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Categoría: Maduras

¡Que puta es mi suegra! 2 (El jacuzzi)

Habían pasado varias semanas desde el incidente de la depilación, y, aparentemente, mi futura suegra se había olvidado del asunto, -ó no quería recordarlo,- aunque, en varias ocasiones en que tuve oportunidad, le dediqué alguna pícara sonrisa, a las que ella correspondió, tímidamente también, con algún gesto amable, y unas miradas de complicidad, que parecían querer decirme:



-“No te preocupes, que no me olvido de ti”…



En mi fuero interno, sentía que lo que estaba anhelando, no estaba bien, pero mis dudas, se disipaban como el vapor, cada vez que mi querida futura suegra, me dedicaba una sonrisa, una frase amable, pues como dije, era de trato afable y cariñoso, y, esto le hacía más atractiva a mis ojos.



Pero, el tiempo pasaba, y, creyendo que mi relación con ella, no pasaría nunca a mayores, me dispuse a darla por perdida, así que, dejé de hacerle guiños y señales. De todas formas, la relación con mi novia me llenaba por completo, y no necesitaba tener más líos con nadie, para disfrutar mucho del sexo. Creo que sólo era por el hecho, de ser una relación socialmente prohibida, mal vista, claro. La atracción de lo vetado. Sólo era eso.



Cuando, una tarde, me dijo mi novia:



-Carlos, me tengo que marchar unos días con mi padre, de viaje. Le envían a un congreso de directivos de su empresa, a Sao Paulo, y puede llevar a un acompañante. Como a mi madre, no le apetece ir, voy a ir yo… son sólo tres días. ¿No te enfadarás por eso, verdad…?



Mi cerebro se puso en marcha, procesando a toda velocidad, según le llegaba la información,… un viaje,…tres días,… mi suegra, sola,… no quiere ir,…



-Pues… ¡que lástima que tu madre no quiera ir!, -dije- pero, haces bien en aprovechar la oportunidad. Sao Paulo, debe ser una ciudad estupenda… te gustará.



-Diciendo esto, mi cabeza no paraba. Que su madre no quisiera ir, era muy buena señal para mí. Hasta se me ocurría pensar, que lo hacía a propósito, con el fin de poder gozar por tres días, de una libertad absoluta, aunque ella, no vivía precisamente atada.



Mi novia, continuó:



-Tendrás que pasarte por mi casa de vez en cuando, ya sabes, con las cosas que están ocurriendo, y los robos y asaltos en viviendas particulares. No quiero ni pensar que le vaya a ocurrir algo malo a mi madre, durante nuestra ausencia.



-Por cierto, -continuó- que nos han instalado en casa un jacuzzi, ya sabes,… un capricho de mamá,… y, como es un desastre para los aparatos, me ha pedido que le hagas el favor de enseñarle el manejo, así que, sería una buena idea que en estos días, aprovecharas para instruirla sobre la puesta en marcha, y el manejo, pues creo que tú, lo sabrás hacer muy bien…. no?



-¿Que si lo sé manejar…? –pensé, mientras mi polla sufría un espasmo…



-Desde luego que sí, cariño…-dije con la voz más moderada que supe poner,- no te preocupes, déjalo de mi cuenta.



Estas noticias, eran de lo más sugerentes. O yo, me equivocaba mucho, ó mi suegra, me estaba preparando una encerrona. Pero yo, estaba algo más que dispuesto a caer como un “tonto” en sus redes…



Dos días después, yo mismo, llevaba a mi novia, y a mi futuro suegro al aeropuerto. Por el camino, mi novia me recordó el asunto del jacuzzi, y las visitas a su domicilio… ¡Como si yo pudiera olvidarlo…!. Me dijo que le había dejado mi número de teléfono a su madre, con el fin de que me pudiera localizar, en caso necesario.



Después de acompañarlos hasta que embarcaron, tomé mi coche, de regreso a la ciudad. No había llegado aún, cuando en la pantalla del teléfono, apareció una llamada entrante, desde el número de la casa de mi novia…



-¿SÍ?



-¿Carlos…?, Hola, soy Carmen.



-Hola, Carmen, ¿qué ocurre?



-¿Te dijo mi hija lo del jacuzzi….?



-Sí,… me lo dijo… ¿Qué ocurre…?



