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Nota: abuso de autoridad

~Eduardo:

Con el tiempo encima no me quedaba ni una sola oportunidad para ir al supermercado, Carlos sabrá que le mentí, pero veré que excusa invento, porque si sabe que vine a ver a Alberto, me va mucho peor. ¡Poh! Que no te preocupe eso, ¡Tu padre y Carlos están en la misma habitación! Apresúrate, si no quieres que tu muchacho cometa la metida de pata del año.

-¡Llegué! –Corrí desde la entrada de la escuela hasta la habitación, casi no podía respirar-

-¡Eduardo! –Exclamó mi padre- Que gusto verte –Se levantó para darme un fuerte abrazo- Hijo, ¿Cómo has estado? –Acariciaba mi espalda y se separó después de unos segundos-

-Hola papá, ¿Desde cuándo tanto amor hacia mí? –Lo miré extrañado y muy cansado-

-Desde que me has demostrado que si puedes con los estudios –Me pegó suave en el hombro-

-Mira tú –Miré a Carlos-

-No sabes lo mucho que me enorgulleces hijo –Me senté junto a él en el sofá- Vas muy bien –Sonreía para mí-

-Gracias papá, pero no seas tan cariñoso, que ya te pareces a mi madre –Reí- Aunque gran parte de lo que sé ahora, se la debo a Carlos –Levanté la mirada, estábamos algo nerviosos, pero todo fluía normal-

-Es lo que le decía, estuvimos hablando y me di cuenta de que es buen chico –Carlos miraba el suelo, estaba rojo-

Miré a mi padre con algo de miedo, la última vez que sentí algo parecido era un niño, sin embargo, lo miro tan tranquilo que es inquietante, como si quisiera abusar de su autoridad sobre mí.

-¿Y de que hablaban? –Me inquieté- Digo, porque Carlos no es una persona que le guste mucho conversar.

-De sus orígenes, además, conmigo ha hablado hasta de mas –Frunció el ceño- pero bueno, le digo que en lo personal soy un fanático de las playas y la comida de su país–Sonrió-

-Que bien papá –Fingí una sonrisa-

-Tengo que resolver un problema con la empresa y los inversionistas son de aquí, hay una junta en menos de una hora, me tengo que ir, pero vendré de nuevo a la noche, quiero llevarlos a cenar chicos –Se paró del sofá y caminó hacia la puerta-

-Un gusto conocerlo señor –Carlos le dio la mano para despedirse-

-El gusto es mío muchacho –Ya quería que se fuera, si mi padre supiera que al chico que le está dando la mano es mi pareja no quiero ni pensar lo que sería capaz de hacer- Lastima que aquí no venden comida tan buena como la que preparan en tu país.

-Pues mi abuela me enseño algunos trucos –Le di un pellizco en la espalda. Carlos sólo me regreso a ver con una mueca de dolor en la cara-

-¿Enserio? Pues no se diga más, hoy vendré en la noche a cenar aquí, sorpréndeme chico -¡Ay Carlitos cuando vas  aprender a no hablar de más!-

-Bueno papá, te vemos en unas horas –Éste Carlos, no sabe cómo y cuándo no opinar-

Se despidió de nosotros y salió de cuarto, no lo podía creer, no sé cómo puede ser tan doble cara, si no lo conociera diría que es una persona amable, cariñosa, pero vamos, que sé que no es así, tan sólo porque ahora no se avergüenza de mí, porque ahora no corre el riesgo de que alguien descubra que su hijo era un pelmazo para la escuela.

-Al fin –Suspiré y me dejé caer en el sofá-

-Me asusté –Mi chico se echó a un lado- ¿Por qué no me dijiste que tu padre vendría a visitarnos? –Se acomodó de modo que quedara frente a mí-

-Ni yo sabía osito –Estaba estresado, mi padre es un hombre muy estricto- Ya quiero que se vaya-.

-Parece una buena persona, no exageres…

-Hmmm –Volteé los ojos- No lo conoces, eres muy fácil de engañar Carlitos –Sonreí-

-No soy tan iluso –Acarició mi mentón-

-Sí, y yo soy un súper héroe –Dije irónico-

-Para mí lo eres –No dejaba de verme-

-Tonto –Apreté una de sus mejillas-

-Feo –Sonrió y se acercó a mis labios para unirlos con los suyos, impugnándome su sabor de nuevo- Ahora tenemos que apurarnos a limpiar toda la habitación –Se separó de mí, dejándome sediento de sus labios, note una sonrisa burlona en su rostro, pero cuando iba a ponerse de pie cayó al suelo-.

