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Todo ha cambiado

~Hola de nuevo, yo soy luís césar y para los que me recuerdan quería darle las gracias por leer mi historia en su momento y también por la receptividad que tuvieron y los buenos comentarios y correos, de verdad me sacaban sonrisas y con algunos hasta llegue a hablar y a ser amigos por facebook. E decidido volverla a publicarla porque hace meses atrás, en un impulso decidí borrarla junto a mi cuenta anterior y de eso después me arrepentí. Bueno, gracias por haber sido de su agrado la historia y si deciden volver a leerla aquí se las dejo, y quien no pudo y/o no lo hizo, pues hoy lo invito a hacerlo y que la disfrute. Gracias y me despido para que ya empiecen su lectura. :D

EVERYTHING HAS CHANGED

Desvió su oscura mirada, hasta centrarla en las llamativas luces de aquella céntrica calle.

Odiaba aquellos lugares llenos de gente que iba y venía sin preocuparse de si te cortaban el paso o simplemente te empujaban para poder llegar lo antes posible a su destino. Se agobiaba cuando se mezclaba con tantas personas en un mismo lugar. Además, no estaba seguro de por qué estaba allí. Hacía años que no les veía, ni ellos ni él quisieron mantener el contacto, aunque por alguna extraña razón entendía el por qué...

Con una indecisión inverosímil en él, caminó hasta la gran entrada de aquel hotel de tres estrellas. La verdad es que no se lo imaginó así. Pensó que mantendría un aura de buen gusto y lujo, conociendo a su tía, pero era todo lo contrario. El inmobiliario era de un estilo entre urbano y moderno, con bastante iluminación, y los trabajadores vestían un modesto uniforme azul marino. En el fondo le agradaba bastante. Lo prefería así.

Se dirigió a un mostrador que se encontraba justo en la parte derecha del recibidor. Apoyó sus brazos en él, esperando que aquella chica que colocaba algunas llaves en el estante le atendiese.

Le llamó la atención el cabello de la chica, de un tono rojo muy llamativo, seguramente teñido. Su cuerpo se ceñía entre la chaqueta y la falda azul, delineando su cuerpo de una manera casi sensual.

Le miró curiosa.

- ¿Le puedo ayudar en algo?- preguntó con un hilo de voz, parecía estar acatarrada.

- ¿Cristina Hudson? - expresó cortadamente, echándose el pelo a un lado.

- Emm... - la chica quedó algo confundida - ¿está buscando a la directora del hotel?

- Si.

- Espere un segundo, enseguida la llamo.

Erika salió del mostrador sin quitarle el ojo de encima, aquel chico de pelo largo por los hombros y ojos del mismo tono, negros, le resultó un tanto arisco. Su gesto era de una seriedad extraña en alguien tan joven, aunque cierto era que su bien formado cuerpo y su rostro llamaban demasiado la atención.

Al divisar la puerta del despacho, se deshizo de algunos pensamientos algo libidinosos alrededor de aquel chico y tocó suavemente a la puerta.

Entró.

- Cris, te buscan en recepción. - le aclaró a la mujer, que sentada en una silla revisaba las cuentas del mes.

- ¿A mí? ¿Quién es? - preguntó levantándose.

- Pues no me ha dicho su nombre... Es demasiado joven para que sea uno de tus ligues. - bromeó con una sonrisa.

- Je! Más quisiera yo. - divagó un momento, intentando saber si sabría de quién se trataba - Ah! Si, ya sé. - y sin decir más, salió literalmente disparada del despacho.

Corrió por los pasillos, casi llevándose por delante a todo aquel que se cruzaba con ella.

Pensaba que llegaría dentro de tres días, la sorprendió. Hacía tanto que no le veía, que no sabría si le iba a reconocer.

Ya tenía 26 años y estaría hecho todo un hombre. La verdad es que no pensaba que le volvería a ver en mucho tiempo, pero cuando la llamó para pedirle aquel favor, se alegró sobremanera. Era su sobrino, y haría lo que fuera por ayudarle.

Le vio, y su cara expresó aún más regocijo.

Se acercó, él la miraba serio, pero no le dio importancia, y sin decir palabra le abrazó con todas su fuerzas.

