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Rackel

~~Todo transcurría de la misma repugnante manera hasta que sucedió lo siguiente Tres semanas más tarde volvió mi excuñado. Estuvo follándome por el culo en su habitación del hotel en una postura bastante dolorosa todo el tiempo que quiso hasta que se corrió. Me ordenó que volviera a las 8 en punto para ir a cenar a casa de unos amigos. La única instrucción fue que me vistiera elegante.
 No podía hacer nada, así que fui puntual. Le encontré vestido de manera informal, lo que me sorprendió. Me informó que en unos minutos vendría a recogerme su amigo de la anterior vez y que él no estaría presente. Me indicó que no se me ocurriera dejar de cumplir cualquier orden que me dieran o que perdería a mis hijos. Como no quería estropear ni mi vestido ni mi maquillaje me ordenó que me masturbara manualmente. Apenas pude hacerlo pues llamaron a la puerta. Era un amigo suyo. Se saludaron, comentaron lo guapa que estaba y lo bien que me lo iba a pasar y me marché con él. Ellos habían quedado para verse por la mañana y hablar de negocios.
 Bajamos al garaje del hotel donde tenía su impresionante coche. Me dijo que se llamaba Alfonso y que cenaríamos en su casa con su mujer. Viajamos saliendo de la ciudad durante una media hora sin apenas intercambiar palabra. Llegamos a una casa bastante grande rodeada de un jardín muy cuidado. En la puerta nos recibió Elena, su mujer. Era una mujer alta, como yo, aunque con un poco más de peso sin estar gorda. Tendría apenas 50 años, pero se notaba que se cuidaba mucho. Nos sentamos en el salón y una sirvienta nos trajo unas copas de licor. La decoración de la casa indicaba que tenían mucho mucho dinero. Bebimos y hablamos de cosas sin importancia. Más tarde pasamos a otra sala donde la cena había sido preparada por la sirvienta. Cuando terminamos Alfonso despidió a la sirvienta diciendo que no la necesitarían hasta el día siguiente. Ella saludó y se fue por un pasillo cerrando la puerta tras ella. De momento al menos me estaban tratando bien. Tras tomar otra copa subimos las escaleras hasta su dormitorio. No sabía qué es lo que pretendían. Allí Elena se me acercó y metió su lengua en mi boca. Nunca había besado así a una mujer y me quedé sorprendida. Nos besamos largo rato (me estaba gustando) y Alfonso se desnudaba lentamente mientras nos miraba con agrado. Elena y yo nos desnudamos mutuamente y me llevó a la ducha. Cuando salimos, Alfonso ocupó nuestro lugar. Mientras nosotras comenzamos a besarnos y acariciarnos sobre la cama. Era extraño, siempre había pensado que hacer el amor con una mujer tenía que ser asqueroso. Al menos eso es lo que había sentido cuando había visto alguna película con esa temática. Pero esto era diferente. Elena era fantástica y hacía que me sintiera muy bien. Me gustaba sentir sus caricias y acariciar todo su cuerpo. Poco a poco nos fuimos moviendo hasta que quedamos en un increíble 69. ¡Qué delicioso era el sabor de sus jugos! Estábamos tan absortas en nuestras caricias que no notamos el retorno de Alfonso. Cuando nos repusimos de nuestros mutuos orgasmos le vimos sentado en una butaca mirándonos y masturbándose lentamente.
 Le pedimos que nos acompañara en la cama. Elena sugirió que juntas lamiéramos su pene. Unimos nuestras lenguas en un húmedo beso con el pene de Alfonso entre nuestras bocas. La excitación que le provocó el vernos tan ardientes la una con la otra hizo que eyaculara manchando nuestros cabellos con su semen.
 Alfonso pidió a Elena que le permitiera lamer su clítoris y yo me puse a limpiar bien su pene con mi lengua. Al terminar seguí lamiendo los pezones de Elena. Tuvo un fuerte orgasmo cayendo exhausta sobre la cama junto a su marido. Comencé a darle a Elena un masaje relajante en su espalda. Me gustaba hacerlo y se me daba bien. Al poco Alfonso se había recuperado y se colocó detrás de mí penetrándome vaginalmente aprovechando la postura del masaje. Sus embestidas hacían más sensual aún el masaje. Luego Elena se volvió para unirnos en un húmedo beso primero y para acariciar mis pechos después. Me gustaba lo que me estaban haciendo y tuve otro orgasmo casi simultáneo al de Alfonso en mi vagina. Pasamos casi toda la noche entre caricias, penetraciones de todo tipo y orgasmos reiterados hasta caer todos agotados. La sirvienta nos encontró revueltos sobre la enorme cama y nos sirvió un gran desayuno. No parecía afectarle ni extrañarle que tanto yo como sus señores estuviéramos desnudos. Era más que notorio lo que había sucedido esa noche pero todos se comportaban con la mayor naturalidad. Probablemente la sirvienta habría asistido y quizá participado en anteriores sesiones.
 Terminamos el desayuno y todos nos duchamos. Elena me dijo que no era la primera vez que tenían sesiones de este tipo pero que ninguna había sido ni remotamente tan satisfactoria para ellos como la nuestra. Yo le dije que sí era la primera vez que hacía el amor con una mujer, que también había sido muy gratificante para mi y que estaba dispuesta a repetir las veces que quisiera.
