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Categoría: Masturbación

Perlas de placer

Por: Horny y Vudu Blanco

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Nota al lector: Este relato hace parte de un grupo de relatos escritos gracias a la especial colaboración del autor Vudu Blanco quien con su gran ingenio me ha llevado a disfrutar de la autosatisfacción de una manera que nunca imaginé. Sin su ayuda no solo nunca hubiera llevado a cabo las pruebas, tampoco habría podido escribir estos relatos.

"Perlas de placer" también puede leerse como un relato independiente pero por si te interesa los demás relatos de la colección son: "Explorando mis orificios", "Doble placer" y "Leche y chocolate". Este capítulo va dedicado a todos lo que me pidieron seguir con las suaves pruebas de sumisión sugeridas por Vudu Blanco y por supuesto está dedicado a él.

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Durante varios meses no hablé con Vudu Blanco, mas exactamente durante el verano en el hemisferio donde él vive pues salió de viaje. Por suerte antes de irse me dejó un correo donde me pedía hacer una prueba que por mucho tiempo estuve esperando, la de las perlas, y aunque este correo no reemplazaba sus frecuentes y agradables mensajes si los compensaba un poco.

Pensé que al recibir las indicaciones de la prueba iba a abalanzarme como loca a llevarla a cabo pero no fue así, dejé pasar mucho tiempo, hasta hace pocas semanas pero no porque la hubiera olvidado sino esperando el momento indicado, ese momento especial en que pudiera estar a gusto haciendo todas y cada una de las cosas sugeridas por él. Cuando el momento llegó lo supe. Imprimí el mensaje de Vudu y lo leí varias veces para asegurarme que comprendía a la perfección su contenido y lo que el deseaba que yo hiciera.

Primera parte de la prueba:

"Para esta prueba es necesario que estés sin sexo cuanto más tiempo mejor, como mínimo un día antes. Quiero que estés lo más caliente posible.

Busca dos collares de cuentas de cristal del tamaño de perlas y que las cuentas tengan los bordes redondeados, aunque su forma no sea necesariamente redonda; quizás las formas variadas lo hagan aun más interesante.

El primer collar debes coserlo a un elástico o un liguero, formando una especie de tanga en la que el collar se meta entre tus labios vaginales y en el culo. De forma que quede bien ceñido pero sin apretar, rozando el clítoris, la entrada de la vagina y el ano.

Por eso las cuentas deben ser de cristal, para evitar alergias y ese tipo de cosas, además es mucho más estético. Elige el tamaño de cuentas que te parezca más cómodo sin ser demasiado pequeño.

Esa tanga de cuentas debes llevarla un día entero bajo la ropa mientras haces las tareas normales. Quiero que camines por la calle llevándolo puesto, que trabajes con él, que estés sentada en casa con el collar puesto....

Solo podrás quitártelo para ir al cuarto de baño y evidentemente tendrás que extremar tu higiene intima. Y por su puesto no podrás masturbarte en todo el día, por muy caliente que estés."

"Vaya"... pensé, suena muy interesante, muy sensual y lo mejor de todo, muy sencillo, mucho mas que lo que me había pedido hacer hasta el momento. Lo mas excitante a mi parecer era hacer mis actividades cotidianas con esa "tanga de cristal" bajo la ropa sin que nadie lograra siquiera adivinar lo que ocurría.

Esta prueba me venía de "perlas" en ese momento, porque hacía unos días la compañía para la cual trabajo me había trasladado a otra ciudad; llevaba igual tiempo sin sexo (andaba bastante caliente y no solo por el clima) y lo mejor de todo, ahora vivía sola en la habitación de un hotel pagada por la empresa. Podía realizar mis actividades "ilícitas" oculta de miradas curiosas ¿qué mas podía pedir?.

Conseguí los collares de cuentas de forma irregular del tamaño de un garbanzo, un poco mas pequeñas tal vez. No hubo necesidad de ningún elástico, lo hice aún mas sencillo. Me puse un pequeño cinturón, una delgada cadenita dorada y de allí amarré el collar primero por detrás, le di la vuelta y lo amarré por delante previo acomodo en los lugares indicados por Vudu. Se veía muy bien aunque se sentía extraño al principio, la falta de costumbre seguramente. Me miré al espejo y me veía graciosa, como una luchadora de sumo en miniatura. Pero al empezar a caminar comencé a sentir cosas allí donde las perlas me rozaban... "que afortunadas somos las mujeres" pensé, "tardamos más que los hombres en llegar al orgasmo pero nos queda mas fácil masturbarnos sin que nadie lo note". Y era verdad, no tenía necesidad de tocarme para estar masturbándome a cada paso que daba con el bendito collar que en lugar de cumplir su función de adornar mi cuello estaba en una labor mucho mas interesante donde recibía menos aire y mas calor.

