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Categoría: Maduras

Pillado por la sirvienta

Esta historia que os cuento, no es real, (a diferencia de la otra que os conté), solo es una fantasía que siempre me ha excitado... Vamos allá.



Esto pasó cuando tenía 18 años, y vivía en casa de mis padres. En mi casa somos 4 hermanos, 2 chicas y 2 chicos, sin embargo, cuando ocurrió esto solo vivíamos en mi casa mis padres y mi hermana, que tenia unos 14 años entonces. Mis otros hermanos ya se habían independizado. A pesar de ya ser menos, vivíamos en una casa bastante grande, y soleada, un buen piso, ya que aunque no somos millonarios, si somos gente de cierto poder adquisitivo. Tal como se entra dispone de un gran pasillo que va repartiendo hacia las distintas estancias, quedando algunas de ellas vacías, habitaciones que antes las habían ocupado mis otros hermanos. Por tanto yo disponía de mi propia y espaciosa habitación, llena de las típicas tonterías que los jóvenes colgamos, de nuestros grupos musicales, o fotos de nuestros amigos.



En mi casa, son muy religiosos y conservadores, de hecho mi padre es militante del PP desde hace bastante tiempo, y fue un adepto al antiguo régimen de Franco, si bien nunca se ha dedicado a la politica. Sin embargo no han inculcado mucho la idea de la moral, de las buenas maneras, de la educación, pero también de un sexo represivo, en un ambiente muchas veces agobiante. Me explico, en mi casa no se habla de sexo, y si hay alguna película un tanto fuerte, y fuerte es simplemente que salga una teta, no es que la quiten, pero se nota cierto malestar en las caras, muchísimo mas si mi hermana pequeña esta presente, en definitiva, que de sexo a mi edad sabia bastante poco, a excepción claro esta de las películas porno, o de alguna revista que compartíamos entre algunos amigos. De hecho, ese material pornográfico, se volvía como una especie de mercancía ilegal, que por la cuenta que nos traía, no debía ser vista por la gestapo familiar, ni mía, ni de la de mis amigos, que eran de la misma estirpe social. Dentro de esa gestapo, había también colaboracionistas, en este caso mi hermana, la cual a pesar de mis muchos cuidados en guardar estas revistas, ella las pillo mas de una vez, y tras ojearlas con desprecio, me decía que “se lo iba a decir a mama”, y con esa cantinela, me chantajeaba más de una vez. Yo compraba su silencio, guardando alguno de sus secretos, como podían ser lo que escribía en sus diarios, aunque solo eran tonterías, o decir que estaba en casa de una amiga si mi madre preguntaba por ella, cuando sabia que ella estaba en casa de su otra amiga que mi madre no podía soportar.



Así más o menos transcurría mi vida con mis otros 3 parientes.... aunque, existía otro mas. Paula.



Paula era la asistenta, era una chica de unos 29 años. Llevaba con nosotros unos 2 años. Era una chica reservada, de pueblo, pero sin llegar a ser cateta, venia todos los de lunes a viernes a echar una mano en casa, dedicándose a las tareas del hogar, ya sabéis, planchar, hacer la comida y las compras. Como os dije era muy reservada, pero solo en casa. Alguna vez la acompañe a la compra y era totalmente distinta, muy alegre, se conocía a todos los tenderos del mercado y con todos bromeaba, también allí descubrí que era mal hablada, aunque nunca llegando a ser obscena. Sin embargo en casa, era muy reservada y seria. También muy educada y prudente, quizás porque en el pueblo le habían enseñado que si dedicaba a esto, tenia que hacer como decía aquella película, "oír, ver y callar". Tenia una costumbre que me fastidiaba mucho, y era que al igual que mi hermana, (a lo mejor, mi hermana lo aprendió de ella), tenia siempre la manía, de decir si algo no le gustaba de mi, "se lo voy a decir a tu madre", ya fuera si no me había hecho la cama, o no había estudiado. Eso me repateaba, porque entre la culpa que ya mis padres me habían inculcado, mas los chantajes de mi hermana, lo único que me faltaba era que también ella se aprovechara de esa debilidad mía llamada culpa.



