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Pasión y risas

~~Ésta
 es una historia 100% real, como dicen muchos, pero en este caso, sí
 lo es. Durante un evento científico en Ecuador fuimos a bailar
 con un grupo de colegas amigos. Nos conocemos hace muchos años,
 somos de distintos países y nos encontramos cada tanto en estas
 ocasiones. En el grupo estaba una colega muy linda, requetesimpática
 y sexy. En realidad hacía tiempo que me había venido
 la idea de acostarme con ella y me parecía que podía
 llegar a ser aunque ella estaba acompañada. Ahí estaba
 ella en la pista bailando, riendo y disfrutando. Y decidí tirarme
 al agua. Estaba seguro que podría decirme que no pero que si
 lo hacía lo haría con muy buena onda y que no se iba
 a ofender. Así que me acerqué, me pegué a su
 oído (la música estaba muuuy fuerte) y le dije:
 Tengo un problema
 ¿Qué problema? contestó.
 Bueno, en realidad no sé si le puede llamar un problema

 Me quiero acostar contigo Quedó
 congelada. Pasaron unos segundos interminables. La música seguía,
 todos bailaban y nosotros estábamos quietos. Tomó mi
 mano y me llevó a nuestra mesa donde estábamos solos
 en ese momento. Se sentó en silencio, meditando. No aguanté
 más el silencio y la incógnita y me animé a decir:

 En realidad si hay un problema es la logística

 Eso es exactamente lo que estaba pensando respondió.
 Nos
 empezamos a reír los dos al mismo tiempo, no parábamos
 de reírnos. Ese primer momento en que las dos personas adquieren
 conciencia que ambas quieren lo mismo es de los momentos más
 excitantes y lindos de una relación. Y sí era cierto
 que la logística no era fácil ya que ella estaba de
 pareja con otro colega que seguramente no querría compartirla.
 Al
 día siguiente, en el descanso del mediodía estábamos
 varios tomando sol en la piscina y pensé para mis adentros
 que ésta era la oportunidad. La miré, me miró
 y distraídamente y en alta voz comuniqué que iba a descansar
 un ratito a mi habitación, que cualquier problema me avisaran
 a la habitación 321 (ella no sabía mi número).
 Subí y esperé. A los diez minutos suena el teléfono
 y era ella:
 Hooolaa (riéndose con esa risa contagiosa que
 tiene) ¿estás ahí?
 Sííí, esperándote
 Pero no tenemos mucho tiempo
 No importa
 Voy Unos
 minutos más y sonó el timbre, abro y mira a todos lados
 metiéndose rápido en mi habitación. Entra, queda
 un poco cortada, la llevo de la mano al borde de la cama, nos miramos,
 nos reímos fuerte y nos damos un primer beso que ya es laaargo
 y húmedo, mi erección se hizo mayúscula. Nos
 empezamos a acariciar, nos desnudábamos muy rápido me
 parecía pero ella era muy conciente de los tiempos. Quise lamer
 y besar su intimidad pero ella gimiendo me pidió que la penetrara
 ya. Yo dudé pero cuando ví lo enormemente húmeda
 que estaba la recosté y despacio, despacio entré. Fue
 fantástico, la sentía húmeda, caliente, apretada.
 Me pidió que le diera, que no me retuviera, yo no quería
 porque tenía miedo de que ella no acabara pero ella estaba
 también tan caliente que rápidamente acabamos los dos
 aunque me pareciera mentira. Más adelante confirmaría
 que ella realmente tiene una capacidad sexual increíble. Pero
 eso es para después. Me dijo que había estado riquísimo
 y yo le dije que para mí también pero que había
 tenido gusto a poco. No importa, estuvo genial . Nos
 dimos otro húmedo beso, la acompañé a la puerta,
 miramos a ambos costados y se fue. Esa misma tarde, al cruzarnos en
 los salones y pasillos no podíamos evitar sonreír de
 oreja a oreja. Y nos sacamos una foto en grupo de cinco en la cual
 se ve que estábamos muertos de la risa Vivimos
 en diferentes países, pasó el tiempo, yo me enamoré
 perdidamente de alguien que solo un optimista como yo podía
 no darse cuenta que era un amor que era imposible que perdurara. En
 ese ínterin nos volvimos a ver en ocasiones similares, muy
 buena onda, confidencias pero nada más, yo no tenía
 ojos ni piel para otra. Pero a los dos años, cuando se produjo
 lo inevitable y se terminó mi amor imposible empezamos a mandarnos
 mensajes sugestivos por mail. Hasta que un día la llamé
 a su celular y le dije:
 ¿Qué tenés que hacer este fin de semana?

