa, putita, y quiero que seas sincera. ¿Te hiciste una paja después de follarte por primera vez?



Solté su verga y me levanté la minifalda, me incliné un poco hacia adelante y permití que él posara su miembro gomoso entre mis nalgas. ―No exactamente. Después de hacerlo me sentí mal conmigo misma, pero llegó un momento en el que ya no me importó tanto y sí, me hice una paja pensando en eso ― ¿Y qué pensabas? Sus dedos abrían y cerraban mi chochito. Ocasionalmente me frotaba el clítoris, ya podía sentir mis jugos sexuales deslizándose entre mis muslos. ― Imaginaba que me obligabas a hacerte una paja, una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo.― ¿Eso te calentó, putita? ―Sí, mucho. Especialmente porque se te iba poniendo dura mientras la tocaba, y por lo cerca que la tenía de la cara. ― ¿Te gusta chupar pollas? Al preguntar esto llevó hasta mi boca los dedos que previamente habían estado en mi vagina y me hizo probar mis propios jugos. Lamí esos dedos como si se tratasen de una verga. ― Mmm… sí, mucho. Me gusta sentir una polla bien dura dentro de mi boca. ― Se nota que te gusta. Recuerdo que tú solita empezaste a chupármela, sin que yo te lo pidiera. ―Sí, es que no aguantaba más las ganas, me la quería comer toda, pero… ― ¿Pero? ― Me hubiera gustado más que me agarraras de los pelos y me obligaras a chuparla. ― ¡Ah, eres bien zorra! ¿Te gusta que te dominen? A continuación me dio un fuerte tirón de pelos que me hizo inclinar la cabeza hacia atrás. ― Arrodíllate, puta. ―S… Sí. Sí. Obedecí, como buena puta, y me puse de rodillas en el suelo. Él no me dio mucho tiempo para reaccionar, casi de forma inmediata se posicionó frente a mí y sin soltarme el pelo, me enterró toda su verga en la boca. Sabía que haría eso por lo que ya estaba preparada y con la boca bien abierta. Tenía que admitir que era una buena tranca, me gustaba sentir las venas acariciar la comisura de mis labios al entrar y salir de mi boca, especialmente al hacerlo de forma tan brusca. ―Se nota que te gusta chupar vergas.



Su comentario me excitó aún más, por lo que comencé a mandarme mis dedos en la vulva, suplicando mentalmente que él introdujera todo su miembro viril en mi boca. Parte de mí me decía que eso sólo lo hacía por agradarle a ese tipo para que borrara los videos que había grabado. Pero por otro lado yo sabía que eso no era más que un simple engaño, una mera excusa. Me calentaba mucho la forma en la que me humillaba y se aprovechaba de mí. Mientras seguía sacudiéndome la cabeza, obligándome a comerme ese deforme falo, pensaba que si yo estuviera en su lugar también gozaría al someter de esa forma a una putita tan guapa como yo. Sentí ganas de sonreír, pero no pude hacerlo debido al venoso pedazo de carne que entraba y salía repetidas veces de mi boca. Tenía que dejarme algo en claro a mí misma, para no sentirme tan mal ante mi entrega a un tipo que apenas conocía. Cada vez que estuve con él me encontró previamente excitada. La primera vez fue justo después de haberle chupado la verga a mi padre…, la segunda fue después de la erótica partida de póker…, y ahora me encontraba con la calentura que mi hermana y mi tío me habían dejado. Gracias a este rápido razonamiento me sentí un poco menos culpable de disfrutar tanto del momento en el que eyaculó. Lo hizo en forma muy abundante, con cargados y potentes chorros que llenaron mi boca… el muy prematuro no me aguantó ni tres minutos mamándosela, y cuando sacó la pija, salpicó mi cara de chorretones de lefa. Dejé la boca bien abierta recibiendo el espeso semen y dejando que éste fluyera por la comisura de mis labios, bajara por mi cuello y llegara a mis grandes tetas. En ningún momento dejé de pajearme y tras haberme tragado toda la leche que pude, volví a chupar ese bálano extrayendo de ella cada gota de engrudo. ― ¿Te gustó, putita? Me preguntó mientras me pasaba la verga por la cara, esparciendo el semen que había en ella.



