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Categoría: Maduras

Todo el mundo tiene un precio (5)

Nota del autor: lo siento, pero este se me ha alargado un poco, espero que merezca la pena su lectura.



Me desperté al día siguiente con Maria apoyada en mi brazo izquierdo con su brazo en mi vientre. Tenia la polla dura, como todas las mañanas después de una noche de orgía. Era Domingo solo tenia que hacer una visita rápida a unos cliente antes de la comida después estaría libre. Pensé en volvérmela a follar sin despertarla, pero teníamos un acuerdo, ¡¡ya llegaría la noche!!... y la noche llegó.



Tratar de describir como fue aquella segunda noche sería aburrido, no por repetitivo, sino que debido al estado de Maria, poca cosa hicimos. Estuvimos desnudos desde que terminé mis obligaciones y llegué a casa de Maria. Hubo caricias, metidas de mano, besos, etc., pero nada que no fuera mantener mi excitación más alta que nunca.



El Lunes por la mañana, durante el desayuno, le comprobé el estado de sus “lugares de placer”: la vagina se humedecía al trajinarla y el ojete se veía algo mas pálido y aceptaba mi pulgar sin mucho dolor, me animó el hecho de que la viejecita rechoncha que era Maria, parecía más recuperada de la maratón de sexo que le había dado hacia menos de 48 horas.



Después de una dura jornada, llegue a casa de Maria no demasiado de noche y me encontré con la sorpresa de que tenia visita, el asunto me molestó bastante, esperaba tener otra orgía con la ancianita, en ese estado cualquier cosa me ponía agresivo.



La habían venido a visitar su hermana y el marido de esta, los padres del cabrón de su sobrino, el mismo que la dejó en la ruina. Cuando entre en el comedor la conversación que estaba teniendo lugar se paró, y el matrimonio me miró fijamente, Maria agacho la cabeza clavó la mirada en sus manos entrelazadas sobre la mesa.



Marta, la hermana mayor de Maria, era una mujer del la misma talla que la propia Maria, pero con unos 15 kilos de sobrepeso, que se le habían acumulado principalmente en sus nalgas y en los cantaros que hacían las veces de pechos, media melena algo canosa, cara redonda, un fingido porte de dama y ojos claros que en aquel momento estaban inyectados en sangre.



Manolo el marido de Marta era algo mas alto, con un sobrepeso más que excesivo, manos regordetas convertidas en puños rollizos sobre la mesa y ojos oscuros entrecerrados marcando un odio sin medida. Había pasado algo y me podía imaginar que.



-Buenas noches – dije con la mayor serenidad posible.



-¿Buenas noches?, ¡¡¡¿¿buenas noches??!!!... - gritó Manolo - ¡¡Eres un hijo de puta!! - dijo en un ladrido.



Manolo se levantó dando sendos puñetazos en la mesa con las dos manos, al mismo tiempo que yo me sentaba con la mayor tranquilidad posible y le miraba directamente a los ojos.



-¡¡¡Me cago en tus m..!!! - empezó a decir el tal Manolo con un tono histérico y claramente amenazador.



-¡¡¡No por dios!!! - dijeron las dos mujeres al unisono levantándose con una agilidad que no hubiera creído posible en ellas.



Maria me miró. Su mirada era entre asustada y avergonzada.



El único que permanecía sentado era yo, con la cabeza algo gacha y mirando a los ojos del amenazador Manolo, con una sonrisa sádica en los labios, imitando la mirada de Alex DeLarge en la película “La naranja mecánica”. En mis años de “tipo duro” logre intimidar a mucha gente con esa mirada, y actualmente incluso en mis negocios me había valido.



Todos se sentaron. Maria seguía sin poder sostenerme la mirada.



-¿Puede decirme alguien que está pasando? - dije con un control que me costaba mantener.



-¡¡¡Pasa que te voy a arrancar los...!!! - no termino la frase



-Shhhhhhhh... – chistó Marta sujetándole por el brazo – ...calmémonos todos un poco.



La mirada de Maria volvía a estar fija en sus manos.



-Vamos a ver – prosiguió Marta – calmémonos. ¿Como puede ser que pagues a mi hermana para tener sexo?, ¿Como puede ser que te guste una vieja? -en este punto Maria miro a su hermana.



