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Trini (1)

Lo que había considerado como un fastidio y una pinche monserga se convirtió, desde el primer día, en una maravillosa experiencia, más cuando volví a ver después de más de 6 años a mi madrina Trini. Ella me había llevado a bautizar cuando ya tenía casi 10 años. Después casi no la volví a ver, sólo supe que se había casado.



Cierto día, en que apenas estaba empezando a disfrutar de mis vacaciones de la Voca, la orden de mi madre me cayó como hielo: había que ir a visitar a la madrina Trini, pues se encontraba sola a causa de que su marido trabajaba en provincia, "ve a verla y trata de ayudarla, hazle mandados y ve que se le ofrece, ya hable con ella por teléfono y quedé que ibas hoy en la tarde..., y ni te enojes, porque mañana también vas a ir", no valieron pretextos ni nada. Y ahí iba yo, encabronado, cuando en el camino traté de recordar como era ella, hummm, era una señora joven, de piel muy blanca, medio chaparrita y caderona, hummm, ¡caderona!, pensé al momento, "bueno al menos ver‚ como se puso la madrinita con el casorio...".



Y si, Trini seguía estando nalgona, bastante, medio gordita, pero acinturada. Le dio gusto volver a verme, me recibió gustosa, "siquiera tendré quien me acompañe un rato espero que estropear tus tardes, pero me har s mucha falta ahora que no tengo quien esté conmigo en la casa".



Y su primera orden: --"Mira José, quiero que vayas a la tienda y me compres algunas cosas de esta lista, te doy la llave para que tu entres cuando regreses, posiblemente me duerma un rato, acostumbro hacerlo a veces, pero tengo el sueño pesado, si ves que ya son las seis de la tarde pasas a mi cuarto y me despiertas, porque si no vas a estar aquí esperando a que yo me despierte y a lo mejor tu tienes cosas que hacer más tarde".



Resignado fui a hacerla de mandadero, refunfuñando y pensando "pinche vieja huevona, ella durmiendo y yo a la tienda por el mandado". Al rato regresé con las compras, no noté ruido alguno, supuse que Trini estaría durmiendo, ni siquiera me asome a su cuarto, que por cierto tenía la puerta abierta, me senté a ver tele un rato y cuando ví que la tarde amenazaba con ponerse lluviosa, fui a recoger la ropa recién lavada colgada en el tendedero, ahí mi segunda sorpresa, colgado del lazo estaba una serie de pantaletas de mi madrinita, hummm, chicos calzonzotes para guardar tremendo par de nalgas, pensé al revisar algunos de ellos, me imaginé a mi madrinita con alguno de esas prendad y eso bastó para ponerme el pito más que parado.



Entre con la ropa y me dirigí a su recámara, donde ella seguía durmiendo, acostada sobre la cama, de lado, dando la espalda a la orilla de la cama. Desde la puerta ví ese par de pantorrillas blanquísimas y llenas, y el vestido que apenas le cubría las piernas, sobre todo el nalgatorio, que formaba una gran curva sobre su cuerpo.



Hice algún ruido para hacer que se despertara, hablé fuerte, nada, moví una silla, nada, ella dormida. Entonces se me ocurrió una travesura, sigiloso me acerqué a la cama, me arrodillé cerca de la cama, tratando de mirar bajo el vestido de Trini, que seguía durmiendo. Miré sus blancas piernas, con algunas venitas azules, más adentro ya no era posible mirar nada, entonces hice algo más atrevido, con mi mano tomé la orilla del vestido y lo alce lentamente, tratando de no hacer ningún ruido. Lo amplio del vestido me permitió ahora si ver más arriba, huyyyy, por todos los cielos, que cosas!, las nalgas de mi madrina cubiertas por una pantaleta blanca.



Me acerqué con mucho cuidado, sin soltar el vestido, si, que rico culo el de mi madrinita. Volví a mirar y entonces mi sorpresa no tuvo límites, por las orillas del calzón asomaban los pelos, muchos pelos, negros, negrísimos, ensortijados, largos. Trini estaba peluda de la pucha, y por mis cálculos, también de la cola. Durante largos minutos contemplé aquella visión, la carne blanca, blanquísima, los pliegues de la carne en aquel sitio donde termina la pierna y empiezan las nalgas, los dobleces del calzón en el punto justo de la entre pierna, ahí donde escondida estaba la pucha, y los pelos, que pelos!, muchos. Incapaz de soportar tal espectáculo, salí sin hacer ruido, para correr al baño y hacerme una rica paja, sólo con recordar la visión de Trini, sus nalgotas, su culo cubierto por su calzón y esa inmensa cantidad de pelos, me vine casi inmediatamente.



