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MI MARIDO ME DESCUBRE COGIENDO CON OTRO!

Después de lo acontecido en mi vida, pensé en retomar mi carrera universitaria, así que convencí a mi marido de que me apoyara, quería olvidarme del desastre que se estaba volviendo mi vida y tal vez estudiando me ayudaría.



Me inscribí en la carrera de Administración, obviamente siempre iba bien arreglada, de minifalda, con mis pantimedias color carne y mi saco, o leggings o jeans entalladísimos, el tener el cuerpo que tengo y en un lugar tan lleno de hombres me hacían ser la más popular.



Pero había un compañero de nombre Manuel, él siempre fue directo conmigo, desde que me conoció me aventó el perro, me invitaba a cenar, me invitaba a comer, me abrazaba, él era muy aventado.



Él era un hombre alto, de aproximadamente 1.88 cm, caucásico y de buen porte, él era el más aplicado de todos y por esa razón siempre sentía que podía lograr algo conmigo y la verdad Manuel no me desagradaba tanto.



Ese día no hubo clases así que tuve que regresar a casa, al llegar había un carro estacionado y era Manuel quien me espero con una botella de vino y me dijo que, si lo dejaba pasar, yo un poco tensa accedí, a leguas se notaban las intenciones de él, pero yo quería ver qué pasaba.



M: ¡Es increíble como una hermosura como tu tenga que regresar a estudiar!



K: ¡Lo que pasa es que estoy esperando tratando de terminar lo que empecé!



M: ¡Pues si yo fuera tu marido no te dejaría salir!



K: ¿Y porque dices eso?



M: Seré directo nena, ¡porque estas buenísima y todos los compañeros te quieren comer!



K: Jajá, ¡pero eso no me afecta y supongo que a él no!



Fue entonces que él se lanzó a mí, ¡se acercó y me dio un beso el cual recibí sin poner resistencia, su mano acaricio mi pierna por encima de mis medias que eran sujetadas por un ligero, su mano bajaba y subía mientras me besaba!



Al tenerlo así, me dio lo mismo que estuviéramos en mi casa, lo besaba apasionadamente, el me acariciaba las piernas y las nalgas, me quito el saco y la blusa dejando mis tetas en brasear, le besaba el cuello y le quite su camisa, para ver un buen cuerpo atlético, el me abrazaba con pasión.



M: ¡Estas buenísima!



K: ¡Tu estas muy bien!



M: ¡Que rico, te tenía ganas preciosas!



K: ¡Lo se nene, aprovecha que estoy de buenas!



Como vil ramera me estaba entregando a él en mi propia casa, mis hijos no estaban y mi marido trabajando, era irremediable, ya no era yo, ahora solo una hiena hambrienta de sexo.



Le baje el pantalón y la trusa y dios mío, una verga de buen tamaño erecta por la acción, sin dudarlo la lleve a mi boca, la succione y la lamia como paleta, ¡Manuel gemía del placer que sentía al tenerme entre sus piernas!



M: ¡Ah!! Que rico, que rico me la mamas, ¡uff!!



K: ¡Disfruta rey, te voy a deslechar!!



M: Desde que te vi te me antojaste, ¡tienes unas piernotas y unas nalgas riquísimas!



K: ¡Pues ahorita me vas a gozar nene!



Mamaba la verga de Manuel mientras él me acariciaba las nalgas, me tomaba de la cabeza y metía toda la pinga en mi boca, yo experta mamadora gozaba de eso.



Pasamos a un 69, le dejo caer mi concha en la cara, mientras me la chupaba, ¡yo masturbaba la verga con mis tetas!!



M: ¡Que rica concha y tu culito que rico!



K: ¡Cómeme papito, cómeme!



El 69 era magnifico, yo no dejaba ni un centímetro sin comer él me trabaja muy rico mi clítoris y mi ano, yo estaba gozando, no me interesaba que llegara mi esposo y me encontrara con él.



Tal vez en realidad eso quería que pasar, que mi marido viera de una vez por todas, como lo engañaba y como me cogían, ¡ese pensamiento me ponía más caliente!



Decidí tomar el control y subí en él, lentamente me dejaba caer en la verga de Manuel, quien ya estaba desesperado por penetrarme.



Manuel me tomó de la cintura y como loco comenzó a moverse, yo movía mi cadera tan rica que Manuel no cabía de la excitación, él me agarraba los pechos, las piernas, las nalgas! Yo seguía domando a la bestia, ¡Manuel solo jadeaba y gozaba mi cuerpo!



M: ¡Uf que rico te mueves nena, que rica pepa, me aprietas riquísimo!!



K: Me encanta tu verga, ¿quieres que me mueva más nene?



M: ¡Si, destroza mi verga!



Me movía más rápido, cambie de posición ahora lo hacía al revés mientras Manuel me acariciaba las nalgas, cada que podía me dejaba ver que estaba fascinado con mi tremendo trasero, yo hacía lo mismo con el pene de él, de repente el no soporto más y se vino, era lógico, lo estaba destrozando.



M: ¡Perdón chiquita… pero estás buenísima…!



K: ¡No te preocupes bebe tenemos mucho tiempo!!



Sin importarme la hora, baje a mamársela nuevamente, el gemía y gozaba el placer que le daba, le limpiaba nuestros fluidos, la tragaba todita, el me apretaba la cabeza, me la follaba ligeramente, poco a poco se paraba nuevamente.



M: ¡Así, dios mío!



K: ¿Estas gozando mi amor?



M: Muchísimo amor, ¡muchísimo!!!



Mamaba con fuerza, el gemía y me pedía que no parara, ¡yo obedecía sus órdenes ahogándome con su rica verga hasta lograr que estuviera dura nuevamente!



Me puse en cuatro dejándole mi trasero a su disposición, el me dio un par de nalgadas y me abrió las nalgas para meter su verga en medio, se masajeo con ellas un momento para luego dejármela ir con fuerza.



Me la estaba dando lento y luego rápido, mientras yo acompañaba con ricos movimientos, me tomaba de la cintura y me acariciaba las nalgas, se estaba dando gusto con mi rico cuerpo.



M: ¡Ugfgff! ¡Qué ricas nalgas, están riquísimas, muévete! muévelas más mami!!



K: ¡Goza papacito, ah, así, uf, ah!!



M: Eres la mejor, uhm, ¡qué manera de coger!



K: No pares, vamos, ¡dámela!



Él estaba tan excitado que sentí como no resistiría más y aunque hubiese querido que durara más ni hablar, pero lo que duro fue rico, me tomo de la cintura y con tremenda velocidad decidió venirse dentro de mí.



K: ¡Ah!!! ¡Te siento, uhm, te siento!!



M: ¡Toma mi leche nena, uhm, ah!



Me logró prender, lo acompañe con movimientos desesperado, ambos nos venimos, líquidos manchaban mi cama, ¡esa cama que compartía con mi esposo!



Quedo encima mío como un perro mientras su semen escurría por mis entrepiernas, sudados, cansado peor bien gozados, ¡así estábamos cuando se escuchó la puerta!



Que más les puedo decir, mi marido me encontró desnuda, ensartada y con otro en nuestra cama, Manuel tomo su ropa y después de intercambiar algunas agresiones salió, mi marido estaba todo poseído y no era para más.



Ese fue el comienzo del final de mi matrimonio, no sin antes vivir una experiencia que me estaba esperando y les contare después.



Kali


Datos del Relato
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