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Otra adicta al sexo

~~Este relato se lo escuché a una dama, que en su alocada juventud, perdió la cabeza y algo más, por el uso del crack. Pero entiendo, que lo mejor es, que sean sus propias palabras las que narren su historia, tomadas de la grabación que le hice, y transcribí al pie de la letra, por mi parte me tomé la libertad, en ciertos momentos hacer anotaciones para aclarar el significado regional de algunas palabras.
 Como hay tantas Carmen, no importa que use mi verdadero nombre. Bueno, todo creo que comenzó cuando tenía unos quince años, comencé a fumar, y para sentirme más mejor o más especial fumaba cigarrillos mentolados. Como fui hija única hasta mis diecisiete años, cuando nació mi hermanito, por lo que me sentí echada a un lado por mis padres, a los dieciocho aparte de fumar y tomar cerveza como una fichera o cabaretera (mujer que trabaja en un bar, y su labor es hacer que los clientes consuman alcohol) perdí mi virginidad en compañía de un primo.
 La cosa es que ya a los veinte, había entrado al Colegio Universitario, pero también había comenzado a usar marihuana, realmente por poco tiempo ya que rápidamente me hice adicta al crack. Cada vez que podía me daba mi pipazo (proceso por medio del cual se fuma esa droga), en casa no se habían dado cuenta, y cuando alguien me preguntaba que me pasaba, yo respondía automáticamente, es que estoy en esos días del mes. Ya que me ponía insoportable, comencé a gastar todo el dinero que estaba a mi alcance, hasta que un buen día discutí con mis padres, por algunas cosas que yo misma había vendido para calmar mi vicio y me marché de casa.
 Tenía una doble vida, estudiaba y trabajaba, pero aparte de eso, casi no podía dar un paso, si no me fumaba mí poco de crack, de una chica que medía un metro sesenta y pesaba unos setenta Kilos, pase a ser una escuálida de apenas cincuenta Kilos, algunas personas me comentaban que me veía mucho mejor, que ese era mi peso ideal, y yo les respondía que estaba haciendo la dieta de las proteínas, y con eso los dejaba tranquilos, pero la realidad era que el crack me estaba consumiendo en vida.
 En la época en que peor me encontraba, cobré mi bono navideño, unos novecientos Dollares, y me volví loca, me perdí casi una semana completa, en lo único que hacía era salir de mi pequeño apartamento para comprar la droga, en esos momentos me acompañaba un chico que estaba tan mal como, comenzaba a toquetearme, pero apenas prendía la pipa, se olvidaba de eso, y esperaba que yo se la pasase.
 Ya al tercer o cuarto día me encontraba completamente pelada (sin dinero), por lo que en esos momentos en esos momentos decidí vender o empeñar todas mis prendas un radio la TV y algo de ropa nueva que no había usado, siempre le comprábamos al mismo tipo el Negro, mi acompañante y yo en ocasiones hacíamos locuras en la cama, pero todo se debía a la nota que agarrábamos. El quinto día él se marchó con lo último que me quedaba, se ofreció como siempre a ir al punto (lugar donde venden la droga), pero jamás regresó.
 Dentro de toda mi locura, por la falta de crack, pasada menos de media hora me di cuenta que él se había marchado. Por lo que decidí pedirle fiado algo de crack al Negro, como era una buena cliente, le monté un cuento y el vendedor me dio más de lo que le había pedido, esa tarde y parte de la noche, me lo fumé yo sola todo en la habitación donde estaba viviendo. Ya adentrada la noche volví a sentir esa gran necesidad, y regresé por más, con la esperanza de que me fiaran algo más.