* * * * * *

Christian

Estaba oscureciendo. El reloj marcaba ya las 8:32 pm.

Suspiró pesadamente, el tiempo se le pasaba demasiado rápido, y en una hora tendría que ir a cenar con su amiga.

Afinó las cuerdas de su guitarra. Probó el sonido de ellas, enlazando los dedos. Aquella canción se le estaba resistiendo, llevaba ya más de un mes componiendo y no encontraba las palabras precisas para terminarla.

Se colocó los cascos, escuchando la base que compuso para la canción, y se dispuso a cantarla.

«Juntando sueños, empezamos a sentir

Con alma y tiempo, la esperanza dijo sí

Nuestra historia suena así

Ilusión por...»

Se quedó callado, mirando austeramente el papel ante sus ojos. Cogió el lápiz y tachó algunas palabras, para luego reemplazarlas por otras. Volvió a apoyar la guitarra sobre sus piernas y siguió tocando.

«Ilusión por conseguir

Sacando corazón a un día gris

¡A un día gris!»

«Quiero escuchar hoy tu voz

Pendiente de tus palabras

Quiero un camino entre los dos

Siempre atento a ti~~»

Sonrió complacido. Parecía que ese día tenía algo de inspiración.

«La hora rompe el sorprén –de fuera de su habitación se escuchan pasos

Sombras vienen- ha...eh!»

Gritó.

Alguien le había asustado. Se giró alterado en su silla, divisando a Erika con una sonrisa pícara y algo rezongona. Le enseñaba su mano derecha, como queriendo decirle que tan sólo le había apoyado la mano en el hombro, que no era para tanto.

Alzó una ceja en respuesta.

- ¿Qué haces aquí? Me has dado un susto de muerte, la próxima vez no seas tan silenciosa, ¿de acuerdo? - le expuso con molestia, mientras que se apartaba el flequillo de los ojos.

Christian era un chico bastante alto, de complexión normal, pero bien marcada su figura. Tenía la misma edad que su amiga, 25 años, y por consejo suyo, se había dejado el pelo de su color natural, un rubio oscuro y brillante. En su rostro se le marcaban notablemente los huesos de la mandíbula, dándole un toque llamativo y extraño, sin contar sus ojos, de un tono grisáceo.

La de ojos marrones le agarró de la oreja derecha, estirando levemente de ella.

- Es que eres un miedoso, nene. Ni mi hermana pequeña se asusta tan fácilmente como tú, jeje...

- Ja...qué graciosa te has levantado hoy, ¿no? Y deja de tirarme del pendiente.- le recriminó, deshaciéndose de los cascos y la guitarra. Erika le miró regodeándose - Bueno, ¿para qué has subido? ¿Qué quieres ésta vez? ¿Una subida de sueldo, tal vez?

- Huy, estamos de mal humor... ¿Por qué piensas que vengo por algo en concreto? Sólo vine a verte a éste estupendo ático, eres mi amigo...- entornó los ojos.

- Erika... - incidió secamente, mientras que se dirigía al frigorífico a sacar una cerveza, tenía la boca totalmente seca.

- Vale. Ésta noche saldré más tarde, sobre las once, hoy hay mucho ajetreo... Así que tendremos que retrasar la cena.

La chica se apoyó en la mesa de mezclas, cruzando las piernas y observando detenidamente al otro.

Christian dio un sorbo de la fría lata y luego suspiró.

- Eso es muy tarde para ir al restaurante que te comenté, porque mientras te vas a casa, te duchas y te cambias... - quedó pensativo unos segundos - Mira, mejor vamos otro día. Hoy cenamos tranquilamente aquí y después nos vamos al “Bionic”, ¿qué te parece?

- Mm...OK, no problem. - le guiñó el ojo - Entonces vengo a buscarte a las doce.

-Bien, pues nos vemos, guapa. - se despidió.

- ¿Me estás echando acaso? - preguntó apoyando una mano en la cadera, coquetamente.

- Sí. No estás en tu hora de descanso.

- Oye, ésa canción sonaba muy bien...

- No me cambies de tema para que te deje estar más tiempo de charla - exclamó el rubio dejando la cerveza en el suelo, sentándose de nuevo y cogiendo la guitarra.- Por si lo olvidaste, también soy tu jefe... ¿En serio?