-Jajaja, eso te pasa por jugar sucio –Comencé a burlarme-

-Malo –Se puso de pie y me sacó la lengua-

-Cuando te lo propones era muy infantil, vamos a limpiar y por andar moviendo la boca tendrás que hacer las quesadillas –Me paré del sofá-

-Hablando de quesadillas –Me miró curioso- ¿Dónde están las cosas que te encargué del supermercado? –Oops, vamos cerebro inventaste algo más, tu puedes-

………………………………………………………….

Alberto:

Eduardo se fue, me quedé parado mirando el picaporte de la puerta, analizando y dándome cuenta de que tenía la razón, lo mejor ahora sería descansar un poco, esto del ascenso me tenía más que tirado, Edel no ayudaba mucho y con todo eso junto en mi mente, sentía que iba a explotar. Me di la vuelta, allí estaba él, recargado sobre la pared junto a la ventana, me miraba de una forma extraña, tal vez porque aún me quedaba la marca de por donde habían pasado las lágrimas.

-Lo siento Edel, pero no quiero saber nada de esto por un rato…

-No preocupar Americano, yo entenderte lo que pasa –Se acercó a mí-

-Siento mucho lo que viste –Estaba avergonzado-

-No decir mas –Sonrió y sobó mi hombro- ¿Querer hablar conmigo?

No me haría daño hablar con alguien, así que acepte su ayuda, quería ser escuchado y despejarme un poco.

-¿Quién ser Carlos? –Edel se sentó frente a mí en la mesa-

-¿Recuerdas al muchacho que venía conmigo en el auto cuando casi chocamos? –Edel asistió- Él es Carlos, es mi estudiante –Parecía no entender-

-Si es estudiante, ¿Por qué venir ese hombre enojado? –Eduardo parecía un poco mayor para aún estar estudiando todavía-

-Él también es estudiante, son compañeros de cuarto –Aclaré- Eduardo se molestó porque yo me comporté muy mal con Carlos, creo que mejor dicho, desquité mi furia con él, y no tuve por qué, es buena persona y me pasé de la raya.

La reacción de Edel pareció cambiar, me miraba avergonzado, tal vez se dio cuenta de que una gran parte del estrés que llevaba dentro de mí era por su culpa, pero yo no negué ni afirme nada, no tenía por qué, al final el único culpable era yo por no poder controlarme.

-Soy su tutor legal y pase lo que pase con él, está bajo mi responsabilidad –Edel se sorprendió-

-¿Eso como pasar?

-Su padre falleció cuando era pequeño, su madre lo abandonó y un montón de cosas más que no me gusta mucho recordar –Hice una pausa- Digamos que es un chico esta del otro lado del sol, es muy sensible, despistado, muy tímido y es por eso que me siento así de culpable-

-Ahora entiendo –De nuevo sobó mi hombro- Ahora disculparme yo –Parecía honesto-

No dije nada, pero intuía a lo que se refería, lo único que hice fue poner mi mano sobre la de él y regalarme una torpe sonrisa. Estuvimos así por un rato, le platiqué como fue que conocí a Carlos, lo importante que era para mí, pero nada más, no entré en detalles que no le conciernen, entre ellos, la relación que sostenía con Eduardo.

……………………

Eduardo:

Llegué del supermercado, Carlos se apresuraba para acomodar una que otra cosa del cuarto, no se miraba tan desordenado ahora, parece que se estaba tomando muy enserio la visita de su suegro, a mí me mantenía muy preocupado, espero que no se quede más de una hora, mejor aún, espero que no venga. No quiero decirle nada a Carlos por miedo a ponerlo nervioso también, es lo último que quiero, mejor actúa normal.

-¿Ya está todo listo verdad? –Acomodé los cojines del sofá-

-Sí, sólo falta freír la comida, pero nada más, lo haré cuando termine de bañarme –Lavó sus manos- ¿A qué hora vendrá tu papá? –Las secó en su camisa-

-Creo que alrededor de las 9 de la noche, eso espero – Apenas van a ser las 8 de la noche, será mejor que nos demos un baño.

-Primero yo porque tengo cosas que hacer aún, y tardo menos –Acepté, tenía una sorpresa para el-.