Me vestí con un sencillo y liviano vestido blanco y no me puse mas ropa interior que la "tanga de cristal" para no estropear su efecto con prendas innecesarias. Caminé las pocas cuadras que me separaban de la oficina y para cuando llegué me sentía sofocada y con una risita tonta que provocaba que todos me miraran. Me encanta cuando eso me pasa, cuando se que estoy siendo perversa aparentando ser inocente, eso es mucho mejor que ser evidente pues puedes actuar como alguien que no eres, puedes portarte mal sin hacerle daño a nadie y sin afectar tu imagen. Ese era en parte el motivo de mi risa y otro el ligero cosquilleo en mi zona inferior producto del contacto con el collar. Solo algo me preocupaba: empapar la silla de trabajo o el vestido con mis flujos que lenta y levemente comenzaban a fluir de mi cavidad. Por suerte la silla es oscura pensé y levantando el vestido me senté quedando piel a piel con la silla salvando así mi vestido de estropearse.

Ese día veía las cosas de otra manera, incluso a los pelmazos de mis compañeros, hombres todos para colmo... casi me parecían atractivos, parecía hembra en celo buscando macho. La mañana trascurrió sin novedad, no me moví mucho de mi silla pues tenía algo de trabajo acumulado aunque a ratos me sentía tentada a halar del collar un poco hacia arriba para que se incrustara mas en la rajita y se rozara como "por accidente" con mi clítoris. Pero Vudu me había pedido que no lo hiciera por muy caliente que estuviera. Esa parte fue difícil de cumplir especialmente a la hora del almuerzo, hora en que salimos todos juntitos al restaurante y hacemos el recorrido a pie pues solo son un par de cuadras desde la oficina. Durante el trayecto dos de mis compañeros me miraban extrañados diciendo que estaba caminando muy raro y que durante todo el día había tenido cara de tonta. Les dije que eran solo impresiones, que estaba como siempre, un poco mas feliz tal vez porque había tenido un sueño muy excitante. Se rieron de mi "supuesta ocurrencia" pero por suerte no me preguntaron nada mas.

Las dos ocasiones en las que fui al baño ese día fueron un verdadero tormento. Por un lado me sentía aliviada de liberarme por unos instantes del collar porque me torturaba no poder tocarme o usarlo mas libremente pero por el otro no quería ni pensar en quitármelo... me estaba dando mucho placer, no me llevaba a punto del orgasmo sino a un estado que me gusta casi lo mismo y es esa fase de meseta previa al momento culminante en donde te encuentras en permanente estado de excitación... el casi ahí que muchos hombres detestan.

Por fin terminó la jornada laboral y fue un alivio llegar al hotel, prender el aire acondicionado, buscar mi emisora favorita en la radio y por supuesto quitarme toda la ropa. Con pesar me despojé de la tanga de cristal...

Segunda parte de la prueba:

"Cuando estés apunto de irte a dormir será el momento del placer.

Prepara el segundo collar, que debe ser un poco largo y asegúrate de que el hilo que une las cuentas es fuerte para que no se rompa por accidente.

Cierra el collar para que queden dos líneas de cuentas en paralelo y así haz un nudo casi al final, asegurándote de que queda firme y no se soltará. Ahora tienes una especie de bola de cuentas un poco más pequeña que una nuez. Haz otro nudo igual unos dos o tres dedos más abajo, de manera que la segunda bola quede separada de la primera.

Ahora desnúdate por completo, comienza a acariciarte. Presta especial atención a tus pechos. Alarga las caricias y demora la excitación. Por mucho que lo desees aun no puedes jugar con tu coño. Solo lo podrás hacer cuando estés realmente ardiendo.

 ¿Estas lista?"

¿Lista? Eso suena muy irónico. Lo estuve desde la mañana, desde el instante mismo en que el collar comenzó a acariciarme. Y aún así me contuve todo el día y no me toqué, seguí juiciosa las instrucciones, me porté como una niña juiciosa y como toda niña buena recibiría un dulce premio.