- Jajaja! Qué presumido eres... Si, sonaba bien.

Erika dio la vuelta sobre sí misma, encarando al otro, admirando como sus dedos acariciaban las finas y estiradas cuerdas del instrumento en cuestión. El sonido invadió la espaciosa estancia, acompañando los leves acordes de la llamativa y fina voz que entonaba el ritmo de la música. Su amiga se atrevió a cantar al mismo tiempo que él, con un tono mucho más bajo, cogiendo el papel en el que estaba escrita la letra. La verdad es que tenía buena voz, pero nunca le interesó meterse en el mundo de famosos y la música, ella decía que prefería estar en el anonimato y así ligar con quien quisiera sin que nadie pudiera hacer un escándalo de ello.

Después de varios minutos la canción cesó.

- ¡Ah! ¿Sabes qué? - le sorprendió - Hace una media hora ha venido un chico guapísimo preguntando por tu Madre.

- ¿Y a qué viene eso?

- Pues nada, escuchándote cantar esa “canción de amor” me he acordado. Es que era demasiado guapo, en serio, aunque...era muy serio. - divagó algo desilusionada - Pero bueno, que eso no es lo importante. Buscaba a tu madre, a TU MADRE.

- Puede que estuviera buscando trabajo aquí. - apuntó desinteresadamente.

- Mm...que yo sepa y por lo que la conozco, no va abrazando posesivamente a todos los “candidatos”, además, tú eres el que se encarga de esas cosas, ¿no?

- Si... - quedó un poco azorado. Tenía razón, ese comportamiento sólo podía significar dos cosas, o era un simple amigo al que no veía hace tiempo o un amigo “con derecho a roce”...y eso sí que le preocupaba. Ya sabía que él no tenía derecho a meterse en los amoríos de su madre ni nada por el estilo, pero el sólo pensar en el hecho de que dormiría con un hombre que no fuera su padre le podía.

La de ojos marrones se dio cuenta enseguida de la preocupación de su amigo, quizás calladita estaría más guapa, eso le decía su padre...

- En fin, será mejor que baje, que como me pille Christina rondando por aquí me baja el sueldo - comentó sacando la lengua infantilmente.

* * *

Horas más tardes… Christian

Miró el reloj, marcaba las 10:15 pm.

Llevaba ya cerca de dos horas sentado en aquella silla y además de no haber conseguido terminar de componer la maldita canción, tenía un leve dolor en el trasero.

Al principio pensó que lo conseguiría, pero no fue así.

Echó la cabeza hacia atrás, apoyándose en el respaldo y estirando los también entumecidos brazos.

- Aah... - bostezó incontrolablemente - Mejor que baje a echar un vistazo, me estoy durmiendo...

Abrió la puerta, dejando paso a un largo pasillo lleno de puertas, cada una con su respectivo número de habitación, menos la suya, claro. Desde que decidió ayudar a su madre a llevar el hotel, ya que era demasiado para ella sola, resolvió quedarse en uno de los cinco áticos, así no le quitaría tanto tiempo, su casa estaba a dos horas de allí.

Al llegar al ascensor, apretó el botón correspondiente.

Mientras esperaba, se colocó la sudadera que acababa de coger justo antes de salir de la buhardilla, sentía algo de frió en los brazos. Bajó hasta el primer piso, donde se encontraba el recibidor del hotel, como siempre lleno de personas, buscando a su madre. Aún tenía curiosidad por saber quién era aquel chico.

Al no conseguir encontrarla en el despacho de dirección, se encaminó al restaurante del hospedaje, quizás estuviese tomando un café en la barra, como muchas otras veces. Divisó a uno de los trabajadores: Sebastian castillo, un chico de tan sólo 18 años, pero de una personalidad mucho más madura que cualquier otro. De pelo lacio, rubio clarito, de ojos expresivos ocultos detrás de unas gafas y con porte algo macarra, ayudado, por supuesto, de los dos pendientes que portaba, uno en cada oreja.

Se acercó hasta él, apoyando las manos en la barra y esperando a que terminase de servir el wisky que uno de los clientes le había pedido.

- ¡He, sebas! - el chico se acercó nerviosamente - ¿Has visto a mi madre? La estoy buscando.