A los pocos minutos se metió al baño, esperé a escuchar el agua caer para quitarme la ropa y sigilosamente meterme tras él. Era común que nos ducháramos con la puerta abierta, así que esto lo hizo aún más fácil. Corriendo el riesgo que mi padre llegara, desplacé la cortina y pude admirar el cuerpo desnudo de mi chico, su cara estaba llena jabón.

-¿Eduardo? –Volteó pero no podía verme debido al jabón, yo no contesté- Eduardo, no me gustan este tipo de juegos, ¿Eres tú? –Me quedé mudo-

Me acerque rápido a él, pasé mi brazo por su espalda y lo apreté hacia mí. Carlos no decía nada, no podía ver, sólo sentir, escuchar como el agua de la regadera rebotaba en el suelo. Lo arrinconé contra la pared, evitando que sus ojos se limpiaran. Él trataba de reconocer mi silueta, no lo logro y con el tacto fue tocando mi cuerpo, sus manos resbalaban muy fácil por mi pecho.

-¿Eduardo? –Dijo tímido-

-Shhhh... Juguemos un rato

Lo coloqué debajo del chorro de agua otra vez, el jabón escurría por toda su piel de leche, he tenido la dicha de verlo como Dios lo trajo al mundo muchas veces, y cada vez que lo hacía no dejaba de asombrarme, me encantaba todo de él.

Cuando su cara estuvo limpia por completo difícilmente pudo abrir sus ojos, el color miel me miro inocentemente, no podía aguantar un segundo más, tenía que comerme esos carnosos labios. El primer tacto fue celestial, su boca semiabierta se encontraba con la mía, lista para él, para compartir de nuevo el sabor que solo nosotros conocíamos.

Jugando con el fluido, nuestras bocas resbalaban, nuestras lenguas estaban enfrentándose y nosotros disfrutábamos del ritual. Era tanta la calentura que ambos sentíamos que nuestras vergas chocaban una contra la otra. Estaba más dura que una piedra, y la de Carlos parecía metal en su punto de fusión.

Llevé mi mano hasta sus genitales, apreté su pene, subí y bajé su pellejo, él seguía besándome mientras me tomaba de los cabellos. Mi movimiento se hizo aún más rápido, su miembro crecía en mi mano.

Separó sus labios de los míos para recostar su cabeza en mi hombro, comenzó a soltar entrecortados gemidos que me indicaban que estaba disfrutando. Una de sus manos rodeó mi cuello, la otra atravesaba por mi espalda, aferrándose a mí para no caer.

-Eduard-do… -Se movió un poco para besar mi cuello- O-oooh…. –Dio un alarido-

Solté su pedazo de carne, sentí un alivio en mi mano, parecía estar devorando mi piel. Regresé a sus labios y le di tremendo beso, arrinconándole contra la pared otra vez, ahora él tomó mi verga con ambas manos, comenzó a masturbar muy lento, lo besé nuevo y el movimiento se aceleró, sentía sus suaves manos subir y bajar cada vez más a prisa, pero cuando estaba a punto de tirar toda mi leche, se detuvo.

-Follame –Me sorprendió su petición, me miró a los ojos, no me mentía, quería que lo follara-

-Como tú digas –Sonreí-

-Ahora mismo –Me besó de nuevo- Hazlo ya, soy tuyo –Mordió mis labios-

-Eres mío y de nadie más, tu eres mío, solo mío –Le di la vuelta, él se recargo en la pared, abrió un poco sus piernas y me dio su culo a disposición-

Le di una nalgada en esos suaves y blancos glúteos, uno de ellos tiene un hermoso lunar que me encanta besar. Carlos quería que le diera caña, bueno, sus deseos son órdenes para mí. De un golpe la deje caer. Su culo ya se había acostumbrado a mi herramienta, pero aún estaba algo apretado.

-Ah-ahhhhhhh –Grito adolorido- ¡Me duele mucho! –Trato de zafarse pero no lo permití- ¡Eduardo sácala me arde! –Insistió-

-No Carlitos, tu solo relájate, veras que así te gusta más –Empecé a besar su cuello-

La había clavado de golpe, después me moví muy lento, comenzando un vaivén más que desesperante, sentía las paredes de su culo raspar mi pene, no quería lastimarlo así que poco a poco aumente el ritmo.

-Un poco más… -Dijo entre dientes-

-¿Ya no te duele? –Comencé a reír- ¿Quieres que te monte aún más rápido? –Acaricié su cintura-

-No sé qué me pasa, solo sé que necesito que me penetres –Gemía-

No soy nadie para negarle algo a mi príncipe, aumenté la velocidad, gracias al presemen que mi verga producía, podía moverme con mucha más facilidad dentro de él. Arrancándole más de un suspiro cada vez que daba una embestida.