 Pero el Negro, a la soltada (de inmediato) me dijo, no, hasta que no me pagues todo lo que me debes, a menos que me quieras hacer un favor. Yo mandándolo al carajo, me retiré pero antes de salir del callejón donde él se encontraba regresé, y le propuse que me diera algo para vender cerca de la universidad, se me quedó viendo y me dijo, es que tu me vez cara de pendejo, si quieres fumar solo tienes que hacer lo que yo te diga y ya. Me imaginaba que lo que él quería era acostarse conmigo, pero haciéndome la tonta, y tratando de manipularlo le dije, OK. Yo te hago la segunda (el favor) de llevar eso a quien tu quieras y cuando regrese me das algo, y él se rió y me volvió a decir, tú como que piensas que yo nací el día de ayer, verdad. Mira déjate de tonterías, lo que quiero es que me lo mames aquí y ahora. Mi primera intención fue la de salir corriendo, pero esa necesidad que tenía por darme un pipazo me detuvo, le pregunté incrédula, ¿Cómo, aquí y ahora? A lo que el Negro me respondió en la afirmativa moviendo su cabeza, al tiempo que se sacaba su miembro con la mano derecha y en la izquierda sostenía una dosis de crack dentro de una bolsita de plástico.
 Estuve a punto de salir corriendo de ese oscuro callejón, pero al ver como la bolsa de crack resplandecía, intenté arrancársela de la mano, pero él me detuvo, y me dijo. Bueno apúrate que no tengo toda la noche, ya eran como las doce de la noche, no había nadie por las calles y no es que yo fuera una santa en esos menesteres, ya se lo había mamado más de una vez al que fuera mi novio, pero eso era algo distinto. Sin pensarlo mucho me agaché frente a él y con cierto asco metí su verga dentro de mi boca, y comencé a mamárselo de manera muy mecánica, por solo salir del paso. El Negro se puso cómodo, y tras unos momentos me di cuenta que sacaba mi pipa de mi cartera, la llenó y dándome un golpecito en mi cabeza, me la entregó diciéndome, date un pipazo a ver si lo puedes hacer mejor, de inmediato me saqué su enorme verga de mi boca y mientras encendía jalaba como una desesperada, hasta que nuevamente me subió la nota, ya en ese momento, sin que él me dijera nada agarré su cosa y sin miramiento alguno, me puse a mamársela como una desesperada, sentía como mi garganta se llenaba con la colorada cabezota, y una y otra vez me la sacaba de la boca y me la volvía a meter. En cierto momento me detuve y me volví a dar unos cuantos pipazos, sintiéndome como en las nubes, me terminé de fumar hasta el último gramo, y tras guardar me pipa en uno de los bolsillos de mi blusa, sin más continué mamándole su verga al Negro, este me decía, vete preparando, que tengo ganas de comerme el culito, y francamente no me importaba, lo que me fuera hacer, siempre y cuando me diera mi dosis de crack, a medida que él me hablaba me introduje la mano por debajo de la falda y con mis dedos comencé acariciar con fuerza mi pepa (clítoris).
 Su inmensa verga entraba y salía de mi boca, hasta que sentía algo caliente dentro de ella, definitivamente estaba acabando y yo se la chupaba sin más ni más, no me importaba, me tragaba todo, mientras que él se reía como todo un desgraciado. De momento se quedó callado, y me dio un empujón, en medio de mi nota me quedé pasmada, con una mis manos en el sucio piso y la otra dentro de mis pantaletas, ya que estuve a punto de caer sentada, cuando reaccioné me di cuenta que a su lado había dos jóvenes de aspecto universitario, o por lo menos eso pensé yo hasta que los escuche hablar, y sacar sus armas, los tipos eran policías de esos que no usan el uniforme, a el Negro lo pegaron a la pared, y a mi me ordenaron ponerme de pie, lo que torpemente hice. Tras lo cual, me ordenaron que me pusiera en la misma posición en que estaba el Negro, mientras uno registraba al Negro el otro mantenía su arma apuntándonos, a él le encontraron una pequeña bolsa de marihuana, y le han dado un buen golpe en la boca del estómago, que lo hizo doblarse del dolor, luego le hicieron unas cuantas preguntas a las que él respondió de manera bien descriptiva, algo sobre un embarque. Luego el que cacheó al Negro se dirigió a mí y sin consideración alguna me registró toda, me levantó la falda y se dio gusto agarrándome las nalgas, y mis senos, hasta que encontró la pequeña pipa que yo me había guardado en el bolsillo de mi blusa.