-Por partes... – pronuncié cada palabra con el mayor control posible, pero mi voz era pastosa - ¿Como es posible que tu hijo la dejara en banca rota?, ¿Como es posible que no os dignarais a ayudarla?, y si ella es una vieja ¿tú que eres?



El caso es que estalló la discusión, pasaron cerca de dos horas hasta que la calma empezó a imponerse. Hubo de todo acusaciones, amenazas vedadas, etc... al fin todos nos calmamos un poco... todos menos Manolo que a pesar de no decir demasiado se ponía rojo como un tomate en determinados momentos. Sobre lo que se dijo sería alargar demasiado un relato ya de por sí largo. Solo citaré la ultima parte:



-¡¡¡¿¿Todo el mundo tiene un precio??!!! - gritó Manolo - ¡¡¡Pues veamos cual es el tuyo!!! - sacó su chequera del bolsillo interior de la americana - ¿¿cuanto por dejar en paz a mi cuñada??



Tenia que pensar rápido, el tío era director de sucursal bancaria, como el capullo de su hijo, solo que Manolo estaba jubilado. Pensé una cantidad y la dije:



-Seraaaaaaan... 2500,00 €, por no obligar a tu cuñada a hacer nada.



Manolo no se lo pensó extendió el cheque como si no hubiera hecho otra cosa en la vida, mientras lo rellenaba hablaba:



-2500,00 €... y te iras de esta casa.



-Eso no puedo hacerlo, solo me quedan dos noches y los hoteles de la ciudad están llenos.



Paró de escribir y me miró



-No me fío de ti.



-Ni siquiera voy a intentar convencerte de que yo cumplo los tratos que hago. Eres tu el que quiere algo de mi ¿recuerdas?. Yo a ti no te necesito para nada



-Sssssh... tranquilos todos – dijo Marta – no permitiré que no cumpla el trato. Pasaré las dos próximas noches aquí, si a todo el mundo le parece bien.



-Pues no lo que tendría que hacer el tiparraco este es largarse a tomar por el culo.



-¿Tampoco te fías de mi? - dijo Marta con una mirada de reproche – ademas no es la primera noche que paso con mi hermana en una de las visitas que le hace *****. - aquí dijo mi nombre, pero la discreción obliga a omitir.



Se cerraron todos los detalles y por fin Manolo se largó hacia su casa en la sierra madrileña, quería quedase pero solo podría dormir conmigo en la cama plegable donde yo solía hacerlo, y en el sofá no cabía su tonelaje.



Marta también me conocía de crío pero se marcho de casa de sus padres, la que ahora era de Maria, cuando se caso hacía mas de 35 años. Con ella se podía razonar, con su marido aún más, lo cual no tenía lógica, ¿por que Manolo estaba tan histérico?.



Maria y Marta prepararon la cena mientras yo veía un rato la tv. Durante la cena estuvimos en silencio hasta que mi mala leche y mi exceso de testosterona me hicieron hablar:



-Joder – musite con la vista en el plato – yo no creo que halla sido para tanto.



-¡Si, es para tanto!. – dijo Marta sin gritar – Te has aprovechado de los problemas económicos de mi hermana.



-Tienes razón, pero el dinero que le dí la hará sobrevivir un par de meses, si se administra. ¿Y tú?, ¿puedes decir si la has ayudado de alguna manera?... además a mí no me pareció que se lo hiciera pasar tan mal.



-¡¡Serás cabrón!!, no la hemos ayudado porque nuestra economía está en las ultimas, pero yo siempre he querido ayudarla, lo juro.



-¿En las ultimas?, es decir: que si voy a tu casa me encontraré la nevera con solo dos botellas de agua, un poco de jamón de York y pan congelado, porque eso es lo que había en esta casa cuando yo llegué. Ademas Manolo me a extendido un cheque sin pestañear, eso significa que dinero hay.



-Bueno, no, pero...



-No hay “peros” que valgan. Al menos tendríais que haber pagado el crédito que dejó colgado vuestro “hijito”



-¿¿Comooooooo? - dijo totalmente sorprendida – ¡pero si todos los créditos de mi hijo los estamos pagando nosotros!



-Al menos hay uno que no, el que estoy pagando yo – dijo Maria, su voz sonó a rabia contenida.



-Pero si Manolo me dice que... ademas no sabia que estabas tan mal... lo siento... de todas maneras eso no te justifica.