-Te voy a decir alguna reglas –Empecé a salirme de él-

-La primera –La metí de golpe a su estrecho ano- Tu eres mío ¿Entendido? –No me moví-

-Ahhhhhhhh –Suspiró al sentir mi invasión- S-si…. –Volví a sacar mi verga casi por completo, dejé el glande dentro-

-La segunda –Otra vez me clave en sus entrañas- Tendrás que complacerme cada vez que yo quiera ¿Entendido?

-Ohhhhhh… -Gemio otra vez- S-s-si –Dijo difícilmente. Una vez más comencé a salir-

-Número tres –Por poco metía hasta mis huevos en su culo, pero esto chocaron contra su esfínter- Siempre te protegeré mi lindo osito –Y me quedé estático, el gemía cansado, yo me recargué en su espalda, envolviendo mis brazos en su cuerpo-.

El contacto entre ambos era indescriptible, una combinación de querer penetrarlo hasta que el día terminara, y tenerlo abrazado hasta el jodido final de los tiempos, no sé cómo hacia eso, no sé si tenía algún truco, pero que me importa, ahora lo único que sé es que teniendo su suave y esplendido cuerpo junto a mí, puedo desbordar mi más bajo instinto animal y a la vez puedo hacerlo subir al cielo.

Volví a posición inicial, mi verga recibió la orden de empezar a moverse frenéticamente, escuchando aullidos de placer de mi hombre, aumenté el paso. El agua corría por nuestros cuerpos, aumenta el ruido que producía el golpeteo de nuestras pieles.

-Así bebé, cometela –Mi polla entraba y salía de una manera perfecta-

Introduje de una forma descomunal, tampoco tan salvaje, pero si más aventada de las anteriores. Acariciando su espalda el abría un poco más su piernas, y se arqueó para besar mis labios. Tenía su espalda pegada en mi pecho, permitiendo que mi herramienta entrara mejor.

-Ohhhhhhhhh –No paraba de gemir, el agua seguía corriendo-

Bombeé ahora más calmado, sentía como su esfínter apretaba mi tallo, mi pene estaba a punto de estallar, era tan la excitación, no podía aguantar más pero trataba de hacerlo, aunque fue en vano por que sentí su culo contraerse, eso basto para derramar hasta la última gota de leche dentro.

-Uhhhhhh…. Mierda….. – Carlos gemía y yo también, supe que él había eyaculado primero, ese fue mi morbo, saber que era capaz de que con mi verga acariciando su interior provocaba que se corriera sin siquiera tocarse-.

-Buen niño –Pegué mi pecho a su espalda otra vez y comencé a morder sus hombros, besé su oreja y en segundos abandoné su interior-.

-Disculpa –Dijo en tono bajo-

-¿A ahora por qué tonto? –Comencé a reír-

-Por ser tan así –Se volteó

-¿Tan cómo? –Sonreí- ¿Tan lindo? ¿Tan pasional? ¿Tan morboso? ¿Tan cerdo? –Dicho esto lo besé, estaba consiente que era la primera vez que me pedía que lo follara y que tal vez se sentía extraño, pero a mí me gusta, me encanta saber que lo caliento como él hace conmigo-.

-Gracias feo –Sonrió- Pero ahora tenemos que bañarnos que tu padre no tarda en llegar –No saben el morbo que me daba que el dijera eso- Así que me pondré algo de shampoo –Y cuando se dio la vuelta por poco resbalaba, por suerte pude tomarlo del brazo y evitar que callera-.

-¿Estas mareado? –Lo miré preocupado-

-No, lo que pasa es que... –Y cuando trato de ponerse de pie casi resbalaba de nuevo- ¡Hay algo resbaladizo en el suelo! ¡No me puedo mantener! –Parecía molesto, me di cuenta de que era su semen, me comencé a reír-

-Es tu semen, cochino, por eso esta resbaloso, porque un osito de por ahí dejo toda su leche en el piso –Traté de sostenerlo para que no resbalara de nuevo-.

-Ayúdame, esto esta resbaloso –También comenzó a reír-

-Y yo que pensaba que eran mareos de embarazo –Carlos me miro asustado- Ya tenía pensado hasta comprar la cura –Comenzamos a reír-.

………………………..