―Mmhmm… sí. Me gusta mucho la leche si viene de los huevos de un buen macho. Era cierto, trágame la lefa espesa de una polla es una experiencia fascinante, aunque ninguno me dure tanto como las mamadas a mi padre…, las bruscas palpitaciones en mi pecho eran una prueba irrefutable de lo excitada que estaba. Sin embargo me preocupaba que, al haber acabado, él ya no tuviera fuerzas para seguir. Me sinceré conmigo misma, no hacía esto por conseguir una posición favorable con él o para amansarlo…, lo hacía porque se me derretía el coñito de sólo pensar en la forma en la que me trataba como a una puta vulgar y barata. Él, Luis… “Luso”, un tipo al que prácticamente no conocía… me sometía a su merced y hacía de mí lo que quería. De pronto comprendí por qué me calentaba tanto mi padre, no era sólo por encontrarlo atractivo físicamente, sino que también era para mí una figura de autoridad. Me calentaba la autoridad de mi progenitor y me fascinaba someterme a un macho con esas cualidades. Con mis hermanos podía disfrutar esto de forma inversa, siendo yo la persona con mayor rango de autoridad. Eso me agradaba, pero sin duda no se comparaba con ser sometida… Un súbito tirón de pelos me obligó a ponerme de pie. Inmediatamente él me obligó a darle la espalda y pegó su cuerpo al mío…, tal y como habíamos estado segundos antes. ― Dime, putita ¿en qué pensabas cuando decidiste vestirte así antes de venir? Levantó aún más mi minifalda y comenzó a manosearme el coño, mientras su rabo ya flácido, volvía a frotarse contra mi culo. ―Me imaginaba que pasaría algo como esto. Sabía que buscarías la forma de llevarme a algún lado, para follarme. La idea me calentó mucho, tanto que quise ponerme la ropa más accesible posible. ―Podrías haberte puesto otra falda que no fuera tan corta. Creo que hasta la recepcionista del hostal te ha visto la vulva de tu coño, recordaba haberla visto mirándome con una extraña sonrisa, ahora entendía por qué. Antes de entrar Luso me había tocado otra vez y yo no había vuelto a bajarme la minifalda. Me calentó la idea que una desconocida me hubiera visto así.



―Esta minifalda es de mi hermanita, confesé. ― Por eso me queda tan corta, poniendo un brazo detrás de mí, agarré la verga de Luso y comencé a amasarla. ―Esa es otra putita que me calienta mucho. Me encantó ver cómo chupaba pollas a dos manos. Ya me imagino las fiestas que harán juntas, durmiendo en la misma habitación. Cuéntame ¿Os chupáis los chochitos cuando estáis solitas? ― Sí. A veces sí. ―Es interesante saber que también te gusta comer coños, soltó una risita libidinosa. ―Prefiero las vergas, dije apretando la suya entre mis dedos. - Pero también me excita mucho chupar una vagina. Hasta me gustaría probar otras, que no sean sólo de mujeres de mi familia. ― ¿Vas a salir por la calle vestida como putita chupando coños?  ―No lo creo… pero la idea de probar nuevas me gusta mucho. Nunca antes me había sentido sexualmente atraída por mujeres. Fue una sorpresa para mí. Bueno, todo lo que pasó en estas últimas semanas fue una sorpresa para mí. Una muy agradable… hasta que llegaste tú. ―No te enojes conmigo, chiquita. Si no hubieras sido tan puta, me hubiera olvidado de ti al día siguiente…, pero tenías que pedirme que te diera por el culo… para colmo tienes un culo de fantasía. Está para meterle la polla y dejarla a vivir ahí dentro, me excitaba escucharlo decir eso. Los hombres siempre me alabaron por mis grandes tetas, pero los que me han visto desnuda o con poca ropa, se llevaron gratas sorpresas al verme el culo. ― ¿Falta mucho para que se te ponga dura otra vez? ¡Quiero que me folles! ― Uy, sí que eres bien puta. ¡Me encanta! No te preocupes, nena, con todo lo que me estás contando, más todo lo que estoy tocando, seguramente se me va a poner bien dura para ti. Ven, vamos a ponernos más cómodos. Tomándome del brazo me llevó hasta la cama. Se acostó bocarriba y me pidió que me pusiera sobre su cara. Me quité toda la ropa y obedecí. Antes que mis nalgas hicieran contacto con su rostro, ya me las estaba abriendo con las manos. Su intrépida lengua fue directamente a mi culo, produciéndome un cosquilleo muy agradable, que me obligaba a moverme. Las lamidas fueron haciéndose cada vez más largas, partiendo desde mi coñito, hasta llegar a ese morboso agujerito. Excitada, me lancé de frente contra su verga.



