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Categoría: Incestos

Mi familia 3

ESTA ES LA PARTE 3 QUE FALTABA
La siguiente parte de la historia transcurre un poco más de 1 año después de mi aventura con Paloma, es decir hace 5 años. Había tenido dos relaciones durante ese tiempo, y no había perdido la oportunidad de tener sexo con ellas, estaba más valiente en ese sentido, pero no fue lo mismo que con mi “profesora” Paloma, y actualmente estaba soltero. Fueron relaciones de unas pocas semanas.

Mi tía Melissa se separó de mi tío Carlos finalmente. Ahora ella vivía su promiscuidad un poco más libremente, seguramente, todavía con Paloma y su novio Eliseo, en la casa en la que estábamos ahora, que tenía vista al mar. Era el cumpleaños número 12 de Fernanda, la rebelde hermana de Camila.
En la fiesta estaban mis abuelos, mis padres, mis tíos Carlos (44), Julia (37) y Melissa (34), mis 4 primas –para recordar: Paloma (20) y Rocío (10); Camila (19) y Fernanda (12). Además, varios invitados y un montón de niñas.
El cumpleaños transcurría normalmente, varios globos, canciones, juegos. Yo era el único de mi edad (16) ahí, así que estaba algo aburrido. Podría haber invitado a alguna amiga… o algo así. No podía parar de mirar a Camila. Su cara angelical, la misma que me mostraba como se masturbaba por primera vez, en mi cama hace 6 años, me sonreía de vez en cuando, pero por alguna razón en todos esos años, nunca estuvimos igual de cerca. Solo algunos cruces de palabras y nada más. A veces evitaba la mirada con tristeza.
Mi tía Julia, madre de Paloma y Rocío y melliza de mi padre, era una mujer libre, independiente, directa, abierta, algo morbosa a veces cuando contaba sus experiencias con hombres con comentarios subidos de tono, pero que vestía formal ese día, con una camisa y una falda larga. Sus ojos verdes y su cabello crespo y castaño ayudaban a que se viera muy bien. Era, tal vez no tan “linda”, pero sí muy sensual, casi como tía Melissa.
Esta última por otro lado… no sabía si decirle tía, ya que estaba separada de mi tío, aunque era la madre de mis primas… a diferencia de lo que se podía decir de mi tío. Ella vestía como siempre, tal vez no tan acorde al cumpleaños de su hija, con un short ajustado y una camiseta que dejaba relucir el sostén abajo. Parecía estar en los mediados 20, rubia, pelo alisado, ojos negros y profundos, labios carnosos y cuerpo espectacular.
La otra mujer linda “de edad” ahí, era mi madre: Andrea. Siempre tan elegante a la vez que hermosa. Usaba un vestido negro que marcaba sus curvas, tenía su pelo negro amarrado y sus ojos cafés eran brillantes y le daban juventud. El único hombre en su vida había sido mi papá, pero ya hace mucho que tenían problemas y podían separarse. Él podía buscar a otra, pero mi mamá era muy conservadora en ese sentido, opuesta a mis tías, aunque compartiendo la jovialidad y el buen humor.

Lo que lleva a esta historia ocurrió entrada la tarde, cuando los invitados ya habían almorzado y conversaban disfrutando el atardecer. Las niñas estaban encerradas en el cuarto de la cumpleañera y me pidieron que les preguntara quienes querían pastel. Abrí la puerta y me llevé una sorpresa. Estaban en círculo, arrodilladas en el suelo leyendo unas revistas. No cualquier revista, sino eróticas, donde salían hombres y mujeres desnudas en escenas softcore. Conversaban, se reían, y lo que más me llamó la atención fue ver a Fernanda con su mejor amiga, sacándose una foto con los labios y lenguas muy cerca unas de otras, imitando una foto lésbica en la revista.
-Ehm niñas… -pregunté y ellas me miraron. Algunas, asustadas escondieron las revistas lo más que pudieron, y otras, riendo me miraron divertidas. Fernanda y su amiga parecían en shock, y Rocío estaba en la cama, roja de vergüenza.
-¿Qué quieres, primito? –Preguntó Fernanda recuperando el aire y sonriendo con burla como siempre- ¿Quieres ver esto con nosotras? Jja- rió la pequeña molesta.
-No, pero pensé que la tía Melissa tal vez querría… -ella dejó de sonreír y me miró maliciosamente –bueno, si querían pastel. ¿Quiénes quieren?
Algunas levantaron la mano, otras no. Fui y avisé sobre el pastel a mi mamá y unas invitadas para que les sirvieran pastel. Al ir al patio, me topé con tía Melissa y tía Julia. Ambas me miraron pícaramente.
-¿Fuiste a la pieza?- preguntó mi tía Julia, sonriendo.
-Sí, a preguntar si querían pastel –respondí. En ese año, desde lo que ocurrió con Paloma había cambiado y aprendido a mantener una actitud un poco más fría frente a estas situaciones raras.
-Hm… espero que estén jugando aún, podrías haber jugado con ellas –dijo la tía Melissa, luego de ir con la melliza de mi papá a la cocina a buscar pastel.
Quedé en duda. No sabía qué pensar. ¿Ellas sabían lo que las niñas estaban haciendo o fue un comentario inocente? Viniendo de Melissa, quien se acostaba con 5 hombres los sábados; y Julia, que gustaba de contar historias de sus novios cuando estaba ebria, se podía esperar cualquier cosa.