Vi que ya eran poco más de las seis, así que ya no había tiempo para otra miradita, tratando de ocultar mi nerviosismo fui hasta ella y la moví tocándola por el hombro, ella, luego de despertar, se sorprendió al verme, entonces le dije que ya eran las seis, y que si no se le ofrecía otra cosa ya me iba para mi casa.



Me invitó a cenar y a ver tele con ella por un rato, se lo agradecí, quedando de regresar al día siguiente.



 



****



 



Al día siguiente tarde se me hacía para ir a ayudarle a mi madrinita. Llegué puntual, a las 3 de la tarde, y ya tenía encargos, que limpia acá, que bárrele allá, que junta aquel tiradero, en esas estaba cuando la voz de mi madrina me indicó: "oye José, voy a bañarme y me recostar‚ un rato, no se te olvide despertarme a las seis, por favor, porque ayer no vi la novela completa, acuérdate que tengo el sueño pesado, ah! si tienes algo de hambre tomas algo de la cocina...".



Seguí con mis quehaceres, de reojo vi por la ventana que la luz del baño se encendía, mi madrinita estaría lavándose la panochita, panochota!, seguro tiene tremendo panochón, dije para mis adentros. Terminé con los encargos, calculando que ya estuviera dormida, me asomé sigiloso a la recámara y si, ahí estaba de nuevo ese cuerpo quietecito, señal de que la mujer ya dormía la siesta, de espaldas a la orilla de la cama, esperé un rato más, serían como las cinco de la tarde, volví a asomarme con cuidado, seguía dormida, pero para mi sorpresa tenía puesta su bata de baño, una blanca, amplia y afelpada bata de baño que le cubría hasta poco más abajo de las rodillas.



Hice la misma operación del día anterior, sin hacer ruido me acerqué a ella, tratando de contener mis ansias y mi nerviosismo me hinqué cerquita de ella, procedí a levantar levemente la orilla de la bata lo que vi casi me provocó eyacular de placer.



Trini no se había puesto calzones!, por todos los cielos!, ahí estaban sus nalgotas, carnosas, blanquísimas, los dos globos carnosos, rotundos, de piel muy lisa.



Como ahora Trini tenía medio flexionadas las piernas, el espectáculo era mejor, que ricura de carne y pelos. Muchísimos vellos. Lo rotundo de las nalgas hacía que no se viera la renegrida carne del culo, pero era evidente que la mujer tenía pelitos hasta en la cola, pues a pesar de que los cachetes de las nalgas se pegaban uno contra el otro, era posible entrever que ahí en la zona del ano, salían entre los cachetes pelitos igual de largos y chinos que los que le cubrían apenas los gruesos labios de la pucha.



Ahí mismo tuve una gran erección, más contuve mis ansias de jalarme la verga en el baño, acerqué más mi cara a aquella carne hasta ver donde las piernas se cerraban y quedaba la pucha con sus vellos rizados y negros.



Era curioso, pero en esa zona, la piel de mi madrina ya no era blanca, no, su piel se tornaba algo oscura, requemada. Lo mismo el delicioso valle donde se juntaban las nalgas, era ya demasiado, no lo podía soportar, que hacer ahora?, que hacer?, ¿y si la tocara?, ¿sería posible?, ¿ella sentiría mis tocamientos?, ¿su sueño sería tan profundo?



Ya no me podía contener, tenía que hacerlo!, así que atento a que ella no fuera a despertar, con sumo cuidado fui deslizando mis dedos, levemente, casi si tocar aquella carne, bajé poco a poco la mano, mis dedos chocaron con las nalgas ahí donde se juntaban, sentí la sedosidad de sus pelitos y la suave textura de la piel, me quedé quieto, muy quieto, disfrutando de la calidez y suavidad de aquella piel prohibida.



Ella seguía profundamente dormida, continué con mis tocamientos, ahora ya tres dedos de mi mano izquierda estaban sobre la raja, la acaricié, sintiendo como los pelos se entretegían con mis dedos, recorrí la piel de adentro a afuera, sobre los gruesos labios de la panochota peluda, entonces me detuve, dejé ahí mis deditos, y otra osada idea vino a mi mente, ¿y si metiera mi dedito en su pucha?, ¿sería posible?, ¿qué se sentiría?, ¿despertaría ella?