Aún estaba flácida, pero no me importó ya que eso me permitió meterla completa en mi boca. Me quedé allí, sin hacer nada, respirando por la nariz y disfrutando de la sensación que me producía tener todo ese pedazo de carne tibia sobre mi lengua, al mismo tiempo que él me succionaba la vaginita como si buscara un codiciado tesoro perdido allí dentro. Poco a poco se le fue parando, notaba como le crecía dentro de mi boca ocupando cada vez más espacio…, por lo que empecé a jugar con mi lengua. Eso dio resultados positivos, apenas unos segundos más tarde, le tenía completamente dura… dura para mí. Me aparté un poco de él y me puse a cuatro patas. Me abrí las nalgas usando ambas manos y le dije…―Ahora dame una buena follada por el culo―Me calienta mucho que seas tan directa, preciosa, me lubricó con su propia saliva. ― Ahí te va, pero no llores si te duele. Estaba por decirle que no me dolería tanto, pero en cuanto él me ensartó con la cabeza de su pija, tuve que soltar un grito de dolor, por un segundo creí que el culo se me iba a desgarrar y me asusté mucho, sin embargo él la quitó y al repetir el proceso el dolor fue menor. Me sorprendió que entrara tan fácil, pero mis recientes prácticas en el sexo anal ya me estaban dejando el culito bien preparado para eso, además era sólo la punta; la peor parte vino después. Luis volvió a lubricarme, luego ese grueso tronco comenzó a introducirse como un animalito en su madriguera. El verga no parecía sufrir mucha resistencia por parte del cerco de mi ano, pero a mí el dolor me hacía chillar como si me estuvieran matando; sin embargo en ningún momento le pedí que se detuviera, lo soporté porque estaba sumamente excitada y encontraba placer en ese dolor. ― Uy, putita… me vuelve loco la forma en la que se te abre el ojete. Cómo se nota que quieres verga. ― ¡Sí! ¡Métemela toda, hasta el fondo! Le supliqué con los dientes apretados y la cara empapada de sudor. Me hubiera gustado verme a mí misma, seguramente tendría las mejillas muy rojas, ya que las sentía calientes, y una encantadora expresión en el rostro que reflejaría muy bien todo mi doloroso placer. Dejé salir casi todo el aire de mis pulmones cuando la verga se deslizó dentro de mi culo, si bien ya me la habían metido por el culo antes, nunca la había sentido de forma tan intensa, hasta podía distinguir levemente la forma de ese ancho tronco de afilada cabeza penetrándome. La cama comenzó a sacudirse al mismo ritmo con el que me rompían el culo.



A veces se movía tanto que temía que se rompieran las patas de la cama y cayéramos al suelo, pero en ese momento no me preocupaba por nada, sólo quería que me siguieran dando con fuerza. Tampoco me importó que mis exagerados gritos y gemidos se escucharan en el resto del hostal, de hecho esto me calentaba más. 