Carlos:

Estaba apurado, moviéndome de un lado para el otro. La cena estaba lista, quería que todo se mirara bien, aunque estaba seguro que el padre de Eduardo no sabía nada, quería dar una buena impresión, pero con lo que me dijo pienso que ya la tiene, no importa, me preocupa mucho y ya quiero que esta noche termine.

-¿Estas nervioso? –Me miró Eduardo y tomó mis manos-

-Supongo que sí, muy nervioso –Sus manos también estaban frías-

-Veras que todo saldrá bien, tu sólo actúa normal, que mi padre no sospechara nada –Trató de calmarme y de alguna manera lo lograba-

-Es que es mi culpa, si no hubiera movido la boca, no estaríamos así…

-Claro que no, de todos modos teníamos que ir a cenar con él y sería más incómodo estar en público –Me sonrió y acarició mi mejilla- Ahora respira y todo saldrá bien –Depositó un beso en mis labios. Era tan dulce, tan seguro-.

En un rato sonó el timbre, terminé de servir la comida y la tapé, hice lo mejor que pude. Eduardo fue a abrir la puerta, me quedé en la cocina, si era su padre, venia vestido de una forma muy casual, eso me tranquilizo aún más, parece que la noche iba a ser calmada.

El señor nos saludó, pasó a la cocina y revisó los sartenes, parecía con hambre, era muy confianzudo y a pesar de ser alguien tan “de alta categoría”, no hacia ningún feo a lo que preparé, mejor aún, mi sorpresa fue cuando vi que tenía muchas ansias de probar.

-Tú vas muy bien en la escuela supongo –Comentó su papá-

-Sí señor, luché mucho para conseguir esta beca –Él me sonrió-

-Me alegro mucho por ti –Tomó una manzana y le dio una mordida- Me imagino que ha de ser difícil, muchos adolescentes son muy duros con los becados-.

-Aquí la gente es muy, como te explico, mierda –Decía Eduardo- Dejaban a Carlos a un lado no sólo por ser becado, sino también por no poder hablar muy bien el inglés, porque es latino –Decía indignado-

-Sí, pero ya aprendí a ignorar esto, al principio fue una molestia, pero poco a poco te acostumbras y no pasa nada –Dije mientras servía la cena-.

-Eso habla muy bien de ti niño –Mordió de nuevo la manzana- No como otros que teniendo la oportunidad ni siquiera la aprovechan –Miro a Eduardo, pero este ignoró su comentario-

-Eso depende de cada quien, créame que yo estudio por necesidad, porque necesito de esto para salir adelante –Me senté junto con ellos a la mesa-.

La noche fue pasando normal, fui entendiendo un poco la forma en que actuaba el padre de Eduardo, noté una que otra indirecta hacia su hijo, me extraño, pero también me sorprendió el comportamiento de Eduardo, muy serio y sin contestar a nada que no fuera relacionado con la escuela, me quedó claro que no tenía ganas de pelear y que las cosas podían fluir mejor sin ningún tipo de tensión.

-La cena te quedó deliciosa niño –El hombre había comido hasta el último pedazo- Me tendrás que dar la receta a ver si la cocinera de la casa puede hacer algo igual, o enséñale a Eduardo, claro, si no es mucho abusar –Sonrió-

-Claro que no, tenga por seguro que Eduardo sabrá hacer quesadillas cuando regrese en Verano a su casa –Levanté su plato, el mío y el de Edu-.

-Tampoco me quieras tener de cocinero –Eduardo frunció el ceño-

-Ya hijo –Dio una palmada en su espalda- Quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti –Apretó su hombro- De como haz evolucionado en tan poco tiempo, no sé, parece magia, parece que quisieras ahora si prepararte para un futuro –Alborotó su cabello-

-Ya papá, que no soy un chamaco –Comenzaron a reír, yo sólo mire la escena desde la cocina-

-También a ti –Regresó a verme- Te agradezco por ayudar a mi hijo y que no te quede duda, que si necesitas algo puedes pedírmelo, estoy en deuda –Su mirada parecía sincera- Y espero que no le sueltes la mano, no quiero pedir mucho, pero me harías un enorme favor –Me regaló una cálida sonrisa, y yo pues soy muy sensible, me aguanté, no me gustan muchos las escenas así, preferí estar a distancia-.

