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Categoría: Confesiones

Un cumpleaños inolvidable

"Natalia es una mujer casada sumida en la rutina. Su aburrida vida sexual no es un secreto para Oscar, su mejor amigo. El dia de su cumpleaños, Oscar se encargara de devolverle la ilusion"

 

Me llamo Natalia y hoy es mi cumpleaños y, como la mayoría de gente, odio cumplir años. También, como la mayoría de gente, pensaba que al llegar a mi edad, la vida sería muy diferente. ¡Que ilusa era! Recuerdo mis tiempos de noviazgo con mi marido, en aquella época, éramos dos díscolos a los que el amanecer sorprendía a menudo desnudos entre las sábanas. Cuando eres joven tienes dos ideas grabadas a fuego, la primera de ellas es que eres inmortal, tú nunca vas a morir, ni tampoco envejecer, vas a ser el rey del mundo y, además, tienes todo el tiempo del mundo para conseguirlo. La segunda idea es que tú jamás serás como esos aburridos matrimonios que ni siquiera se miran a los ojos. Si, claro que si. Yo también pensaba lo mismo y Nacho, mi marido, era como yo. ¡Ja! Nosotros jamás seríamos como ellos, claro que no. Seríamos almas libres, de pasión salvaje e infinita que, en nuestra cima de poder y lujuria, nos reiríamos de todos los demás. Pues te diré que todo eso es una gran bola de mierda. Y lo mas jodido es que no tengo una vida como para quejarme. Tengo un hijo guapisimo y un marido que me quiere. No soy la gran ejecutiva poderosa y rica que me creía, pero vivimos desahogadamente, lo cual no es poco. ¿Qué me ocurre entonces? Llámalo depresión de cumpleaños, pero me siento abatida. Mi vida a caído en lo que juré que jamás me ocurriría a mí, en una monotonía que me hunde lenta pero inexorablemente. ¿Mi vida sexual? Se a convertido en el polvo de los sábados por la noche, excepto cuando hay partido con su correspondiente timba de poker y se pasa al polvo del domingo por la mañana. Y cuando estoy con  la regla, lo cual casi parece un alivio para mi marido. No es que no disfrute de esos polvos, lo hago y no están mal para un par de maduritos, pero todo resulta tan previsible y monotono que me aburre. Odio follar porque toca follar, porque el calendario lo dice. Añoro los tiempos en que cualquier momento del dia, en cualquier dia de la semana y en cualquier lugar nos dejábamos llevar por la pasión. Ahora no hay pasión, ni sorpresa, ni emoción, es todo tan mecánico como poner una lavadora cuando el bombo de la ropa sucia está lleno. De echo incluso diría que cada sábado por la noche la acción dura exactamente lo mismo (auque poco a poco vamos recortando minutos), hacemos las mismas posturas y lo repetimos todo igual. Ya ni siquiera nos quedamos bebiendo y hablando, ahora tras el polvo toca dormir. Odio tanto esta falta de emoción, que, por mucho que disfrute esas noches, me puede la rabia y estoy empezando a poner excusas para dejar a Nacho con el calentón (auque pienso que la que realmente se queda caliente soy yo).

 

 

 

Todo esto solo lo sabe Oscar.  es mi mejor amigo, nos conocemos desde el instituto y compartimos universidad. Pasan los años y Oscar sigue manteniendo un tipo envidiable, solo tiene un fallo, es gay. Mas de una vez en nuestros tiempos de estudiantes le decía (y no era broma) que si no fuese gay le comía la polla, y el muy pícaro siempre me respondía “y si tú tuvieses polla yo también me la comería”. Es una suerte que Oscar y Nacho se lleven muy bien, de lo contrario cualquiera pensaría que Oscar y yo estamos liados o algo así, porque pasamos mucho tiempo juntos. Es mi pañuelo de lágrimas. Y el muy cabrón si que se lo monta bien. Le encanta torturarme, cuando vamos paseando por el centro y me dice “ves el camarero de ese bar? Esta bien bueno no? Pues es maricón y me lo tire hace tiempo” “¿Y aquel otro? El del movil, está en mi gimnasio, y nos liamos en la sauna y acabamos follando en el jacuzzi”. Diría que se a tirado a todos los hombres guapos que pasan por la calle, él si que lleva la vida de emociones que yo soñaba para mi.

