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Por culpa de esa mujer y su perro

~Hace unos años atrás, cuando yo tenía como unos 18 años más o menos. Para esa época a varios de mis amigos, como para mí, Helga era una vieja, ya que más o menos vendría teniendo la edad de nuestras madres. Entre unos treinta y ocho a cuarenta y tantos años, claro que de muy buen ver, alta, de abundante cabellera rubia, de grandes ojos azules, aunque de cara y cuerpo algo regordeta, pero con llamativas nalgas y grandes tetas. Siempre llegaba al mercado del pueblo a realizar sus compras, en su viejo VW, acompañada de ese gran perro pastor alemán, que metía miedo por su porte. Helga hablaba español, y se hacía entender con facilidad, a pesar de su fuerte acento alemán.

Tanto habíamos escuchado sobre ese chisme, que una calurosa noche de verano, el gordo Raúl, el negro Domingo y quien les cuenta Felipe, decidimos ver si eso era cierto. Por lo que nos encaminamos por una vereda en la montaña, hasta un punto cercano a su casa. Después de caminar por espacio de más de una hora, cuando llegamos serían más o menos entre las veinte y las veintiuna horas, y a pesar de que ya había anochecido aun hacía un calor insoportable. La casa era la primera vez que la llegaba a ver tan de cerca, más bien es chalet, pero en su parte trasera tiene un pequeño balcón y en lugar de una pared tiene un inmenso ventanal de vidrio que corre de pared a pared y del piso al techo.

No lo sabíamos pero ella no se encontraba en su casa, así que cuando no vimos el VW, estuvimos a punto de regresarnos, cuando escuchamos su coche llegar. De inmediato nos agazapamos, tras unos matorrales, a menos de veinte metros de la casa. El perro quizás nos sintió y se puso a ladrar, hasta que ella diciéndole algo en su idioma, le llamó a su lado y de inmediato entraron a la casa. La rubia al prender la luz, pudimos ver desde donde nos encontrábamos escondidos, que se podía ver claramente y con facilidad todo lo que sucediera en la casa.

La mujer pasó un buen rato caminando de aquí para allá, guardando la compra, mientras que el perro se encontraba echado en un rincón de la sala. Después de eso ella subió al segundo piso del chalet y al igual que sucedía en la sala, se podía ver todo con gran claridad, debido a que el ventanal también era parte de su habitación. De momento se comenzó a quitar toda la ropa que tenía puesta, y por lo menos yo supuse que se daría un baño. Pero no fue así, al quedar completamente desnuda, bajó a la sala y de inmediato el perro se levantó de su sitio, y entre ella y su perro comenzaron como a jugar, la rubia alemana corría completamente desnuda de un lado a otro dentro de la casa, y su perro la seguía bien pegado a ella dando saltos y moviendo su cola, al mismo tiempo que se encontraba como tratando de olisquear el rubio coño de su ama.

Ya en esos momentos mis amigos y yo, estábamos con la boca abierta, viendo a esa mujerona corriendo desnuda de una lado a otro, sus grandes tetas se bamboleaban y saltaban de lado a lado, mientras que cuando nos daba la espalda o se ponía de lado, podíamos ver claramente como se movían todas las carnes de sus nalgas. Los tres estábamos entusiasmados observándolos tanto a ella como a su perro, cuando de momento ella se dejó caer en un sofá, abrió sus largas piernas y sin pérdida de tiempo su perro dirigió su hocico al peludo y rubio coño de ella y por lo visto después de olisquearlo detenidamente, comenzó a lamerlo insistentemente. Mis amigos y yo nos vimos y de inmediato comenzamos hacer comentarios. Mira que sucia la tipa esa dejar que el perro le lama el coño, dijo el gordo. Mientras que Domingo y yo simplemente dijimos al mismo tiempo que sí, que era una sucia. Desde donde estábamos podíamos ver claramente que ella disfrutaba bastante de las lamidas que le daba su perro dentro de su coño, cosa que continuaron haciendo por un buen rato, mientras que nosotros tres, sin perdernos detalle de lo que sucedía dentro de la casa, nos pusimos a masturbarnos.

Pero era tanto el calor que hacía esa noche, que a medida que nos estábamos jalando tremenda puñeta, para estar algo más cómodos, nos quitamos toda la ropa, hasta quedar desnudos. Al fin y al cabo los tres nos encontrábamos ocultos y el sitio era tan retirado, que difícilmente alguna otra persona pasaría por ese lugar a esa hora. A medida que seguíamos viendo, como la rubia disfrutaba de lo que su perro le hacía. Ella se bajó del sofá y agarrando a su perro por uno de sus costados, lo obligó a que se recostase a su lado, y fue cuando aun mas sorprendidos vimos como ella se dedicó a pasar su lengua por sobre la verga de su animal, para inmediatamente después dedicarse a mamárselo. Yo estaba tan entusiasmado viendo como ella le hacía eso a su perro, que hasta envidia me dio el condenado animal, por lo que no me daba cuenta de lo que pasaba a mí alrededor.

