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Categoría: Maduras

Mi madre se emputece 05

Al día siguiente fui a trabajar, en el taller nada cambió. Mi jefe seguía tratándome con complicidad, vamos como un auténtico amigo, pena que yo no pudiera olvidarme de las continuas vejaciones y golpes con las que me había obsequiado todo el fin de semana.



 



A las ocho, salí hacia casa, pensando, cuando ese degenerado vendría para allí , con la tonta excusa de los pintores.



 



Mi duda, se esclareció rápido, a las nueve ya sonaba el timbre.



 



Mi madre abrió la puerta corriendo y si, ahí estaba el, con una pequeña maleta y esbozando una sonrisa.



 



Miguel la saludó y le echo una mirada de arriba a abajo, la verdad es que mi madre, no iba de lo mas favorecida, llevaba un pantalón de chandal flojo y una camiseta que le quedaba un poco grande y en los pies unas zapatillas que habían tenido mejores épocas



 



Mi madre le acompañó a su habitación, dejándome a mi con la boca abierta.



 





  • ¿Pero va a dormir contigo?.- Pregunté extrañado




  • Claro.- Contesto como la cosa mas obvia mi madre.- Mi cama es grande, y no pretenderás que duerma toda la semana en el sofá, además a mi no me importa, así aun tengo alguien con quien hablar por la noche.





 



Si, si, hablar, sería puta, lo único que estaba deseando es que ese gilipollas se la follara todas las noches, no lo podía disimular con esa cara de zorra que se le ponía nada mas tenerlo delante.



 



Cenamos tranquilamente, sin más objeciones por mi parte, pues ya daba esta batalla por perdida, y nos sentamos en el sofá a ver la tele.



 





  • ¿Mar, te importa si me pongo en calzoncillos? – Pregunto Miguel. - la verdad es que hace un calor horrible.




  • Por supuesto que no me importa, tu a partir de ahora, como si estuvieras en tu casa- Sonrió mi madre.





 



Miguel se fue a la habitación y regreso solo con un bóxer de licra negro, que le marcaba todo su paquete, luciendo esa gran barriga peluda . Seguimos viendo la tele tan tranquilos hasta que acabo el programa. Y yo diciéndole a los dos que me iba a dormir, me fui a mi habitación, dejándolos solos



 





  • Deberías arreglarte más para estar en casa.- Escuche a Miguel decirle a mi madre




  • La verdad es que no sabía que vendrías hoy, pero no te preocupes, que a partir de ahora, tu puta se va a vestir para ti.- Le respondió mi madre.- ¿quieres que te de un masajito para compensarte, lo inapropiado de mi atuendo?




  • No, lo que necesito es que me hagas una buena mamada, que tengo los huevos a punto reventar. -Escuche a a mi jefe





 



Durante minutos, no escuche nada, solo de cuando en vez un resoplido de Miguel, como si de un rinoceronte se tratara, seguro que la puta de mi madre, le estaba dando una cordial bienvenida a su nuevo hogar.



 



Pasado un tiempo, oí pisadas por el pasillo y los vi aparecer a los dos, iban los dos, completamente desnudos, y se metieron en la habitación de mi madre, asegurándose esta, de cerrar bien la puerta.



Los gritos esa noche fueron de escándalo, si en la casa de la playa había sido casi insoportable, ahora en mi propia casa y con la habitación pared con pared, era imposible conciliar el sueño.



 





  • !Rómpeme el coño!, ¡lléname cabrón!, o ¡ por fin una buena polla, como la necesitaba por Dios!.



     





Esas y otras lindezas, era lo único que escuchaba de la boca, de mi desconocida madre.



 



Salí de mi habitación a la terraza, necesitaba aire y por que no decirlo, fumarme un porro y tranquilizarme.



 



En la oscuridad de la terraza, intentando evadirme, de pronto sentí una mano en mi hombro.



 





  • Que haces aquí escondido.- Me dijo la inconfundible voz de Miguel.




  • Ya as acabado de follarte a mi madre- Respondí ya resignado.




  • Macho, no te pongas así, tienes una madre que le encanta follar, no es nada malo, además, mejor que me la folle yo, que algún hijo de puta por ahí. Me intento convencer Miguel.




