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Obedeciendo y adulando para evitar el castigo

Obedeciendo y adulando para evitar el castigo

Después de aquella noche donde el Mandingo me hizo una redoblona con su amigo, tomándome por sorpresa y sin mi consentimiento; si bien gocé bastante, también me sentí muy humillado. También me quede muy preocupado, pues sentía que había cedido, me había entregado sumisamente a aquel ocioso y sabía que no tendría forma de volver atrás o negarme a nuevas exigencias del mismo tipo. Había permitido que me irrespetara demasiado y una vez perdido el respeto es muy difícil volver a ganarlo.

Aquel sábado en la mañana, camino a casa, el Mandingo habló poco, escuchaba música y tarareaba las canciones, se notaba muy contento por lo que había hecho conmigo. Ya cerca de casa me dijo que como su sobrino (mi compañero de clases) no había podido tener relaciones conmigo ese jueves, que había coordinado con él para que yo fuera a su casa el domingo en la mañana. Que su familia estaría fuera y era una perfecta ocasión para que el saciara sus deseos sexuales conmigo nuevamente.

Le dije que prefería dejarlo para otro día, que el mejor que nadie sabía que me habían dado muy duro. Contando las veces que me había cogido el y su amigo, sumaban en total 7 polvos durante toda la noche. Me ardía él ano y dolía todo el recto. Además estaba agotado. El dijo que eso no importaba, que tenía que ir a casa a darle el culo a su sobrino. Yo dije que estaba bien, pero sólo para salir del paso, en verdad no pensaba ir al día siguiente.

No sé si por mi cara o qué, pero él percibió que tal vez yo mentía, entonces me dijo, que no se me ocurriera faltar, que si fallaba me iba a reventar, me iba a castigar, que recordará como me había hecho llorar antes. Entonces entendí que debía hacer lo que se me pedía.

Ese domingo en la mañana fui a casa de mi compañero y su tío dispuesto a satisfacer sus caprichos sexuales. En la casa sólo estaban ellos, el resto de la familia había salido. El negro (me refiero a mi compañero, porque ambos eran negros) fue quien me recibió, en su rostro se notaba el entusiasmo por aquella visita.

Sin preámbulos me hizo pasar a su cuarto y en un dos por tres yo estaba de rodillas mamando su verga. La verdad, que con las cogidas que me habían dado del viernes al sábado, yo no estaba muy deseoso, fui por obligación. Mientras lamía y chupaba aquella pinga negra y cabezona, el Negro me dijo que su tío le había comentado que yo era una puta muy regalada, que aquel viernes el (Mandingo) y un amigo me habían hecho una redoblona y yo lo había aceptado sin chistar.

Aunque no todo era cierto, pues fui sorprendido y obligado, no dije nada, pensé no tenía sentido defenderme. Me molestó que el Mandingo comentara aquello, era claro que él quería desprestigiarme aún más con el Negro y que este último no tuviera consideración alguna conmigo.

Luego de la mamada, el Negro untó mi culo con bastante vaselina y se preparó a penetrarme. Le pedí que por favor no fuera rudo. La cogida fue digamos normal y salvo una que otra vez que fue muy a fondo, de verdad el no fue malo conmigo, cosa que agradecí. Finalmente eyaculó muy abundante en mis entrañas, pero yo aún estaba muy lejos de lograr un orgasmo anal.

Una vez el acabó, aún ensartado, comencé a masturbarme como lo había hecho otras veces. El me detuvo, me dijo, aguántate, mi tío dijo que cuando terminara que subieras a su cuarto. Me sentí un poco desesperanzado, en verdad no tenía deseos de estar con el Mandingo, en especial por el maltrato recibido aquel sábado, me refiero a cuando aún habiendo complacido los antojos del y su amigo, me orinaron en la cara.

A penas el Negro me sacó la polla, le grito al tío comentando que ya había acabado. Mi culo aún goteaba líquidos cuando el Mandingo tocó a la puerta. El Negro abrió, entonces el Mandingo entró y me vio sin pantalones, tomó mi ropa interior y me limpió el culo con ella.