- Pues...estuvo aquí hace un momento, tomando un café con un chico de...pelo largo. Por cierto, ¿q-quieres tomar algo?

- No, tranquilo, si quiero algo me lo puedo poner yo mismo con éstas manitas - aclaró sonriendo, para que no creyera que lo estaba diciendo de forma sarcástica. - Y... ¿dices que estaba con un chico? ¿Cómo era? - preguntó ya lleno de curiosidad.

- Mm... Así con el pelo largo, - gesticuló - un poco más alto que tú...con una cara muy seria....A! Y llevaba algunas maletas consigo.

- ¿Maletas? Mm...

- Han estado aquí como una hora hablando...bueno, más bien ha sido Christina la que hablaba, Jajaja! - bromeó, pero al ver que Christian seguía ensimismado en sus pensamientos, decidió cambiar de tema -... ¿q-qué tal va la canción?

- ...mal. Media tarde echada a la basura... - comentó mientras alargaba un brazo bajo la barra y sustraía de un cubículo un refresco.

- ¿Pero...tan mal te ha ido?

- No consigo terminar la letra ni a la de tres. Ya no sé qué hacer, me falta inspiración o qué sé yo... - susurró con desgana.

- ¿Sabes qué haría yo? Me iría un día entero...sólo a la montaña o a algún lugar tranquilo, así podrás relajarte...y al día siguiente tu mente estará más despejada. Quizás entonces lo consigas.

- Mm... Quizás... - debatió sorbiendo el líquido, observando a los demás clientes de la barra. - ¿Y qué tal te va a ti? ¿Estás mejor?

- Si, aquí me agobio mucho menos, casi nada diría yo. Además, así no tengo a la pesada de Erika dándome lata...todo el día hablando de ropa y maquillaje... ¿es que no tiene otro tema de conversación?

- Jajaja! A veces es cargante la nena., seee… me subo a ducharme, que apesto a camionero - le dijo al más bajo, despidiéndose con una mano - Nos vemos, Sebas.

Volvió al ático. Estaba cansado, pero había quedado en salir con Erika y era mejor no cabrearla...

Se metió en la ducha, pensando en lo que le había dicho Sebastian, si, era una buena idea lo de irse un día entero a descansar al lugar más alejado que pudiera. Así se desconectaría de todo el jaleo del hotel...y de su madre.

Al terminar, salió y se anudó la toalla a la cintura. Encendió la mini-cadena y comenzó a cantar sinuosamente, rebuscando en los cajones la ropa que se pondría esa noche.

«I never thought I'd change my opinion again

But you moved me in a way that I've never known

You moved me in a way that I've never known»

Cogió los primeros bóxers que vio y se los puso, dejando la toalla mojada sobre la cama, sin importarle que las sábanas se empaparan con ella...

«But straight away you just moved into position again

You abused me in a way that I've never known

You abused me in a way that I've never known»

Agarró unos vaqueros desgastados, que le hacían bastantes arrugas al final de la pierna, y después de abrochárselos se colocó un cinturón color beige, dado que le quedaban algo anchos de cintura, últimamente comía muy poco.

Mientras seguía vistiéndose y cantando, alguien abrió la puerta del ático, y como el lugar estaba muy ruidoso, las dos personas que acababan de entrar se le quedaron mirando bobos.

«So break me, shake me, hate me, take me over!

When the madness stops then you will be alone!

Just break me shake me hate me take me over!

When the mad...»

- CHRIS! ¡Baja la música!

El rubio se sorprendió de tal manera, que al darse la vuelta para ver de quién se trataba, se enredó el pie derecho en una de las tantas camisetas que había tirado por el suelo rebuscando, y calló literalmente de bruces al piso.

Al darse cuenta de la situación alzó la vista, y al ver a su madre y a aquel tipo la vergüenza se apoderó de su rostro. Vale, era una situación algo embarazosa, más bien por el desconocido, pero ahora que lo pensaba bien... ¿era ése del que le hablaron Erika y Sebastian?

- Siento interrumpirte en tu divertimento diario, cariño, pero tenemos visita... - explicó la mujer, señalando al otro con la cabeza.