En la noche, estaban las dos con mi mamá, tomando. Muchos invitados se habían ido, incluyendo mi tío Carlos y mi papá, ya que estaban peleados con sus “parejas”. Las niñas aún estaban en su pieza, jugando, aunque eran menos que antes. Mis abuelos estaban acostados.
Yo ya estaba bastante aburrido, eran casi las 12 de la noche y tenía ganas de irme a casa, al menos vería una película. Tal vez porno, pensando en mis tías y… lo que había visto con mis primas pequeñas. ¡No!, Eran niñas, ¿cómo podía pensar eso?
Paloma y Camila salieron con sus respectivos novios a bailar. Me sentí algo triste cuando vi eso, aunque antes de que se fueran, Paloma me guiñó un ojo, muy coquetamente. Eso no solo me quitó la tristeza, sino que me encendió… “otras cosas”. Fui al baño. Haría algo para “calmarme” y luego le diría a mi mamá que no iba a esperarla, y que solo me iría, con delicadeza. Sin embargo, mi abuelo estaba en el baño así que fui al del piso de arriba, cuando me topé con mi tía Julia. Intenté lo más que pude ocultar mi erección.
-Felipe, ¿podrías ayudarme? Necesito levantar unos muebles allá arriba para remodelar, y tú eres tan fuerte… -dijo sonriendo con picardía como siempre. Yo fui. Subimos al piso de arriba, donde estaba la habitación de tía Melissa. Entonces, al abrir la puerta, ella misma apareció y me besó en los labios. Fue inesperado, y al intentar hacerme hacia atrás, mi tía Julia me abrazó la espalda y me agarró el paquete.
-¡Tías! ¿Qué pasa? –dije, aunque no podía evitar responder el beso de Melissa, como me pidió que le dijera en ese momento.
-¿No te gustaba mirar a las niñas ver sexo? Ahora vas a ver mujeres hacerlo –dijo la tía Julia que no dejaba de acariciarme encima del pantalón.
-Supongo que nos has tenido tríos ¿Cierto? Pero te lo había prometido con Paloma –me dijo Melissa al oído- y ahora lo cumpliremos.
-¿Paloma? ¿Entonces lo que me decías era verdad, Meli? –le preguntó mi tía. Estaban ambas bastante ebrias.
-Sí pues, Julia. Me acostaba con tu hija y su novio.- esperaba que mi tía se enojara ante esa confesión, pero fue lo contrario.
-Hm… ¿y era rico? –Dijo, sacando mi pene de su celda y comenzando a masturbarme ante mi respuesta placentera -¿Te gusta eh? Soy buenísima en esto.
-Oye, déjame a mí un poco –dijo Melissa compartiendo una parte de mi pene para pajearlo también- Sí, tu hija es una perra, igual que tú Julia.
Haciéndome un poco al lado, ambas se abrazaron y se besaron como un par de guarras, jugando con las lenguas de la otra, y lamiéndose la cara con placer. Estaban totalmente ebrias, y empezaron a hablar cosas morbosas.
-¿Te imaginas a nuestras hijas haciendo esto? –preguntó mi tía
-¿La Cami y Paloma? A lo mejor ya lo han hecho ji –rió Melissa comenzando a tocar los senos de su compañera mientras yo me masturbaba ante la escena.
-Me refiero a las niñas, puta sucia –le respondió mi tía acariciando el culo de la otra–Cuando crezcan, la Rocío y Fernanda también podrían tocarse así…
-Pero alguien les tiene que enseñar –diciendo esto, ambas me miraron.
-¿Yo? –pregunté con asombro, sin dejar de pajearme.
-Si quieres estos cuerpos, y que te enseñemos algunas cosas, tendrás que enseñarles a las niñas cuando crezcan, ¿Trato?
¿Tener a las niñas cuando crecieran? Hace un momento pensaba que eso era incorrecto, pero estaba muy excitado, y respondí asertivamente. Ambas se acercaron a mí, y empezaron a quitarme la ropa y a besarme.
Después de un momento, yo ya estaba desnudo. Mi tía me hacía sexo oral, era bastante buena en eso, más experta que su hija, que me había hecho lo mismo hace un año. Melissa por otro lado, me dejaba jugar con sus enormes tetas, y las lamía y chupaba con deseo. Eran riquísimas. Puse mi mano en su short, se lo bajé y le comencé a tocar la concha, ya que, esperable de ella, no llevaba ropa interior.
-Ay sobrinito, tu pene es delicioso. ¡Qué rico sabe! Los penes jóvenes son tan ricos, quiero ya su leche…
-No seas tan golosa Julia, espera un poco… ¡Más! ¡Qué rico, sí que sabes tocar! ¡SOY UNA PUTA GUARRA! –empezó a exclamar Melissa, besándome otra vez.
-Sabe muy rico –dije, aunque en principio me había sentido un poco asqueado de probar algo… “tan probado antes”. Ahora lo disfrutaba.
-¿En serio sobrino? Déjame probarlo a mí –dijo mi tía. Llevó a Melissa a sentarse en una silla, y le empezó a hacer sexo oral, en cuatro. Yo, detrás de mi tía, le empecé a lamer también mientras yo me masturbaba.
-Eso puta de mierda, ¡Eso, LÁMEME LA CONCHA, A TU PUTA! –gritaba Melissa. Sabía cómo calentarlos a todos, supongo que eran entretenidas sus orgías.
-¡Está muy rica tu conchita, Meli! Felipe, sobrinito querido, ¡Ah, eso, bien! ¡Ya estoy lista hace rato, éntrale!
-¿No es incorrecto hacerlo con familiares? –pregunté poniendo mi pene en la entrada de esa rica concha.
-Tal vez, pero yo ya lo he hecho con unos primos. -¡Eres tan puta Julia! Eres una GUARRA, ZORRA! ¡CHUPA MÁS MIERDA! ¡QUÉ BUENO!
Ya había comenzado a bombear a mi tía, cuando un comentario me sorprendió.
-Qué rico… ¡Andrea, ven!

