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Mi secretaria

~~El empleo es suyo. Cerro la carpeta con un golpe seco, la dejo encima de la mesa y apoyo ambas manos sobre ella.
 De todos los candidatos usted ha sido el que mejor ha superado todas las pruebas. Creemos que el puesto de jefe de la seccion de ventas le vendra como anillo al dedo. Pero recuerde que en esta empresa somos un equipo. Las individualidades no estan bien vistas porque...
 Bla, bla, bla. Siempre el mismo cuento. Cada vez que entras a trabajar en una empresa te sueltan las mismas tonterias. ?Tendran alguna grabacion debajo de la cama diciendo lo mismo todas las noches para aprenderselo de memoria?
 El caso es que mientras el encargado de personal no dejaba de hablar, yo me sentia inmensamente contento. Aquel puesto era el mas importante que habia tenido que desempeñar hasta entonces. Era la primera vez que me asignaban un despacho propio y secretaria personal. Iba a tener a mis ordenes a toda una plantilla de empleados, y lo unico que debia de hacer para ascender en la empresa era aumentar en un 10% el nivel de las ventas.
 Pocos minutos despues, me dirigia hacia lo que para mi era la culminacion de una vida de estudios y malos tragos. Habia tenido que renunciar a muchas cosas para estar alli. Habia pasado por trabajos de mala muerte con el fin de conseguir experiencia y un curriculum. Pero al final lo habia conseguido. Cuesta mucho entrar en el mundillo, pero una vez dentro, lo unico que puedes hacer es seguir subiendo. Ni siquiera la historia que me habian contado sobre el señor Diez, mi antecesor en el cargo, podia ensombrecer mi ego en aquellos momentos. Segun decian, a los pocos meses de estar trabajando alli, el estres pudo con el. Un dia no se presento a trabajar, y en su lugar envio una nota diciendo que se iba a realizar un viaje por el mundo. Dejo su empleo, a su mujer y a sus tres hijos y nadie le habia vuelto a ver.
 Mi secretaria no estaba en su sitio. Tenia un pequeñisimo despacho a las puertas del mio, asi que nadie podia pasar dentro sin que ella le diera permiso para hacerlo. Pero si no estaba alli, no podria cumplir ese encargo. No queria comenzar siendo duro con ella, pero le daria una pequeña regañina en cuanto pudiera. A los empleados hay que demostrarles la fuerza de caracter de uno. Tienes que causar respeto para que te respeten.
 Mi despacho no era enorme, pero desde luego era mayor que cualquier otro sitio donde hubiera trabajado. Incluso era mayor que aquella habitacion de mi anterior trabajo donde estabamos metidos siete personas durante todo el dia. Mire por el ventanal. La vista era relajante y tranquilizadora. A lo lejos podia distinguir...
 Buenos dias.
 Aquella voz me sobresalto. Me volvi para encontrar a una atractiva mujer de unos treinta años, alta, morena y con un rostro inquietante. Iba vestida con la correccion que aconsejaba la empresa. Una blusa blanca de manga larga, botones abrochados hasta el cuello, falda oscura por encima de las rodillas, medias negras y zapatos de tacon, aunque sin exagerar.
 Buenos dias respondi Supongo que usted debe de ser...
 ... su secretaria. Mi nombre es Laura. Lamento no haber estado aqui cuando ha llegado usted, pero tenia que hacer unas copias. y mi fotocopiadora se ha estropeado.
 La excusa era correcta. No me parecio oportuno reñirla tan pronto, asi que opte por ser amable con ella.
 No se preocupe. En lo sucesivo le agradecere que me avise cuando tenga que ausentarse de su puesto. No soy una persona exigente. Creo que seremos buenos amigos. a los empleados siempre les gusta que les digan estas cosas Lo unico que deberemos de hacer es trabajar como un equipo.
 Cuando me di cuenta de que estaba a punto de recitarle el rollo que me acababa de soltar el encargado de personal, sonrei levemente.