-Pues esto quizá me justifique. Maria, ¿tu sabes lo que yo quiero de ti?



-Si – dijo después de una pausa que me pareció eterna



-Pues bien...



Me saqué el billetero y desplegué el cheque de su cuñado. Lo comprobé meticulosamente: 2500,00 €, al portador, fecha y firma correctas.



-Toma para ti.. y ahora puedes hacer lo que quieras. - depositando el cheque ante Maria.



-Espera ¿Quieres que avise a mi marido... o a la policía? - dijo Marta



-No le estoy pidiendo nada a cambio de ese dinero, eso lo dejo a su conciencia.



Maria miro el cheque sin sonreír, pero con una cara de felicidad difícil de describir. Ese dinero sumado a lo que yo ya le había dado la permitirían sobrevivir sin estrecheces, incluso permitiéndose algún capricho. Yo no andaba sobrado de dinero pero tampoco me faltaba y no me gusta perder una discusión.



-¿Maria?.. no iras a aceptar ese dinero ¿verdad?



-Por supuesto que lo aceptará, porque no tiene que hacer nada que no quiera.



-¡¡¡Voy a llamar a la policía ahora mismo!!! - dijo Marta cogiendo el móvil con saña - ¡¡¡Habrase visto el aprovechado este!!!



-¡¡¡¿¿Aprovechado??!!!



Me giré y mire a Maria tremendamente sorprendido, la ultima frase había salido de sus labios



-¡¡¡Aprobechado!!!... - gritó Maria aun más fuerte - ¡¡¡Deja ese teléfono y siéntate que te voy a explicar yo quien es un aprovechado!!!



Marta dejo el móvil sobre la mesa mirando a su hermana de hito en hito.



-¿Sabes quienes son aquí los aprovechados? - siguió hablando Maria mientras Marta se sentaba – el cabrón de tu hijo que me sacó tanto como pudo, usando palabras amables y promesas de visitas que jamas cumplió.



-Maria... por favor.. no me eches en cara... lo de mi...



-¡¡¡Aprovechado es el hijo de puta de tu marido!!!



-¿Mi marido?



-Si, tu marido, ya estoy harta de que veas la paja en el ojo ajeno. He guardado silencio casi 20 años.



-¿Que quieres decir? - dijo Marta claramente sorprendida.



-¿Sabes cuando me quedé viuda?



-Si, claro pero...



-Pues solo unos meses después el seboso de tu marido, viéndome vulnerable, me visito todos los días durante una semana, empleó toda la labia que tiene, que es mucha y al final caí en sus brazos. Solo fueron un par de veces, ya tuve bastante Manolo para toda la vida.



-Pero... ¿Por que lo hiciste...?



-Necesitaba compañía supongo. Pero el caso es que nos acostamos juntos y...



-No puedo creerte... me mientes... el no haría... tu no... con mi marido... - dijo Marta sollozando



-¿El qué no haría?... ¿Quieres pruebas?... Cuando esta persona de la que tu te quejas tenia 2 años tenia mas polla que tu marido hace 20. Manolo te aplasta con su peso cuando intenta meterte lo poco que tiene, pero no consigue pasar de la puerta. Su capacidad de aguante se limita a 2 minutos, en el mejor de los casos. Después te dice “Soy todo un semental”, ¡ja!, será por la cantidad de leche que suelta porque por otra cosa no. No entiendo como llegó a dejarte en cinta



Yo estaba que alucinaba pepinillos. Con lo casta que me pareció al quedarse viuda, siempre vestida de oscuro. Con el respeto que me impuso siempre. Empecé a entender el porque del cabreo de Manolo, la consideraba de su propiedad. Marta empezó llorar, como un bebe al que le quitan el sonajero.



-Prepara la cama plegable para mi hermanita. Por que tu hoy vas a dormir conmigo. - me inquirió



-¿Como pudiste...? - dijo Marta entre lloros.



-¿Como pude?¿Como pudo el? O no recuerdas que siempre fue un melifluo, capaz de convencer cualquiera de cualquier cosa. Eso es lo único que sabe hacer: hablar. Te engatusa y al final no puedes ni pensar.



Mientras preparaba la cama el llanto de Marta era totalmente desconsolado, no podía hablar. La verdad es que me estaba empezando a dar pena.