En la puerta, para toda mi sorpresa, apareció mi mamá, en un estado raro, como si la hubieran drogado. ¿Lo dudaba? Claramente mis tías la habían drogado, y ahora estaba ahí, mirando con los ojos algo perdidos, aunque sonriendo con una picardía que nunca le había visto, como su hijo se follaba a sus tías. Yo me había detenido, pero mi tía se movía aún.
-Ya pues mi niño, siga dándome, para que su mamita mire… Ah… Ah… -no sé por qué, pero al decirme esto, volví a darle, aunque sin perder de vista a mi madre, que aún sonreía y ahora se ponía las manos en sus senos.
-¡Ya pues puta de mierda, desnúdate y míranos culear con tu hijo! –gritó Melissa y ahora se dirigió a mi tía –Y tú, cómeme el ano para que Felipe me lo meta ahí.
Como si fuera una orden de general, mi tía giró a Melissa y le empezó a meter dedos y lamer el ano, para mi asombro. Y mi madre, pues, ella se quitó la ropa y se sentó en la cama a mirarnos, mientras se… ¡Se Masturbaba!
-¡Eso hijo, móntate a tu tía, y luego culéala! –dijo mirando a Melissa, que le sonrió pícaramente. Yo estaba demasiado excitado como para preguntarme qué sucedía.
-Ya, está lista –dijo mi tía, y tomando mi pene, lo llevó a Melissa, que se abrió las nalgas, gimiendo de placer. Introdujo mi pene en el ano de ella. Nunca había tenido sexo anal, y era una sensación distinta, pero exquisita. Mi tía se sentó en la silla donde Melissa estaba apoyada, y comenzaron a tocarse mientras yo empezaba a culear a la puta.
-¡Eso, Felipe, qué bueno! ¡Dame pene! ¡Dame pene! ¡Dame pene! ¡Dame pene! ¡QUÉ PUTA SOY, QUÉ ZORRA, BÉSAME JULIA! ¡Dame por culo, hijo de puta! –me gritó y yo empecé a bombear más fuerte.
-¡Andrea! ¿Te gusta ver a tu hijo haciendo esto? ¿Quieres de su pene también?–preguntó mi tía, a la vez que tenía un orgasmo por los dedos de Melissa.- ¡Qué bueno!
Mi madre asintió. Yo la miré. En unos instantes, todo cambió.