 Bien, señorita Alvarez...
 Laura, por favor.
 De acuerdo, Laura. Por favor, pongame al dia.
 Resulto ser una empleada muy eficaz. Cumplia todos mis encargos de manera rapida y eficiente. Se amoldo muy bien a mi forma de trabajar. Lo unico que yo exijo a mis subordinados es que puedan leerme el pensamiento. Y ella casi lo conseguia muchas veces. Sabia exactamente cuando necesitaba una taza de cafe. Nunca repetia dos veces la misma excusa a la misma persona. Cuando tenia que quedarme a trabajar hasta tarde, casi siempre se quedaba conmigo para ayudarme. Se adelantaba a mis deseos cuando le pedia informacion, e incluso cuando no se la pedia. Parecia disfrutar con su empleo. Era correcta en su trabajo y en su forma de ser y de vestir. Nunca llevaba pantalones. Las faldas las preferia cortas. Las medias siempre negras, y los zapatos con un cierto tacon. Me pregunte como una mujer como ella no ascendia en la empresa. Me informe. Llevaba ya varios años trabajando alli, pero parecia estar un tanto gafada. Todos los jefes que le asignaban, al poco tiempo desaparecian, abandonaban la empresa o eran trasladados, asi que no pasaba el tiempo suficiente con nadie que pudiera recomendarla para un ascenso.
 Una noche, muy tarde, eramos ya las unicas personas trabajando en la empresa. Tenia una operacion importante entre las manos y no podia dejarla pasar. Me encontraba cansado, pero al dia siguiente tenia que presentar un informe y no podia permitirme el lujo de irme a casa. Como siempre, ella adivino mis pensamientos y me trajo un cafe, muy caliente y con dos terrones de azucar. Mientras lo tomaba note un cierto sabor agridulce, pero lo achaque a mi nerviosismo. Aparte de eso, estaba delicioso. A los pocos minutos me encontre cansado. Muy cansado. Terriblemente cansado. Apenas podia mantener los ojos abiertos. La vision se me nublaba por momentos, hasta que mi cabeza cayo sobre los papeles que abarrotaban mi mesa. Lo ultimo que recuerdo fue la borrosa figura de mi secretaria mirandome fijamente desde la puerta del despacho. Despues, la oscuridad.
 Cuando desperte estaba solo. Eran las siete de la mañana. Mi cabeza parecia una bombona de butano a punto de explotar y mi vision era un tanto borrosa. Como pude, revise los papeles. El trabajo estaba ya muy adelantado. La noche anterior lo habia dejado casi terminado antes de dormirme.
 De dormirme. Si. Eso fue. El cansancio habia podido conmigo y me habia dormido. Lo que no entendia era porque no me habia despertado Laura.
 Pero eso ya no importaba. Tenia que terminar el informe para llevarlo a gerencia. Me apresure a ello y en menos de un par de horas lo deje en la mesa de Laura con una nota para que lo entregara en cuanto llegara. Ya mas tranquilo, me sente en mi sillon y me permiti el lujo de dar una pequeña cabezadita.
 Buenos dias.
 Tenia la maldita costumbre de sobresaltarme. Abri los ojos y me incorpore sobre el sillon para que no se diera cuenta de que me habia dormido.
 ?Ha dormido bien? Una amplia sonrisa de complicidad se dibujo en su rostro.
 ?Porque no me desperto anoche?.
 Comprobe que el informe ya estaba muy adelantado y no lo considere necesario. Lleva muchos dias trabajando en esto sin descansar, asi que decidi dejarle dormir. ?Hice mal?
 Su voz sonaba como la de una niña pequeña cuando quiere ser perdonada por algo que ha hecho y que sabe que no esta bien. La verdad es que, habiendo terminado el trabajo, la cosa ya no tenia mayor importancia.
 No se preocupe, Laura. Ahora lo unico que quiero es descansar un poco.
