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Categoría: Masturbación

Mi Vida

Paula salió a la calle aquel día mas acalorada que de costumbre, era verano y en la calle debía hacer mas de 30 grados de temperatura, que combinada con la humedad del ambiente, hacia que el calor llegara a desesperar a la gente que se aventuraba a salir a la calle. Por supuesto el calor que hacia en la calle, no era ni comparable al calor que hacia en su casa, puesto que era castigada casi todo el día por el sol. "Así que si me voy a achicharrar, que sea dando un paseíllo" penso ella.



Paula era una hermosa chica de 20 años, morena, de pelo negro y largo, alrededor de 1’70 de estatura y con un cuerpo de auténtico escándalo. Sus caderas, que parecían moldeadas por el mejor alfarero, sus piernas largas e irresistibles, sus ojos negros, que brillaban como bellísimas estrellas y sus pequeños, pero firmes pechos hacían encenderse de deseo a los hombres (y parte de las mujeres) que pasaban junto a ella. Paula sabía perfectamente el tipo de reacción que provocaba en la gente. No era el tipo de persona que pudiera definirse como "liberada" pero en su fuero interno se excitaba enormemente al notar las miradas llenas de deseo que se clavaban en ella.



Ahora, mientras caminaba por las calurosas calles, la sensación no hacia mas que acentuarse. El calor, las miradas. Miradas, calor, calor...



La verdad es que se estaba haciendo muy duro el paseo por la calle. De repente, paula empezó a notar un cosquilleo en su bajo vientre. Ya sabia lo que significaba: se estaba empezando a excitar. Rápidamente, su cuerpo se fue sensibilizando cada vez mas al calor y a su ropa (llevaba un vestido negro, cortito y muy fino. Notaba como el vestido se introducía entre sus piernas, acariciándole los muslos, haciéndole sentir cosquillas que poco a poco se convirtieron en pequeños regueros de placer que hormigueaban por sus muslos hasta su sexo, que en esos momentos ya empezaba a despertarse.



El caminar de Paula se volvio más torpe, ya casi no veía la calle, solo atendía a aquellas sensaciones que recorrían su cuerpo, excitándola, colocándola al borde del desmayo. Sus pezones estaban duros, como pequeños guijarros y empezaban a dolerle, deseando que alguien se ocupara de ellos.



"No aguanto mas... no aguanto" pensaba paula, presa de la excitación y mordiéndose los labios para mantener una cierta compostura en la calle. Rápidamente, deshizo el camino que la había alejado de su casa, y entro como una flecha en el portal. Subió casi jadeando las escaleras y entro en su casa. Sin mas contemplaciones, marchó a su habitación, se tendió en la cama y sus manos se introdujeron por debajo de su vestido, buscando acabar de raíz con aquella tortura. Pronto sus manos alcanzaron su sexo. "Despacio... despacio..." penso ella mientras sonreía y se acariciaba levemente su escaso vello púbico. Pronto sus dedos fueron mas lejos y empezó a acariciarse, al mismo tiempo que separaban sus labios y empezaba a introducirse el dedo corazón... "Así... Así..." Paula ya no podía mas, sus dedos adquirieron velocidad y su cuerpo empezó a retorcerse. Le gustaba, le gustaba. Sus piernas se agitaban y sus muslos temblaban violentamente. Recordaba como la miraban por la calle, pensaba lo que le harían en su imaginación... "Asiiiiii, muy bien..." Se imaginaba a hombres tocándola, lamiéndola, penetrándola. Sus gemidos aumentaron de volumen, su cabeza daba vueltas. Quería ser penetrada, lo deseaba tanto... Su cuerpo temblaba y se arqueaba por la excitación, ya casi estaba. "Que placer, placer..." de repente, empezó a gritar de manera descontrolada, mientras un orgasmo bestial se apoderaba de ella



-¡¡¡Así, así, así!!!! ¡Ah! ¡Aaaaaaaaahhhhhhhhhh!



Su cuerpo se convulsiono por última vez y su boca se desencajo en un grito de placer. Sintió como el flujo salía de su interior y empapaba sus piernas y la cama. No dejo de acariciarse de golpe, sino que sus movimientos masturbatorios continuaron, cada vez mas lentamente, hasta acabar en una pequeña caricia, a la vez que su excitación disminuía hasta apagarse.



Paula quedo tendida en la cama, todavía jadeante, respirando profundamente, y con la falda por encima de sus morenos y bien torneados muslos.



Ese día, paula se masturbo unas cuantas veces mas, hasta que el sueño la venció y se durmió, satisfecha toda el ansia sexual por la que había pasado ese día



"No hay nada como complacerse a una misma" Penso la morena, mientras el intenso negro de sus ojos quedaba velado por el sueño.