Estaba en la cama, haciéndole el amor a mi madre, ella montando encima de mí. En mi rostro, estaba sentada mi tía Julia, yo comiéndole la concha. Melissa, por tanto, se había puesto un doble consolador que tenía en su mesa de noche, se introdujo una punta en su vagina, y la otra en el culo de mi tía. Pero lo primero era maravilloso. Estaba follando a mi madre, que parecía disfrutarlo mucho, a pesar de su estado perdido.
-Eso Felipe, hijo ¡Qué rico lo haces! ¡Por aquí saliste hijo mío, ahora estás adentro de nuevo!- gritaba mi mamá ¡Es tan rico, mucho mejor que tu papá! ¡Quiero que seas tú mi hombre de ahora en adelante, ah!
-¿Viste Andrea? Te dije que te iba a gus… ¡Ay Felipe, eso, lame mi clítoris, más rápido, eso! Ven preciosa, dame lengüita –le dijo a mi mamá, y ambas se besaron. Yo seguía lamiendo y chupando clítoris y moviendo mi pelvis. Era lo más bizarro que había hecho en mi vida y me encantaba. Melissa, por tanto, parecía un hombre culiando a mi tía.
-¿Te gusta Julia? ¿Te gusta puta zorra cómo te lo meto en el culo?
-Sí, me gusta
-Entonces, toma perra, ¡TOMA MI VERGA DE PLÁSTICO! ¡ME VOY A CORRER!
-Yo también, Meli –dijo mi tía, lamiendo los senos de mi mamá- ¡Me voy! ¡Eso, chupa, chupa, chúpamelo todo, sobrino! ¡Ah!
-Yo también me corro, hijo mío, TE AMO, ¡HAZ CORRER A TU PUTA MADRE! ¡HM!
Las tres se corrieron a la vez en un orgasmo gigante, que hizo retumbar la casa. Yo, estando listo también, me separé de ellas y me empecé a masturbarme para eyacular.
-¿Quién quiere? –pregunté. Las 3 se pusieron delante de mí, con las manos juntas y abiertas, y las lenguas afuera, de rodillas.
-¡A las 3! ¡Danos lechita que nos gusta! –dijo mi tía Julia
-¡A mí más! ¡Amo la leche de macho! ¡DAME SEMEN, ÉCHAMELO EN LAS TETAS, MI PELO, MI BOCA, MI CARA, POR FAVOR, CABRÓN! –gritó Melissa
-Hijo, tu mami quiere leche, como yo te daba cuando bebé. ¡Dame! –dijo mi madre, y a ella apunté cuando me corrí, aunque la leche salió hacia todos lados y todas quedaron totalmente manchadas, incapaces de tragarse todo. Unas cuantas gotas cayeron en las manos de Melissa, quien se paró abrió la puerta, y las sacó. No vi que pasó, pero al volver estaban limpias. Mi tía y Melissa empezaron a besarse y a compartir leche, y mi mamá, después de darme un extraño y delicioso beso en los labios se acostó y se durmió.

No sé muy bien qué pasó después. Estaba en mi casa. Tenía un mensaje de mi tía en la mano: “Lo que pasó anoche queda entre nosotros, tu mamá NO SE ACUERDA DE NADA. Fue delicioso, pero ni se te ocurra hacer algo así con las niñas, son muy pequeñas, ¿Entendido?”.
Supongo que el licor provoca este tipo de cosas.
Datos del Relato
  • Autor: Felipe
  • Código: 25493
  • Fecha: 21-04-2012
  • Categoría: Incestos
  • Media: 4.06
  • Votos: 36
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Vicky
invitado-Vicky 30-12-2017 14:52:08

Geniaaal! Quiero picharme un chico asi!!

Belén
invitado-Belén 18-03-2014 15:43:06

Ufff! Muy Buenoo!

lobo_calientee27
lobo_calientee27 10-02-2014 21:51:12

buenisimo relato muy bueno y caliente

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