 Me sentia enormemente cansado, como si en vez de dormir, me hubiera pasado la noche descargando camiones. Intente desperezarme. No era algo que soliera hacer delante de mis subordinados, pero por algun motivo, no me importo hacerlo delante de ella. Una pequeña molestia en un costado me impidio hacerlo completamente a gusto. Toque por alli y encontre un pequeño moreton, como si me hubiera golpeado. No era muy grande, pero dolia horrores. El golpe debio de ser muy fuerte, pero no recordaba haberme dado ninguno.
 Cerrare la puerta e intentare no pasarle llamadas durante un par de horas. Si quiere echarse un rato en el sofa, le despertare si viene alguien.
 Se dirigio hacia la puerta con unos increible e insinuantes movimientos de cadera. ?Siempre se habia movido asi? Nunca antes me habia dado cuenta. La mire de arriba a abajo. Vestia como siempre, elegantemente, con falda y medias negras. Sus piernas, envueltas en maravilloso nylon negro. ?Dios mio! ?Que piernas!. Y sus zapatos. Eran maravillosos. Negros, con un tacon de aguja mas propio de una fiesta que de unas oficinas. ?Porque nunca antes me habia fijado en aquellos zapatos? ?Como habia podido no haberme fijado en ella de aquella manera? Con cada movimiento de caderas que realizaba, una palabra se dibujaba en mi cerebro: follame, follame. Cada paso que daba, cada taconazo que sonaba en el suelo, me parecian los sonidos mas maravillosos que pueden provenir del cuerpo de una mujer. Se detuvo en la puerta. Me miro. Sonrio enigmaticamente y la cerro.
 Me quede solo. Solo con mis pensamientos. Y en mis pensamientos solo estaba ella. Me quede solo con ella.?Que diablos me estaba ocurriendo? Ella no era mas que una subordinada. La empresa prohibia tajantemente las relaciones entre sus empleados. Pero aquellos zapatos... ?Zapatos? Yo nunca habia sido un fetichista. Me gustaban las piernas de las mujeres, claro, y mas aun cuando estan envueltas en nylon. Pero de ello a lo que habia sentido cuando miraba sus zapatos...
 De todas las partes del cuerpo de una mujer los pies no eran mis preferidos a la hora de excitarme. Sin embargo, note que mi pene estaba completamente dispuesto para la batalla. Lo habia estado desde que mire sus zapatos. Me acoste sobre el pequeño sofa que habia en el despacho. Intente dormir, pero no lo consegui del todo. No podia quitarme aquellos maravillosos zapatos negros de la cabeza. Medio adormilado, me encontre a mi mismo masturbandome mientras pensaba en ellos. Me desperto el telefono un par de horas despues. Era Laura para decirme que el gerente queria verme para discutir mi informe. Todavia no habia acabado de colgar el telefono cuando ella entro en el despacho con una pequeña bolsa de aseo en sus manos.
 Aqui encontrara todo lo que necesita para afeitarse y acicalarse un poco. No puede ir a ver al gerente asi. Tiene una pinta horrible.
 Me mire a mi mismo y comprendi que tenia razon. Toda mi ropa estaba arrugada, e imagine mi rostro dejando entrever la primera barba de la mañana.
 La ropa no sera problema. Si se pone la chaqueta y procura estar de pie el menor tiempo posible, no se daran cuenta. Acerquese al cuarto de baño y afeitese.
 ?De donde ha sacado esto?
 Su predecesor, el señor Diez, tambien solia quedarse dormido en el despacho muchas noches.
 ?Fue usted la secretaria del señor Diez?
 Si. Hasta que se marcho. Ya sabe...
 Si. Ya lo se.
 Nadie me habia dicho que ella fuera su secretaria. Supongo que pensaron que no tenia importancia. Yo tampoco se la di. Me afeite, me acicale un poco y fui a la reunion con el gerente. La cosa salio estupendamente. Mi primer trabajo de importancia habia sido un exito. Incluso el gerente me invito a comer. Pasamos toda la tarde discutiendo el informe y bien caida la noche me felicito y nos despedimos. Estaba contento. Casi euforico cuando llegue a mi despacho. Era Viernes, aquella noche ya no tenia que trabajar, el gerente me habia felicitado y tenia todo el fin de semana por delante. La vida me sonreia. Me sorprendi al encontrar alli a Laura. Apenas quedaba ya nadie trabajando.