 Luego le preguntaron algo al Negro, y solo entendí si quieren se la pueden llevar, en medio de los efectos de mi nota, los dos tipos me agarraron por los brazos y me empujaron dentro del asiento trasero del auto que usaban, el que me registró se sentó a mi lado, mientras que él otro se puso al volante y arrancó rápidamente.
 El que estaba a mi lado, me preguntó ¿tu eres la perra del rata ese? Solo alcancé a decir no, pero él continuó hablando y le preguntó al que conducía ¿Cuál es la pena, por transportar o tener parafernalia para el uso de drogas? El otro le respondió de inmediato de tres a cinco años, el que se encontraba a mi lado me dijo, te doy una oportunidad, ¿Qué decides? ¡O nos haces pasar un buen rato por las buenas, o te fichamos y como sea nos las vas a tener que dar!
 A pesar de mi nota comprendí que estaba en sus manos, y que si me oponía me violarían a la fuerza y luego quien sabe, además si me arrestaban mis padres y compañeros de trabajo y estudio se enterarían de mi adicción. Por lo que resignada, sin quitar los ojos del piso del auto les respondí, aré lo que ustedes me digan, tratando de limpiarme una lagrima que me corría por la mejilla.
 Realmente ni idea tenía a donde nos dirigíamos, sabía que habíamos salido del caserío cercano a mi habitación, y que el conductor había tomado una carretera fuera de la ciudad, tras unos minutos se detuvo en un lugar y el que conducía regresó con varias cervezas, y luego continúo hasta un apartado lugar de la carretera, apagó el auto y me ordenaron quedarme dentro. El que estaba a mi lado, se bajó y se sacó el arma y tras llamar al otro se la entregó, diciéndole. Esta perra me va a quitar el queso (tiempo sin tener relaciones sexuales) que tengo. De inmediato se volvió a meter colocando sus manos sobre mi cuerpo y desabrochando los botones de mi blusa, me dijo ve quitándote todo que quiero examinarte primero. Yo sencillamente medio atolondrada le hice caso, quedándome completamente desnuda en el asiento trasero, él tomó una linterna y comenzó a pasar la luz sobre mi desnudo cuerpo, sus manos me revisaron los brazos en busca de marcas de agujas, las que no encontró, ya que les tengo un miedo tremendo, luego me ordenó abrir mis piernas y sus dedos pasaron por sobre y dentro de mi coño sin ninguna consideración. Él otro policía le dijo en tono de burla, que vas a jugar al Doctor, y el que me acompañaba se sonrió diciéndole de medico poeta y loco todos tenemos un poco, así que deja que yo se lo que hago, y para tu tranquilidad, esta no huele mal, ni tiene llagas en la crica (el coño). Tras lo cual se despojó de sus pantalones y de su ropa interior, me abrió las piernas y acercó su verga a mi coño, pero justo antes introdujo nuevamente sus grandes dedos dentro de mi vulva, y comenzó a meterlos y sacarlos. En esos momentos yo ya me encontraba sumamente drogada, en tremendo viaje, a tal grado que ni me importaba si me metía los dedos o una macana de caballo dentro de mi crica. Eso como que no le agradaba mucho a él, y sin más sacó unas cuantas pastillas del bolsillo de su camisa y me las metió a la fuerza dentro de mi boca, me ordenó tragar junto con un trago de la cerveza que él se estaba tomando.
 Sus dedos continuaron entrando y saliendo de mi vagina, hay me encontraba yo tendida en el asiento trasero de ese auto, con mis piernas bien abiertas, un tipo al que no conocía me introducía sus grandes dedos dentro de mi vulva y yo comenzaba a disfrutarlo, no se si serían las pepas (pastillas) que me dio o que pero sentí algo muy loco dentro de mi, tomé su mano y la metí más adentro de mi coño, que para esos momentos se encontraba bien mojado y deseoso de recibir una buena verga, para sentirme mejor.
