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Categoría: Varios

UNA DELICIOSA TARDE DE INVIERNO

Era un día lluvioso, no había parado de llover desde las cuatro de la mañana, y ya eran las cuatro y media de la tarde, empezó a aclaràr el horizonte y ya sólo caía una llovizna casi imperceptible, estaba de pié junto al ventanal que de mi oficina dá al patio de la fábrica, y veía como el guardián con una manguera trataba de quitar el lodo adherido a mi auto, luego lo ví correr de prisa hacia la garita de entrada, y fué cuando ví entrar la camioneta Ranger Rover, color negra, y me imaginé que era mamá quién llegaba a mostrarmela, porque un día antes me había comentado que la iba a comprar, al parquearse no era mamá quién la conducía si no que mi esposa Myriam, iba con su traje azul, esos que parecen pijamas que usan los médicos, salí a su encuentro, y después del apasionado beso, me dijo quiero pasar la tarde contigo, quiero hacer el amor sin prisas y pegarte una buena mamada de las que te gusta que te dé, a propósito esa camioneta es mi regalo de cumpleaños me la obsequió tu mamá. Luego me pidió que me duchara con ella, yo la enjaboné y ella a mí, nos fuimos directamente a la cama empezé a acariciar el cuerpo más bello que he visto en mi vida, sus pechos hermosos duros, blancos y su pezón rosado, su vientre duro y plano, lisito, esa curva de la espalda a su caderas, espectacular terminando en esa preciosas nalgas paradas, duras y redondas, su vagina de bellos rubios, y raja hermosa, su clitoris pequeñito pero durito y sabroso, primero se fué ella gimiendo de placer, para luego llenarle la boca de mi leche que se tragó completita, siguió chupandome riquísimo, lamía todo el largo del tronco, para luego chuparme la cabeza, yo le metía en circulos la punta de mi lengua en su vagina y sentía el saborcito agrio, rico de mi amor, la puse boca arriba y lentamente la penetré hasta el fondo, sentía sus paredes vaginales apretaban mi polla, entraba y salía, ella sollozaba de placer, se la sacaba para darle otra mamada y después se la volvía a meter al fondo, que rico sentir esa panochita estrechita apretando mi pene, bién lubricada, la verdad es que ya días que no cogíamos como estábamos acostumbrados a hacerlo se subió sobre mí y empezó a cabalgar despacio, como disfrutando cada centimetro que se sacaba y metía en aquella fricción que nos daba un placer indiscreptible, cerraba sus preciosos ojos verdes, y sonreía con satisfacción, apresuró sus movimientos, sentí cuando apretó con su vagina mi pene, buscó mi boca y en un apasionado beso, sólo susurró mi vida que rico, me estoy viniendo y fué un ah, es lo más maravilloso de mi vida tenerte todo adentro, y fué el preciso momento que derramé toda mi leche en su cavidad, en el fondo de sus entrañas, dos veces más y a casa, pero que linda tarde, una de las más hermosas de mi vida, y a partir de entonces una tarde de cada semana me visita y la pasamos divino.
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.22
  • Votos: 50
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