Luso se puso de pie en la cama y estuve a punto de insultarlo por haberse detenido, sin embargo enseguida comprendí cuál era su intención. Se colocó justo sobre mí y luego flexionó las rodillas, quedando una vez más su verga dentro de mí, pero esta vez en mi coño… Apoyó sus manos en mis nalgas y comenzó a dar una muestra de su buen estado físico, el que posiblemente había adquirido al realizar un trabajo tan exigente como la albañilería. Para que no me aplastara con el peso de su cuerpo, me apoyé sobre mis codos, dándonos mayor estabilidad mientras él me horadaba la vagina con metidas casi verticales. Su constante subir y bajar provocaba que la verga se me clavara completa hasta aporrear sus huevos en mi coño y luego saliera fácilmente. Cerré los ojos y una sonrisa lujuriosa apareció en mi cara. Me estaba dando una follada monumental. Mi vaginita ya se había adaptado perfectamente al tamaño de su verga, por lo que a no me producía ningún tipo de dolor, sólo quedaba el placer. Nunca hubiera imaginado que follar con total desconocido me produjera tanto placer. La situación, extrañamente, me causaba un morbo muy similar al que tenía al joder con miembros de mi familia.



El único indicio que Luso acabara corriéndose, lo tuve por su entrecortada respiración, ya que no sentí la descarga de semen dentro de mí…, tal vez se deba a que ya había acabado poco tiempo atrás y no salió tanta cantidad. A pesar de no haber llegado al orgasmo, estaba satisfecha. Me eché de lado en la cama y me masturbé con los ojos cerrados, no lo hice en busca de más placer, sino para ir desacelerando gradualmente mis pulsaciones y que la interrupción del acto sexual no fuera tan brusca. Tampoco me preocupaba quedarme con calentura ya que podría quitármela con cualquiera de las personas que vivían en mi casa, macho o hembra. Me sentía muy bien físicamente, aunque mentalmente no lo estuviera tanto, ya que aún sufría de remordimientos post coito. Mientras estaba caliente podía ser la más puta de todas, pero a medida que me enfriaba, comenzaba a invadirme la culpa…, sin embargo sabía que encontraría la forma de convencerme a mí misma que todo estaba bien. En ese momento mi mayor preocupación era qué pasaría en adelante con Luso. ― ¿Vas a borrar los videos? Le pregunté. Él se había acostado a mi lado, pero nuestras cabezas apuntaban hacia direcciones opuestas de la cama. ― Todavía no, putita, no podía verle la cara, pero lo imaginé sonriendo. ― ¿Por qué no? Hice todo lo que me pediste.― Porque todavía puedo pedirte más. ― ¿Vas a seguir chantajeándome eternamente? Eso no lo voy a permitir, Me estaba haciendo enojar. ― Eternamente, no. No soy tan mala persona. Pero sí te voy a pedir una cosa más, y te prometo que después de eso te doy el móvil para que tú misma borres todo.  ― Y también me tienes que prometer que no le vas a contar nada a nadie sobre lo que viste.― Es una promesa. ― Está bien. ¿Qué quieres? Me senté en la cama para poder verlo. ―Quiero follarme el hermoso culo de tu linda hermanita.  Eso ya era demasiado, la gota que colmó el vaso. ―Tendré que consultarlo, déjamelo en mis manos y llegaremos a un encuentro sin lugar a dudas… no obstante mi cabeza comenzó a pensar rápido. Todo se había desmadrado con ese tipo, me jugaba el prestigio de mi familia y vivir en un infierno… no lo iba a permitir. Este sinvergüenza sabía mi nombre, pero la mujer de la recepción no hizo constar nuestra entrada en el hostal y yo estaba muy furiosa y contravenida… matar a este tipo y dejarlo aquí tirado, no era más que cuestión de un buen golpe sin remordimientos y salir por la parte de atrás por donde entran los vehículos.