Con estos pensamientos traté de idear la mejor forma, me acomodé mejor, pues mi posición era algo incomoda, volví a meter la mano, lentamente, muy lentamente, con tres dedos de la izquierda sobre la raja, la acaricié, levemente, muy levemente, sobre la raja, adelante y atrás, entonces presioné el índice sobre los gordos labios de la pucha y seguí con mi recorrido, levemente, poco a poco el dedito era tragado por los labios, por todos los cielos que ricura!, que suavidad, que textura, que calidez!, era maravilloso, y la vieja esa totalmente dormida, ahora ya mi dedo índice estaba dentro de la raja, seguí moviéndolo poco a poco, sintiendo como la rajada se calentaba, y lo mejor, algo ahí adentro se mojaba, algo viscoso facilitaba el suave vaivén de mi dedo, en eso algo sucedió de pronto, un liguero movimiento, Trini se iba a despertar!, pensé de pronto, pero no, junto más sus piernas haciendo con esto que su pucha quedara más accesible, más plena a mis caricias, y algo más, un leve quejido, un delicado "hummmmm", escapó de sus labios. Bajé la mirada y con sorpresa vi que su panocha respondía a las caricias, ya no estaban los labios cerrados, ahora se entreabrían, los labios menores saliendo de entre los gordos labios mayores, y lo mejor, estaba mojada!, ya sus jugos empapaban mis dedos.



Volví a pasar el índice por entre aquellas carnosidades deliciosas, los labios de tragaron el dedo, Trini volvió a dejar escapar un hondo y apagado hummmmm, entonces presioné el dedo, poco a poco, ahí, en donde suponía estaba la entrada de la vagina y si, di con el agujero de la pucha, suave, caliente, viscoso, muy baboso, apenas la punta del dedo estaba en la entrada y ya había algo que me quemaba y parecía succionarme.



Con cuidado volví a mirar y lo que vi fue maravilloso, ahora la pucha estaba abierta totalmente, los colgajos de los labios plenos, abiertos, mojados, escurriendo ya los jugos del amor, presioné más y poco a poco mi dedo fue tragado, lo dejé ahí, en las profundidades de mi madrinita rica, lo moví un poco, adelante y atrás, salió mojado, baboso, caliente, lo deslicé de nuevo, hasta el fondo, metí y saqué el dedo, varias veces, entonces me detuve, no, ya no debía seguir, si le llegara el orgasmo se despertaría, descubriendo que su ahijadito le estaba haciendo una rica chaquetita con el dedo. Poco a poco saqué el mojado dedo, los labios quedaron abiertos y escurriendo algo viscoso, los jugos amorosos de mi madrinita. Me levanté, cubrí sus piernas con la bata, y resignado moví su hombro con mi mano, varias veces, diciéndole "ya Trini, ya son las seis".



--"Hummmm, ¿qué?, ¡ah si!, hummm, ya José, hummm, gracias, estaba profundamente dormida, en medio de un extraño sueño, déjame levantarme, espérame en la sala, ahorita salgo".



Salí, pero me dirigí a la cocina, saqué un refresco del refri y me serví un vaso, ahí esperé a que Trini saliera de su cuarto, tardó un poco, seguro había descubierto en que estado se encontraba su pucha y en el baño seguramente se estaría limpiando la panocha de aquellos jugos que yo había provocado, además de ponerse calzones, pensé.



Media hora después salió ella: --!Ay José, tuve un sueño muy raro y me desperté muy agitada".



--"Pues que soñaste",le dije.



Sonriendo me dijo: --"No, no te puedo decir, pero creo que ya extraño a mi marido, bueno voy a ver la tele, ¿me acompañas?".



--"No Trini, ya me voy, nomás déjame ir al baño y salgo de despedirme".



Fui corriendo al baño a poner en paz a mi verguita, furiosas sacudidas hicieron que saliera de mi una buena cantidad de semen. Al salir del sanitario noté algo curioso, no había cerrado bien la puerta!, sólo la había dejado emparejada!, ¿vería algo Trini?, ¿sería capaz?, al salir lo confirmé:



--"Oye José, espera no te vayas aún, ¿sabes?, no me había dado cuenta, pero ya casi eres un hombre, disculpa, pero sin querer me di cuenta de lo que hacías en el baño, te estabas acariciando ¿verdad?, ¿te ocurre a menudo?, disculpa si te incomodo, pero me gustaría saber por qué se te puso así el pollito, ¿me podrías decir?



Yo de momento me quede sin habla, pero al notar que en ella no había actitud de enojo o algo parecido me calmé, la seguí hasta un sillón de la sala, ambos nos sentamos y de nuevo ella habló:



--"Ahora si, quiero que me digas que te pasó, por qué te dieron ganas, supongo que tienes novia, eres un chico guapo y debes tener admiradoras, yo te podría dar algunos consejos, ¿sabes?



