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Nuria: de ama de casa a golfa para todo (2)

Bueno, aquí me tenéis otra vez. Esta fue mi segunda vez como esclava sexual de mi marido. Iré relatando todas las experiencias en orden gracias a que Carlos los va escribiendo todos. Bueno, este fue más fuerte que el primero, espero que os guste y que os corráis imaginándome.



Fue un Domingo (ya veréis porqué). Carlos me dijo que íbamos a quedar con cuatro ex-compañeros suyos de trabajo con los que había tenido, y seguía teniendo, bastante amistad. Cuando me obliga a hacer estas cosas le gusta que vaya vestida bastante normalita porque me da más aspecto de ama de casa normal y corriente (que es lo que soy, salvo una vez al mes) y eso le pone mucho cuando luego hago de guarra. Me tuve que vestir con unos pantalones normales, un jersey, unas bragas también normales y por último, unos zapatos negros de tacón (no mucho tacón, pero algo). Y un sujetador que le gusta mucho que es una especie de wonder-bra que me realza mucho mis ya generosas tetas.



Habíamos quedado en el parking de un conocido centro comercial, pero al ser Domingo y temprano (sobre las 9:30 de la mañana) no había más que una furgoneta vacía y otro coche algo más alejado. Sus cuatro amigos estaban allí muy puntuales (¿por qué sería?). Lllegamos y delante de ellos (eso también le pone mucho) me explicó que me dejaría desnudar y sobar por los cuatro y hacer todo lo que me pidieran sin rechistar. Cuando tuvieran las pollas bien tiesas tendría que hacerles pajas a todos y no nos iríamos de allí hasta que se hubiera corrido el último. Me quedé congelada. No es que no me acordara de la vez del mes anterior, pero pensé que igual solo quería exhibirme un poco y ver como se hacían ellos las pajas. De todas formas, ya digo que no podía poner ningún pero. Así que me entregué a aquellos cuatro desconocidos. Primero me quitaron el jersey, y luego los pantalones. Tenían una cara de excitados tremenda. Por último me bajaron las bragas y me obligaron a quitármelas del todo. De modo que me quedé en medio de aquel parking delante de cuatro extraños, nada más que con el sujetador y los zapatos. Así querían que me quedase.



Entonces uno de ellos me ordenó que fuera dando un paseo hasta una pared que había como a quince metros y volviese. ¿Así? pregunté incrédula. Carlos me miró como diciendo, "si pones otra pega va a ser peor". Así que eché a andar llevando nada más que un sujetador y unos zapatos de tacón y con todo el coño y el culo al aire. Sentía una mezcla de miedo y excitación. Muchas veces Carlos y yo habíamos fantaseado con el exhibicionismo. ¡Pero esto era demasiado! Cuando llegué a la pared di la vuelta y me encaminé otra vez hacia el coche. Pude ver que ya tenían las pollas fuera y estaban tocándoselas. Cuando llegué al coche vi que las tenían bastante tiesas. En alguna ocasión había visto varias pollas en películas porno, pero verlas allí enmedio al natural era una sensación extraña, como irreal.



Entonces Carlos dijo, "venga, sobarla todo lo que queráis". Y empezaron a manosearme todos allí al aire libre. No se cortaban ni un pelo, alguno me tocó directamente la raja. Otro el culo, otros dos las tetas... Después de unos dos o tres minutos estaba bastante excitada. Me obligaron a dejarme las tetas fuera del sujetador. Me pusieron a cuatro patas y me manosearon bien el coño y las tetas. Uno me lamió el culo y todo. Estaba allí como una perra en plena calle a su completo servicio. Carlos mientras se hacía una paja también y no paraba de decir, "venga sobad bien a esa golfa. ¿Os habéis fijado que zorrón está hecha? Si está chorreando.." Y era verdad, me estaba poniendo como una moto.



Entonces Carlos se sentó en el borde del asiento con los pies fuera del coche y me obligó a meterme su polla mirando a sus amigos. "Mira como se les ponen las pollas de tiesas viendo entrar y salir mi polla de tu coño, cariño". Joder, yo ni veía sus pollas. Estaba excitadísima y saltaba encima de la polla de Carlos como una loca metiéndomela hasta los huevos.



Entonces me obligó a parar y me dijo, "venga hazles una paja a cada uno, quiero ver como se corren todos en el suelo". Así que tuve que arrodillarme y empezar a hacerles pajas. La verdad es que estaban muy excitados y ninguno duró demasiado. Primero masturbé a uno que se corrió en menos de un minuto chillando que era una golfa y que vaya pajas hacía. Después, Carlos me obligó a hacer dos pajas a la vez. Y la verdad es que tener una polla en cada mano es muy excitante. Con la izquierda se me daba un poco peor pero se corrió igual. Carlos me obligó a ponerles bastante juntos cuando iban a correrse de modo que se salpicasen uno a otro que sabe que me excita mucho (y yo creo que a él también). El caso es que uno se corrió en la tripa del otro, y el otro en la polla y los huevos del primero. Yo estaba poniéndome fatal. Al último le hice la paja sobándole a la vez los huevos y se corrió como una bestia mientras gritaba lo puta y guarra que era. Desde luego no sé si habría alguna cámara de seguridad pero si la había, me sé de algún guardia que también se debió correr aquella mañana a base de bien. Para terminar, Carlos me puso a cuatro patas con el culo mirando a sus cuatro amigos y me folló hasta que nos corrimos los dos. Yo tuve que correrme gritando, "soy una puta, una guarra, una golfa, mirad como me corro de gusto, cabrones".



En fin eso fue todo (no fue poco). En cuanto pueda escribiré la próxima.



Besos,



-Nuria


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
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