Después un somero cambio de look y aquí paz y después gloria. No creo que el desasosiego de quitarme del medio a un hijo de puta como este me pesara mucho en la conciencia. Sin embargo no sabía cómo ejecutar tan macabro plan, ni siquiera si era capaz de alzar la mano contra este animal. Me tenía a su lado abrazada cada vez que me movía me atraía hacia él, no podía liberarme…me dejé llevar. Al cabo de unos diez minutos el chantajista se quedó adormilado con su cuerpo más relajado…, le quité la mano de mi estómago y me levanté sin hacer mucho ruido, pero los muelles de aquella destartalada cama chirriaban como demonios… no logré despertarlo en primera instancia, así que me deslicé sigilosa hasta sus pantalones donde guarda el móvil del delito y antes de lograr sacarlo se despertó afianzándome hacia mí como un búfalo. Tenía el móvil en mis manos sin darme tiempo a acceder al manu, cuando siento una mano áspera sujetándome y tirando de mí. Me volteé cayendo en la cama, y en el revote me monté sobre él valientemente, esa valentía que te da la inconsciencia y me abracé a su pecho subida a sus espaldas… me zarandeó hasta que salí lanzada y él conmigo asido del cuello de Luso, el cual se desestabilizó como una torre gigante si lograr mantener el equilibrio. Cayó de lado, con la mala o buena fortuna que se estrelló contra el pico de la mesilla de noche cubierta de un cristal que sobresalía sobre el mismo extremo de la madera, de tal forma que ambos vértices fueron a incrustarse en la sien del cabrón chantajista. Se derrumbó como un peso muerto sobre el piso, me asusté tanto que mi corazón latía a 1000 ppm, no se movía y yo tampoco, la garganta latía hinchándoseme las venas, parecía muerto.



Un par de minutos después espabilé, me fui al baño y me refresqué la cara a aclarar mis ideas. Debía de marcharme de allí lo antes posible, a la vuelta el tipo seguía inconsciente con reguero de sangre cada vez más grande. Entonces no lo dudé dos veces, me vestí con toda la poca ropa que llevaba, le arrebaté la cartera y el móvil dejándolo sin nada, como si la puta con la que tuvo la refriega le hubiera dejado limpio, pues eso era a lo que más parecía aquella situación… nadie pensaría que una chica tan guapa como yo se acostara con un tipo así por puro placer. Con las llaves de su piso y la dirección del DNI, salí de la habitación cerrando desde fuera, me escabullí por la rampa trasera totalmente desierta a esas horas, tal vez por la noche aquello se llenaba de coches de adúlteros que deseaban echar una cana al aire en aquel picadero. Cogí el bus que me dejó al pie del edificio y entré en aquel residencia del barrio bajo obrero… olía mal, pero por fortuna era un primer piso. Nadie me vio entrar en aquel inmueble, lo registré todo en busca de algún ordenador o tableta. Fue fácil buscar en un piso de una sola habitación con todo en ella menos el baño. Solo logré encontrar un ordenador portátil y me lo llevé. Llegué a eso de las 19:15 a mi casa, registré todo lo que tenía ese ordenador y no encontré sospechas de videos ni subidas a internet, sin embargo en el móvil si se hallaba la grabación de la noche de orgía en familia, no era muy buena la imagen captada pero tal vez si lo suficiente para reconocernos a más de uno. Lo borré todo, desmonté el móvil y el portátil… en el garaje lo destrocé a martillazos. Los pedazos los repartí entre varias bolsas y recorrí en coche un par de barrios repartiéndolo en varios contenedores para perder el rastro completamente. A la vuelta  fue cuando me duché a conciencia quitándome toda la infamia del olor corporal de ese tipo… Nunca más supe de aquel tipo, la policía no sospecharía de mí si lograba averiguar quién era, parecía un hombre solitario al que nadie echaría de menos, ni siquiera los vecinos de enfrente…, la recepcionista del hostal nunca me recordaría, pues estuve casi todo el tiempo oculta de la mirada de la mujer, detrás de él. Oí llegar del trabajo a mi padre y a mi hermano, tras saber que Unai se encontraba en su habitación y yo con un calentón del quince me dirigí hacia su cuarto y allí lo encontré tumbado viendo la tele antes de baja a cenar… Sin más dilación le supliqué directa… -¡Nene necesito que me folles YA! -Antes tienes que ponérmela dura nena. Me amorré bajándome al pilón y la mamé lo mejor que supe, en cuestión de segundos la tenía dura como el acero, me abrí de piernas sobre su pelvis y cogiéndole la verga por debajo del glande me la enfilé a mi coñito. Comencé a subir y a bajar poco a poco calándomela unos centímetros más y cada vez con mayor ímpetu hasta que tenía a mi hermano completamente extasiado. Un rayo de luz entraba por la puerta, y pude ver la expresión de felicidad en su anguloso rostro…