 ?Todavia no se ha ido a casa? pregunte mientras me dirigia a mi mesa y me sentaba en mi sillon.
 Queria saber como le habia ido.
 Habia un tono de sinceridad en su voz. Parecia como si le importara realmente que yo triunfara. Enable una enorme sonrisa de satisfaccion y la mire.
 Me ha felicitado.
 ?Lo sabia! La verdad es que se lo merece. Ha trabajado mucho en este proyecto como para que no se lo reconocieran.
 Mientras hablaba, se acerco a la mesa, la bordeo y se coloco en la parte de atras, donde yo me encontraba.
 Me gustaria celebrarlo. ?Quiere venir mañana a cenar a mi casa? Soy una buena cocinera. Le aseguro que no le decepcionare.
 ?Cenar en su casa? ?Se habia vuelto loca? ?Quien se habia creido ella que era?
 Veras, Laura, el caso es que yo...
 No puede negarse. Ya lo tengo todo preparado.
 Me molesto el casi imperceptible todo de condescendencia de su voz. Parecia una madre intentando razonar con su hijo pequeño. En un acto de confianza inconcebible, se sento en la mesa, dejando en alto sus hermosas piernas... y sus zapatos.
 La empresa prohibe expresamente... prohibe... la empresa...
 No conseguia concentrarme. El incesante balanceo de sus pies me tenian casi hipnotizado. Aquellas maravillosas piernas, culminadas con los mas increibles zapatos que habian visto nunca.
 No te preocupes por la empresa. Nadie tiene porque enterarse, ono crees?
 Yo no... puedo... no...
 ?Te gustan mis zapatos?
 La pregunta me dejo helado. Se habia dado cuenta de que la miraba. Intente recuperar mi compostura pero no pude apartar mis ojos de aquellos maravillosos zapatos.
 Me parece que si que te gustan, ono es asi? Pues tengo algo mejor aun para enseñarte.
 Con un movimiento dejo caer al suelo sus zapatos. Sus pies aparecieron radiantes, cubiertos tambien por el oscuro velo de las medias negras. Sin darme tiempo a reaccionar, los acerco a mi cuerpo y comenzo a tocar mis piernas con ellos.
 Ya veo que te gusta mucho mirarme. ?Te gusta tambien que te toque?
 No podia casi moverme. Notaba que mi cuerpo no queria obedecerme. Haciendo un esfuerzo increible, consegui levantar la vista, para darme cuenta de que lo que ahora me atraia eran sus pechos. La blusa que llevaba puesta era transparente. Durante todo el dia habia ido enseñando el sujetador a traves de la suave tela blanca. Pero ahora no llevaba. Se lo habia quitado. Bajo el velo de la tela aparecian radiantes sus oscuros pezones. La forma de sus pechos era claramente visible desde donde yo estaba. Menos de un metro me separaba de ella. Sus pies seguian jugueteando con mis piernas. Levanto uno de ellos y lo coloco sobre mi vientre. Al hacerlo, mis ojos volvieron a verse irremediablemente atraidos hacia ellos.
 ?Que demonios me estaba ocurriendo? Yo no podia estar alli, mirando los pies de mi secretaria como si fuera un colegial enamorado de su profesora. ?Ni siquiera me gustaban los pies!
 ?Estas seguro de que no quieres venir mañana a mi casa?
 Una perversa sonrisa cruzaba su rostro cuando deslizo su pie hacia mi ingle. El contacto de su pie con mi pene a traves de la tela del pantalon me causo un efecto inmediato. Note la presion de mi sexo sobre los pantalones, intentando liberar sus energias. Laura tambien lo noto. Incremento sus juegos ayudandose del otro pie y presionando como si fuera una verdadera profesional. Me estaba masturbando con sus pies, y lo peor de todo era que yo la estaba dejando hacerlo.