Físicamente, era de estatura media, grandes ojos negros, pelo recogido. Delgada, de pecho medio, y para mi gusto ni guapa ni fea, del montón podría decirse. Si tenía un parecido, según mi madre, a Ana Belén, esa cantante “roja”, como decía ella, cuando no recordaba su nombre, aunque yo no se lo veía. Se que suena clasista lo que voy a decir, pero no me fije excesivamente en ella, porque era, como inferior a mi. Si físicamente era atractiva, pero era como de casta inferior. Paula, en casa tenia que llevar el trajecito típico de sirvienta, pero un modelo mas actual, llevar medias, o pantys, vestido negro y una pequeña cofia, que no siempre llevaba, a pesar de las protestas de mi madre y de mi padre. Cuando salía fuera, se ponía ropa mas “normal” .Todo cambio, según mis hormonas iban tomando el poder. Una vez recuerdo, que llego ella, y se metió en su cuarto a cambiarse, pero dejo la puerta entreabierta, yo pase por el pasillo y mire hacia dentro y vi como se estaba cambiando de ropa, solo la vi, con unos pantys, y bajo ellos unas braguitas blancas, y su torso desnudo, aunque no llegue a verle sus pechos, ya que estaba de espaldas. Ella me vio por el espejo, y me dijo..



¡¡¡¡que haces... !!! Con voz malhumorada.



Y yo salí disparado. Aquella visión me sirvió para hacerme al menos 10 pajas, ya que mi necesidad era mucha y no tenía una novia que me desahogara. Recuerdo también que a raíz de aquello, alguna vez entraba furtivamente en su cuarto, y tocaba sus prendas cuando ella no estaba. Mas de una vez, recogí su ropa interior que dejaba en el cesto, hasta que el día siguiente hiciera la colada, y la olía, embriagándome del olor de su sexo impregnado en sus bragas, esa mezcla de sus fluidos y de restos de orina, me excitaba muchísimo, tanto, que al final siempre acaba por extenderlas sobre mi cama, y frotar mi sexo contra ellas hasta correrrme sobre ellas. Luego las limpiaba y las volvía a llevar al cesto de la ropa sucia, y todo ello siempre con el miedo a que ella algún día se diera cuenta. Este es el miedo que asusta, y a la vez excita, y que es una gran fuente de placer.



Lo que sucedió en esta historia, fue que un día, era un jueves de verano recuerdo, yo acaba de levantarme de la siesta, ya que la noche anterior había salido y vuelto tarde. Mis padres habían salido, y se habían llevado a mi hermana para comprarle ropa en el corte ingles. Me levante y tras merendar le pregunte a Paula que iba a hacer.  Me dijo que tenía que salir a comprar, y yo asentí con indiferencia.



Me fui a la ducha, y me tome mi tiempo en ella, saliendo muy relajado. Al salir, vi mi cuerpo desnudo frente al espejo. El agua caliente me había hecho que mi sexo se hinchara, y aunque estaba flácida, la tenía morcillona. Me excito verme a mi mismo, y ver mi cuerpo desnudo mientras me secaba. No es que fuera un adonis, pero soy alto, y a esa edad hacia deporte, por lo cual estaba bastante bien físicamente, siendo un chico, por que no decirlo, bastante guapo, moreno, de cabello largo, pero siempre muy bien peinado. Me cuidaba, vestía bien, siempre primeras marcas, que me compraba mi madre en el corte ingles. Y comencé ha hacer posturitas, meter el vientre, sacar pecho… tensar mis músculos, magrear mi sexo frente al espejo, y mi propia visión hizo que me excitara.