- ¡Eh!...mamá, no me des esos sustos, por favor...parece que se han puesto las mujeres de acuerdo para asustarme... - comentó levantándose torpemente.

- Bueno, no hagas drama. - cerró la puerta - Siéntate, - le indicó al desconocido - y tú recoge éste estropicio, y ponte algo encima.

- Si... - respondió con apatía, obedeciendo a su madre. Aunque el “trabajo” se le hizo más complicado al no despegar la vista de aquel chico. Si, la verdad es que era guapo, pero cómo le habían dicho, su expresión denotaba seriedad y desconfianza. Muy raro.

- ¿Ya has terminado? - le preguntó Christina sirviendo unos refrescos.

- Ajá - se acomodó una camiseta negra de manga corta y cuando se disponía a sentarse en un Puf rojo situado delante del sillón, donde estaban sentados los otros dos, la mujer les presentó.

- Christian, él es Mauricio. Tu primo - ¿Q-qué? ¿Su-su primo? - ¿no te acuerdas de él? - le preguntó curiosa al ver la sorpresa que llevaba marcada en su rostro.

- Mm, sí...claro - comentó estrechándole la mano. ¡Pues claro que le recordaba! ¿Cómo olvidarse de él? Si le hizo la vida imposible durante años...

- Me alegro. Se va a quedar aquí un tiempo, así que tendremos que subir otra cama.

- ¿Qu-qué has dicho? - inquirió de mala gana, mientras que su madre bebía tranquilamente. Aún no había asimilado bien todo aquello.

- Lo que has oído. Necesita un sitio dónde quedarse y éste es el más propicio. Además, aquí hay espacio de sobra para los dos, podréis arreglaros perfectamente; y tú casi no usas el ático, sólo para cambiarte y para componer, no habrá problema.

- ¿Cómo? ¡Tú estás loca! No pienso compartir “espacio” con él. - exclamó señalándole con el dedo - ¿Por qué no se va a casa contigo? Allí estará más cómodo...

- Porque le pilla a dos horas de distancia y su trabajo está justo aquí al lado. ¿Qué problema tienes? No seas niño, Christian, los berrinches se quedaron en la infancia. ¿Y te parece bonito decir ésas cosas delante de él? Ten un poquito de respeto, ¿de acuerdo?

- Tú no lo entiendes...- murmuró entre dientes.

- Puedo irme a otro lado. - comentó el moreno. Su voz era grave, llena de amargura y fuerza. Le impresionó.

- No, de eso nada. Te quedas aquí y punto. No le hagas caso, a veces es como un niño pequeño. Así que ocupa tu sitio que éste se viene conmigo a por una cama más. - y dicho esto, cogió al rubio de la camiseta y lo arrastró afuera, sin darle pie a réplicas.

Ya con la cama a cuestas por las largas escaleras, ayudado de Sebastian, por supuesto, su madre sacó el tema de nuevo, después de haber permanecido en silencio todo el trayecto.

- No vuelvas a decir estupideces como ésas. No entiendo tu reacción, Christian, ¿te pasa algo con Mauricio que yo no sepa?

- ¡mamá!...éste no es el momento ni el lugar para... para hablar de eso - le contestó con esfuerzo, la cama pesaba bastante y le estaba costando subirla. Además, estaba de mal humor

- ¿Y cuándo es el momento?

- Pues...mañana.

- ¡Ah, sí claro! Cuando a ti se te antoja.

- Mierda...Sebas, ve un poco más...despacio, que no consigo ver bien los escalones.... Mamá, no me armes un escándalo... ya te he dicho que ahora no puedo y no tengo...ganas, así que te tendrás q-que esperar....

- Cómo tú quieras, siempre es lo que a ti te apetece. Me voy. Adiós, Sebastian. - se despidió del más bajo, omitiendo el saludo a su propio hijo. Estaba molesta por el comportamiento de Christian, no entendía a qué venía de repente ese odio hacia su primo, además, hacía años que no le veía. No entendía nada.

Abrieron la puerta a regañadientes, y con el mismo esfuerzo y complicación, introdujeron la cama nueva en la estancia. Dejándola, a petición de Christian, al lado del “estudio”, justo delante de un gran ventanal que daba a un pequeño balcón. Así por la noche dormiría más tranquilo, pudiendo ver el cielo nocturno. Necesitaba algo de paz en ese “manicomio”.