 ?Te gusta esto, mi duro jefe?
 De todo lo que estaba ocurriendo, el oir mi propia voz no fue lo que menos me sorprendio.
 si
 Quieres que siga con ello, ?verdad?
 si, por favor
 Pues entonces tendras que venir mañana a mi casa.
 ?Porque estaba tan empeñada en aquello? ?Para que diantres tenia que ir a su casa? ?Creia realmente que podia obligarme a ir?
 De acuerdo, de acuerdo. Ire, pero no paressss...
 ?Habia dicho yo aquello? Me horrorice al comprobar que asi habia sido. No podia dejar de mirar sus pies mientras realizaban su placentero trabajo con mi sexo. Cada vez me sentia mas y mas excitado.
 Muy bien, asi me gusta. Te has portado bien, y voy a darte tu recompensa. Vas a correrte, como nunca antes en toda tu vida te habias corrido. Te gustan mis pies y vas a correrte gracias a ellos, y cuando lo hagas, tu vida nunca volvera a ser la misma. Vas a correrte... ?ahora!
 Justo en el instante en que ella lo dijo, los espasmos comenzaron a recorrer mi cuerpo. El placer era increible. Nunca antes habia sentido un orgasmo como aquel. Mientras me corria, sus pies seguian presionando sobre mi pene, al ritmo de las convulsiones, causandome aun mas goce, si eso era posible. Despues de cuatro o cinco sacudidas, mi cuerpo quedo sin fuerzas, exhausto en el sillon. Yo seguia mirando sus pies como un pajarillo hipnotizado por una serpiente mientras notaba como una mancha humeda aparecia en mis pantalones. El semen habia quedado todo en mi ropa interior y comenzaba a dar muestras de su existencia.
 Con la voluntad rota y mi cuerpo sin fuerzas, como una marioneta, la mire mientras sus hermosos pies volvian a introducirse dentro de sus increibles zapatos, y sus mas aun hermosas piernas la llevaban hacia la puerta del despacho.
 A las ocho y media. Tienes mi direccion sobre tu mesa. Hasta mañana, jefe.
 Con una diabolica sonrisa en su boca, cerro la puerta y me dejo solo con mi angustia, y con mis pantalones mojados de semen. Cuando estaba a punto de llamar al timbre me pregunte, por enesima vez en la noche, el motivo por el que mi cuerpo se habia dirigido alli. Era como si mi mente no tuviera ya el control de mis musculos, o como si, inconscientemente, fuera impulsado por una fuerza misteriosa y me viera impelido a realizar cosas contra mi voluntad. Haciendo un ultimo esfuerzo, intente no tocar el timbre de la puerta, pero fue en vano. La odiosa campanilla sono cuando mi dedo presiono sobre el boton.
 Pese a todo, no estaba preparado para la vision que me esperaba cuando se abrio la puerta. Una mujer me miraba con cara de odio. Le devolvi la mirada, pero con temor en mis ojos, mientras me daba cuenta de que llevaba los pechos al aire. Dos tiras de cuero se cruzaban entre sus pechos para desaparecer tras su espalda. No llevaba pantalones, ni falda, ni siquiera bragas. Solamente un liguero negro, unas medias del mismo color, y unos inconcebibles zapatos negros con un tacon de aguja de mas de 10 centimetros de altura. Pero lo que mas me sorprendio fue que los ojos que con tanto odio me miraban eran los de Laura, la eficaz secretaria que de alguna forma me habia hecho ir hasta su casa, despues de proporcionarme el mejor orgasmo de toda mi vida.
 ?Entra, cerdo!
 Sus palabras se clavaron en mi como cuchillos, mientras comprobaba asustado como mi pene reacciono a aquel insulto con una casi inmediata ereccion. Aunque intente rebelarme con todas mis fuerzas, entre en la casa como un cordero que sabe perfectamente que la puerta que cruza le conduce hasta el matadero.