-¡¡Deja de llorar!!, ese hijo de puta picha corta no lo merece



-Pero es que... - Marta no pudo acabar la frase, el llanto acudía a ella fuera de toda medida.



Cuando terminé de preparar la cama, que estaba en un rincón del comedor, me di la vuelta y lo que vi me dejó sin habla. Maria se había desnudado por completo y sujetaba la cara de Marta para que la mirara directamente.



-¡¡Que no llores!!, ¡¡copon!!



-Pe... snif.. pero no seas... snif... pareces una cualquiera... - y siguió con el llanto



-No parezco, ¡¡¡Soy!!!, que ya estoy harta de tragar las putadas de la familia que me ha tocado en suerte. ¡Tu! - dijo con una autoridad que solo recordaba haber visto de niño – desnudate y enseñale a esta cornuda lo que me voy a meter en el cuerpo. Así aprenderá a mantener la boca cerrada cuando yo le cuente alguna intimidad.



Me desnudé sin pensarlo, el tono de voz que estaba empleando era el que empleaba cuando yo era niño, algo en mi interior me obligó a obedecer. Nada más estuve en cueros:



-¡¡Mira que pollita!! - le ordeno a su hermana - ¡Que la mires!



Marta levanto la mirada y la dirigió a mi pene que estaba a la mínima expresión.



-No parece gran cosa ¿verdad?pero incluso así al menos es cuatro veces la de Manolo ¿no?, y aun no has visto nada.



Me sujeto la polla con tres dedos de su mano derecha mientras su izquierda se mantenía al rededor de mi cintura y empezó con una sabrosa y suave paja. Mi instrumento reacciono rápidamente y en menos de los que tarda en decirse se encontraba a tope, con una dureza y un porte de alucine.



Marta había dejado de llorar pero sus ojos estaban empapados de lagrimas y los tenia abiertos como platos mirando el tamaño de mi carajo en la mano de Maria.



-¿Que?, ¿nunca habías visto uno igual?



Marta negó con la cabeza, sin apartar la vista del pollon que tenia su hermana en la mano.



-Pues me la va a meter por donde él quiera ¿entiendes?. Vayámonos al dormitorio y dejemos a esta chivata cornuda aquí llorando.



-¡¡No!! - espeté



En mi mente resonaban las palabras del cliente que había atendido ese mismo día: ”el que paga manda”. La lastima que hacía un rato sentía por Marta se había transformado en deseo, deseo de una fantasía que nunca había tenido. En aquel momento lo que quería follarme a Maria teniendo como espectadora a Marta.



-Quiero hacértelo aquí y ahora



-¿Quieres hacerlo aquí?,¿quieres que lo vea mi hermana?... si... siiiiii... me encanta que seas tan cerdo. - dijo Maria soltando mi polla y mi cintura



-Por... favor... no... -decía Marta entre suspiros.



-Que tu hermanita vea cuanto has aprendido. Chupame la polla y hazlo con ganas.



No tubo ningún comentario. Se quiso sentar en una silla pero se lo impedí.



-Siéntate en las rodillas de Marta así lo verá mejor.



Maria dio instrucciones a su hermana para que se separara de la mesa y así poder sentarse encima de sus rodillas cubiertas con una falda plisada que le llegaba casi a los tobillos. Cuando por fin se acomodó sonó el teléfono móvil de Marta. Maria puso cara de fastidio y yo creo que casi la puse peor. Hizo el intento de levantarse, pero se lo impedí.



Marta cogió el teléfono miró el numero de procedencia y dijo:



-Es el numero del fijo de casa – apretó la tecla de contestación y contestó:



-Hola cariño



Me cogí la polla por la base tirando del pellejo para atrás y se la acerqué a la cara de Maria zarandearla. Soltó una carcajada y me agarró la polla con su mano izquierda. Abrió la boca tanto como pudo y se metió el glande dentro, no cabía más. Al revés que en otras ocasiones chupó con fuerza, al mismo tiempo que su mano izquierda me masturbaba y la derecha me sobaba lo que podía de mis hinchados cojónes. Notaba como se tragaba como podía el jugo pre-seminal que manaba de la uretra. Traté de suspirar lo mínimo posible, pero la tarea era ardua.



-Si,... si todo bien... jugando con Maria... no... si... a cartas... ha desplegado la cama... no te preocupes....