--Bueno, es que..., se me hace difícil hablar de esto, pero creo que he hecho algo indebido..., disculpa, pero verte dormida, ahí en tu cama, ver tus piernas desnudas, no se..., pero eso me provocó una gran excitación, disculpa no lo pude evitar...



--Nomás eso?, ¿no hiciste nada más?, sólo miraste mis piernas y se te levantó?



--Si, creo que si, disculpa...



--No debes disculparte, a tu edad suelen pasar esas cosas, yo también debo disculparme por mirarte en el baño, pero sentí curiosidad, además cuando me despertaste estaba yo en un estado muy excitado, ¿seguro que no hiciste nada más que ver mis piernas?



--Nnnnno, seguro.



--Te creo, no te preocupes, sabes?, cuando te miré en el baño vi como lo hacías, con muchas ganas, con mucha prisa, tomabas tu... miembro y lo frotabas muy fuerte, no te incomodas si te digo que me pareció un buen pene, lo tienes grandes y grueso, muy erecto, pero lo que te iba a decir es que, bueno, a veces las chicas tenemos experiencias con nuestros novios y al paso del tiempo aprendemos como acariciar aquello, me acuerdo que a veces con algún novio a ambos nos gustaba acariciarnos y a él le fascinaba que lo hiciera despacio, delicadamente..., platícame un poco de tus experiencias...



--"Pues he tenido poca experiencia, con alguna chica lo he hecho así, y tienes razón, hacerlo despacio aumenta el placer, pero como te digo no se mucho de eso todavía.



--"¿Quieres que te enseñe un poco?, mira olvídate por un rato que soy tu madrina, pero me gustaría compartir un poquito de mis experiencias para que las pongas en práctica con tu novia, mira haremos alguna cosita, pero ante todo debes tener presente que sólo haremos... digamos una pequeña práctica, ¿quieres?



--"Bueno, si tu también quieres...



--"Dime, ¿te sientes excitado?, ¿quieres que apague la luz?



--"No, mejor así como estamos, me siento algo excitado, pero creo que necesitaría algo más...



--"Algo más?, ¿me quieres ver a mi?, anda dime, ¿qué cosa te gustaría ver de mi?



Entonces las cosas tomaron su curso, ahí en el sillón de la sala de Trini. La mujer se abrió la bata y me enseñó sus preciosas tetas blancas, redondas, con un par de pezones color cafecitos que ya empezaban a ponerse duros y paraditos.



--"Dime José, ¿te gustan mis senos?, ¿esto quieres ver?, son suaves y blancas, carnosas, te gustaría tocarlas?, más abajo tengo otras cositas... --entonces se levantó del sillón y poniéndose frente a mi con las piernas medio abiertas me mostró tu peludo bajo vientre--, aquí hay cositas interesantes, mira, mis piernas, mi pancita, casi no tengo panza, me cuido mucho y esto, mira esto ¿te gusta mi gatito?, es peludito y gordo, muy peludito, ¿ya se te paró ahora si?



Sin poder decir nada, ella notó que ya estaba a punto, entonces se volvió a sentar junto a mi, no tuve que hacer nada, sus manos maniobraron sobre el cierre de mi pantalón hasta bajarlo, me levanté un poco cuando ella trató de bajarme el pantalón junto con mi truza, ya con mi ropa hasta las rodillas ella exclamó:



--"Ay mira cómo estás, tienes una rica pollita de hombre, hummm, déjame tocarla, déjame a mi, tu no hagas nada, sólo siente, siente mis dedos sobre la cabecita, ya la tienes mojadita, hummm, es rico sentir esa agüita que sale de tu pito, así, déjame hacerlo despacio, bajando la telita de la cabeza con mis dedos, despacio, rico, ¿te gusta?, seguro que te gusta, ahora más abajo, así con mis dedos alrededor, más abajo, hasta pelar toda la cabeza, ahora para arriba, así, despacio, de nuevo abajo otra vez, ahora otra cosita, mira, tomó tu verga con mi mano, la rodeó con todos mis dedos, menos con el pulgar, esté lo pondré sobre la cabecita de tu cosota, mira, así, con la verga pelada, la aprieto, subo mi mano, te froto, sin soltarla, haciéndole cariñitos con el pulgar en la cabecita, así, suavemente, de nuevo bajo la mano, mucho, mucho, hasta abajo donde están tus pelos para que se pele bien el garrote, así, así, de nuevo empezamos otra vez, hummm, es rico, muy rico, yo siento muy rico tu cosa, ¿ya te quieres venir?