-Pues,… a ver… ¿cuando puedes venir…? Es que esto,… no lo entiendo…



¿Qué cuándo puedo…? ¡Ahora mismo voy…!



Corregí la ruta de regreso, atajando todo lo que pude… Mi polla comenzó a dar muestras de impaciencia… Ya estaba imaginando a Carmen, con aquellos pechos preciosos, y aquel culo tan apetitoso, a remojo en el jacuzzi… y a mí, operando los controles del mismo…



Arribé en pocos minutos. Carmen, me estaba esperando tras la puerta. Llevaba puesto un bikini, sobre el que se había puesto un pareo playero semitransparente, que dejaba adivinar todas las curvas de su precioso cuerpo. Le seguí hasta el jacuzzi, mientras mis ojos no perdían detalle del contoneo de su majestuoso cuerpo. Creo que se movía exageradamente, para provocar mi interés.



Llegamos al jacuzzi. Estaba en marcha, y con la carga de agua necesaria. Tomando mi brazo, hizo que me acercara al borde del mismo.



-Carlos, yo creo que no va bien,… mira,… -se agachó, para alcanzar los chorros con la mano- apenas tiene fuerza al salir el chorro…



En aquella posición, me estaba mostrando su esplendoroso culo, que debajo del pareo, se podía apreciar casi como si estuviese desnudo, pues su bikini tanga, apenas cubría un pequeño triángulo.



-Mira, no tiene fuerza…



-Mmmm…Ya veo… a ver, métete dentro, para que lo aprecies mejor…



Se quitó el pareo, y se metió, sentándose delante de los chorros. Desde arriba, pude contemplar sus preciosos pechos, apenas cubiertos por la pieza superior del bikini. Entre ellos, se podía ver un desfiladero de infarto. Mi polla, volvió a estremecerse.



-Humm,… hay que ver la posición de las boquillas… -dije, mientras metía mi mano entre su culo y los chorros- humm… sí, parece que no sale con presión… ¿Lo notas, Carmen…?



-Lo que noto, es que tienes las manos frías, Carlos… -dijo mirándome, con el dibujo de una sonrisa melosa en su cara.



Bueno, eso tiene fácil remedio… si quieres, me meto contigo, y lo probamos bien. Lo malo, es que no tengo el bañador…



-No importa…-dijo- mira,… yo me desnudaré también, para no hacerte de menos.



Me desnudé rápidamente, mientras ella se quitaba el bikini. Mi polla saltó como un muelle al bajar mi boxer.



Por unos segundos, pude contemplarla absolutamente desnuda. Allí , de pié estaba mi querida suegra, mostrándome todo su cuerpo. Su silueta, completamente desnuda, semejaba la de la diosa Venus. Unos temblorosos pechos, redondos, de mediano tamaño, perfectos, donde sus rosadas aureolas rodeaban unos pequeños, pero erectos pezones, que emitían insistentes llamadas, dirigidas a mi boca, que comenzó a hacerse agua sólo de mirarlos.



Un vientre plano, –se notaba-  muy trabajado en el gimnasio, pero de estrecha cintura, daba paso a un culo monumental, sin un ápice de grasa, liso y terso, dividido en dos cachetes imponentes e imposibles de abarcar con las manos. Por delante, su vientre, sin mostrar pliegue ni marca alguna, pasaba a ser un depilado y precioso coño, de igual color. Se notaba que tomaba el sol desnuda por completo.



¡Dios mío…! ¡Que monumento de mujer…!



Me tendió la mano, invitándome a entrar. Su mirada, era algo más que una promesa.



Entré, y me acomodé cerca de ella. Ella, se pegó a mi lado. Por debajo del nivel del agua, su mano buscó mi polla. Y la halló.



-Parece que he encontrado una manguera… -dijo con voz sensual, mientras me miraba  pícaramente.



Mis manos buscaron sus pechos…



-Pues yo he encontrado unos preciosos flotadores… -dije, siguiendo la corriente.



-Pues, quizás estén bajos de presión… dijo con picardía.



-A ver… lo comprobaré ahora mismo… contesté acercando mi boca a uno de los pezones, que ya se encontraban completamente erectos.