 

 

 

Como decía hoy es mi cumpleaños. Cada año igual. Al ser jueves, “oficialmente” lo celebramos el sabado. Nacho me llevará a cenar (siempre al mismo italiano de cada año) y esa noche echaremos un polvo, el domingo iremos con el niño al parque. Antes, al menos, dejábamos al niño al cuidado de sus abuelos y salíamos de marcha, acabábamos en la suite de un hotel de lujo y follabamos hasta que no podíamos más. Ahora, sin embargo, de la cena a casa, polvo de buenas noches y hasta mañana, mucho está tardando en retirar el italiano por una cena fría en casa. Siempre igual…

 

 

 

Hoy jueves, sin embargo, lo celebro con mis amigas. Oscar, como siempre, se nos une. Nada extravagante, una cena, y luego unas copas en algún pub, pero lo pasamos de lujo. La cena es divertida, nos liberamos del trabajo, soltamos chistes, volvemos locos a los camareros… Y cuando acabamos Oscar se levanta, recogiendo sus cosas y se acerca a mi, invitandome a levantarme con prisa.

 

 

 

- Chicas, a sido una cena estupenda, espero que no tenga que pasar un año entero para repetirla.. Pero ahora me llevo a Natalia,, le prometi a su hijo que llegaría pronto a casa.

 

 

 

- ¿Qué haces Oscar? Justo ahora nos vamos a ir a…

 

 

 

entonces me susurra en el oido, con un tono de voz que me pone los pelos de escarpia

 

 

 

- Vas a venir conmigo, el cumpleaños aun no a acabado, de echo empieza ahora…

 

 

 

Oscar conduce su coche, no a dicho ni una sola palabra desde que salimos del restaurante. Al principio le pregunto a donde me lleva pero él sonríe misteriosamente y me dice “vamos a por tu regalo de cumpleaños”. Por mas que le proteste y le insista, él solo conduce sonriendo cada vez más. Por fin aparca el coche, estamos lejos de cualquier zona de marcha. Es un barrio alejado, un buen barrio, pero uno aburrido y alejado de actividad, yo no suelo venir por acá. Estamos frente a un local con dos grandes puertas doradas y un portero negro salido de alguna película americana. El lugar se llama “El jardín” y nunca oí hablar de él.

 

 

 

- Maldita sea Oscar, ¿no me habrás traído a uno de tus bares de gays? No me apetece ponerme a ver como te enrollas con un montón  de salidos.

 

 

 

-Cállate ya, te prometí un regalo de cumpleaños, y este va a ser uno que no olvides, te prometo que lo último que vas a estar es aburrida.

 

 

 

Entramos, Oscar habla con el gorila y nos abre la puerta. Tal y como esperaba es el típico bar de gays lleno de esculturas de romanos, mucha alfombra y cuadros de hombres haciendo el amor. Por lo menos espero que no trate de entrarme ninguna lesbiana. Oscar desaparece mientras me tomo una copa en la barra. Desde luego el espectáculo no me deja indiferente. El personal del local son camareros jóvenes, van con una camisa de rejilla que deja a la vista sus perfectos abdominales y sus pectorales cutidos en gimnasios. Sus pantalones son muy apretados, mostrando un paquete enorme. No se si será de verdad, pero dan ganas de comprobarlo. Quizás, yo para ellos, pase inadvertida, pero ellos para mi son un paraíso para la vista. Me empiezan a poner cachonda y pienso (deseo) que cuando llegue a casa Nacho quiera hacer el amor.

 

 

 

Por fin aparece Oscar y trae dos chupitos en cada mano. Me ofrece el primero, aunque se niega a decirme de que es, acabo bebiéndolo. Para el segundo le pongo resistencia, no me apetece pillar, mañana madrugo, pero él insiste diciendo que forma parte de mi regalo. Al final lo tomo, sabe muy diferente al otro. Oscar abre su sonrisa, dejando ver su perfecta dentadura blanca y yo, empiezo a sudar.

 

 

 

- Joder Oscar ¿Qué coño me has dado? Creo que estoy algo mareada

 

 

 

- Tranquila, son solo unos chupitos, no creo que te dure mas de una hora como mucho. Ven, sigueme.