--"No Trini, sigue, dame más placer, pero me gustaría también tocarte a ti...



Sin soltar mi verga ella dijo: --"Hummm, ¿te gustaría acariciarme la pucha?, mmmm, no se si deba, pero hacerte esto me ha puesto muy inquieta, mira haremos una cosa, no nos tocaremos más que nuestros sexos, yo te acarició tu pollo y tu pones tu manita sobre mi gatita, que ahorita debe estar convertida en un charco de lo mojada, me acaricias así como yo, suavemente, yo te voy dirigiendo hasta que los dos sintamos rico y tengamos un rico orgasmo, ¿quieres?



Entonces ella se sentó bien sobre el sillón hasta recargarse sobre el respaldo y con la bata solo sobre sus hombros abrió mucho las piernas, volvió a posesionarse de mi verga con su mano izquierda y con la otra dirigió mi mano a su pucha:



--Mira, siente mi gatito peludo, abierto, muy mojado, ¿te gusta?, claro que te gusta, ya sentí que tu verga se puso más dura, ahora desliza tus dedos por la raja, abriendo los pelos, despacio, lentamente, abre los labios, siente como está hirviendo mi carne allá adentro, siente la suavidad de mi sexo, mira como se abre más para recibirte, aaayyyy lo haces muy bien, y tu garrote, ya está a punto de darme su leche, sigue, sigue, así suave, más abajo, ahora arriba, siente ahí esa cosa durita, se llama clítoris, ahí sentimos muy rico todas las mujeres, pero debes tratarlo bien, muuuuuy bien, tócalo delicadamente, con tu dedito dale caricias, suave, juega con él, mueve tu dedito suavemente, huuuuummm, chiquito que bien lo haces, aprendes rápido, sigue, sigue, dame más, huuuuy chiquito ya estoy a punto, hummmm, con tus otros dedos tócame abajo, si, ahí, en la entrada de la pucha, huuuuy, siente cómo está apretadito el hoyito, siente como te succiona el dedito, ahí estoy más mojada y caliente, siente, ahora mete tantito el dedo medio, poquito, despacio, sin abandonar mi clit, sigue así chiquito adorado...., hummm, que rica verga tengo aquí, pidiendo abrigo en mi pucha, ayyyy ya casi, hummmm, ya papito me llega, ya me llega, mueve tu manita más, más, así, mete más tu dedo, ahora otro, ay cariño, muévelos más, adentro y afuera, huyyy, ya papy, ya me vengo, ayyy que rico, déjame darle su merecido a tu pollota...



Así, mientras mi madrinita era presa de un riquísimo orgasmo, cerrando sus piernas para dejar apresada mi mano en su sexo y todo su cuerpo era presa de deliciosas sensaciones, su mano aceleró su trabajo sobre mi verga, moviéndose furiosamente hasta hacer que un prolongado chorro de mocos embarraba su mano. Ambos nos quedamos en silencio unos minutos, cada quien recuperándose de la venida, la miré suspirar hondo y profundo, sus ricas tetas subían y bajaban, toda su piel parecía palpitar, poco a poco aflojó la presión de sus piernas y dejó salir mi mano de entre ellas, toda empapada de sus jugos, soltó a su vez mi verga y volviendo a mirarme sonrió. Un delicioso olor a sexo inundaba la sala.



Mientras se levantaba del sillón, y con su bata limpiaba su sexo de sus abundantes jugos me dijo:



--"Hummm fue maravilloso José, creo que nunca había sentido tanto placer, digo, con mi esposo es diferente, pero tu eres especial, se que hemos hecho algo indebido, que debemos guardar en secreto, pero no me arrepiento, dime que sentiste tú, ¿fue rico?



--"Eres una mujer maravillosa Trini, me hiciste riquísimo, pero ¿sabes?, me gustaría hacer otras cosas, me gustaría poseer tu cuerpo, sentir mi verga en tu puchita...



--"Lo se..., yo también lo deseo, hacer esto contigo hoy despertó todos mis deseos de mujer, tengo tantas ganas de hacerte más cositas..., pero no se, tengo miedo, esto puede terminar mal..., tengo remordimientos..., pero a la vez muchas ganas de ti, déjame pensarlo, ¿vienes mañana?



--"Claro!, digo si tu quieres...



--Bueno, déjame limpiar tu cosa con mi bata, tienes mucha leche, sobre lo que quieres..., mañana platicamos, por lo pronto..., gracias cariño, me hiciste muy rico...", dijo ella a la vez que me daba un besito en la boca.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 9.5
  • Votos: 2
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