Los movimientos de las manos de Maria, la contundente sensación de succión de su boca, su lengua moviéndose al rededor de mi capullo, todo ello me estaba volviendo loco de placer.



-Noooo... no pasará nada... no te cabrees... si... se irá pasado mañana.... no lo sé... oye ***** ¿el Jueves a que hora te vas?...



-Cuando termine el trabajo me marcharé iré directamente desde allí – pronuncié las palabras con los dientes apretados.



-Si... se irá por la mañana... no... ya no volverá...



Mi control sobre mi orgasmo siempre fue mítico, fruto del entrenamiento, pero aquella situación me tenia al borde de inundar la boquita que me chupaba.



-Vale... no... después de jugar un rato nos iremos a dormir... si... que descanses... hasta mañana – y cortó la llamada.



Durante la conversación telefónica no había dejado de mirar lo que su hermanita me estaba haciendome, con los ojos abiertos como platos, las lagrimas secándose en sus mejillas, el brazo izquierdo rodeando la cintura de su hermana.



-Mira lo que me va a meter este – dijo Maria quitándose el caramelo de la boca.



-No seas así... esto no está bien... - Marta hablo con voz de pena



-¡¡Calla joder!! - ordené de modo contundente – Mira y aprende.



-Esto... - dijo Maria sacudiéndome el carajo por la base – es una polla y no lo de tu marido. Es más grande que la de mi difunto. ¿Sabes que aún las hay más grandes?. Me destroza por dentro y me da un gusto terrible. - me pajeó un poco más y prosiguió – Y aunque no me de gusto, se ha portado tan bien conmigo que se merece destrozarme lo que quiera, después, si es necesario, ya iré al medico para que me arregle.



Aquellas palabras me sacaron mas de mi mismo. La hice separar las piernas y ella hizo que Marta las cerrara. Me arrodillé en el suelo, entre las piernas de Maria.



-Ahora explicale a Marta todo lo que te voy haciendo.- dije al separar los labios vaginales.



Ante mi apareció un clítoris pequeño pero empapado y duro, acerque mi lengua empezando una apoteosica lamida.



-Iiffffffff... me esta pasando la punta... de la len... lengua por... por la... aaaahh... pipita.



Miré hacia arriba encontrándome con la mirada de las dos hermanas, Marta sujetaba a Maria por el bajo vientre con sus manos entrelazadas, hundiendo la tripa de Maria, para tener una mejor visión de lo que le estaba haciendo.



-Mmmmmm... mmmeee... essssssstá... morrrr... mordiendo el... cllllmmmm... clíííííí... clítoris con los labiosssssssshhh... y chup... chupa... fuerteeeeeee.... aaaaaaaaah.... gmmmm...



-Es... es asqueroso... es... no sé... como puedes... como podéis – oía susurra a Marta



-Esssss... uuuuuuhhh... unaaaaaaah passsssss.... pasada mmmmm...



Maria movía las caderas encima de las piernas de su hermana, con un movimiento compulsivo, espasmódico. Se le escapaban pequeñísimos chorros de orina a presión cada vez que su culo bajaba apretando las rodillas de Marta.



-Ssssshhh.... aaaaaahh ssssssse mmmmm... se me essssssss... esssscapa la mmmm... meadaaaaaaaaaj....



-Es.... u-u-una... cer-cer-cerdada... m-m-me estas m-m-mojando... la falda – Marta ahora tartamudeaba - ...c-c-ccochinos... e-e-esto.. no está b-b-bien.



Sin pensármelo mucho, metí los dedos indice y corazón, de una sola estocada, en su coño, empece a masturbar el interior de la encharcada cueva con un movimiento giratorio y de mete-saca.



-Essssstá de puuuuuuuuujj... putaaaaaaa... mmmm... madreeeeeee... iiiiieeeee... Mmme estááááá... mmmmetiendo los d... dedosssss... ennnnmmm... el tooooooooootoooooooojjj....



Una de las veces que volví a alzar la vista me encontré con que las hermanas tenían las manos izquierdas entrelazada, Maria le besada el dorso de la mano a su hermana, la mano derecha de Marta seguía apretando el el bajo vientre de Maria que me miraba fijamente con la boca abierta y babeaba por las comisuras de los labios. Maria tenia la cabeza mirando al techo y su mano derecha estaba alzada acariciando la nuca y el pelo de Marta.