Comencé a mamar aquellos pechos como si me fuera la vida en ello. Sus manos sujetaban mi cabeza, y la hacían cambiar de pecho a cada pocos segundos. Mi boca, no hallaba la forma de verse totalmente colmada. Lamía con verdadero vicio y glotonería aquellos pechos. Me los hubiera comido. Ella, jadeaba y gemía ostensiblemente.



Le hice tumbarse sobre el borde del jacuzzi, con los pies dentro del agua. Le abrí las piernas. Volví a ver su sexo, aquél que me mostró por primera vez, el día de la depilación, pero ahora, lucía un color sonrosado suave. Lo abrí con mis dedos…



¡Ohhh…! Era una joya. Su color interno, sonrosado ligeramente pálido, su jugosidad, su olor… su clítoris ligeramente abultado debido a la excitación y suavemente coloreado…



-Hummm… apliqué sobre él mis labios, e, instintivamente, mi lengua se coló dentro de él. Mi nariz aspiraba el perfume de su sexo, mis papilas degustaban el sabor, de sus jugos naturales, y entonces, y sólo entonces entendí el significado de la expresión “Manjar de dioses”.



Me agarró la cabeza, y me presionó sobre él. Mi boca, mi lengua, mis dientes, compartieron la deliciosa tarea de hacerla escalar el monte del placer. Ascendía rápidamente, lo notaba en sus convulsiones, cada vez más rítmicas y enérgicas. Sí, notaba que ya estaba cerca de la cumbre, cuando mi dedo corazón, previamente ensalivado en mi boca, inició unas caricias insinuantes en su ano. Cuando sentí que se iba a correr de forma inmediata, se lo metí con decisión, hasta hacerlo desaparecer dentro de ella.



El grito que profirió, debió oírse en toda la manzana. Los espasmos que sacudieron su cuerpo, le hicieron botar sobre el borde del jacuzzi. Quedó inerme durante medio minuto, mientras yo, mantuve mi cara junto a su sexo, y mis manos quietas sobre los pezones.



Me agarró de las manos para incorporarse, y tirando hacia arriba, me hizo ponerme en pié. Mi polla emergió arrogante, cual monstruo del lago Ness, goteando agua.



Me cogió la polla, y, sin soltarla de su mano, se sentó en el borde del jacuzzi. La tomó, suavemente. Me miró a la cara, mientras con sus manos, acariciaba mi polla a lo largo de toda su longitud. Retiró hacia atrás con su mano el prepucio, y comenzó a darme con la punta de su lengua, suaves toques en el glande. Me rodeó por completo el glande con sus labios, haciendo que se estremeciera todo mi cuerpo. Me agarró por los glúteos. Tiró hacia sí, con fuerza, hasta que tuvo la polla incrustada totalmente en su boca.



-Bufffff… -resoplé levantando la cabeza, y cerrando los ojos por unos segundos. Me sentí en el paraíso. Bajé mi vista hacia ella. Ella, me miraba a la cara. A continuación, cerraba los ojos unos instantes, y dibujaba una expresión de placer total, como si tratara de degustar el mejor de los manjares.  Mamaba, succionaba, lamía, chupaba. Mis pelotas, no cabían de gozo en sus bolsas, y mi capullo alcanzaba un tamaño inusual, debido al magnífico tratamiento que estaba recibiendo de su boca, acompañando todo ello, con sonidos de placer desde el fondo de su garganta…



-¡Humm… humm,…! Exclamaba con la boca llena, mostrando su aprobación. De vez en cuando, sacaba mi polla de ella, y exhalaba un sonoro suspiro.



-¡Ahhhsss…!- Suspiraba largo y goloso. Me hacía saber, que lo estaba disfrutando,… mucho.



-¡Carmen,… por favor,… no sigas,… ó harás que me corra…!



-Córrete en mi boca, cariño… ¡Tenemos tres días para probar todos chorros del jacuzzi…!



Me imaginé los próximos tres días…



Y, con eso en la imaginación, me alcanzó un violentísimo orgasmo, que le colmó la cavidad de semen caliente, que luego ella, derramó de forma muy sensual, por las comisuras de sus labios, relamiéndolo de nuevo con su lengua.



Mientras me volvía a sentar junto a ella, en ese momento, caí en la cuenta…



Me esperaban tres largos días de mucho trabajo, con mi futura suegra. Solo deseaba que ella, continuara tan aplicada, y dispuesta a aprender,… por lo menos, como el primer día…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1684
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