Sebastian, después de descansar unos minutos el cansancio acaecido, volvió a su trabajo.

Se dispuso a hacer la cama, cuando sintió que su “querido” primo comenzaba a deshacer las maletas y, al fijarse en él, un estremecimiento le recorrió de los pies a la cabeza. Se dio cuenta que tendría que hacerle sitio en los cajones y en el armario, así que se acercó a los mismos y empezó a sacar ropa a borbotones, pensando en dónde la metería ahora. Esto le estaba sacando de quicio, y la “mala leche” contenida explotaría de un momento a otro. Y así sucedió.

- Te perece divertido todo esto, ¿verdad? - le miró desafiante, pero Mauricio parecía no hacerle caso alguno - Después de... ¿cuánto? ¿Diez años? ¿Once? Apareces de nuevo en mi vida, cuando mejor estoy, y me la desbaratas. Yo que pensaba que no volvería a verte y ¡zas!, aquí te tengo de nuevo. Pues para tu información, no pienso dejarte joderme la vida de nuevo. Ya no soy el niño mimado al que tú tratabas como un trapo, y no voy a dejarme pisotear por un bruto como tú, ¿entendido? Si quieres joder a alguien, búscate a otro. Ten cuidado conmigo y con los que me rodean, porque ésta vez no me voy a quedar de brazos cruzados... ¿Me estás oyendo? - vociferó fuera de sí.

El moreno, después de haber escuchado aquel sermón que le parecía bastante divertido, sólo se dignó a mirarle, sin ninguna expresión en el rostro.

- ¿Por qué has venido? ¿Tus papis te han “echado” de casa? - se mofó.

- No es de tu incumbencia.

- ¡Hombre! Pero si el “nene” sabe hablar...pensaba que tu cerebro no te daba para tanto. - terminó resentido, llevando la ropa que portaba en los brazos hasta una de las tantas estanterías de la estancia.

* * *

En el “Bionic”

- Grr! ¡Me pone de los nervios! No le aguanto - farfulló dando un golpe en la mesa con el vaso. Menos mal que ya estaba vacío...

- Así que era tu primo... Pues cualquiera lo diría. - rió Erika - Bueno, tendrás que hacerte a la idea. Además, así cuando suba a verte, no sólo tendré delante mia a una belleza, sino a dos, Jajaja!

- No tiene ni pizca de gracia.

- Vamos, Chris, sé positivo. No todo es malo, a lo mejor no sigue siendo el bruto que tú dices que era, puede que haya cambiado y que se lleven bien. No tiene cara de “cabrón” - dijo apoyando la cara en las manos.

- Sé lo que me digo. Me arruinó la infancia. Me alegré muchísimo cuando sus padres y él desaparecieron del mapa. Que fueron 7 años aguantando sus bravuras y gilipolleces, Erika, eso no es algo que se olvide de un día para otro.

- Mira, a mí también mi hermano me hizo la vida imposible, pero no le odio. Ha! Me están pitando los oídos - comentó sobándose las orejas. - La música está demasiado alta.

- Si, hoy se han pasado.... - comentó distraído - Bueno, a lo que iba, que lo de tu hermanito es diferente. Lo que Mauricio me hacía a mí no es lo mismo...

- ¿Se llama Mauricio? ¡Ése nombre me encanta! Le pega...

- ¡Erika! ¡Que te estoy hablando! - gritó molesto a su amiga.

- Vale, vale~ ¿Y se puede saber qué eran esas cosas que te hacía? Si no me las cuentas, voy a pensar muy mal, jeje...

- Grr...no pienses obscenidades! Por favor, que esto es serio.

- Ok, Ok, tranquilo. Ya no haré más bromas de ese tipo. - intentó tranquilizarle. La verdad es que no pensaba que alguien como Christian estuviera tan marcado por unas simples jugarretas de niños.

- ...me trataba como una mierda...me pegaba...cuando hacía alguna de las suyas siempre me echaban la culpa a mí, yo me llevaba todos sus castigos. Una vez, como no quise hacer lo que me pedía, me tiro por las escaleras, y mis padres no me creyeron... De verdad que me lo hizo pasar muy mal, Erika... En el instituto me tenían marginado porque él les decía a los demás que ni me hablasen, y como era el típico jefe, pues hacían lo que mandaba. Me cambié de colegio y todo por su culpa... Y esto durante años...