Me puse la toalla y salí a mi cuarto. Me tumbe en la cama, y aproveche que estaba solo y que no iba a venir nadie, para poner una película porno, en el DVD. Me deshice de la toalla y totalmente desnudo le di al play. Al instante apareció una chica masturbándose, mientras otra se la chupaba a otro actor. Siempre me han parecido muy burdas las películas de este genero, pero lo único que necesitaba era un poco más de estimulación. Veía como la chica se tocaba, y gemía, y el sonido de su gemido, fue lo que realmente me excito, por lo que empecé a menearmela, lentamente, mientras volvía a ver la misma película por 3º vez. Me gustaba sentir mi polla en mi mano, y notar como se iba haciendo cada vez más gorda y dura. Lo hacia lento, no tenia prisa, y la agitaba con un ritmo pausado, mientras me acariciaba yo mismo los testículos. Me gustaba pasarme la palma de la mano sobre mis genitales, como si amasara pan, frotándome e imaginándome que la chica que gemía en la pantalla era la que me hacia esto. Use un poco de aceite johnson, y me lo eche en mi la punta de mi polla, lo cual facilitaba que el prepucio se retrajera, dejando mi glande hinchado, rojo y brillante al exterior.



Me estaba extasiando esa sensación de autoplacer cuando escuche pasos por el pasillo, y cuando mire, vi que el manubrio de la puerta  descendía hacia abajo. En esos momentos, los segundos se hacen eternos, pero el pánico te impide reaccionar. No sabia que hacer…. Si apagar el video o cubrirme, y al final no hice ni lo uno ni lo otro. Paula acababa de abrir la puerta y estaba delante mía, tan sorprendida o más que yo




  • ¿Que estas haciendo? Me dijo con voz imperativa, y mientras lo hacia, de la televisión solo salían gemidos haciendo mas ridícula la escena

  • ¿Que estas haciendo, niño malo? 



Repitió, y esta vez la voz se la notaba aun mas enfadada. Me dolió mucho eso de “niño malo”, ya que yo ya no era un niño que ella podía manejar, pero no reaccione. Mi cuerpo se quedo paralizado, me sentía ridículo frente a ella, con su vestido negro, su cofia, sus bajos tacones, y yo allí con la polla tiesa, retumbado en la cama, y sin nada con que taparme. Mi respiración se corto, y mi musculatura se vino abajo, perdiendo todo el tono muscular, tan rápido, como mi polla se iba volviendo más flácida, imagino que esas son las consecuencias de la bajada de tensión.



Miro a la televisión y se quedo unos segundos viéndola, mientras se veía como una chica se la mamaba al actor y la otra se acercaba a el por detrás.




  • ¿A esto te dedicas cuando yo me voy?

  • ¿A tocarte la pichita? Me dijo, aunque esta vez se le noto una ligera sonrisa se superioridad.



¿Que hacia yo? Como salir de esa situación, pero no había escape, no había nada que pudiera decir que me sacara de aquel lío. Tan asustado estaba y tan inmóvil, que ni intente taparme con la almohada mis vergüenzas.




  • Se lo voy a decir a tu madre, ya veras que si…  pero esta vez la sonrisa maliciosa se hizo mas evidente, pero yo no era capaz de anticipar su significado.



Me seguía mirando, sonriendo, abusando de su superioridad, haciéndome sentir totalmente vulnerable en mi desnudez, y ella fuerte bajo el blindaje de su ropa. Lo continuo haciendo durante unos segundos que a mi me parecieron horas.




  • ¿Quieres que te la acabe yo? Me dijo, mientras su cara se ponía roja, quizás de vergüenza, quizás de la reacción emocional.



Yo no dije nada, tampoco hacia falta que lo hiciera,  ella se acerco a mí despacio, y antes de llegar a la cama, se quito los zapatos, tumbándose luego a mi lado.




  • Apaga eso, dijo señalándome la televisión, ya no te va hacer falta.