 Nada, ¿qué propones? dijo riéndose
 y expectante
 Te mando un pasaje y te venís el viernes, ¿te
 parece?
 Síííí. Te llamo
 cuando tenga los detalles del viaje Llego
 un viernes a mediodía y se fue el lunes de tarde. Nos tomamos
 la revancha de lo breve que había sido nuestro encuentro ecuatoriano.
 Es impresionante como disfuta ella y hace disfrutar. Esa envidiable
 capacidad multiorgásmica, con algunos de ellos concatenados
 es espectacular. El domingo de noche, al calor del fuego de la estufa
 a leña, ayudado en mi agotamiento por el Viagra culminamos
 nuestro fin de semana pasional amándonos en todas las posiciones
 posibles y sacándonos fotos digitales que mostraban nuestro
 placer compartido. Antes de separarnos quedamos en que íbamos
 a estar juntos en el próximo evento científico que sería
 en Salvador de Bahía, Brasil unos meses después. Por
 mail confirmamos nuestra cita y coincidimos en el aeropuerto de San
 Pablo para tomar la conexión a Salvador. Yo la estaba esperando
 en la sala de tránsito y, como siempre que nos reencontrábamos,
 nos empezamos a morir de la risa. ¡Es tan pero tan linda esa
 complicidad espontánea! Por supuesto no teníamos asientos
 contiguos y, al averiguar, nos dijeron que solo lo podíamos
 arreglar en el avión. Estábamos tranquilos pero ya sentíamos
 cosquillitas de excitación. Una vez en el avión y cada
 uno en su asiento vigilábamos atentamente el ingreso de los
 demás pasajeros y su distribución. Cuando se cerró
 la puerta pudimos intercambiar asientos con unas almas caritativas
 y allí fuimos, ella contra la ventanilla y yo en el asiento
 del medio, quedando libre el del pasillo. Hasta
 entonces solo habíamos hablado, reído y nos tocábamos
 en forma cómplice. El vuelo no era muy largo, un par de horas.
 Trajeron la comida y para cuando nos sacaron las bandejas quedarían
 unos 45 minutos de vuelo. Creo que ninguno de los dos tenía
 en mente entrar en el Mile High Club (para los que no
 lo conocen, el club de los que tienen sexo en alguna forma durante
 un vuelo). La verdad que no conocíamos de su existencia. Pero
 el magnetismo que sentían nuestros cuerpos era muy fuerte.
 Nos empezamos a besar, a tocar y pusimos la manta para que nos cubriera.
 Era pleno día, estábamos a la vista de todo el que quisiera.
 Pero nuestra atracción era más fuerte. Con la complicidad
 de la manta le empecé a acariciar el interior del muslo a través
 de la tela del jean. Su excitación crecía y crecía.
 Entonces, siempre por encima del pantalón me fui al calor de
 su entrepierna ¡hervía! Y, pese al grosor de la
 tela me pareció sentir humedad. Apreté, acaricié
 y ella respondía con gemidos y suspiros lo más discretos
 posibles. Me parecía increíble lo que estaba viviendo.
 Se movía apenas en el asiento para acompasar su intimidad con
 mis caricias. Y vino la explosión, mi mano sentía sus
 contracciones rítmicas, mis ojos veían su cara reveladora
 del placer que sentía, mis oídos escuchaban sus gemidos
 apagados. Cuando se repuso me miró y, una vez más, nos
 reímos mucho. Yo, como se supondrá, estaba con una erección
 de caballo, me dolía la prisión del jean y lo peor es
 que ambos éramos concientes que no había tiempo para
 nada más. Pero me dijo que ya me compensaría una vez
 llegados. ¡Y así fue! Si nos había quedado algo
 por probar, alguna materia pendiente, las cursamos todas. No hubo
 centímetro de nuestros cuerpos que no conociéramos,
 tocáramos, acariciáramos. Fue una semana de hermosa
 conjunción de trabajo, amistad, playa, mar y sexo hasta el
 agotamiento. Pero agotamiento de felicidad, de sensaciones plenas
 y de goce. Nos hemos vuelto a encontrar, nuestras vidas han seguido
 pero nunca repetimos nuestro encuentro. Eso sí, los dos somos
 muy concientes de haber pasado juntos momentos inolvidables y siempre
 que nos vemos reímos y reímos.

Datos del Relato
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