- Mm, si, mi hermano no era tan...cabrón. Pero, Chris, en serio que cuando le vi no me pareció ése tipo de persona. Si, es muy serio, pero de eso a ser un Imbécil hay un abismo.

- No creo que haya cambiado...no me lo creo... - dijo con un hilo de voz - Voy a por otra copa, ¿quieres algo? - preguntó a la chica levantándose del taburete, necesitaba olvidarse de aquello, y la única opción que veía en ese momento era el beber.

- ¿No has tenido suficiente o qué? Llevas ya nueve copas, ya está bien, ¿no?

- No, aún no estoy lo suficientemente borracho - manifestó con una sonrisa.

- Tú sabrás...

Se acercó a la barra, y con un gesto de la mano, llamó a uno de los camareros, al cual conocía bastante bien. Le pidió un Vodka con hielo.

Mientras esperaba, se fijó en un chico que bailaba justo a dos metros de él. Se movía bastante bien y era guapo, ¿por qué no? Se acercaría en cuanto tuviera su copa con él...

- Toma, a ésta invita la casa - le interrumpió el camarero - Ésta noche estás muy guapo, Chris... Mi turno termina a las cuatro, ¿qué te parece?

- ¿Mm? - tuvo que repetirse aquella frase en la cabeza antes de entender el doble significado que conllevaba - Jajaja! Ken, lo siento por ti y por tu desesperación, pero no me interesas...ya no. - se burló a conciencia.

- ¡Qué malo eres! - hizo pucheros - Vamos, si sabes que conmigo no te arrepentirás. Deja a tu amiga aquí y vente a mi casa, se sabe cuidar ella solita...

- No hace falta que te lo repita, ¿verdad?

Dio la vuelta complacido, sabiendo que aquel chico que en su tiempo fue su pareja no desistiría y que lo intentaría una y otra vez. Pero ese día no caería, tenía a alguien más en su mente.

Buscó con la mirada a aquel chico que divisó minutos antes, con la copa ya en la mano, pero no consiguió encontrarle. Con pesadumbre se dirigió de nuevo hasta donde estaba Erika.

Se sentó.

- ¿Ya te ha vuelto a intentar ligar el camarerito Guapo? ¡Jajajajaja! - rió dando un sorbo de la bebida.

- Si, parece que no desistirá en mucho tiempo, jeje... ¡Y no bebas de mi vaso! Ya sabes, si quieres beber ve a por el tuyo.

- Pendejo.

- Erika, creo que hoy vas a volverte a casa solita. - sonrió - Eso sí encuentro a “mi hombre”...

- ¿Qué? - le miró confundida - ¿Has visto a alguien interesante? - preguntó mirando a su alrededor.

- Siii! Aunque le he perdido de vista... - comentó infantilmente.

- Vaya ligón estás hecho... Además, ¿a dónde se supone que te lo vas a llevar? Si él no te lleva a su casa lo tienes crudo...

- He! Mierda! No me acordaba... Maldito cabrón.

- No creo que a tu primo le caiga en gracia que llegues con un chico y que... Bueno, a nadie le agradaría...menos a mí, Jajaja!

- Mm... Me parece que será mejor que nos vayamos - le dijo sobándose la cabeza - Empiezo a marearme...y no creo que vuelva a ver a ese “ángel”...

- Hay... - suspiró - Siempre terminamos igual... Vamos. Yo llevaré el coche.

- A-ah! – dijo que no con el dedo - Tu no tocas mi precioso Polo.

- Pues lo siento, muñeco, pero no voy a arriesgar mi vida. Estás demasiado ebrio para poder ver bien los semáforos y las señales... - expresó divertida quitándole las llaves del vehículo, que portaba en el bolsillo de la chaqueta.

- ....

Christian se dio por vencido. La verdad es que su amiga llevaba todas las de ganar, así que no quiso discutir con ella, y menos ésa noche.

El trayecto se le hizo pesado, demasiado. La cabeza le comenzaba a dar vueltas, mañana tendría una buena resaca... Y para empeorar las cosas, debía levantarse pronto, le tocaba llevar el hotel, era su día.