El hombre estuvo acompañándonos un rato mas, donde nos habló un poco del problema que tenía con la empresa, pero que ya se había resuelto, expresando también que estaba muy satisfecho porque su hijo haya tomado Arquitectura, ya que es una de las bases principales de su compañía. Acabando así por ofrecerme trabajo, garantizándome que cuando saliera de la Universidad yo tendría las puertas abiertas en su empresa, me llegué a sentir mal, ambos le estábamos mintiendo y él nos estaba ofreciendo todo a los dos, pero sería mejor así, a decirle lo que en verdad pasa.

-Me tengo que ir –Vaya, la larga jornada estaba a punto de terminar, nos paramos del sofá- Fue un gusto conocerte Carlos, y verte de nuevo hijo, ahora me voy –Caminó  a la cocina, me dio un apretón de manos y acarició de hombro; abrazo a Eduardo-.

-Pa, te voy a acompañar a la entrada –Sugirió Eduardo, su padre aceptó-.

Acompañé a su padre hasta la puerta, Eduardo entro al baño antes de ir a dejarlo a la entrada de la Universidad. Al final de cuentas me cayó muy bien, tiene su carácter, pero sabe cómo tratar a su hijo, a veces, no siempre. La cosa iba bien y la velada me dejó un buen sabor de boca.

-Estoy listo –Salió Eduardo del baño-

-Apresúrate por que se me hace tarde –Lo apuró-.

-Ya voy –Se acercó Eduardo-

Como siempre acostumbraba, Eduardo antes de salir me tomó de la cintura y me dio un beso en los labios, sólo que esta vez se le olvido un pequeño detalle, ¡Su padre estaba enfrente de nosotros!, Me quedé helado. Cuando Eduardo se despegó de mis labios lo único que hice fue mirarlo aterrorizado, no podía ver a su padre, estaba seguro que nos había visto.

-Creo que será mejor que mañana hablemos –Escuché la voz seria y fría de aquel hombre-

-Papá, puedo explicar… -Pero no lo dejó hablar-

-Sí, mucho que explicar –Volteé para verlo, su mirada era fría para con nosotros- No me iré hoy, tengo que tener esta conversación contigo mañana, de hombre a lo que sea que tú seas –No podía dejar de analizar sus gestos, parecía muy molesto, parecía decepcionado de ambos-.

Dio un golpe tras cerrar la puerta, no podía siquiera hablar, ambos estábamos mudos, y pensar que la noche estaba a punto de terminar, que todo estaba saliendo mejor aún de lo que pensábamos. Eduardo me miró, yo lo miré confundido, ese pequeño error podía costarnos tanto. Mierda.

-Eduardo –Me acerqué- Se dio cuenta… -Miré el suelo-

-Lo siento Carlos, no era mi intención –También se acercó a mí y me abrazó-.

Una bomba de pensamiento explotó en mi cabeza, llenándome de dudas, de preguntas, de situaciones que aparecían de todos los lugares y podrían hasta llegar a ser absurdas. Odiaba ser así, odiaba pensar así, pero en ese instante era lo único razonable, sentía como si todo se hubiera jodido.

-Tengo miedo –Comenzaron a salir mis lágrimas, mi cabeza se apoyaba en su regazo, sus brazos me estrujaban-

-No, no digas tonterías osito –Y su tono de voz se quebró, al escucharlo decir eso note que sus lágrimas también comenzaron a derramarse-.

-¿Qué va a pasar?- Dije entre sollozos, no podía evitar sentirme así de triste-

-Nada que nosotros no permitamos –Trató de tranquilizarme, pero esta vez no lo logró, el tan solo pensar que su padre estaba frente a nosotros cuando me tomó de la cintura, y me depositó un beso justo en los labios, no podía quedarme quieto, no podía dejar de torturarme con la idea de que mañana tendrá que hablar con él-.

Me olvidé de todo, de la mesa, de la comida, de los trastos sucios, me dediqué a sentir el abrazo de Eduardo, a agradecer el roce de nuestras pieles desnudas, lo sentía todas las noches, pero ahora era distinto, no había nada sensual, nada erótico, solo nos sentíamos vulnerables, y aunque él tratara de ocultarlo estaba seguro que también se sentía igual.

…………………………….

Eduardo:

Lo único que recuerdo de la noche anterior es que justo después de que mi padre se fuera, lo que hicimos fue abrazarnos como dos tontos. No quería mostrarle como me sentía, pero ambos nos quedamos sin habla, lo abracé fuerte, muy fuerte.

Mi padre me mandó un mensaje temprano por la mañana, me avisó que tendría que ir a las 11 a la escuela. Calos y yo nos levantamos alrededor de las 8 A.M. Ambos estábamos callados, un poco distanciados, necesitaba algo de aire, así que decidí salir un poco antes de la hora en la que mi padre me había citado. Necesitaba pensar, hacerlo solo, porque si tenía a mi osito cerca me dolería más ver la realidad.