Yo inmediatamente apague la televisión olvidándome de darle al stop del DVD. Se acerco a mí, y comenzó a besarme la boca despacio, mientras se reía. Tenía la sensación que todo aquello estaba siendo un juego divertido para ella, pero dudaba si era su forma de entregarse o de manejar la situación. Mientras me besaba, me iba tocando el pecho con sus manos calientes, aunque no tanto como su rostro. Su cara estaba muy caliente, y su boca mas aun. Sus besos eran largos, y pausados, y la humedad de su boca me emborrachaba de ella. La sensación de estar desnudo a su lado, mientras ella estaba aun vestida, me excito como creo que nunca mas he estado excitado. Esa sensación de vulnerabilidad me sobrecogía, y notar como su pierna, se enlazaba con la mía, sintiendo el fino y áspero tejido del panty sobre mi pierna, y como los pliegues de su falda rozaban en cada movimiento mi polla,  que ya estaba de nuevo medio empalmada, o como su pecho cubierto se refregaba contra el mio, me hacia tomar mas conciencia de mi desnudez frente a ella.



Paso su mano por todo mi cuerpo, mientras yo la empujaba contra mí, agarrandola con fuerza por las nalgas,  para notar aun más su peso contra mi cuerpo. Notaba sus piernas nerviosas, y como su musculatura se tensaba cuando la cogía por el cuello para besarla con más frenesí. Su mano se aposento sobre mi polla agarrándola suavemente, notando como se inflamaba entre sus dedos. Miro hacia abajo para asegurarse de lo que hacia y luego me  miro a mis ojos y emitió una risa dulce, dando a entender que sabia lo que estaba haciendo.



Empezó a menearmela, mientras su boca me besaba, no decía nada, solo se dejaba besar, y eso hacia yo… besarla besarla y besarla. No deje un trozo de su cuello, de su nuca, de su rostro, que no lo hubieran saboreado mis boca y mi lengua. Note como al meter mi lengua en su oreja, eso le producía, una convulsión de su cuerpo, y un jadeo silencioso, en un acto ambivalente, de desear que siguiera haciéndolo, y de desear que parara. Y mientras lo hacia, notaba como su mano me apretaba con mas o menos fuerza a mi sexo, como si esto me sirviera de indicativo de si debía o no aumentar mi frenesí hacia ella.



Le levante el vestido, y metí mi mano bajo el. Al hacerlo, el olor de su intimidad me emborracho, trayéndome a la mente, las veces que le había olido sus braguitas, aunque seguramente todo eso era mas producto de mi imaginación, que realidad, ya que su cuerpo aun estaba lejos de mi, bajo el  panty, y sus bragas, aunque realmente, mientras tocaba sus nalgas por encima del panty, no era capaz de sentir bajo ellas su ropa interior. Me gustaba esa sensación de meter mis dedos bajo el panty, a la altura de su vientre, y notando el pliegue elástico, en esa sensación parecida a de un funambulista que esta sobre la cuerda floja, y puede caer a un lado u otro. Notaba bajo la yema de mis dedos, su vientre, suave y terso, disfrutando de la temperatura que su cuerpo irradiaba, mientras en la habitación comenzaba haber una mezcla de olor a hembra y a macho.



Mientras ella me besaba, se alejo un poco, bajando un poco su escote, arrancando uno de sus pechos al sujetador, y comenzando a rozarlo contra mí. Era capaz de sentir, la frialdad de su pecho, respecto al resto de su cuerpo, y la textura de su pezón contra mí. Ella seguía tocando mi sexo, y besándome, aunque ahora refregaba la palma de su mano abierta sobre mi sexo, como cuando un niño juega con plastilina intentando mezclar los colores de esta. Mi mano se coloco entre sus piernas, por encima de sus pantys, notando la textura de su sexo en la punta de mis dedos, y bajando mas abajo, hasta alcanzar la zona prohibida, notaba la hendidura de la entrada de su vagina, y mientras lo hacia, veía como se mordía el labio, y como su respiración se hacia mas intensa. La sensación al tocarla me resultaba novedosa, nunca había llegado a tocar a una chica ahí, todo lo mas, algún que otro beso con lengua, y aunque lo estaba haciendo por encima de sus panty, la sensación era totalmente nueva y excitante para mi.