Paula no sabía que ese mismo día alguien había disfrutado tanto como ella. Probablemente no se percatara de ello de la misma manera que no se dio cuenta que las persianas de su habitación estaban demasiado altas mientras ella se había masturbado.



Fran era un chico de unos 19 años. Proveniente de una familia bastante acomodada, estaba estudiando en la universidad y viviendo en un piso con casi todos los gastos pagados por sus padres. Debido a esto, tenía muchísimo tiempo libre y mucho dinero para gastar en ese tiempo... pero a él no le gustaba presumir de ello. De hecho muy poca gente conocía la situación desahogada de Fran.



Fran era un chico alto, alrededor de 1’80. Pelo castaño, ojos grises y bastante delgado. No gozaba de un físico espectacular, pero lo suplía con un carácter amable y muy alegre. Gracias a este carácter, se podría decir que Fran era bastante "afortunado en amores" Sin embargo eso no le bastaba, puesto que por mucho éxito que tuviera con las chicas, había una que le tenía absolutamente perturbado: se llamaba Paula, y vivía en el edificio de enfrente. Del nombre se había enterado porque estando en la calle oyó a una amiga suya llamarla. Pero eso y poco más era todo lo que Fran sabía de ella.



Desde la primera vez que la vio, siempre quiso decirle algo. La belleza casi de otro mundo de paula tenía absolutamente hechizado a Fran. Yendo a empeorar las cosas el hecho de que el piso de Fran estuviese un poco por encima del de paula, permitiendo que él viera perfectamente su habitación. Aunque para ser sinceros, la única cosa que podía ver Fran, era unos segundos de paula antes de que cerrase las persianas para cambiarse. Eso le torturaba todavía mas que cuando la veía por la calle y no se atrevía a decirle nada ¿por qué no lo hacía? Él era un chico muy simpático y extrovertido ¿Por qué nunca tenía valor para decirle algo?



Pero esta vez fue muy diferente... Fran estaba sentado tranquilamente a la ventana, tomándose una copa, cuando de repente, percibió movimiento en la habitación de paula. La mayor cara de asombro era poco cuando Fran vio como paula se tiraba en su cama y sin mediar mas preámbulos comenzaba a masturbarse. Aquellas manos... aquellos muslos... aquella cara contraída en un sensual gesto de placer... aquel cuerpo tembloroso y agitado sobre la cama. Fran comenzó a sentir presión en sus pantalones, su verga luchaba por salir.



Preocupado con la idea de que estaba haciendo algo malo, no pudo evitar que sus manos se deslizaran a sus pantalones y empezaran a presionar su ya muy erecto pene, provocando un intenso placer. Su respiración se volvio mas agitada, sus manos ya no presionaban ligeramente sobre su pantalón, sino que agarraban su pene y lo hacían moverse, provocando cada vez mas pacer. Mmmmmm, que bueno



Ya no podía mas, su pene estaba muy erecto y le dolía terriblemente al estar aprisionado en el pantalón. Así que bajó la persiana, lo justo para seguir viendo a Paula (que seguía disfrutando como una loca) y se desnudo de cintura para abajo, quedando su erecto pene al aire. Se acomodó en su asiento y comenzó a masturbarse, mientras presenciaba el espectáculo. Su mano recorría su pene de arriba abajo, con movimientos rítmicos y lentos, mientras las oleadas de placer se extendían por todo su cuerpo, y concentrándose en su pene. "Así así, muy bien... ah, ah". Había empezado a gemir muy bajito. En el otro edificio, paula estaba apunto de llegar al final. Fran, que la veía, aceleró sus movimientos. Su cuerpo temblaba, el sudor caía a chorros por su espalda, y su mano masturbaba su pene a toda velocidad, ya gemía en voz alta: "Ah... sí, sí, Oh, Oh, Oh



Su verga estaba dura como una roca, apunto de explotar, y su mano continuaba con el magreo mientras veía a paula llegar al borde del orgasmo. Quería correrse con ella, quería penetrarla, lamer todo su hermoso cuerpo de arriba abajo.



"Así, muy bien... sigue Paulita, sigue, ahhhhh, muy bien... que rico ¡Que ricoooooooooo!



Fran llegó al orgasmo casi a la vez que el cuerpo de paula se tensaba y se corría también. Su pene empezó a dar sacudidas y a soltar chorros de semen



AHHHHHHHH!!!!! AAAAAAAAAAHHHHHHH!



Cuando el orgasmo se fue, se tiro en la silla, mientras miraba lo que hacia paula. El cuerpo de la morena estaba quieto, con una respiración calmada. Pronto Fran empezó a sentir como el sueño se apoderaba de él. Su último pensamiento antes de desvanecerse: "Paula, te deseo"


Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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