Subí desnudo hasta su cuarto, una vez allí, descubrió su pipe (como ellos le decían) ya lo tenía a reventar, parado y duro como un mástil. Me incliné a mamar, pero él me dio vuelta violentamente, me acostó boca abajo en su cama. Esa actitud, presagiaba que sería una cogida fuerte. A pesar de lo mal que me había tratado últimamente y para nunca había hecho caso de mis negativas, le dije, por favor, no me hagas daño, suave por favor. El respondió, te he dicho que cuando quieras algo tienes que jalarme bolas (adularle) decirme papito o señor y suplicar si es que quieres algo.

Me sentía contrariado, pues si bien este hombre me había hecho gozar como nunca antes, también me había hecho sufrir y humillado como nunca antes. Pensé de qué vale suplicar y rebajarme, si me hace daño de cualquier forma. Me llené de orgullo y no dije nada más.

Entonces el colocó una almohada debajo para levantar más mi culo. Me penetró a fondo, metió todo cuanto pudo, me lastimó bastante con esa clavada, si bien tenía el culo abierto, en lo más profundo de mi estaba aún adolorido, por lo que esto no hizo sino agravar la situación. Mientras me aprisionaba con sus brazos, me dijo, te voy a hacer llorar de nuevo por portarte mal. Respondí, no es justo, he hecho cuanto me has pedido. El siguió, si pero de mala gana, te voy a quitar ese orgullo que tienes, vas a ver como en un rato estás suplicando.

Entonces preferí rebajarme en ese momento antes que ser castigado. Le dije, está bien papito, quieres que te jale bolas, bueno, si te jalo, soy tu jalabolas, pero no me lastimes, qué quieres que haga? El respondió, algo para contentarme, algo que me convenza que no te castigue. Le dije, acuéstate boca arriba. El así lo hizo. Entonces comencé a mamarle la pinga, mientras se la lamía, le decía, papi, te suplico por favor no me castigues, anda no seas malo, lamia esa verga, se la besaba y luego volvía, no seas malo conmigo, sabes que te doy el culo cuantas veces quieras, pero no me castigues. Estuve un rato chupando esa pinga mientras comentaba cosas como las que he relatado. El mientras tanto, gemía o gruñía un poco y decía, eso es, así me gusta. Le excitaba mucho verme suplicando.

Me preguntó, que prefieres, cabalgarme y que te de unas nalgadas o que te clave con todo en cuatro patas. Antes de responder pensé bien y le dije, yo hago lo que tú me digas papito. El volvió, pero qué prefieres. Entonces pensé que de pronto era una trampa o algo así, le dije, si quieres un rato en 4 y otro arriba, con nalgadas si quieres. Al parecer verme tan sumiso lo excito mucho, por lo que de pronto sentí un chorro de semen en mi boca. Chupe fuerte para tragar hasta la última gota y luego me separé.

Luego bajé a buscar mi ropa e irme. Pero el Negro ya se había repuesto, por lo que me volvió a coger. Fue una cogida muy rica, me hizo acabar finalmente por el culo, me follaba con buen ritmo y sin hacerme daño, se cuidaba de no ensartarme a fondo. Luego lo cabalgué un rato hasta que se vino. No aguanté el deseo y me pajeé hasta acabar sobre su pecho.

Entonces reflexioné, pensé que si el Mandingo se enteraba de aquello me iría mal. Le pedí a mi amigo que por favor no comentara aquello (lo de mi eyaculación sobre el) le dije que me disculpara, que no volvería a ocurrir. Finalmente me fui a casa.

JP
Datos del Relato
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3 comentarios. Página 1 de 1
RICHAR-D
invitado-RICHAR-D 09-01-2009 00:00:00

la verdad que cuando te leeo me exito hasta casi terminar, relatas con mucho detalle y eso hace que uno se involucre en esas delicias de cojidas, te felicito sigue asi

ahsd
invitado-ahsd 13-12-2008 00:00:00

amo tus experiencias, son de lo màs exitante, a veces deseo ser vos, me hacès eyacular mucho.

Juan SOHAIL
invitado-Juan SOHAIL 22-11-2008 00:00:00

Bueno Perez tampocohace falta que te humilles tanto, porque motivos tienes que pedirdisculpas, ¿por correrte?, pues entonces para que haces el amor, vamaos hombre y si es real es para matarte, espero que solo sea un error. De todas forma te doy la enhorabuena te leo mucho y escribes muy bien, sigue y cuida un poco estas cosillas J.SOAHIL

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