<< No sé si se debía al cansancio del duro día o era verdad cuando escucho… ¡Nene necesito que me folles YA! A mí solo se me ocurrió decir… Antes tienes que ponérmela dura nena. ¡Vale! Mi hermana accedió sin demora alguna sorprendiéndome agradablemente. Pensaba que las sesiones de Strip póker habían sido un punto de inflexión en las relaciones familiares… ya no me veía como un ser inferior y eso me agrandaba el pésimo ego que siempre he tenido… Se apretó a mí y me abrazó, rodeándome por la espalda. La notaba muy cerca, sus tetas se oprimían detrás contra mí. Tan próximos los sentía, que me pareció éramos una sola piel… olía a gel perfumado en cada poro de su piel desnuda, desde sus piernas hasta los hombros. Todo lo que toqué fue su piel desnuda por completo. – Nadia…, empecé a decir. – ¿Siii…? –contestó sensual. -¡¿Porque estás en pelotas a esta horas…?! -Porque quiero que me folles. ¡¿Te parece poco motivo ese…?! Me dejó sin palabras avivando mi libido y el cansancio se me pasó de golpe. Entrelazó sus piernas con las mías, y se puso a juguetear con los pies. Me empezó a besar la espalda sobre la ropa, y sus manos se metieron dentro de la camiseta. Me acariciaba los pezones mientras seguía con los besos… imposible controlar la polla, que se me puso dura muy rápido. – Nadia…, protesté a modo de reprimenda, pero era inútil. – Quiero acabar lo que empezamos ayer…   No te creas que no me acuerdo por tener prisa…, en ese momento su mano pasó a mi paquete energizado… primero por fuera, y en seguida la metió dentro agarrando el cipote. Se puso de rodillas, me quitó la camiseta, y nos besamos apasionadamente.



Creía que lo tener sexo se quedaba para la timba y que no se repetiría en el día a día, pero ya veía que no. Me bajó los calzoncillos y quedé desnudo. Me besó en la boca, y fue bajando lamiendo mi cuello, mi pecho, mi ombligo. –Te voy a hacer la mejor mamada de tu vida, amenazó. – No…   Eso sí que no creo que lo consigas…, dije sin convicción. Se la metió en la boca, y empezó a chupar con fruición. Disfrutaba tanto o más que yo, y lo hacía a la perfección. Cada vez me excitaba más, y tenía que contenerme para no correrme. La sacaba y la lamía por los lados… le daba besos, succionaba los testículos. Combinaba con movimientos de mano, momentos en que se acercaba y nos besábamos con lengua. Entonces, colocándose arriba, procedió a introducirla en el coño, y yo, aunque una vez más quería a pesar de no ser el mejor momento, no podía evitarlo. – ¡Espera! Le pedí. – ¿Qué…? Dijo mi hermana con los ojos cerrados, con la verga ya en su interior. – Un condón… espera que cojo uno… de la mesilla…, sugerí entre jadeos.– No hace falta enano…a estas alturas después que los cuatro os halléis corrido dentro de mi coño poco importa una lechada más… Además tonto tomo la píldora. Desde que nos folláis indiscriminadamente, aquí en casa todas la tomamos, dijo mientras resoplaba. O caso no recuerdas las lechadas que no metéis a las cuatro hembras que somos ¡Sois unos bestias eyaculando! En estas dos semanas os habéis corrido más de diez veces dentro de mi coño. Si no fuera por la píldora de después y los anticonceptivos en pastillas ya estaríamos todas preñadas con panzas como burras. -Eso es cierto porque condones usamos muy pocos o ninguno ¡Ja,ja,ja! – No lo usáis porque nosotras no queremos, es mucho mejor sentir vuestros mazos venosos al natural… Me incorporé para estar aún más de cerca de ella, y la abracé. Ella me correspondió y nos besamos salvajemente, chupando el cuello y pasando la lengua por la cara, mientras cabalgaba encima de mí. Estábamos extasiados. Mi gozo era doble… por una parte, por disfrutar de un sexo fantástico y por otra, que fuera con mi hermana y darle placer a ella. Por sus gestos y gemidos, y la manera de besarme, intuí que ella sentía lo mismo.



