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Categoría: Varios

una chica en mi clase

Eran los últimos años de la década del 70, yo no era un buen estudiante y tuve que cambiarme de colegio para que no me reprobaran.

Como siempre llegaba a tarde a las clases, el primer día no era excepción, al entrar al salon todos me vieron y tome el primer banquillo vació, pasaron los dias y me hice amigos pero mis calificaciones no eran mejor que las del año pasado. Un día una compañera de curso me dijo que podía ayudarme y obviamente yo le acepté y me dijo que vaya a su casa en la tarde para hacer las tareas. Esta niña era baja morena de ojos cafés pelo negro usaba zapatos altos, no muy atractiva, de caderas anchas, flaca y vestía clase media. Vivía lejos tome dos autobuses para llegar a su calle y me encontré que vivía en un callejón, y había que subir gradas esto no me convenció pero ya estaba ahí y toque el timbre. Ella me abrió e invito a pasar. Al entrar vi. que su casa no era grande constaba de un patio y alrededor las habitaciones pasamos al escritorio donde solo había una mesa varias sillas y un estante para libros, empezamos hacer las tareas (ella las hacia y yo no), de repente ella cierra el cuaderno y me pide que la bese, yo la bese sin pensarlo ya que una mujer es una mujer y no desperdiciaría el momento , y ella me dijo no la boca, le pregunte que quería que la bese en ese momento subió tu blusa y me mostró dos preciosas tetas, redondas, bronceadas con el pezón apuntando levemente arriba y afuera, ella me puso una mano en la nuca y la otra dirigio la preciosa teta izquierda hacia mi boca, y siguió acariandose la teta, luego de un momento hizo lo mismo con la teta derecha, su pezón se erguía así como mi pene, le seguí besando y lamiendo el pezón, escuchando sus suaves gemidos de placer hasta que le deje de besar para decirla que mi pene estaba a punto de estallar, ella me dijo un rato, abriéndome el pantalón, se subió la falda mostrándome su vagina, se veía la piel suave no muy peluda con labios gruesos (no había mas ropa que la pollera), inclino sobre su espalda al escritorio, tomo mi pene se lo puso en su vagina y con un violento abrazo me apretó hacia su cuerpo, moviéndose para que termine y me dijo “me encanta sentir el disparo” de semen de un verga contra su concha, le di el gusto y expreso su placer, mi pene empezó a caer, ella lo sintió e inmediatamente lo saco y empezó a besarlo diciéndome que su concha esta satisfecha pero su clítoris no.
En unos minutos otra vez conseguí la erección, ella prácticamente me tumbo sobre el piso, se monto sobre mí y empezó prácticamente a cabalgar como potra salvaje a cien por hora, vi. Su cara resplandecer de placer sus ojos revolverse, sus fosas nasales se abrían y cerraban rápidamente, su garganta emitía gemidos, después de unos minutos dio un grito de placer y se dejo caerse al lado mío dijo que tuvo dos buenos orgasmos. Yo seguía con mi pene erguido hasta el cuello y le dije que no termine, me pidió disculpas y que quiere que yo la monte ahora, eso hice y luego de unos minutos al ver ella que estoy por terminar, me abrazo como la primera vez para sentir el disparo de semen, al sentirlo me pregunto rico?, le dije delicioso, que concha mas sabrosa que tienes.

Pasaron los días y ese año aprobé sin problema, ella hacia mis tareas y yo le pagaba con semen que era la única moneda que recibía.

También pasaron los años y terminamos la preparatoria en la U me fue mal (ella ya no podía hacer mis tareas ya que estudiaba otra carrera y en otra U) y ahora soy vendedor de bienes raíces.







Solo recuerdo los días de sexo que teníamos, ella me prohibía masturbarme ya que le fascinaba sentir el semen estallándose en su cuello de su matriz (o así lo decía), y cuando estaba con su periodo practicaba en ella sexo anal solo que no le gustaba que eyacule en su culo y me hacia eyacular en sus tetas nalgas o panza y a veces en su pelo, recuerdo una vez que tenia que lavárselo después de una eyaculada, la seguí al baño para verla bañarse, obviamente tuve otra erección mientras se bañaba, entre a la ducha, se la ensarte por el culo otra vez y no pude aguantar la eyaculada y se la deje dentro, ella no le gusto pero sonrió, le dije porque no la tragaba y me dijo que no le gustaba tragar. Ese día llegue a casa un poco mojado por el agua de su ducha.


Al pasar por su barrio me acuerdo de los lugares donde teníamos sexo, sobre el escritorio, en el piso, contra las paredes, me encantaba levantarle las piernas y apoyarla contra la pared e insertarle mi pene en su concha seca como si fuera penetración violenta y ella gritaba pero era una forma que disfrutaba bastante, me rogaba que lo hiciera, también disfrutaba en el patio al sol, en el sillón, diván en la cocina, una vez con su cabeza en el lavarropa la ensarte por atrás y ella se enojo pero le gusto por qué me dijo otra vez tiempo mas tarde, dentro del refrigerador, en la cama de sus papas, de su hermana, en su cama y contra el ropero. Una noche decidimos hacerlo en la calle con el riesgo que ser aprendidos por la policía o vecinos pero le encantaba sentir el peligro, esa vez lo hicimos debajo de una pérgola a unas cuantas calles de su casa, por suerte pasaron algunas personas, estoy seguro que nos vieron pero no hicieron nada al respecto, ella solo “decía seguí bombeando seguí bombeando”.
Había días que tocaba el timbre y escuchaba gritar: “pasa esta abierto”, entre y volví a preguntar donde estas, me resondra en mi cuarto si quieres ven, era para llevarme la sorpresa de verla en su cama, totalmente desnuda con las piernas abiertas, diciéndome apúrate que no puedo esperar mas, y en unos segundos estaba sobre ella o ella sobre mi bombeando a todo ritmo para satisfacernos el uno al otro, otros días paso lo mismo pero la encontraba masturbándose y me decía que te pasa que llegas tarde?, crees que te puedo esperar, yo necesito semen para funcionar, y cosas por el estilo.

La veo caminar por la calle, altanera, elegante pero no me saluda, hace como si no me conociera, en fin no creo que se habrá olvidado de los días de estudio que teníamos, ya que si incumplía el ir a su casa algún día que nos citábamos, ella me reprochaba. También un par de años aprendí que era 4 años mayor que yo y eso le daba la experiencia que tenía sobre mí.
Seguramente hoy su marido le proporciona lo que le hace falta o se consiguió alguien más potente que yo.
Datos del Relato
  • Autor: anonimo
  • Código: 15434
  • Fecha: 04-08-2005
  • Categoría: Varios
  • Media: 5.36
  • Votos: 156
  • Envios: 2
  • Lecturas: 2136
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