 Escuche como la puerta se cerraba detras de mi cuando subitamente me di cuenta de que el suelo ascendia vertiginosamente hacia mi cara.
 Tumbado en el suelo comprobe que me habian empujado sin miramientos.
 A partir de este momento, solo te pondras de pie en mi presencia cuando yo te de permiso, ?entendido?
 Aquella mujer estaba loca. Cerre mis ojos y comence a desear con fuerza: esto no me esta ocurriendo, esto no me esta ocurriendo...
 Un fuerte dolor sacudio mi costado, obligandome a arquearme sobre mi mismo, cuando ella me golpeo con su pie.
 ?Es que no me has oido?
 Si, si.
 Te he dicho que solo te pondras de pie cuando te de mi permiso. ?Entendido?
 Si.
 No queria que volviera a golpearme, asi que decidi seguirle la corriente.
 Muy bien, no te muevas de aqui. tengo algo que hacer.
 Y me dejo tendido en el suelo, con un enorme dolor en el costado, y llorando como un niño pequeño.
 Pero nada de aquello me preocupaba mas que el que mi pene estuviera en continua ereccion desde que ella me habia abierto la puerta. Al cabo de unos minutos escuche el sonido de sus tacones contra el suelo. Entreabri los ojos para mirar como se sentaba en el sillon que habia en medio de la habitacion. Llevaba una cadena en la mano. Siguiendola con la mirada comprobe estupefacto que terminaba en un collar que se encontraba alrededor del cuello de un hombre semidesnudo. Apenas llevaba unas tiras de cuero sobre el cuerpo, similares a las de ella, y un par de tiras mas alrededor de las piernas. Estaba arrodillado, casi como si estuviera a cuatro patas. Aparte de eso, la unica peculiaridad que podia observar en el era que su pene estaba tan erecto como un cuchillo de cocina dispuesto a trinchar un pavo.
 ?No saluda a nuestro invitado, señor Diez?
 Laura no se dirigia a mi, sino al hombre que tenia a su lado, atado con una correa como si fuera un perro.
 Hola fue la escueta respuesta del hombre
 ?Diez? ?Habia dicho señor Diez? ?Mi predecesor?
 Se suponia que ese hombre se habia visto afectado por el estres y se habia ido de viaje.
 Ella debio de ver la estupefaccion en mi rostro, y con la misma eficacia que me leia el pensamiento cuando estabamos trabajando, lo hizo tambien en esta ocasion.
 Si. Es el señor Diez. Y aquellos de la esquina son sus otros predecesores.
 Mire hacia donde me habia señalado. Acurrucados, a cuatro patas, desnudos excepto por las tiras de cuero como las del señor Diez, habian tres hombres mas. No reconoci sus rostros, pero si que reconoci la ereccion que todos tenian. Al parecer todos los hombres en aquella casa tenian... teniamos la misma capacidad de permanecer en ereccion durante largo tiempo.
 Tengo los zapatos sucios. ?No te apetece limpiarmelos?
 ?Limpiar sus zapatos? Claro, ?porque no? Con tal de que no me pegara cogeria un trapo y los limpiaria. Me arrastre hacia ella y comence a limpiarselos. No fue hasta algunos segundos despues cuando me di cuenta de que no estaba usando ningun trapo, sino ?mi propia lengua!.
 Muy bien, muy bien. asi me gusta. Eres muy obediente.
 ?Como podia estar limpiando los zapatos de una mujer con mi lengua? No podia comprenderme a mi mismo. De cuando en cuando, algunos de mis lametazos se salian de los zapatos e iban a parar a sus pies, cubiertos por la fina tela de las medias. El sabor de la piel de los zapatos, unido al del nylon de las medias, en lugar de repugnarme, me llenaba de una extraña excitacion. Mi pene seguia erecto como nunca, llegando a producirme un cierto dolor cuando me movia. Laura, de nuevo, leyo mi mente.