Por primera vez en mi vida, que aparte de que veía a una mujer de verdad, que no se trataba de una foto o un video, completamente desnuda, para colmo también veía como un perro le lamía el coño, mientras que ella ocasionalmente le chupaba su rosada punta. Pero después de un corto rato, de ellos dos estar haciendo eso, la mujer se puso en cuatro patas, y después de que su perro nuevamente volvió a olisquear su peludo coño, como si ya supiera que hacer, de inmediato se le trepó encima, como si ella fuera una perra. Yo no lo podía creer, aunque lo estaba viendo, mis amigos al igual que yo se quedaron en silencio, observando cómo tanto el perro ella comenzaban a mover sus cuerpos. Era bien claro que se la estaba clavando, casi podíamos ver cómo le entraba y salía la puntiaguda y rosada verga del coño de la alemana, mientras que ella aparte de mover sus caderas, gritaba quien sabe que cosas en su idioma.

Lo cierto era que mis amigos y yo nos encontrábamos tremendamente excitado. Por lo que cuando ellos dos me comenzaron a agarrar, ni atención les puse, hasta que de momento me di cuenta de que el negro Domingo se encontraba tras de mí, tomándome por las caderas y tratando de empujar su verga entre mis sudadas nalgas. Por su parte el gordo me había puesto su verga en mi otra mano, mientras que yo continuaba masturbándome. En mi vida tampoco me había pasado nada igual antes, pero estaba tan y tan excitado, al ver a esa mujer dejarse penetrar por su perro, el ver la manera en que ella se movía, y aunque no entendía las cosas que ella le decía a gritos a su perro, no me importó lo que estaba a punto de sucederme. O mejor dicho, más bien era tanta mi excitación, que al sentir la dura y caliente verga de Domingo contra el hueco de mi culo, desee intensamente que continuase, al tiempo que con una mano había comenzado a masturbar al gordo, al tiempo que yo sin quitar los ojos de la rubia y su perro, me masturbaba a la vez.

Cuando Domingo apretándome con toda su fuerza contra su cuerpo, finalmente me penetró con toda con su verga, sentí un gran dolor por todo mi culo, ya que me lo ha metido todo y de una sola vez, hasta que su cuerpo y el mío estuvieron bien unidos. Por un rato tanto él como yo nos quedamos quietos, yo por mi parte soportando ese gran dolor, y él quien sabe por qué. El gordo fue quien de momento me dijo, sigue haciéndome la paja Felipe, que se siente bien rico, sus palabras me volvieron a la realidad, abrí los ojos y volví a ver tras el ventanal, a la rubia y su perro que continuaban moviéndose salvajemente. Por unos instantes me pregunté a mi mismo que era lo que pasaba, pero sentir la verga de domingo dentro de mí, y al ver el miembro del gordo entre mis dedos, como si fuera la cosa más natural del mundo, comencé a mover mis nalgas, al tiempo que seguí masturbando al gordo.

El seguir viendo como la alemana, como continuaba moviéndose, y su perro tras ella empujaba aceleradamente su verga dentro del coño de ella, me calentó mucho más todavía, y sin detenerme a pensar en las consecuencias de lo que estaba haciendo, atraje la verga del gordo hacía mi propia boca, sin demora alguna me puse a mamársela. Domingo continuaba clavándome sabrosamente, sus manos acariciaban insistentemente mis nalgas, y su boca me mordisqueaba la nuca produciendo en mí una mayor excitación y placer, mientras que yo moviendo mis caderas y apretando y soltando mi esfínter disfrutaba de todo eso. El gordo en cierto momento retiró su verga de mi boca, diciéndome que él también deseaba darme por el culo, a lo que Domingo le respondió. Espera, que estoy a punto de venirme y quiero que Felipe me haga venir con su boca cuando me lo mame. Yo en medio de ellos, no pensaba en otra cosa que no fuera en seguir viendo a la alemana y su perro y seguir disfrutando de lo que ellos dos me continuasen dando sabrosamente por el culo, así que cuando apenas Domingo sacó su verga, de inmediato, yo di vuelta quedando mis nalgas frente a el gordo quien sin demora me clavó, al tiempo que yo tomaba la verga de Domingo entre mis dedos y me la introducía dentro de mi boca, sin escrúpulo alguno.


Cuando volví a voltear hacía donde estaba la alemana con su perro, lo vi que se bajaba pero en lugar de marcharse o hacer otra cosa, se quedó pegado a ella, fue cuando me di cuenta de que el perro no había sacado su verga del coño de ella, y me acordé haber visto en casa como mi perro después de que terminó con una perra de la calle, se quedaron así por largo rato, hasta que finalmente se separaron. Los fuertes empujones que me dio el gordo, cuando me comenzó a enterrar su verga, hicieron que sintiera como sus bolas chocaban contra las mías repetidas veces. Al igual que el negro, el gordo me acariciaba insistentemente mis nalgas, y con su boca me mordisqueaba la nuca y mis orejas, produciéndome también una mayor excitación y placer. Yo por mi parte no había dejado de masturbarme, al punto que en cierto momento me corrí entre mis dedos, sin dejar de mover mi culo y chupar la verga del negro.