 El policía que estaba sobre mi cuerpo comenzó a meterme su verga, y me sentí en la gloria, un cosquilleo recorría todo mi cuerpo pero en especial dentro de mi coño, su verga entraba y salía de mi vulva con fuerza y ganas de continuar toda la noche, sus manos me apretaban las tetas, mientras que yo me daba sobre mi clítoris para excitarme más aun. En uno que otro momento su boca la colocaba sobre mis pezones los cuales mordía sabrosamente, el otro hombre debió abrir la puerta, pero yo estaba tan concentrada en lo que hacía, que realmente ni cuenta me di hasta que note la presencia de su verga frente a mis ojos, él se encontraba de pie, fuera del auto con su cuerpo inclinado sobre mi cara, el verla frente a mis ojos y el que yo abriese la boca como que fue una misma cosa, se la comencé a mamar al tiempo que como una desesperada movía mi cuerpo.
 Cuando más caliente yo estaba, el que me estaba cogiendo por el coño se vino, y sin más lo sacó dejándome a medio camino, por lo que automáticamente metí mi mano entre mis piernas y comencé a darme yo misma mientras que se lo mamaba al otro. Sentí su semen sobre mi vientre, pero eso no me importó, lo que deseaba era seguir cogiendo como una loca. Hasta casi me ahogo con la verga que estaba mamando, pero el otro policía acabó dentro de mi boca y se la continué chupando hasta que se debió quedar del todo seco y satisfecho. Yo al fin pude alcanzar un sabroso orgasmo, que me dejó completamente agotada, además la última vez que comí había sido un pedazo de pan duro con mantequilla en mi habitación. De momento sentí que me sacaban por los brazos del auto, realmente me medio desperté, pero estaba tan agotada que ni el esfuerzo hice por levantarme, los escuche preguntarse que hacían con migo, y me pareció escucharle a uno decirle al otro. Dejemos esta perra aquí, tras lo cual nuevamente perdí el sentido. Al despertarme me sentía muy agotada pero me esforcé por ponerme de pie, todavía estaba muy oscura la noche.
 Hasta ese momento no me había dado cuenta de que seguía estando desnuda, pero lo que más me preocupaba era la sed, que sentía. Caminé sin rumbo fijo, por un camino de tierra, hasta que casi me atropella un camioneta, de ella se bajaron como cuatro o cinco hombres, parecían obreros de construcción, por la ropa y manera de hablar, me rodearon de inmediato y el mayor de ellos se me acercó muy preocupado, preguntándome si no me había dado con el vehículo, yo que no se en que estaba pensando en esos momentos, le dije que solo quería agua, de inmediato él viejo le dijo a uno de los otros hombres que buscase agua en la parte trasera de la camioneta, y tras darme un buen trago, lo mejor que se me ocurrió decirles, fue que si no pensaban quitarse la ropa, y comencé a mover mi cuerpo seductoramente frente al grupo de hombres, uno de ellos comentó, esta lo que esta es drogada, pero parece que no la repartieron bien, de inmediato los rostro de todos ellos cambiaron, sus miradas de lastima se convirtieron en miradas lascivas, mientras que yo continuaba insinuándomeles completamente desnuda.
 El viejo que tan considerado fue en principio, fue el primero en tomarme por el brazo y llevarme a la parte trasera del vehículo, le ordenó a uno de ellos que manejase hasta no se donde, que hay estarían más tranquilos y nadie les estropearía la velada. Un grupo de manos me treparon en la parte trasera de la camioneta, y el viejo no se despegaba de mi lado, mientras acariciaba mi cuerpo, dijo a esta le dejaron un chorro de leche sobre la barriga, así que se la estuvieron cogiendo y no hace mucho tiempo, yo dentro de mi nota, lo que me provocaba era mamársela al pobre viejito, así que durante el corto trayecto él abrió la cremallera de su pantalón y sacó su verga, al principio pequeña y floja, pero cuando vine a reparar casi no me cabía en la boca.