-Mmmmmm... me vaaaaaaajjj.. me va aaaaaaaaaa... venirrrrrrrrrrrrrr.... ah...ah...ah que gustooooooooooooo... tomaaaaaaa... toma corrrrrr... corridaaaaaaaaaajjjj... en laaaaa... bocaaaaa.....



Del coño de Maria salieron un par de andanadas de mielina corrida que se mezclaron con mi saliva y los, ahora enormes, chorros de orina que su vejiga no conseguía contener. Fue un orgasmo no largo, como los de mi esposa, si no corto pero de una intensidad desconocida para mi. Después de orgasmear, Maria empezó a balbucear:



-Paaaaaaj.... paraaaaa.... aaaaaaaj est... está... muyyyyyyy... ai... sensibleeeeeeeejjj...



Deje el clítoris en paz y saque mis dedos de la empapada cueva. El besé todo el pubis con cariño, evitando las partes sensibles. Al retirarme vi algo que me impresionó: Maria estaba con los ojos cerrados, con la cabeza para atrás, Marta le cubría de besos la mejilla, la oreja y el cuello, además con una mano acariciaba su muslo y con la otra hacia círculos con las yemas al rededor del ombligo. Pasaron unos interminables segundos y Maria empezó a hablar:



-Joder... guau... ha sido... uff... increíble, pero... ahora necesito ir al baño me hago pis.



No pude contenerme la agarré por los sobacos, la llevé a la cama plegable en volandas y la deposité boca arriba con las piernas y medio culo fuera de la cama. Me masturbe un poco la polla para hacer que recuperar algo de la dureza perdida, cosa que hizo en un par de sacudidas.



Miré a Marta girando la cabeza y la vi: seguía sentada mirando a la nada, como ida.



-¡¡Marta!! - la saque de su ensoñación – ven, que aun hay más. ¡¡Vas a aprender lo que es el sexo!!



Marta se levanto como hipnotizada, como si no tuviera más remedio que obedecer. Se sentó en la misma cama al lado de donde estaba tumbada su hermana pequeña.



No esperé más, de rodillas en el suelo y dirigiéndola con la mano, le metí el cárdeno glande en el chocho a Maria, que abrió los ojos y tensó todos los músculos del cuerpo al notar la penetración



-Aaaahh... está.... esta... grandeeeeeeeeee... no... mmmmmmeeeee parteeeeesssssssss



-Ves Marta, y solo le he metido la punta.



Encontré el interior del chocho muy mojado y apretadito. Seguí introduciendo el resto de mi humanidad, haciendo que Maria lo notara.



-Aaaaaaaaaag.... que p... poooo.... polloooooon... me llen... llenaaaaaaaaa... aaaaaaaag...



Marta no se perdía detalle su vista bailaba de la cara de su hermana a el punto de conexión de la lujuriosa pareja que le estaba dando aquel espectáculo.



-Ves Marta, puedo hacerlo así suavemente – dije iniciando un mete-saca suave cadencioso - ¿lo ves bien?.



Marta me miro a la cara solo un segundo, volvió a tener la boca abierta y babeante, sin cerrar la boca levanto un poco la barriga de su hermana con la mano izquierda y movió la cabeza asintiendo, solo entonces se permitió una tímida sonrisa.



-Ufff... acabaaaaa... ya que me dessssssstrozassss... aaaaaag... aaaay



-Pero este ritmo a tu hermana no le gusta mucho, lo prefiere así – lo pronuncié entre dientes e inicie una serie de embestidas salvajes - ¡¡¡Con pasión!!! aaaaaa... que a... apretadaaaaa... y que mmmmm... mojadaaaah... est.... taaaaa...



Me tumbé encima de Maria, sujetando con mis brazos mi propio peso y dejando la mano de Marta entre nuestros vientres, podía haberla retirado, pero no lo hizo, notaba la fuerza de mis embotadas en el dorso de su mano.



-Ahg... ahg... mmmm... uf.... mmmmeeeee... viene el gustooooo... ahg.... otra veeeeeezz... mmmeeeee... meo... me meooooooo...



Note la humedad suave de su corrida en mi pubis, al mismo tiempo que la humedad más dura de sus descargas de orina. No quería hacer sufrir demasiado a Maria así que desconecté mi control y solo unos segundos después que ella se corriera yo ya estaba a punto de eyacular.