Nos despedimos como siempre, lo tomé de la cintura y le di un beso en la boca, que rica se sentía, suave, húmeda, cálida, como siempre me daba una sensación de cariño, de sinceridad. Nuestro beso se prolongó por un rato, ninguno de los dos queríamos separarnos, yo estaba seguro que nada podía pasar, pero no sé por qué tenía miedo.

-Regreso en unas horas osito –Me separé de sus labios-

-Te amo –Me abrazo-

-Te amo –Besé su frente- Todo va a estar bien –Coloqué mi mentón en su cabello-.

Salí de la habitación, mi vista iba hacia el suelo, no quería ver caras grisáceas, tonterías cotidianas, tendría que hablar con mi padre acerca del amor de mi vida, de alguien de mí mismo sexo, ¿Cómo me iba a entender? Sería muy difícil hacerlo razonar acerca de esto, pero vamos Eduardo, no te des por vencido, date cuenta de que, es tu vida, ¿Dejaras que alguien más la dirija? Nunca te importó en lo más mínimo lo que tus padres opinaran, pero ahora, ahora es diferente, no puedes comparar uno con lo otro, son dos polos opuestos.

-¡Booo! –Escuché que alguien grito a mi lado, me asusté, estaba a punto de dejar caer un golpe pero me di cuenta de que era Luke-

-Estuve a punto de partirte la cara –Mi voz sonaba apagada, pero la preocupación aún estaba centrada en mi mente-

-No lo creo, me adoras hermano –Colocó su mano en mi hombro- Edu, tu sabes tanto como yo que nosotros hemos vivido meses inolvidables –Empezó a recitar una “poesía”- Meses que quedaran en nuestras mentes, en nuestros corazones….

-Déjate de cosas Luke… - No aparté la vista de mi camino-

-Si –Trató de calmarse- Iré al grano, pero quiero que sepas que de acuerdo al reglamento que está en la Constitución política de los Estados Unidos de América, tienes que presentarme a la amiga de tu compañero de cuarto –Luego entendí que se trataba de Michelle, incluso me pareció extraño que no me lo hubiese pedido antes-.

-Sí, espérate unos días –Dije aun sin ganas de hablar, y parece que Luke se había dado cuenta-

-¿Qué te pasa hermano? –Pasó su brazo por mi cuello- ¿Mal de amores? –Me sobó la cabeza-

-Tengo que hablar con mi padre de un tema delicado –Casi ni lo miré-

-Uhhhhh –Me jaló el cabello- Esas platicas son las que se tienen que evitar, bueno –Se quedó pensando- También las de las novias -Se suponía que tenía que ser un chiste pero no me causa nada de gracia-

-No estoy de humor Luke, enserio –Parece que la angustia se reflejara en todo mi ser-

-No pues con tan solo verte me da más sueño y flojera que con la música de Lana Del Rey –Me dio un suave golpe en el hombro, ya iban dos, si lo hacía de nuevo no dudaría en regresarlo- Sabes que, tú me tienes que acompañar, ya me picó el gusanito de la curiosidad.

Ni se cómo le hizo, pero cuando me di cuenta ya me tenía en la ¡¿Biblioteca!? Si, hasta a mí me sorprendió, el primer lugar que hubiese imaginado hubiera sido la cancha, o ya de plano los baños, ¿Desde cuándo Luke entraba en la biblioteca? Peor aún, ¿Desde cuándo sabía si teníamos biblioteca?

-Ahora te sientas –Y me aventó a un pequeño sillón que estaba junto a la mesa, tomó una silla de esta y la colocó frente a mí, se sentó y me escuchó atento-.

-No sé qué quieres saber –Me hizo una cara de “Es obvio no te hagas pendejo”-

-Mira, quiero saber –Tomó una calculadora, ¿De dónde salió esa calculadora? -¿Cuánto es 1+1? –Me miró sarcástico-

-Te dije que no estoy de humor –Empecé a mirar por la ventana, la biblioteca estaba vacía, domingo en la mañana, la mayoría tal vez y aun dormía-

-Soy tu amigo Eduardo –Tocó mi rodilla- Tal vez sea un adicto al sexo, morboso, mal educado, irresponsable, pero una cosa si puedes estar seguro, sé guardar secretos –Parecía honesto, y no pensé mucho, me costaba admitir que necesitaba un consejo, no podía ir con Alberto, tampoco podía hablar con Carlos, saldríamos más lastimados-.