 De la misma manera que me montaron en la parte trasera de la camioneta me bajaron, sentía todas esas manos por sobre todo mi cuerpo en particular casi dentro de mi coño, sentí que se abrió una puerta y de momento me encontraba sobre una mesa, el viejo con su erecta verga me comenzaba a clavar, y yo como una loca pedía más y más, otro de los hombres se la sacó de su pantalón y en cosa de segundos ya tenía otra verga dentro de mi boca, tanto el viejo como los demás, me decían de todo, perra puta, te gusta que te den duro, y cada vez que mi boca se encontraba libre yo repetía con insistencia que si, que era una perra puta. El viejo dando tremendo grito acabó dentro de mí, y de inmediato me echó a un lado, diciendo el que quiera meter mano, que la meta acuérdense que hoy no viene el ingeniero, así que no lo piensen mucho. Alguien me trajo una paila de agua con la que me medio lave el coño, no había terminado de hacerlo cuando otro de los hombres se me tiró encima.
 Ya con el tercero o cuarto, comencé a sentirme mal, llorando les pedí que me dejasen quieta, pero eso lejos de calmarlos como que los excitó más aun, llegó uno bien grandote y moreno y sin más comentó que lo que él iba hacer era comerme el culo, eso me asustó ya que nunca ni a mi novio se lo había dado, por lo doloroso que pensaba que sería. Además el efecto de las pastillas se había terminado, pero poco le importó a ese grandullón que yo me opusiera, como si yo fuera una muñeca de trapo, me cogió con sus sucias manos y me puso boca abajo, dejando mi culo al aire, sentí sus dedos penetrándome el ano, y algo mojado o aceitoso que me ponía entre las nalgas, y a pesar de mis gritos y de que inútilmente traté de escapar, sentí esa gran verga que me estaba metiendo por mi culo, lloré, grité, lo maldije, pero él continuaba dándome sin parar, en cierto momento a pesar del dolor y de todo el malestar de mi cuerpo comencé a restregar mi cuerpo contra el de él, antes de peder nuevamente el sentido.
 Al despertar, me encontraba desnuda desde luego, en un campo cercano a la una carretera principal, todo mi cuerpo me dolía, el sol se encontraba en todo lo alto y lastimaba mis ojos, poco a poco me fui incorporando, hasta quedarme sentada, pensando en todo lo que me había pasado por culpa de la droga, arrepintiéndome de lo que había hecho, las costras de semen y sangre seca se encontraban pegadas a casi todo mi cuerpo, sobre todo mi culo me dolía un montón.
 Realmente no se cuanto tiempo estuve en ese lugar, pero apenas me incorporé del todo dando tumbos un auto se detuvo a mi lado, de él salió un hombre, muy bien vestido acompañado de una señora mayor, di como tres o cuatro pasos y nuevamente me desmaye. Cuando regresé en mí, me encontraba en la habitación de un hospital, y un extraño que resultó ser quien me recogió se encontraba en posición de orar dándome la espalda, al darse cuenta de que estaba despierta se presentó como el Pastor Víctor, de la Iglesia Evangélica Mundiales Incorporadas. Cuando me dieron de alta, del hospital, sin consultarlo conmigo me llevó a su casa, la señora mayor era su madre, y por varios días me atendieron, se comunicaron con mis padres, realmente no se como, ya que mis padres son católicos practicantes. Pero estos le dieron permiso para que yo me quedase en su casa hasta que me recuperase.
 A los pocos días no pude más con el cargo de conciencia y le conté todo lo sucedido, él oró por mi salvación y curación. Nos abrazamos y cuando me di cuenta , pero se lo contaré en otra ocasión.
 Hoy en día dicha Dama es la amante esposa del pastor, ya pesa como unos ochenta Kilos, es la orgullosa madre de cuatro hijos. Por lo menos una vez al mes relata lo que le sucedió, frente a los feligreses, de las distintas Iglesias que visita con su adorado esposo. Como dice la canción de Rubén Blades, la vida te da sorpresas, sorpresas te de la vida, hay Dios.

Datos del Relato
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