-Me voyyyy... me corroooooo. ya... ya...ya



-¡¡Nooooooo!!!... - grito Maria – ¡¡¡que lo vea mi hermana!!!



Ya no podía pararlo, así que me puse en pie como impulsado por un resorte para que Marta pudiera verlo mejor. Ni siquiera tuve que tocarme, los chorros de mi simiente salieron con más presión de la esperada de la punta de un cipote que cimbreaba con las contracciones que el orgasmo provocaba en mi esfinter.



-Assssssiiii... sssaaaaag.... sale.... la lecheeeeeeeeeee... aaaaaag... miraaaaaammmmeeeeeeeee.... queee... que gustoooooooo...



El primer chorro salió con tanta fuerza que se estampó en la parte baja de la blusa negra de Marta, el siguiente en su falda, encima de las manchas provocadas por Maria, el ultimo cayó sobre la pierna izquierda de María, la cual, al notar el liquido caliente tubo una pequeña convulsión y se restregó la pequeña gota por toda su cadera izquierda.



-Ufff.... ¡¡¡rapido!!!- dijo Maria agitando los brazos, en señal de solicitud de auxilio - ¡¡¡que me meo!!! ¡¡¡Vamooossss!!!



La ayude a ponerse en pie cogiéndola por los sobacos, aprovechando para acariciar sus tetorras, acompañándola al baño. Cuando llegamos al baño hice que orinara de pie, mirando a la pared y con la taza entre las piernas. Vi su chorro caer mientras me regalaba sobando ese culo e insinuando un dedo en el ano. Al acabar oriné yo, con la picha otra vez en reposo mientras ella me la sujetaba mientras nos morreábamos. Nos giramos para ir al bidé y vimos a Marta en la puerta. Maria se sentó sin ningún reparo en el lavatorio.



-Sois unos cerdos. No me esperaba esto de ti Maria. Ademas me habéis puesto la ropa perdida. Ahora que hago yo ¿eh?. Mañana no podre volver a casa con estos manchurones.



Materialmente no le hicimos caso, agarré el jabón y empece a limpiarle el potorro a Maria



-Pero... ¡¡sois imposibles!!.. ¡¡asquerosos!! ¿sabéis lo que hacéis?... snif... ¿sabemos lo que hacemos?...



Acabé de limpiarle el potorro a Maria y me dirigí al lavamanos, a limpiarme la cara y los genitales. Entonces oí la sonora bofetada. Giré la vista y vi a Marta frotándose la mejilla.



-Eres una histérica y tienes tus prioridades liadas. Te parece importante tener el chocho escocido a pollazos, pero inventas mil escusas para justificar a tu marido y a tu hijo. De verdad que no te entiendo. Bueno, quitate la ropa y ponla en la lavadora cuando termine la tendemos y con un poco de suerte mañana estará seca.



Dejamos a Marta en el baño y nos fuimos al comedor. No dejé de meterle mano ni un momento en todo el trayecto.



-¿Te gustaría meterla en mi hermana? – dijo Maria de sopeton y con una picara sonrisa.



Tras unos segundos de sorpresa por mi parte ,le respondí con un beso en la boca, con un morreo húmedo y profundo. Le agarré las nalgas con cierta rudeza, abriéndole la raja del culo mientras el morreo seguía.



-La lavadora ya está puesta... - entrando Marta en el comedor.



Me fije en Marta, quedándome alucinado por unos segundos. Llevaba una toalla tapando su parte delantera pero había escogido una demasiado pequeña así que la tenia que sujetar con los brazos, manteniendo sus extremos bajo las axilas. Seguía con sus zapatos de medio tacón. Por el momento, solo se apreciaban los laterales de sus caderas.



-Pero mujer – sonrió Maria, volviendo la cabeza – como sales con ese aspecto



Marta sonrió, parecía más tranquila.



-Si, jejeje, estoy ridícula... no le abras el culo así, bestia



-Dejale, es un macho, más de lo que lo era mi marido.



-He tenido que poner toda mi ropa en la lavadora, me la habéis puesto perdida. Lo único que se ha librado ha sido el sujetador, todo lo demás estaba manchado o mojado. ¿Me puedes dejar un pijama?



¿Pijama?... la fiesta aun no había terminado.



CONTINUARÁ


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