  • Mira macho, no intentes convencerme- le espeté envalentonado por el porro.- estás jugando con ella, si ella supiera realmente lo putero y vividor que eres jamás te haría caso.




  • Siento que pienses así Marquitos, por que ahora voy a ser tu nuevo papa, además tu madre va a saber antes de lo que piensas lo puta que es y lo que me necesita. Y se marchó riéndose, dejándome otra vez solo y amargado.





 



A la mañana siguiente me desperté algo mareado, me levante y Miguel ya no estaba, desayune y me fui a trabajar.



 



Durante el día casi ni hablamos, y al mediodía se fue a comer con un cliente. Cuando cerramos a la noche, me dijo de ir tomar una caña, la cual lógicamente rechacé.



 



Me fuí para casa y a el importándole poco mi negativa, se fue al bar de la esquina.



Cuando llegue a casa, mi madre salió a recibirme al pasillo, era increíble, había ido a la peluquería, y llevaba puesto un camisón negro brillante, por encima de la rodilla y con un pronunciado escote que dejaban ver sus generosos melones casi en su plenitud.



 



- ¿Y Miguel?. - Pregunto desilusionada al verme solo.



- Se a quedado en el bar. Mira, te has vestido como una puta para nada.- Respondí



 



El bofetón que me cayó fué de campeonato, hacía mas de 10 años que no recordaba a mi madre darme un tortazo, y jamás con aquella furia.



Me llevé la mano a la mejilla y mirándola con odio, me fui a mi habitación.



A los pocos minutos llamo a mi puerta.



 



- Marcos, ¿puedo entrar?, tenemos que hablar.



 



Sin esperar mi contestación abrió la puerta, se había puesto una delgada bata y ya lucía más como la madre de hacía unas semanas atrás.



 



- Mira Marcos, siento lo del tortazo, pero es de lo único de lo que me arrepiento,- me dijo muy seria.- Desde que murió tu padre, me he dedicado a ti en cuerpo y alma y ahora, tu ya eres un hombre y yo tengo que rehacer mi vida, y volver a tomar contacto con la realidad.



- Tu lo único que necesitas es que te follen como una ramera- Le conteste llorando, lleno de odio y resignación.



- Siento que pienses así- Continuo mi madre- pero sí, también es algo que necesito, ¿que hay de malo en ello?, y sabes una cosa, Miguel me hace sentir más cosas en un minuto, que tu difunto padre en mas de 20 años de matrimonio.



 



Y se marchó de allí dejándome aun más destrozado que cuando había entrado.



Lloré, no se cuanto tiempo, pero no recordaba sentirme tan mal desde la muerte de mi padre, ahora todo el mundo me veía como un hombre, pero yo jamas me había sentido tan indefenso y tan desprotegido.



 



A las dos horas, llego Miguel, se notaba que con unas cañas de más, por el tono elevado de su voz.



Se tiró en el sofá y vocifero:



- Así me gusta, ese es el atuendo con el que tienes que recibir a tu macho, anda ven aquí y dame un masajito de los tuyos en los pies, que los traigo molidos.



 



No escuché nada más en muchos minutos, así que con sigilo, salí de mi habitación y mire por la puerta entreabierta de la sala.



 



Allí estaba Miguel, ya sin pantalones y sin calzoncillos y mi madre a cuatro patas, con el camisón con el que me había recibido, pero ya con sus dos tetazas al aire. Esta le estaba dando una buena comida de polla y de huevos a mi jefe, el cual estaba tirado en el sofá, solo moviéndose para acariciar el pelo de mi madre.



 



Pasados unos minutos, en los que mi madre no dejaba de tragarse aquella incansable polla, Miguel la apartó al tiempo que le decía:



 



- Ya está bien de chupar, creo que va siendo hora de que descubras nuevos placeres.



- !Genial!.- Exclamo mi madre.- La verdad es que me apetece un montón que me folles.



- Claro que te voy a follar, pero ese culito de puta que tienes – Rió miguel al tiempo que amasaba el gordo culo de mi madre.



 



La cara de mi madre cambió de repente, la sonrisa de puta que tenía hasta entonces, se desdibujó de su cara al momento, cambiándola por una de autentico miedo.



 



- Jamas me he metido nada por ahí, Miguel, sabes que no me importa hacer lo que sea para hacerte feliz, pero eso no, por favor.- suplicó.