 ?Te aprietan los pantalones? Eso tiene facil solucion, querido. ?Quitatelos!
 ?Se habria creido esa loca que me iba a quitar los pantalones delante de ella?
 ?Ni hablar!
 Note una especie de liberacion cuando mi pene consiguio salir del aprisionamiento de mis pantalones y mis calzoncillos. Antes de darme cuenta, sin saber el motivo por el que lo habia hecho, me encontraba desnudo de cintura para abajo. Mi pene parecia querer alcanzar el cielo, apuntando directamente al cuerpo de mi secretaria.
 ?Te alegras de verme, corazon? Una cinica sonrisa convertia su rostro en el reflejo mismo de la depravacion Demuestramelo. ?Masturbate!
 Esta vez no me cogio por sorpresa el encontrarme a mi mismo obedeciendo su orden. Comence a jugar con mi pene, con suaves movimientos al principio, aumentando el ritmo a medida que mi voluntad desaparecia mientras mis ojos no podian apartar la vista de sus pies. No conocia el motivo, pero a cada minuto que pasaba, me sentia mas y mas excitado por ellos.
 ?Sientes curiosidad de saber lo que te ha pasado, querido?
 ?Lo que ha pasado? Si, si. Queria saberlo. Queria que me explicara porque no podia controlar mis impulsos, porque me estaba masturbando delante de ella y de cuatro hombres mas.
 Es muy sencillo. Todos los hombres sois unos cerdos. Os aprovechais de las mujeres en la vida y en los negocios. Nos tratais como esclavas. Tan solo nos permitis ser vuestras secretarias, en lugar de vuestras compañeras o vuestras superiores. Tu y todos ellos señalo a los otros habeis pasado de ser mis jefes a ser mis esclavos.
 Desde el fondo de mi alma consegui fuerzas para hacer una simple pregunta.
 Pero... ?como...?
 Es muy sencillo. Una pequeña cantidad de cierta droga en el cafe, y quedais indefensos. Primero notais somnolencia, pero es algo mas que eso. Dejais la consciencia, aunque sin entrar directamente en el sueño. La droga causa un efecto narcotico que actua sobre el centro de voluntad del cerebro. Una vez drogados, sois muy susceptibles a la hipnosis. Cualquiera con unos minimos conocimientos puede haceros pasar del sueño de la droga al trance hipnotico. Despues, unas simples sugerencias post hipnoticas os convierten en mis esclavos. Como animales que sois, la primera muestra de humillacion es el amor que sentis hacia mis pies. Adorais mis pies, y no teneis mas remedio que obedecer mis ordenes cuando los estais mirando. Despues, ya es facil jugar con vosotros. Una vez en mi casa ya sois mios completamente. Nunca mas volveras a salir de esta casa, al menos sin mi permiso. Escribiras una carta a la empresa despidiendote. El estres causado por la necesidad de acabar el informe de ayer pudo mas que tu. Todavia no he decidido a donde vas a decir que te has escapado, pero seguro que algo se me ocurrira.
 Mientras ella hablaba, yo seguia masturbandome con todas mis fuerzas. A medida que sus palabras iban entrando en mi cerebro, el deseo iba consumiendo los ultimos restos de mi voluntad. Sus pies salieron de sus zapatos para juguetear de nuevo con mi pene, aunque en esta ocasion, el suave tacto del nylon de las medias directamente sobre la piel de mi organo mas sensible me produjo unas inmensas oleadas de placer.
 ?No te corras! Todavia no te he dado permiso.
 Mis testiculos estaban a punto de estallar, pero me encontre sin fuerzas para correrme. Ella lo habia ordenado y a pesar de que mis manos se movian freneticamente sobre mi pene, no podia llegar de ninguna manera. El placer de la masturbacion, unido al dolor de mis testiculos, creaban unas sensaciones que no habia sentido en toda mi vida. Senti como una de mis manos cogia su pie y lo restregaba sobre mi pene, mientras que mi otra mano seguia freneticamente intentando obtener lo que se me habia prohibido.