Sigue tocándome, sigue, me dijo, aunque con un tono tan bajo que me costaba escucharla.



Mis dedos empezaron a masajearle su sexo, sin mucha maestría, intentando hacer, lo que recordaba de las películas, pero ella me copio la mano, y empezó a guiarme, haciendo que mis dedos pasaran por los pliegues de su sexo, haciendo un movimiento de rotación, y oscilante, como el pequeño masaje, que uno mismo se hace tras recibir un golpe en el antebrazo. Mientras lo hacia notaba como la humedad iba impregnando sus pantys, y como una mancha de humedad se iba destacando en el tejido, mancha que por otra parte hacia que la fragancia de su deseo se hiciera mas patente, ya que el olor de su flujo, se hizo mas intenso. Su olor, me recordaba al cava catalán, era un olor acre, seco, y persistente, que hacia que tal vez todo mi sistema hormonal, se empleara a fondo, notando en mis oídos, los golpes de mi sangre circulando por las venas.



Cómemelo, fue su siguiente frase.



He de reconocer que no me gusta el porno en la actualidad, me parece un genero falto de imaginación, pero he decir a su favor, que muchas cosas que se, se las debo a el. Cuando dijo  “cómemelo”, supe inmediatamente que hacer, porque esa frase la había escuchado en mas de una película, así que me arrodille frente a ella, mientras ella permanecía en la cama, y empecé a tirar de sus pantys, al hacerlo me di cuenta de que no llevaba ropa interior, solo el panty, y la visión de su sexo, bajo el brillo del tejido del panty, ese tejido que deforma la imagen, pero permite ver una mezcla de lo que realmente uno ve, y lo que uno anticipa. Así que anticipe, su vello cúbico, recortado chapuceramente en el monte de Venus, convertido en una amalgama de pelos desordenados, con una forma casi como de triangulo, y como siguiendo bajando aparecía su sexo, afeitado hacia unos cuantos días, pero igualmente hermoso de ver. Mientras lo hacia, y bajaba mas su ropa empecé a notar que su mirada se iba al techo de la habitación, y sus ojos se movían rápidamente como buscando algo. Ahora ella, se estaba sintiendo vulnerable, y eso que aun conservaba su vestido, mientras su cofia, del ajetreo, había desaparecido, junto a su perfecto peinado. Vulnerable de sentir su sexo tan cerca de mi boca, cómo queriendo y sin querer, se iba despojando de todas sus defensas, mostrándose, a un chico de 17 años, su hermosa raja, abierta, caliente, y húmeda, como antes lo había estado su boca. Y como antes la bese, ahora empecé a besar su coño, pasando mi lengua por cada uno de sus pliegues, rodeando sus labios, con mis labios, besando sus ingles, notando el picor de su vello, que ya había crecido, haciéndome cosquillas en mi rostro y llenando mi cara de su humedad, y de su olor. Mientras lo hacia, notaba como sus manos se agarraban a las sabanas, como quien se agarra a la vida antes de perderla. Ahí estaba yo, comiéndole su sexo, mientras veía como se abría de piernas para mí, con sus dos hermosos muslos formando un vértice, que parecía indicar el camino a seguir.