Después de un corto rato, tras yo venirme, Domingo regó gran parte de su leche sobre mi rostro y mi boca, la que yo no sé por qué me provocó tragármela, y seguir chupando su verga hasta que ya no le quedó rastro alguno. Casi de inmediato el gordo me apretó con mayor fuerza contra su cuerpo, sus movimientos se hicieron más lentos hasta que finalmente dejó de moverse. Yo quedé tirado sobre la tierra, sin dejar de ver hacía la casa de la alemana, el gordo y Domingo se pusieron su ropa, y sin decirme una sola palabra se marcharon. Quedé solo, desnudo sobre la tierra, con mi culo bien abierto y algo adolorido, pero extremadamente satisfecho. Hasta que después de que vi que la mujer y el perro se separaron y ella salió al frente de la casa, pero dejando a su perro dentro, luego tomó la manguera con que riega el jardín, y dirigiendo el pistero contra su coño, comenzó a lavárselo para después seguir dándose un baño a la luz de la luna. Vi como repetidas veces se clavó el pistero de la manguera, se lavó insistentemente su coño, como se agachaba con sus piernas separadas, para poder expulsar lo que su perro le había dejado dentro de su cuerpo, hasta que después que terminó entró a la casa, apagó las luces de la sala y se metió al baño.
Yo en esos momentos me puse a pensar, en todo lo que había pasado entre mis amigos y yo, la verdad es que lo que me hicieron me gustó, pero no me consideraba a mi mismo maricón por eso. Pensé que todo había pasado por lo excitado que nos encontrábamos los tres. Aunque después de que expulsé lo que el gordo me dejó dentro de mi culo, me pregunté a mi mismo, como fue posible que me tragase la leche de Domingo. Con mi culo abierto como la entrada de un túnel, me limpié con mi propio interior, me puse el resto de mi ropa y me encaminé al pueblo. Soñando despierto, por todo el camino con lo que había pasado.


Al día siguiente cuando ya en la noche, me encontré al gordo y al negrito Domingo, ninguno de los dos tocó el tema, ni yo tampoco. Nos tomamos unas cervezas, que Domingo porque aparentaba ser el mayor pudo comprar, y fue cuando les comenté si no querían volver a ir a ver a la alemana. Sus rostros se iluminaron de alegría, y de inmediato nos encaminamos en dirección de la casa de ella. Ya estábamos por llegar, cuando vimos que su auto venía en dirección contraria, se nos pasó por alto que los domingos en la noche, regresaba a la ciudad. Así que aunque la vimos irse, continuamos caminando en dirección a la vereda que nos llevaba hasta donde habíamos estado el día anterior. Fue cuando ya entramos en la espesura del bosque cuando Domingo me preguntó. ¿Lo de anoche te gustó verdad? De inmediato me puse a la defensiva y le dije. ¿Por qué lo dices? A lo que él me respondió. Bueno por la forma en que te dejaste hacer de todo, sin chistar. Además movías tu culo de una manera tan sabrosa, que dudo mucho que no te haya gustado todo eso.

Por el camino seguimos hablando de lo sucedido, mientras continuábamos tomándonos las cervezas, hasta que llegamos a un lugar que se encontraba más retirado que la casa de la alemana. Ya serían como las veinte horas más o menos, cuando nos sentamos para seguir bebiendo y hablando de todo lo sucedido. Hasta que Domingo me preguntó de manera directa nuevamente. ¿No te gustaría que te lo hiciéramos otra vez? A lo que le respondí sin tan siquiera pensarlo, dije que sí. Al tiempo que comencé a desnudarme completamente. Durante los siguientes semanas, Domingo, el gordo y yo, nos adentrábamos en el bosque, con la excusa de ver a la alemana, para que ellos dos me pudieran comer el culo. Posteriormente dos amigos de Domingo, que de paso yo no conocía, se sumaron al grupo, al supuestamente descubrir que el gordo y Domingo me daban por el culo. Bueno eso me llevó a que eventualmente, comencé a dejar que otros chicos del pueblo también me clavasen su verga, o yo me pusiera a cabecear sabrosamente mientras mamaba sus vergas. Prácticamente era un secreto a voces en el pueblo, y al parecer los únicos que no se habían enterado eran mis padres.

Datos del Relato
  • Categoría: Zoofilia
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
invitado
invitado-invitado 15-10-2015 20:11:45

Quesuerte tienes muchacho,llevame tambien contigo y tus amigos a ver a la alemana y de paso te ayudo con ellos

Arnold
invitado-Arnold 28-09-2015 22:01:26

Rico tu relato gozador, podrías invitar

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