 Mientras tanto, ella se reia ruidosamente. Sus carcajadas tan solo me hacian sentir mas placer. Todo lo que ella hacia o decia incrementaba mis sentidos hasta limites insospechados. El calor de su piel llegaba a mi mano y a mi pene a traves de la suavidad de sus medias. Apenas podia mirar a otra parte que no fueran sus pies. Tenia delante de mis ojos la gloriosidad de su sexo totalmente al descubierto, abierto completamente el tener que mantener uno de sus pies sobre mi sexo y el otro apoyado en el suelo. Adivinaba sus pechos moviendose seductores al ritmo que yo agitaba su pierna con mis bruscos movimientos intentando usar su pie para llegar al orgasmo. Pero a pesar de todo, yo no podia apartar mi vista de aquellos maravillosos y deseables pies. Sabia que mi sentimiento era forzado, que no era mas que una sugerencia post hipnotica que ella me habia implantado. Pero nada tenia ya importancia. Tan solo la necesidad de llegar al orgasmo.
 Mi pene comenzaba a resentirse de los esfuerzos a los que le estaba sometiendo. La friccion sobre mi piel empezaba a dolerme. Ella seguia riendo. En una huidiza mirada consegui verla, exuberante, riendose de mi mientras usaba su mano para masturbar al señor Diez, cuyo rostro reflejaba una felicidad absoluta y una gratitud sin limites por usarle a el para darse placer a si misma.
 Muy bien, creo que ya estas listo. Cuando yo te diga, te correras. Y cuando lo hagas, con cada gota de semen que salga de tu polla, tu voluntad desaparecera por completo. Te convertiras en mi esclavo, en mi perro personal, en un animal de compañia, dispuesto siempre para mi, con la polla siempre a punto para mi placer. Jamas pensaras en darte placer a ti mismo si no es para proporcionarmelo a mi. Tu vida no tendra ningun otro sentido mas que amarme, obedecerme y servirme. Nada sera mas importante que yo.
 Cada una de sus palabras era un cuchillo que perforaba el centro del placer de mi cerebro. No importaba lo que decia, tan solo deseaba correrme, llegar al orgasmo e irme de aquella maldita casa para siempre. Irme. Correrme. Tocar sus piernas. No volver nunca. Besar sus pies. Salir de alli. Lamer sus zapatos...
 Ya puedes correrte.
 Fue como si un invisible tapon fuera apartado de la punta de mi pene. El semen comenzo a salir con una presion extraordinaria. Mis manos, el suelo, y sus pies se vieron inundados por oleadas de mi liquido blanco, causandome un placer mayor incluso que el de la noche anterior. Con el primer espasmo, mi mente comenzo a pensar en la forma de salir de alli. Con el segundo, pense que tenia tiempo para pensarlo. No tenia prisa. Con el tercero, el mas fuerte, no me importaba estar alli hasta el dia siguiente. El cuarto y quinto espasmos fueron cortos, y el sexto casi inexistente. Cuando acabe de correrme, casi sin fuerzas, contemple el espectaculo que habia causado con mi orgasmo, pero de todo lo que vi, tan solo me importaba una cosa: su pie estaba completamente manchado con mi semen.
 Una vez mas, Laura leyo mi mente.
 ?Limpialo, esclavo!
 Sin dudar ni un solo instante, contento por la posibilidad de que mi lengua volviera a tocarla, comence a lamer su pie. La suavidad del semen se confundia con el sabor agridulce de las medias. No era algo tan desagradable el beber semen. Al fin y al cabo, era mio. Con el rabillo del ojo contemple como el señor Diez se corria a la orden de Laura y su pene perdia fuerza y ereccion, tal y como me habia pasado a mi. Pero al comprobar mi propio organo, contemple como cada vez que

 

 

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1963
  • Valoración:
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