 



- Tu tranquila, sabes que eres mi puta, y lo que yo menos quiero, es que mi putita sufra, tu dejame a mi, ya veras como acabas pidiéndome más a gritos..- La intentó convencer Miguel al tiempo que no paraba de acariciarle el culo.



 



Entonces,, a cuatro patas, como estaba mi madre, Miguel undió su cabeza entre sus dos grandes cachas, haciéndole un beso negro, al tiempo que con una de sus manos, estimulaba el botoncito del coño de mi madre.



 



La comida de culo fue exhaustiva, y poco a poco, quito la mano del coño de mi madre, para meterle un dedo por su virgen orificio anal, la cara de mi madre era un poema, una mezcla de excitación y pánico.



 



Miguel estuvo trabajando a conciencia con los dedos y la lengua el culo de mi madre, debió de pasarse mas de un cuarto de hora en tal menester. Entonces cuando ya creyó que lo tenía l suficiente dilatado, le escupió y le puso su capullo, en la entrada de ese culo virgen durante 51 años.



 



Agarró a mi madre por sus caderas y embistió con cuidado, pero sin perder ni un solo milímetro conquistado.



 



En la primera embestida, el grito de mi madre fué aterrador, luego solo resoplaba, al tiempo que susurraba.



-Cuidado, cuidado cariño



 



Miguel ya tenía la polla medio incrustada en el culo de mi madre, cuando paro sus embestidas La dejo allí mas de un minuto, hasta que empezó con un lento mete y saca.



Según iba mi madre dejando de quejarse, el iba intensificando el ritmo, hasta que en poco tiempo, la estaba follando por el culo con una violencia desmedida, al tiempo que la agarraba por las caderas.



 



Mi madre, que hasta hacía unos minutos, tenía la cara descompuesta por el dolor, ahora volvía a lucir la ya sonrisa de puta a la que tanto me estaba acostumbrando para mi desgracia.



 



- !Dame, por dios¡, !fóllate el culo de tu puta¡. Resoplaba mi madre fuera de si.



 



Miguel, no le contestaba, solo la follaba bruscamente, dándole incluso algún buen azote en las amplias cachas de mi madre, la que en vez de quejarse, aun ponía mas cara de puta, mordiéndose los labios.



 



La follada de ese virgen culo, duró unos minutos, que a mi me parecieron siglos, hasta que aquel malnacido que me había arrebatado a mi madre, se corrió entre fuertes resoplidos.



 



Saco poco a poco la polla, ya descargada, del culo de mi madre, y se dejó caer otra vez en el sofá, como si hubiera hecho el mayor esfuerzo de toda su vida.



 



- Gracias cariño, ha sido increíble, la verdad es que contigo no paro de descubrir cosas maravillosas . - Le dijo mi madre levantándose para sentarse a su lado y fundirse en un espectacular morreo.



- Tu si que eres increíble Mar, me tienes deshecho.- Le respondió Miguel separándose. -Me voy a dar una ducha.



 



Y así como estaba, desnudo, se fue la baño. Yo viéndolo venir hacia mi, me metí de nuevo en mi habitación y me metí en la cama.



Tenía una mezcla de sensaciones en mi cuerpo: Por una parte estaba asqueado de que mi madre fuera tan zorra, pero por otro lado, tenía la polla a punto de reventar, por culpa de la sesión de sexo que me habían brindado esos dos.



Me hice una tremenda paja. Esto era preocupante, ya era la segunda paja que me cascaba viendo a mi madre follar. ¿Estaba enfermo?, ¿ Tendría algún problema en mi cabeza?, pensando en estas y otras cuestiones, me quede dormido.



 



Me desperté temprano, aun estaba empezando a salir el sol, me asomé a la habitación contigua y allí estaban los dos, tirados en la cama, completamente desnudos, durmiendo plácidamente. Allí estaba mi madre con la cabeza apoyada en el peludo pecho de su nuevo macho, y una de sus manos posada a escasos centímetros de ahora, si en reposo, pene de Miguel.



 



Me vestí y salí a la calle, en silencio para no despertarlos. Necesitaba ese paseo matutino.



 



Cuando regresaba de mi paseo, paré en el bar de la esquina de la calle, allí estaba Fina, la amiga de mi madre, nos saludamos y me invitó a tomar un café.