Me levante del suelo, y entonces fui consciente de que había estado arrodillado frente a ella, y se me paso por mi católica cabeza, que no hay nada mejor que arrodillarse frente a una mujer abierta de piernas y con su sexo abierto. Me sentí ofuscado por ese pensamiento blasfemo, pero inmediatamente lo olvide cuando la mire y la escuche decir;



Ven aquí,



Aunque no especifico donde, yo intuí que quería que entrara dentro de ella, así que con mi polla totalmente inflamada, me puse frente a ella, separando un poco más sus piernas, y comencé a perder mi virginidad. Mientras lo hacia, la mire, y tenia la cara desencajada, en ese momento no lo pensé, pero quizás ella se daba cuenta del peligro que corríamos sin usar protección. Yo, idiota de mi,  pensé que la tenia muy grande y le dolía…. Infeliz. Así que empecé a penetrarla con más cuidado, para que no sintiera un dolor que no existía, notando como mi polla la trinchaba. Ella volvió a insistir



Cuidado…lo cual me hizo reafirmar la idea de que mi miembro era muy grande para ella



Lo intentare más despacio, no sabia que la tuviera tan grande;  dije, a lo cual ella no contesto, solo miro hacia un lado, y se mordió su puño, pensando imagino, lo idiota que yo era.



Empecé a empujar hacia adentro, mientras la oía gemir. Sus gemidos, junto a los míos, hicieron que me excitara mucho más de lo que estaba. Notaba el roce de las paredes de su vagina, sobre mi glande, así como la sensación de penetrarla desde arriba, en la postura del misionero, sintiendo el calor de su entrepierna frente a mi pubis y como mis testículos, golpeaban sus nalgas rítmicamente. Notaba perfectamente como su pubis, amortiguaba las embestidas de mis79 Kg. llenos de fuerza. Veía su cara, con una mezcla de preocupación y a la vez de placer.



Ten cuidado repetía una y otra vez, siendo yo ajeno de saber que quería decirme.



Note como en mi vientre una fuerza enorme, empujaba por salir y como un escalofrío recorría toda mi columna. Mi espalda se arqueo, estirándome hacia atrás, y mi culo se apretó aun más, para hacer que saliera con más fuerza mí leche, ella se dio cuenta de esos cambios en mí y grito



¡¡¡¡¡cuidado.. cuidado!!!!!



Salí inmediatamente de sus entrañas, y regué con mi lechoso semen, su pubis recortado, su caliente vientre, y sus hermosos muslos. La bañe con el, mientras ella seguía con una cara de preocupación, que en aquel momento poco me importaba. Solo me importaba mi propio placer, y de sentir cada una de las convulsiones que cada eyaculación me provocaba.



¿Te has corrido todo fuera verdad? Imploro, con una voz grave, y asustada.



Si, claro que si,  conteste, molesto, por lo poco romántico del comentario. Hubiera preferido que se abrazara, o que me besara, o me agasajara diciéndome lo buen amante que era…. Pero no… solo me pregunto eso.



Se levanto inmediatamente, y se fue al baño, tapando su desnudez bajando el vestido.



Yo me quede aun saboreando el placer que me había proporcionado, pero empezando a sentir que algo malo estaba comenzando a pasar.



Vino del baño, y volvió a preguntarme lo mismo



¿Seguro que no te has corrido dentro, verdad? Esta vez, parecía mas enfadada que asustada.



No seguro, que te pasa……



Lo que le pasaba es que estaba asustada, muerta de miedo, miedo a quedarse embrazada como le había pasado su madre, miedo a perder su trabajo, culpable por habérsele ido de las manos este juego, angustiada por haberlo hecho con un niño 12 años mas joven que ella, que ni tan siquiera fue capaz de darse cuenta de la angustia que ella estaba pasando mientras lo hacían y un largo etc, que yo como hombre no era capaz de valorar.



Tras esto, estuvo con nosotros una semana más. Se despidió, porque según dijo, le había salido un trabajo en una fábrica, en la que le pagaban mejor, aunque se iba muy agradecida de nuestra casa. Todo esto se lo dijo a mis padres y a mi hermana, porque de mi no se despidió, ya que todo esto lo comento cuando yo no estaba en casa. Le dijo a mi madre que ya se había despedido de mí antes, ante la insistencia de mi madre que se estuviéramos todos juntos en ese momento



Aun hoy, sigo teniendo ese mal sabor de boca de lo que ocurrio.


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