-Bien –Lo miré- Tu ganas Luke, confiaré en ti, espero que me entiendas –Suspiré y me acomodé en el sillón-

-¡Suelta la sopa tú! –Me apresuraba, parecía frustrado-

-Te aclararé lo que pasa, y antes que nada decirte que es verdad, todo lo que dicen afuera –Hice una pausa- …Todo lo que dicen de mí y Carlos es verdad…. –Hubo un largo silencio, muy agobiante, muy confuso-.

-Entonces…. –Me miró confundido- Déjame y me ubico, ¿Carlos es tu compañero de cuarto?

-Sí, él es Carlos….

-Y tú me estás dando a entender que…. –Frunció el ceño-

-Haces esto más complicado Luke –Era inútil, tenía que decirle ya- Pues que él y yo somos pareja –Dije esto casi susurrando en su oído-

-¿Pareja cómo? –Este sí que era un burro, o tal vez se hacia el estúpido-

-Tenemos algo, mantenemos una relación, ¡Follamos! –Pues ya que, no me importaba decirlo, aunque tampoco lo grité, sólo que me estaba desesperando, sé que tal vez no fue la forma correcta de expresarme. A buen entendedor pocas palabras y parece que Luke no era de esos-.

-Ahhhh….. ya ya…. –Rascó su cabeza- ¿Y eso que tiene que ver? –Me quede mirándole por un rato, el parecía divertido, muy calmado y sin hacer ningún gesto de disgusto ante mi confesión-

-¿Cómo que qué? ¿No te parece raro? –Luke negó- ¿Asqueroso? ¿Promiscuo? ¿Mal? –Y a todas mis preguntas Luke negó-

-Claro que no, tu sabrás que harás con tu vida hermano, y yo, como tu amigo, tengo que respetar, si tu estas cómodo con Carlos, si sientes algo que no puedes controlar –No mentía, y me llenó de valor escuchar sus palabras- En el corazón no se manda –Golpeó su pecho-

-Me hubiera gustado que mi padre reaccionara así… -Volteé la mirada-

-Owww…. Ahí la cosa cambia. Tienes que entender, y a mí me sorprende, créeme que mucho –Sonrió- Nada más mírate, tienes porte de todo un macho, y a las escondidas te pintas las uñas –Se echó a reír-

-¡Cuidadito con lo que dices! –Lo tomé del cuello y lo amenacé-

-Tranquilo… Es sólo una broma –Se puso nervioso, pero lo solté, yo estaba algo nervioso también- Volviendo a lo de tu padre, te repito, tienes que entender, ellos como padres quieren controlar la vida de sus hijos, pero vamos –Me dio un leve golpe en el hombro- Nada pierdes con hablar, inténtalo. Tú puedes campeón -Y me dio un zape-.

-Me sorprendes, yo que pensé que eras un cabeza hueca –Le devolví el golpe, por alguna razón me sentía en más confianza-

-Pero…. ¿Tu padre como sabe? –Pregunto curioso- ¿Acaso los encontró en plena acción? –Me miró travieso-

-¡No! –Trate de verme molesto, pero no pude- Un poco más de respeto…. –No podía ocultar la sonrisa en mi cara- Es que por un accidente, nos besamos frente a el –No pude evitar ruborizarme-

-Mmmmm…. –Se quedó pensado- Pues no tiene nada de malo, yo me beso con mis amigas a cada rato y nadie lo mira raro –Sacó la lengua- Dile que es un ritual de amigos fanáticos de Dora la Mamadora que siguen a Marina y los diamantes –Comenzó a reír como loco en plena biblioteca, la señora que estaba en la recepción creo que tiró dos litros de saliva de tanto callarnos, fue tanto así que nos tuvieron que sacar del edificio-.

Caminamos solo unos pasos más, nos acercábamos a la fuente cuando vi el auto de mi padre estacionado a unos cuantos metros de esta, me puse nervioso, la sangre se me hizo agua, quería evitar a toda costa esa conversación, quería tomar a Carlos y llevarlo lejos conmigo, donde nadie supiera de nosotros.

-Creo que llegó la hora –Susurré a Luke-

-Suerte hermano, sea lo que salga de esto, cuentas conmigo –Dio una palmada en mi espalda y después se echó a correr-.

-Gracias… -Dije entre dientes-

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