 

 

 

Oscar me lleva de la mano. De repente el mundo es una nube, las caras de la gente al mi alrededor son un borron y hasta me cuesta caminar con firmeza, de no ser porque conozco y confio en Oscar diría que me a drogado. Llegamos a una puerta secreta, camuflada en la propia pared forrada. Oscar abre la puerta y se acerca a mi oído, susurrandome

 

 

 

“Espero que disfrutes tu regalo”

 

 

 

Entonces me empuja introduciéndome en el cuarto y cerrando la puerta tras de mi.

 

 

 

- Oscar, hijo de puta ¿Qué estás haciendo? Sácame de aquí.

 

 

 

Apenas protesto, tengo suficiente con mantener el equilibrio apoyada en la pared. No se si el cuarto es muy grande o muy pequeño, todo se me nubla y no hay apenas luz, solo un par de lámparas led de emergencia pero que no iluminan. Entonces oigo una respiración fuerte, demasiado fuerte, es casi un suspiro, pero no se corta.

 

 

 

- ¿hola? ¿hay alguien ahí?

 

 

 

Trato de caminar, pero mis pasos son lentos y torpes. Apenas veo, debería de tener miedo, y por supuesto cabreo, pero será el efecto de lo que me a dado Oscar que lo único que siento es calor e incluso una palpitación dentro de mi. Sigo oyendo una profunda respiración, está muy cerca de mi. Doy un paso mas y entonces dejo de oírla. Por alguna razón se me viene a la mente los camareros del local, con sus torsos musculados y esos impresionantes bultos entre sus piernas. Sudo mas, estoy acalorada.

 

 

 

De súbito todo mi cuerpo da un respingo al notar como dos manos se posan sobre mis hombros, manos grandes y duras. Me giro con torpeza, el rápido movimiento me marea aun mas y pierdo el equilibrio, caería de no ser porque ambas manos me sujetan con fuerza por los hombros. Delante de mi hay alguien, solo distingo su negra silueta, quien sea es mas alto que yo. La falta de luz y la droga me impiden ver el mas mínimo detalle. Noto como el corazón se me acelera, y no es miedo lo que se apodera de mis nervios, es una sensación de emoción, la adrenalina se me dispara y por increíble que puediera parecer otras sensaciones mas placenteras me invaden igualmente.

 

 

 

No se que esperaba que fuese ocurrir. Quizás aun me engañase pensando en que de un momento a otro se encenderían las luces y habría una gran tarta y todo el mundo gritaría sorpresa. Jamás pense en lo que vino, em cogió totalmente desprevenida, pero lo que mas miedo me da, es que una vez que paso, puede que en algún recondito lugar de mi ser, lo deseara.

 

 

 

Las manos que me sujetaban me sueltan, y yo me tengo en pie. Aquella pesada respiración, casi de suspiros lujuriosos, vuelve. Noto su aliento cayendo sobre mi cara. Y con la velocidad de un rayo, aquellas manos bajan por mi cuerpo hasta enganchar sus dedos en mi falda. De un tirón mi falda cae al suelo. El susto casi me hace caer de culo al suelo, mi respiración se acelera, trato de chillar cuando aquella mano me tapa toda la boca. Me agarro al brazo tratando de soltarme, pero en mi estado soy una mera marioneta que apenas si se tiene en pie. En ese momento, tras patalear y ponerme mas histerica me doy cuenta de mi situación. Estoy en bragas, exibiendome ante un desconocido. Tengo la sensación de que, aunque yo soy incapaz de verlo, el me ve muy bien. Se que me devora con la mirada, desde los pies hasta mis braguitas. Lo noto en su respiración, mas acelerada, mas llena de lujuria. Tengo miedo, pero, que dios me perdone, empiezo a estar excitada. ¿Cuándo fue la ultima vez que desperte tales deseos en un hombre? Me doy cuenta, creo que empiezo a humedecer mis bragas ¿se abra dado cuenta él? Muchas veces fantaseé cn ponerle los cuernos a mi marido, pero no eran mas que fantasías cuando me tocaba yo misma, jamás me vería capaz de eso. Y ahora estoy medio desnuda, delante de un desconocido y a su completa merced.