 



Fina era un par de años mayor que mi madre, de pelo corto, bajita, 1,60 aproximadamente y con algo de barriga propia de la edad. Tengo que reconocer que algunas de mis primeras pajas hace ahora 4 años, fueron en su honor, no por su fisico espectacular, si no por la condición de amiga de mi madre y madre a su vez de mi amigo Albero.



 



Después de estos últimos días, necesitaba hablar con alguien de mi situación, a mis amigos no podía decírselo y vi en esa mujer, la única opción de depositar esa gran losa que llevaba desde hacía unos días sobre mi espalda.



 



Derrumbado en la mesa de aquella cafetería, le conté, la repentina transformación de mi madre, claro que obviando en mi relato, las cosas tan fuertes que mis ojos habían presenciado.



 



Me escuchó en silencio, atónita por todo lo que le contaba, sin dar crédito a que mi madre por fin rehiciera su vida.



- Tu ya sabias, aun que no lo quisieras ver que este día llegaría. Intentaba convencerme Fina



 



Ella no lo veía como un emputecimiento, si no como una oportunidad para mi madre. Y a mi como un hijo egoísta que no sabía afrontar los cambios.



 



No atendía a mis razones, así que la invité, a subir a la casa que ella tan bien conocía , para que lo viera con sus propios ojos.



 



Nada mas entrar en casa el olor a sexo nos invadió, entramos a la sala, y ahí estaba los dos, sin percatarse de nuestra presencia, mi madre a cuatro patas y mi amigo follándole el coño brutalmente, al tiempo que la sujetaba por el pelo , tirando de su cabeza para atrás.



 



Miré la cara de Fina que era un poema, ni pestañeaba. La imagen de mi madre siendo tan brutalmente follada por mi amigo la había dejado es shock.



La cogí de la mano y la conduje nuevamente hacia afuera, sin hacer ruido. Ya en las escaleras le dije:



- ¿Que te parece?, en el medio del salón, sin darse cuenta ni que los estábamos mirando, ¿Sinceramente tu crees que eso es lo que necesita mi madre?.



 



-No se Marcos, no se que decirte, la verdad es que a pesar de lo que me contaste, no me esperaba esto, no te preocupes, hablaré con ella. - La voz de Fina estaba aun alterada por las imágenes de la follada que acabábamos de presenciar.



 



Me fui otra vez y esperé delante del taller que Miguel llegara. Llegó tarde, y con una sonrisa me dijo.



 



- Buenos días chaval, has madrugado, cuando me levanté ya habías desaparecido, así me gusta. Así pude darle el desayuno a tu mama.



 



Ni me molesté en contestar, entre y me puse a trabajar como cada día. Necesitaba encontrar otro chollo, pero a pesar de que había llamado a muchos amigos y familiares, nadie sabía de nada.



 



Durante todo el día procuré pensar en otras cosas, hasta que llego la hora de cierre.



 



- Marcos, dile a tu Madre que hoy no voy a dormir que tengo unos asuntos que arreglar y voy a dormir en casa de un amigo- Me dijo para mi grata sorpresa Miguel.



 



Al menos hoy tendría una noche tranquila, imagino que ese cabrón que se hacia llamar amigo, tendría la polla escocida, y hoy ya no le interesaba mi madre para nada, en fin, mejor, a ver si ella así abría los ojos y veía que para el no era mas que otro polvo más.



 



Cuando llegué mi madre salió a recibirme con una camiseta nueva, negra y ceñida y una falda por encima de la rodilla, todo esto con un zapato de tacón, algo cantoso para andar por casa.



 



Cuando le dí la noticia de que hoy mi jefe no vendría a dormir, la cara que puso, casi logra entristecerme y todo. Se marcho a su habitación y vino, ahora ya si, con su bata de andar por casa y unas zapatillas.



 



Cenamos en silencio hasta que mi madre din mirarme a la cara me dijo:



 



- He estado hablando con Fina, y me ha contado tus inquietudes. Mañana viene a la noche a conocer a Miguel, ya que yo ya le he dicho que exagerabas.



 



 



Me fuí para la cama sin contestarle, ¡que yo exageraba!, decía, si supiera que su propia amiga junto a su hijo, la habían visto a cuatro patas, follada como una vulgar ramera, no me diría eso.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
  • Votos: 1
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