– Madre mía…   qué diferencia con mis ex novios…, resollaba mi hermana. Con eso tuve la seguridad que ella estaba sintiendo lo mismo que yo. – Sí, pero…yo casi no puedo más Nadia… – A mí me queda muy poco…  uffff…  si te corres tú, seguro que me corro contigo…, dijo. No pares de darme duro, a fondo ¡Fóllame no me dejes nene! Al decir ella eso, marqué el paso unos segundos más… comencé a sentir el delicioso cosquilleo previo a los espasmos, y sin esperar un instante más mis pelotas respondieron por mí…, me corrí en su interior con un fuerte gruñido, al que se unió el de mi hermana con un gemido estruendoso casi grito convulsionando como locos. Me arañó la espalda con las uñas mientras tenía su orgasmo, lo que aumentó mi placer haciendo palpitar mi verga inflamada y dura soltando el primer chorro de lefa… y un segundo más grueso y largo que me atolondró, seguido de otros dos o tres que fueron a parar a la entrada de su tropa de Falopio, iba bien cargado tras tres días sin eyacular. Los convulsionábamos en nuestra corrida sincronizada, metiendo y sacando mi rabo a pequeños vaivenes. Unos segundos después nos quedamos así, sentados y unidos en un abrazo, no sé cuánto rato tardaron nuestros corazones en adquirir las pulsaciones normales, manteniendo empotrada mi polla en su coñito receptor. No hablamos, ni siquiera nos besamos, sólo nos quedamos muy juntos abrazados percibiendo las pulsaciones del otro, sintiendo el calor del otro, el amor filial ya era mucho más que simple sexo duro que nos aliviara la libido. Por fin, nos tumbamos y ella me acariciaba el pelo. – Lo has hecho con mucho cariño… se nota lo enamorado que estás de mí. La mire con media sonrisa un poco triste por no ser la mujer que me gustase ella fuera, pero respetaba su decisión. – Vaya marrón, ¿no? Reflexioné. Hombre marrón… yo más bien lo veo blanco, bromeó una vez más Nadia, señalando el hilillo de engrudo de espeso esperma que le salía de la vagina. – ¡Qué idiota eres…Te quiero mucho Nadia!  Y yo a ti, enano>>



Las fiestas en casa jugando al Strip póker si siguieron realizando de manera habitual cada semana o cada dos fines de semana, y ahora con una nueva concursante más, mi tía Analía. ¡Las orgías eran impresionantes! Los ocho follábamos todos con todos sin el menor recato pero sin mariconadas, solo mi madre, Nadia y yo éramos las únicas que nos permitíamos tener relaciones lésbicas, sin que nadie advirtiera en ello trazas antinaturales por parte de ninguna, dado que lo mismo nos tragábamos una verga que un chochito caliente. El caso es que durante un periodo de tres meses nos reuníamos todos los fines de semana en plan de convivencia familiar… barbacoa, películas y sexo mucho sexo por doquier, cuando estábamos con la regla. No había límite, era una gozada ver como mi tía Analía era penetrada por su hermano bajo la mirada de su esposa, que a su vez era follada por el hijo de esta, yo le comía el coño a Mayra mientras me daban por el culo y Rosendo era satisfecho por la boquita de mi hermana. Toda esa concentración de hormonas, testosterona masculina y feromonas femeninas eran traspasadas de unos a otros indiscriminadamente… y esta fue la razón por lo que mi madre, Victoria, capitaneo la menstruación de mi hermana, la mía y finalmente la de mi tía Analía, Así es se nos sincronizaron los periodos de ovulación de las cuatro hembras, y nos sentimos encantadas, pues podíamos descansar a la vez la misma semana y tener el resto para jugar todas juntas… Y de ello hay unos estudios…