 

 

 

El hombre frente a mi me arremete un empujon sin miramientos. Ni aunque hubiese estado en mis facultades lo abría podido evitar. Me tambaleo hacia atrás y choco con una superficie acolchada, cayendo de espaldas en alguna especie de camilla o cama. El miedo se apodera aun mas de mi y con él, la excitación. Ahora creo que la humedad debe de ser ya una visible mancha en mis bragas. Y es en ese momento, cuando mi mente esta poseída por cientos de ideas, cuando unas manos se posan con firmeza sobre mis pechos. No son las mismas manos de antes, es imposible que le haya dado tiempo a situarse a mis espaldas. ¡dios mio hay otra persona! Son dos. Ahora si que tengo miedo, trato de gritar pero no me sale nada de voz. Esas manos se meten entre los pliegues de mi camisa y la abren arrancando los botones, dejando al descubierto mi sujetador. Lo que ocurre a continuación es una sucesión de  actos tan veloces que no era capaz de reaccionar ante nada, solo dejarme llevar por una feroz ola que te arrastra, solo que una ola llena de placeres prohibidos.

 

 

 

El primer hombre (supongo que es él) pone sus manos sobre mis muslos, abriéndolos y dejandome totalmente expuesta. Trato de cerrar mis piernas, forcejeo un poco, pero mi cuerpo apenas responde, sigue debil y, lo mas terrible, es que creo que solo guardo las apariencias, que en el fondo estoy disfrutando, o por lo menos mi cuerpo disfruta. Tengo la mente ocupada en mis piernas y por eso una descarga electrica recorre mi cuerpo electrizandome cuando las manos del segundo hombre se meten dentro de mi sujetador y me pellizcan con fuerza los pezones. No hay delicadeza en sus gestos, tras pellizcarlos sus dedos los retuercen y los giran una y otra vez. Cada moviemiento me produce una sacudida de placer. Trato de apartarme con mis brazos pero el hombre deja caer su pesado (y fuerte) cuerpo sobre mi dejándome casi aplastada y sin posibilidad de zafarme. Me baja el sujetador y una lengua mojada y carnosa se para sobre uno de mis pezones. Suspiro un grito ahogado y me vuelve a retorcer mis pezones sin delicadeza, una nueva sacudida de placer me llena el cuerpo. Alzo mis brazos y llego a arañar la espalda del hombre, noto como le gusta por su respingo y su jadeo. Pienso en esos chicos del bar, tan guapos, tan jóvenes, tan musculados… entonces una bocanada de aire se escapa de mi boca, derrotándome, justo en el momento que siento otra lengua carnosa y juguetona en mi vagina. Con una mano aparta mis bragas mojadas y sin mas dilatación el hombre introduce su larga lengua en mi vagina. Todo mi cuerpo se estremece pero el peso de mis captores impide un espasmo que me recorre cada fibra de mi ser. Siento mis pezones duros, muy castigados por los dientes y los dedos de esa sombra que se abalanza sobre mi, pero me gusta, me siento viva. Noto como mis pechos estan humedecidos por el aliento del desconocido y estoy muy cachonda. Tengo dos titanes solo para mi, pero aunque lo disfruto como una loca, soy su prisionera. El que está entre mis piernas no pierde el tiempo. Su lengua devora con avidez el interior de mi vagina, que chorrea como hacía años que no lo hacía. Con sus dedos frota mi clítoris, no lo hace con delicadeza, directamente descarga una guerra de roces a gran velocidad que, unido al torbellino de lengua que me recorre mi interior, me desata gemidos de placer. Sientos cuatro manos sobre mi cuerpo, dos lenguas, soy su prisionera, ninguno de los dos descansa un solo instante. Me estan violando, quizas, pero estoy disfrutando como nunca. Mi cuerpo vuelve a sacudirse, mi coño arde de placer y todo mi cuerpo se acelera. Los chicos atienden a mis impulsos y esos dedos aceleran y aprietan mas aun su frote, la lengua, antes inquieta, ahora se concentra en un punto muy concreto de mi vagina. Me vuelvo loca de placer y, como si fuera un crio virgen, no aguanto mas y estallo en un orgasmo que me hace gritar con todas mis fuerzas.