 Alfonso se duchó y vistió y rápidamente se fue a varias reuniones de trabajo que tenía esa mañana. Elena y yo nos duchamos mutuamente mientras reanudábamos las caricias. Realmente me gustaba hacerle el amor, me sentía muy bien. Elena me invitó a acompañarla a hacer unas compras y así poder charlar. Pensé en mis hijos pero eran lo suficientemente grandes para no necesitarme. Tras llamarles por teléfono de nuevo para tranquilizarles acepté la propuesta de mi amiga. Fuimos a una zona de tiendas de lujo en el centro de la ciudad. Durante el trayecto en su coche Elena se interesó por mi vida y mi situación. Quería saber cómo era posible que mi excuñado, al que conocía, pudiera prestarme a sus amigos. Le conté toda mi historia empezando por mi divorcio, mi traslado con mis hijos a la ciudad, mi infructuosa búsqueda de trabajo, cómo llegué por necesidad a la prostitución y cómo me encontró mi excuñado con el consiguiente chantaje. Le relaté a grandes rasgos las cosas que me había visto obligada a hacer para no perder a mis hijos y se mostró horrorizada.
 Ella también me contó algunas cosas suyas. Llevaban muchos años casados. Tenían un hijo que vivía en Alemania y ella se encontraba muy sola. Tenía algunas amigas ricas y aburridas como ella. La vida sexual con su marido había sido muy monótona y aburrida hasta que hacía un par de años lo habían hablado y decidido renovarla introduciendo a otras personas y situaciones nuevas. Habían hecho intercambio de parejas con amigos y contratado a profesionales tanto femeninos como masculinos para ambos. La situación había mejorado mucho entre ellos. Elena se daba cuenta de que su marido era muy celoso, a pesar de todo, y por eso se habían centrado en relaciones con mujeres. Tras hacer varias compras para ambas que Elena pagó, me invitó a comer en un restaurante de lujo. Durante los postres empezamos a pensar en el futuro. Ella se encontraba encantada conmigo. Me trataba como si fuéramos amigas de toda la vida. Quería mantener su relación conmigo y además evitar que mi excuñado siguiera aprovechándose de mi. Ella sabía que la empresa de su marido era el principal cliente de la de mi excuñado. Me dijo que hablaría con su marido para que le obligara a dejarme en paz o dejarían de comprar sus productos. Eso me libraba de ese asqueroso para siempre. Elena seguía dándole vueltas a su cabeza. Quería tenerme a su lado. Me propuso ser una especie de secretaria. Yo llevaría su agenda de reuniones con varias organizaciones caritativas a las que pertenecía y le ayudaría con su correo. Realmente apenas había cosas que hacer, pero era una excusa perfecta para que pudiéramos pasar todo el tiempo que ella quisiera juntas y seguir con nuestros juegos en los que se incluiría a su marido. También me cedía un piso enorme de su propiedad para que viviera con mis hijos sin pagar alquiler si yo quería. No lo dudé ni un instante y acepté. Ella llamó por su teléfono móvil a su marido y le contó lo que habíamos hablado. Alfonso se mostró encantado. Nos dijo que llamaría a su amigo para que se olvidara para siempre de mi y de lo que habíamos hecho si quería mantenerle como cliente. Le llamaría de inmediato. Preguntó si esa noche repetiríamos la sesión a lo que ambas respondimos afirmativamente. Le dije a Elena que debía ir a ver a mis hijos pero que podíamos quedar más tarde. Tras comprobar que todo estaba bien, cambiarme de ropa e informarles de que esa noche tampoco dormiría en casa me hicieron muchas preguntas que apenas respondí. Ellos, con sus 16 y 18 años, también tenían sus secretos que no me contaban.
 Acudí a la cita con Elena y volvimos a su casa. Nos dimos un gratificante baño en su gran bañera mientras jugábamos. Allí nos encontró Alfonso, quien de inmediato se nos unió. Le hicimos otra mamada a dúo como la de la noche anterior. Esa noche también la pasamos casi en vela aunque Alfonso se durmió mucho antes agotado tras follarnos varias veces. Desde entonces hemos mantenido la relación. Me trasladé con mis hijos al piso que me ofrecían y todas las mañanas acudía junto a Elena. Pasábamos gran parte del día juntas y hacíamos el amor dónde y cuándo nos apetecía. Mis hijos empezaron a sospechar y unos meses más tarde les conté lo sucedido desde mi época de prostituta hasta ese momento y cómo era mi relación con Alfonso y Elena. Me agradecieron lo que había hecho por ellos y se alegraron de que fuera feliz así. Como adolescentes se mostraron muy interesados en la parte sexual y pidieron participar en las sesiones. Me negué a ello y tan solo consentí en hacerlo a nivel familiar. Tuve la gran suerte de poder participar en la primera vez de ambos y enseñarles a disfrutar lo maravilloso que puede ser el sexo con amor. Pero eso es otra historia que quizá os cuente algún día.
 Las relaciones con Alfonso y Elena son maravillosas. Ellos desde entonces me pagan un sueldo muy generoso mensualmente pero me tratan como si fuéramos una pareja de tres, con mucho respeto mutuo. Hemos hecho de todo, incluyendo a muchas personas esporádicamente e incluso a veces a su enorme perro gran danés, que nos ha penetrado a los tres. También ha participado su hijo cuando algunas veces vuelve de Alemania, así como María, la sirvienta, pero lo más importante es que siempre ha sido con el consentimiento y para la satisfacción de los tres.
 Ahora, 20 años después, el sexo es un poco menos importante pero lo que nos une es el amor y los recuerdos. Hasta pronto.

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