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Categoría: Fantasías

Un fin de semana ardiente

Cerca de Cuernavaca tengo una casa de campo preciosa. Es una casa antigua, con un enorme jardín... verde, lleno de flores y árboles y una piscina enorme y cristalina en medio. Un fin de semana decidí ir y descansar ahí. El primer día paso lento y aburrido; un calor agobiante envolvía el ambiente, el sudor empapaba mi cuerpo entero. En la noche me habló un amigo diciendome que a lo mejor me pasaba a visitar, y yo emocionada, le supliqué que lo hiciera... estaba demasiado aburrida, además de que hacía mucho tiempo que no lo veía.

El segundo día paso sin novedad: lento, tranquilo, hasta podría decir que agobiante. En la noche estaba viendo la televisión, el calor me sofocaba; primero decidí quitarme la falda para aliviarlo, pero el sopor era demasiado. Después me quité la blusa, esperando aliviar aquél infierno, pero ni estando desnuda logré quitarme aquél calor endemoniado... parecía que brotaba dentro de mi, recorriendo cada parte de mi cuerpo.

Desesperada decidí meterme a la piscina, y como era de noche, y había una luna llena espectacular, decidí hacerlo desnuda.

Me empecé a meter por los peldaños; poco a poco comencé a sentir un suave frescor en mis piernas largas; seguí metiendome, lentamente, despacio, sintiendo en cada centímetro de mi cuerpo la oleada fresca del agua. Comencé a caminar lentamente... el agua surcaba mi cuerpo desnudo, las olas cristalinas envolvían mis caderas curvas, surcaban mi abdomen suave, rozaban mis brazos aterciopelados, besaban mis senos firmes.

La sensación de frescura y bienestar comenzaron a llenarme... pero también una gran excitación comenzó a recorrerme rápida y totalmente. Sentía un calor envolvente en mi vagina; mi clítoris se puso duro, erecto, pero a la vez suave, torneado, delicado. Un calor comenzó a surgir dentro de mi cuerpo, comenzando por mi vagina, y haciendo una oleada cálida en todo mi cuerpo. Pero no era el calor sofocante de momentos antes, era un calor reconfortante, que junto con el manto de agua que me rodeaba, me hacía sentir cada vez más excitada...

Comencé a acariciar todo mi cuerpo.. recorría lentamente mi vientre, me tocaba suavemente los senos y los pezones erectos. Me acerqué con delicadeza a la parte baja de la piscina; me senté y poco a poco abrí mis piernas suaves y de terciopelo. Empecé a acariciarme el clítoris, lento y en círculos... mi rostro mojado sentía el susurro del aire jugueteando, y mi cabello alborotado acariciaba mis mejillas encendidas de pasión... cerré los ojos, dejándome llevar por el éxtasis, sintiendo cada sensación, cada caricia, cada gota de agua recorriendo con furia mi piel.

Cuando estaba a punto de tener un orgasmo, sentí en mi rostro un cálido aliento que se me acercaba. Abrí lentamente mis ojos risueños, y en la orilla de la piscina estaba mi amigo, observándome con pasión. Poco a poco se fue acercando a mi, y sin esperar para quitarse la ropa, lo acerqué a mi cuerpo, obligándolo a meterse al agua. Su ropa mojada se pegaba a su esbelto cuerpo. Un hermoso color bronceado se dejaba ver en su blanca camisa... con un furor repentino, arranqué sus botones, y le quité la camisa; desabotoné con lujuría su pantalón, y con delicadas caricias saqué su bello miembro.

Duro como el mármol y oscuro como el ébano, su pene me invitaba a tocarlo, acariciarlo, besarlo. Cuando ya se encontraba totalmente desnudo, comenzó a besarme los senos, duros y redondos como dos melocotones maduros. Sus manos fuertes se dejaban llevar por la pasión, acariciándome, apretándome suavemente; su lengua abrazadora recorría con hambre mi piel mojada; y sus piernas se enroscaban con las mías... éramos uno solo en un abrazo.

Yo le pedía en un susurro que me penetrara, lenta pero apasionadamente... sentí como su pene buscaba bruscamente una entrada donde saciar su lujuria y pasión; poco a poco se acercó a mi vagina encendida y dispuesta a recibirlo. Con un movimiento rápido lo sentí dentro... caliente... friccionante... excitante... mi respiración se entrecortaba, el agua nos recorría con fiereza todo el cuerpo, se escuchaban unos gemidos dulces saliendo de mi garganta, y una respiración fuerte y profunda se escuchaba en él. Sus ojos recorrían toda mi superficie, disfrutando cada centímetro de mi piel, cada rincón... observando como cada vez me excitaba más, viendo como mi piel se erizaba con cada penetración, escuchando como mis gemidos se hacían más fuertes... él realmente disfrutaba penetrándome.

Cuando su rostro comenzó a contorsionarse de pasión, me tomó por la cintura, apretándome, sujetándome... con un movimiento certero, volteó mi cuerpo y sentí como su pene tocaba mis nalgas, como recorría la línea que lo llevaba de nuevo a mi vagina... Yo sentía que el placer me inundaba totalmente, sentía como su pene friccionaba con las paredes húmedas de mi vagina, como si éstas se hubieran cerrado, y de pronto un espasmo comenzó a recorrerme con furia... comenzando en el clítoris, la vagina, la pelvis... sentí como el cálido líquido de mi amante bañaba mis entrañas, y una sensación de total placer nos embargó a los dos...

Salimos desnudos de la piscina, empapados de placer... Fuimos lentamente a mi recámara, y no volvimos a salir en todo el fin de semana.
Datos del Relato
  • Autor: Gingerina
  • Código: 1245
  • Fecha: 01-02-2003
  • Categoría: Fantasías
  • Media: 5.58
  • Votos: 38
  • Envios: 6
  • Lecturas: 3040
  • Valoración:
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