 

 

 

No se si pasan minutos o solo segundos, los chicos se han apartado de mi, me siento humeda, el sudor y mis flujos se mezclan con el de los dos chicos, pero aun con el tiempo que pasa mi adormecido cuerpo sigue temblando de placer, como un exilir cuyo sabor no se va de la boca, el orgasmo sigue acariciando todos mis sentidos, me relamo los labios satisfecha relamiendo las ultimas gotas de un placer que aun perdura. Podría haberme quedado dormida, quizás por un momento lo hice, porque no lo vi llegar ni estaba preparada. Unas fuertes manos me agarran de mis muslos, ¿Cuál de los dos chicos sería? Enseguida las otras dos manos le acompañan aprisionandome los brazos. Sin miramientos me incorporan para volverme a tumbar esta vez boca abajo. Quiero protestar, poner de mi parte, pero una vez mas mi lentitud, unida a su rapidez, hacen de mi una simple muñeca de trapo. Uno de los muchachos me agarra fuerte de los hombros obligandome a permanecer agachada. En ese momento lo veo claro y tiemblo de miedo… de emocion… ¿hasta donde voy a llegar? ¿hasta donde van a llegar ellos? Pero mis pensamientos se esfuman antes de que sea capaz de llevar a ninguna resolución. Muy rapido otro par de manos se aferran a mi cintura y noto la punta de una polla en la entrada de mi vagina. No hay delicadeza, no les hace falta, mi cuerpo es un volcan en erupcion y mi coño chorrea. Su polla entra sin mas preámbulos hasta el fondo de mi ser. Aquel muchacho (esos camareros tan guapos) se incorpora forzando mi cintura y me cabalga como un potro salvaje. Noto sus huevos chocar conmigo y su polla moverse a un ritmo frenetico dentro de mi. Justo delante noto algo, frente a mi cara está la polla del chico queme tiene agarrada los hombros, gracias a él no me caigo de cabeza. Que dios me perdone, pero estoy loca de placer, estoy teniendo el mejor polvo de mi vida, dos bestias salvajes dandolo todo, y tengo ganas de ser igualmente salvaje. No se quien es, pero no me importa. Abro mi boca, estiro mi cabeza y me llevo su polla a mi boca. No le doy juego, uso sus mismas cartas y comienzo a chuparla con avidez. Esta muy mojada, si se trata del dios que me a proporcionado un orgasmo tan bestial antes, quiero devolverselo, y mi cabeza se mueve rítmicamente. Me sabe a gloria, huele a sexo. Durante unos minutos tengo un semental follandome mientras chupo una y otra vez, pero tengo ke parar, me ahogo, necesito respirar, jadear, suspirar. Mi cuerpo tiembla y como respuesta el chico de delante se me abalanza, agarrandome fuerte, sus manos aprietan nuevamente mis pechos y bajo su llave el chico de atrás se sube apretando aun mas cada una de sus embestidas. Una punzada de dolor como si me fuese a atravesar, pero por cada latigazo, una oleada de indescriptible placer. Chillo como una loca, jamas grite tanto al hacer el amor, pero esto no es amor, esto es sexo salvaje, sin reglas ni normas, sin tabus. Chillo  y mi cuerpo se sacude, luchando contra las cadenas de la droga que me inmovilizan, chillo aun mas fuerte y noto como em tiemblan los dedos de las manos, los pies, mi cuerpo convulsiona una vez mas, en un segundo orgasmo aun mas intenso que el primero. El chico sigue bombardeandome con su miembro hasta que de un largo suspiro mi cuerpo se rinde y entonces noto un chorro de liquido caliente sobe mis nalgas. Se ha corrido sobre mi, me da asco, o, en cualquier otro moment me lo daria, ahora resulta casi reconfortante.

 

 

 

Me quedo tumbada, echa un ovillo, aun no recupero mi respiración, no creí poder tener una sensación de placer tan plena. Los chicos intercambian sus posiciones, lo noto. Imploraría por que me dejasen machar ya, me siento agotada, pero algo dentro de mi no quiere que esto acabe. No tengo opción, el chico que hace un momento me a follado me agarra con experiencia. Pega sus duros, y sudados, pectorales a mi espalda, noto su corazón muy acelerado. En una llave me levanta unos centímetros del suelo. Enseguida el otro chico se mete entre mis piernas sujetándome por mis nalgas. Las aprieta fuerte, duele. Siento su polla rozandome los labios de la vagina, después del mamazo que le he dado debe de estar loco por metermela, lo noto. Entonces siento unos pasos desde algún lugar muy remoto, se acercan. Una sombra llega hasta mi vera y una voz conocida me susurra al oido “feliz cumpleaños, espero que disfrutes de tu regalo, si tuvieras polla yo tambien te la comería.” No puedo contestar, el chico comienza a follarme, apretando su cuerpo al mio, atrapada entre los cuerpos de los dos herculeos titanes del placer, y mis gemidos vuelven a inundar la sala.

Datos del Relato
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