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Categoría: Maduras

Su primera mamada

Conocía Luisa hace un par de veranos. Ella hace gimnasia de mantenimiento para mujeres maduras y yo hago mis ejercicios para estar en forma. Coincidimos una mañana en la sauna y el jacuzzi y el roce de nuestros pies acabó en tocamientos y masturbaciones bajo el manto del agua en movimiento.



El otro día tomamos un café al salir del gimnasio y decidimos ir al bosque para seguir nuestros juegos dentro del coche.



Llevaba unas bragas rojas y un sujetador del mismo color. La desnudé por completo al amparo de la vegetación . Mis manos recorrieron todo su cuerpo, desde el cuello hasta los pies, lentamente, con suavidad. Sus pechos se endurecieron y sus pezones parecían  pequeñas aceitunas moradas. Tiene el pubis y la vulva poblada de un vello sedoso de color castaño con algunas canas diseminadas por aquí y por allá. Los labios son como pequeños pétalos de color oscuro, rugosos y suaves. Se abren y humedecen al primer roce, dejando aflorar entre ellos un clítoris como una avellana rosada. Las caricias en sus muslos, los besos y las caricias de mi lengua logran hacerla estremecerse hasta que llegan una convulsiones fuertes y su vagina expulsa un flujo abundante que empapa sus nalgas y que utilizo para lubricar su ano e introducir un dedo.



Me confiesa tras el primer orgasmo y entre beso y beso que es la primera vez que va con un hombre que no sea su marido. Nunca ha ido con otro, pero ahora que ha cumplido cincuenta y ocho años necesita explorar otras sensaciones que desconocía.



Es inexperta a pesar de su edad y cuenta los orgasmos en su vida con los dedos de una mano. Siempre ha practicado la postura del misionero, aunque ni siquiera sabía que se llamaba así. Simplemente se abría de piernas y su marido se ponía encima hasta que eyaculaba. A veces la acariciaba los pechos y la besaba, pero eso fue en la juventud.



La invito a conocer nuevos placeres. Nunca ha tenido una polla en la boca y no sabe si le gustará. La indico lo que debe hacer para que vaya aprendiendo.



 



- Primero la tomas entre sus manos y descubre el capullo. Lo besas como me besas en la mejilla. Lo besas por todas partes. Luego haces lo mismo y con la punta de la lengua añades un poco de saliva para que este más suave. A continuación das besos a toda la polla, empezando por la punta y bajando hasta los huevos. Los besas también y continúas hasta volver a la punta. Ahora saca la lengua y das pequeños lametones al capullo. Continúas haciendo lo mismo alrededor de la polla hasta tenerla toda ensalivada y suave. Vuelves a besar la punta y cuando llegas al frenillo, lo acaricias con tu lengua de arriba abajo y de un lado a otro. Te metes la punta un poquito entre los labios y poco a poco te la vas introduciendo en la boca como si fuese un chupachups. Lo chupas de la misma manera, pero con suavidad. Gira tu boca a un lado y a otro. Ahora, atrapa el capullo con tus labios, con suavidad, y con la punta de la lengua lame el trocito que tienes dentro. Detente sobre el frenillo de nuevo y acarícialo, saboréalo. Sigue deslizando la lengua por el tronco hasta llegar otra vez a los cojones. Dibuja un círculo con tu lengua alrededor de cada huevo. Hazlo varias veces y luego pasa el otro. Así continúas recorriendo con tu lengua otra vez el tronco del pene, hasta arriba y luego bajando hasta abajo; sigues bajando por debajo de los huevos. Un poco más abajo hasta que notes la piel rugosa del agujero del ano. Intenta meter tu lengua en el agujero.



Hazlo con fuerza porque me da mucho placer. Necesito que me entres algo ahora que lo tienes suave con tu saliva. Introdúceme la punta del dedo corazón. Gíralo un poco. Mételo y sácalo despacio y atrapa de nuevo con tus labios la punta de mi verga. Ahora ya conoces el sabor de una polla. Mete en tu boca todo lo que quepa. Introdúcela y sácala. Me estas follando con tu boca y con tu dedo. El placer es inmenso. Siento como le leche se va acumulando en la punta. Tengo que esforzarme para que no salga, pero ves preparándote porque me voy a correr en tu boca. Sigue chupándola así. Lo estas haciendo con mucho entusiasmo. Me gusta cada vez más. Lástima que tu marido no te enseñara a hacerlo. Conmigo vas a aprender en una sola sesión. Ahora vas a sentir que un chorro caliente te golpea a la entrada de la garganta y se te llenará la boca. Así, ahora ya sabes como sale el primer borbotón. Trágatela para que te quepa más en la boca. Así da mucho más placer. Trágala ahora que está calentita. Vas a hacer que goce como nunca hasta ahora. Me estás produciendo una corrida muy larga, eterna. Noto como los chorros salen disparados de mi polla y llenan tu boca. Así me lubricas la punta y me provocas una nueva corrida. No tragues más. Retenlo en tu boca hasta que se te llene. Ya me queda poco. Ahora ya no sale casi nada. Acércate y bésame en la boca. Quiero que compartas conmigo la leche que tienes. Yo también quiero saborearlo, al mismo tiempo que tus labios y tu lengua. Este beso no lo vas a olvidar nunca. Ha sido tu primera mamada y tu primer beso blanco. Cariño, esta noche dile a tu marido que te coma el coño. Ha sido un orgasmo inolvidable.



 



Nos besamos varias veces apreciando aún el sabor del semen en nuestras bocas.



Nos marchamos y a la mañana siguiente la llamé. Su marido no supo transportarla hasta el orgasmo con la boca. Se puso encima, como siempre, y eyaculó unas gotas de semen casi a la salida de la vagina. Quería que nos viésemos de nuevo aquella misma mañana.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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