El collar ya lo tenía preparado desde la mañana por lo que solo tuve que tumbarme en la cama al lado de mi falo de cristal. Me revolqué perezosa y sensualmente en las suaves sábanas que acababan de cambiar.

Obediente le presté mucha atención a mis pequeños pero ansiosos pechos, amasándolos con mucha suavidad, especialmente los pezones, halándolos de la manera que mas me gusta, tomándolos entre mis dedos índice y corazón, estirándolos al máximo sin llegar a un punto que pudiera molestarme.

Acaricié otras partes de mi anatomía ignorando por completo mi coñito pero no por gusto sino porque era indispensable dejarlo para el final. Era difícil no tocarme, estaba muy excitada, demasiado tal vez, sin tocarme allí abajo sabía que estaba supremamente húmeda, con ansias locas de introducirme el collar, mis dedos o lo que fuera. El collar a mi lado parecía querer decirme que lo tomara, que le diera a probar el calor y la humedad de mi vagina... era el momento.

Tercera parte de la prueba

"Bien, adelante, deja que tus manos bajen hasta tu coño, pero ten cuidado porque no quiero que te corras aún. Solo haz que tus dedos despierten el hambre de tu coño. Aumenta aún más el deseo y la húmeda de tu vagina y cuando sientas el máximo de excitación, vuelve a un ritmo muy lento y coge el collar.

Mete el primer nudo en la vagina, puedes sentir las cuentas en tu interior, empuja con los dedos para hacer sitio al segundo nudo que te terminará de llenar.

Ahora eres libre para masturbarte como quieras, pero puedes usar ese trozo de collar que cuelga de tu coño para frotarlo sobre tus labios vaginales, así lo tendrás a mano para el final de la prueba.

Busca tu placer, ahora nada te lo impide. Hazlo rápido o lento, con suavidad o con furia. Hazlo como quieras, pero cuando llegues al orgasmo tira del trozo de collar que se quedo fuera. Saca los nudos coincidiendo con tu orgasmo. Y déjate llevar." 

Y vaya que hice caso a sus indicaciones... mis manos se apoderaron de mi coño, no una sino ambas, mis dedos se atropellaban allí abajo. Dejé un poco de lado mi ansiedad y comencé a tocarme mas suavemente, solo los labios vaginales, ni de riesgo podía rozarme el clítoris o terminaría de inmediato, solo los labios... suavemente, lentamente... si... de esa manera que tanto me gusta, esparciendo mi abundante flujo por todo su contorno... que gusto me estaba dando... estaba llegando al éxtasis... me moría por acabar... me detenía, retrocedía... solo para volver a iniciar pues así podía demorarme todo lo que deseara.

Estaba sudando por lo que me detuve un momento. Me ubiqué en un lado mas seco de la cama y comencé de nuevo hasta llegar a un punto sumamente alto de excitación. Entonces tomé el collar, lo contemplé por unos instantes y luego lo acerqué a mi cavidad. Coloqué la punta justo en la entrada, empujé un poco sintiendo la suave y deliciosa fricción, algo extraña pero interesante y diferente... continué empujando hasta que entró toda la punta. Dejé que mi interior se acostumbrara, que el collar se humectara un poco mas antes de ingresar el siguiente nudo en la gruta. En ese momento introduje el segundo nudo el cual opuso algo de resistencia pero no demasiada. Me sentía completamente invadida, como si tuviera un racimo de uvas en mi interior.

Continué tocándome, a ratos el clítoris otros los labios frotándolos un poco con la parte del collar que quedaba por fuera tal como me había sugerido Vudu. Se sentía diferente, la situación era de lo mas sensual y novedosa para mi, las perlas, la excitación y ansiedad que me dominaron durante todo el día, mi imaginación que galopaba. Estaba a punto de correrme a pesar que estaba tocándome muy suavemente... ejercí presión sobre mi clítoris por última vez antes de explotar. En ese momento halé del collar y tuve un final espectacular, un orgasmo que hizo que mi cuerpo quedara apoyado tan solo en cabeza y nalgas... las piernas recogidas y separadas, la espalda curvada completamente, sudando y temblando susurrando su nombre.

Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
  • Media: 6
  • Votos: 1
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