…Según estudios, las causantes directas del “Efecto McClintock” o “Regulación Social de la Ovulación” son las feromonas. Estas sustancias químicas que segrega nuestro cuerpo y que están estrechamente relacionadas con la sexualidad y la reproducción, tienen unos efectos directos sobre los individuos de nuestro alrededor, provocando que varias mujeres que habitan en una misma casa o pasan muchas horas de su día a día juntas, acaben teniendo al mismo tiempo la menstruación. Las feromonas son secretadas a través de la orina o el sudor (del pubis y las axilas), pero el sentido del olfato humano no está tan desarrollado como el de otros animales, por lo que no ‘detectamos’ esas sustancias que ha expelido alguien que tenemos cerca de nosotros, pero sin embargo sí que somos capaces de asimilarlas involuntariamente sin darnos apenas cuenta. Ello provoca que nos sintamos más atraídos o menos por alguien simplemente por las feromonas que desprende. En el caso de las mujeres que conviven (dejando aparte cualquier componente sexual y/o sentimental), las feromonas hacen que empaticen entre ellas, consiguiendo que se regule sus ciclos menstruales de tal modo que los hace coincidir. Eso sí, esta sincronización necesita un tiempo de convivencia y una relación estrecha entre esas hembras, predominando el ciclo de ovulación de una sobre las demás y siendo la regla de éstas la que se ajusta para, finalmente, acabar coincidiendo al cabo de unos meses.



Durante y después de la menstruación dejábamos de tomar la píldora todas la hembras, estábamos convencidas que en un ciclo típico de 28 días, donde la ventana de la fertilidad es por lo general entre el Día 11 y el Día 21nunca podríamos quedar preñadas y desintoxícanos del medicamento el resto del mes. Lo que no sabíamos era que el esperma no solo puede vivir de 1 o 2 días, sino hasta 5 dentro del útero. Si el sangrando nos duraba 6 días…, la gran sorpresa vino cuando después del periodo, nos comenzamos a mover hacia la ventana de la fertilidad. Justo acabar, llegó el fin de semana y organizamos la timba de convivencia en casa…, naturalmente tuvimos relaciones sexuales a gogo sin restricciones, sin anticonceptivos y sin condones, recibiendo esperma por todos lados, por supuesto hasta acercarnos a la a la ventana de la fertilidad inconscientemente… Dejamos de sangrar en el Día 6, follamos mogollón a pelo llenando nuestros coñito de lefa el Día 7, y resulta que ovulamos todas en el Día 11. Blanco y en botella… Leche, mucha leche en cantidades ingentes de esperma del Día 6, estaban esperando en las trompas de Falopio presta a la concepción. Por supuesto, la suerte de quedarse preñada después de su periodo aumenta cada día después de que dejar de sangrar. Ni tontas ni perezas… “Si usted está tratando de concebir, este es un buen momento para empezar a tener relaciones sexuales” eso es lo que nos decía nuestro cuerpo sin hacerle el menor caso… no paramos de follar en dos día seguidos atiborrándonos de leche por todos lados, aumentando las posibilidades de quedar preñadas sin saberlo. No nos vino la regla a ninguna de nosotras al mes siguiente, y aquello pintaba mal, cuando no hicimos la prueba la evidencia se mostró clara ¡NOS HABÍAN PREÑADO A LAS CUATRO!


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 7
  • Votos: 8
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
Nachoo
invitado-Nachoo 29-10-2020 23:39:24

por un simple motivo no eres Nokomi tu forma de escribir, das muchas vueltas y sintetizas todo demasiado te pasas de detalles pero bue tuviste buenas intenciones

Alexis Guarneros
invitado-Alexis Guarneros 23-03-2020 20:21:36

Este no es el final de Nakomi Esperaba mucho más. Por haber leido mucho

Kitetsu
invitado-Kitetsu 03-12-2019 17:24:41

No es el final que esperaba, pero si que me hacia falta terminar otra de las excelentea obras de Nokomi Y por el comentario de aquí arriba, sea o no sea "no comí", gracias por volver a presentar aquellas letras (que una vez me inspiraron a escribir) tan eróticas y concisas Javier Espitia

Trovo Décimo
Trovo Décimo 27-03-2019 14:31:49

¿Y quien te ha dicho a ti que no soy Nokomi...?

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