Al llegar, Chris decidió que la chica se llevara su coche, ya que el suyo estaba en el aparcamiento y tardaría bastante en aparcar el Polo y sacar el otro. Se despidió de ella y cogió el ascensor sigilosamente, mejor que no le viera ningún empleado o su reputación caería en picado...bueno, ya lo había hecho, aunque no se hubiera dado cuenta.

Al salir del elevador, su vista se agrandó de sorpresa y miedo mezclados. Quería morirse...

- Te esperaba...tenemos que hablar. - esa voz ronca retumbó en su cabeza, consiguiendo que los pinchazos se incrementaran notablemente en su cabeza.

- No. - zanjó.

- ¿Cómo que no? Llevo dos horas esperándote. Y ese tipo que vive en TU ático no me ha dejado entrar, ¿se puede saber quién coño es? - bramó acercándose al rubio.

- ¡Y qué más da quién sea! A ti no te importa quién vive conmigo o quién deja de vivir. - manifestó apartándole con un brazo, intentando llegar a la puerta, y así descansar y olvidarse de todo. Esto era lo que menos necesitaba en ese momento.

- ¿Te lo estás tirando? - preguntó con un tono demasiado alto para la hora que era, afianzándole de la muñeca con fuerza.

- ¿Qué...? ¡Estás loco! ¿Cómo crees que me acuesto con...? Por Dios, que es mí... - pero no pudo terminar la frase. El hombre le encerró contra la pared, con un brazo a cada lado de su cara. Christian se dio cuenta de la situación en la que se encontraba, no conseguiría zafarse tan fácilmente, Jhoan era mucho más alto y robusto que él, y en el estado en que estaba no sacaría muchas fuerzas de sí mismo.

- Te perdono. Puedo olvidarme de esto, pero vuelve conmigo...

- ... - se quedó perplejo - ¿q-qué dices? No pienso volver contigo, Jhoan. Ya te lo dije en su momento y te lo vuelvo a repetir. Conmigo sólo se juega una vez, no pienso dejarte “pasar el tiempo” conmigo, no... de nuevo.

- ¡Mierda! - golpeó la pared con el puño - ¡He dejado a mi mujer por ti! ¡¿Es que no lo entiendes?! ¡He echado al traste mi vida por estar contigo!

- ¡Je! Pues yo no te lo he pedido. No... No me interesa. Ahora no. Eso deberías haberlo hecho antes y no ahora. Lo nuestro no tiene arreglo. Parece mentira que vuelvas después de seis meses con esto, te dije que no quería volver a verte.

- ¿Có-cómo has dicho? Repítelo si te atreves - le amenazó - Si yo te digo que vuelvas conmigo, ¡lo haces y punto, niño!

Chris no sabía qué hacer, esto se estaba poniendo muy peligroso, y él estaba sólo, nadie le ayudaría... ¿o sí?

Vio cómo una mano apretaba fuertemente el hombro del otro, apartándole de su posición y empujándole a unos metros del lugar. El rubio se le quedó mirando impactado, era su primo, ayudándole...no se lo creía.

- Vamos, Christian. Entra. - le ordenó amablemente Mauricio, haciendo caso omiso al hombre que le miraba furiosamente.

- ¡He! ¡Te advierto que aquí el único que se puede follar a Christian soy yo! ¡Aparta tus manos de él! - gruñó Jhoan, acercándose inminentemente al moreno. Los dos chicos se dieron la vuelta al unísono.

El más alto intentó estamparle un puñetazo, estaba furioso, pero hábilmente, el moreno le agarró la mano a pocos centímetros de su cara, apretando dolorosamente.

- Eso es lo que tú te crees. No vuelvas a rondar por aquí, cómo te vea lo vas a pagar caro. - le soltó el agarre y posando una mano en la espalda de su primo, le introdujo dentro del apartamento, cerrando la puerta tras de sí.

Aún estaba mareado, y lo que acababa de vivir no le ayudaba en absoluto. La cabeza le daba vueltas, las cosas empezaban a volverse borrosas...

Sin darse cuenta cayó al suelo desmayado.

Datos del Relato
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