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Categoría: Incestos

MI HERMOSA AHIJADA

La vida en ocasiones no sabemos si nos pone ante excepcionales pruebas que debemos pasar para probarnos como hombres o mujeres o son simples casualidades que se interponen en nuestro camino, a veces son oportunidades que cruzan velozmente ante nosotros y de forma alguna debemos dejarlas escapar. Este es precisamente un dilema ante el cual me debato constantemente y considero sería una verdadera lástima si no la comparto con ustedes, no buscando sus opiniones ni criterios, simplemente para tener mi conciencia tranquila de que tengo varios cómplices y no cargar yo solo con la victoria o con la derrota.
En 1984, hace ya algunos añitos, me encontraba en la Universidad estudiando medicina y tenía una compañera de aula que gozaba de toda mi atención y privilegios, pues me gustaba en demasía, bastante demoré en hacérselo saber, pero cuando lo hice sentí una alegría enorme, ya que sus sentimientos eran recíprocos, por lo que a partir de ese momento nos llevamos mejor todavía y establecimos muy buenas relaciones personales e íntimas.
Por delicadeza y caballerosidad no utilizaré su nombre verdadero, digamos entonces que se llama Johanna como nombre tomado al azar. Nuestras relaciones fueron maravillosas en todos los sentidos, juntos compartimos malos y muy buenos momentos, ella tenía una hija que gustaba mucho salir con nosotros, pero siempre fuimos bastante reservados ante ella pues nuestras relaciones no llegaban hasta el punto de matrimonio. En su condición y facultades de mujer no dejaba nada que desear o envidiar, cada vez que hacíamos el amor era una satisfacción total y completa, pero quizás por algunos problemitas de carácter nunca dimos tan importante paso, de lo cual me alegro en éstos momentos de no haberlo hecho.
En 1989 ya no tan pequeña cumplió sus 15 años y tuve el honor y el placer de convertirme en su padrino, por lo cual mi acercamiento hacia ella era más constante y la veía con más frecuencia. Los años continuaron pasando y no les haré toda la historia de lo sucedido para no cansarlos. Mis relaciones con Johanna continuaron, aunque de forma un poco más esporádica, ya solo no era lo que siempre había sido para mí, ahora también era mi comadre. En todo ese tiempo mantuve algún tipo de relación con otras mujeres, pero nada serio ni formal, siempre regresaba al lado de Johanna buscando su afecto y cariño de tantos años. Ella por su parte se comportó de igual forma, en más de una oportunidad Ana Lidia, que así se llama mi ahijada dejaba entrever su aceptación de nuestra relación como pareja, pero siempre terminábamos riendo y haciéndole creer que todo eran imaginaciones suyas.
Recuerdo una noche, allá por el año 1995, me llegué hasta casa de Johanna para invitarlas a una fiesta que se daba en honor a un amigo de ambos por el premio obtenido en una investigación y me la encontré con gripa, tenía fiebre y estaba bien arropada en su cama, resultándole imposible aceptar mi invitación. Me propuso entonces que Ana Lidia fuera conmigo para que no fuese solo, ella al instante saltó de alegría, pues no eran muchas las oportunidades que tenía para asistir a una fiesta a pesar de sus ya cumplidos 21 años, Johanna era bastante severa con ella y no le permitía libertades de ningún tipo, controlaba cada uno de sus movimientos y sus amistades.
Estuve de acuerdo con la idea y de inmediato corrió a su habitación a vestirse, mientras yo permanecí allí con mi comadre dándole consejos y las medicinas que debía tomar para cortar aquel estado que tenía. Mujer al fin demoró casi una hora en vestirse, pero bien valió la pena, cuando se presentó nuevamente ante nosotros parecía una princesa hermosa y radiante, un hermoso vestido negro sobre lo corto, bien ceñido a su lindo cuerpo que la daba unas formas más sensuales al caminar, también se había colocado unos tacos de cierta altura en combinación con el vestido que me hicieron comentar que sería la envidia de la fiesta con la hermosura que llevaba de pareja. Aquella ropa la hacía parecer con más edad y en verdad no habría problema alguno para presentarla como mi pareja. Ella de inmediato de colgó de mi brazo y después de darle un beso a su madre nos retiramos para la fiesta.
Durante el trayecto hasta la casa de mi amigo, donde se celebraría la fiesta, recuerdo entablamos una conversación acerca del perfume que llevaba, era exquisita su fragancia y su dulzura, me platicó que era PALOMA PICASSO y que ese era su perfume preferido, les confieso que por un instante hasta llegué a excitarme con ese aroma que me llegaba hasta lo más profundo. Llegamos a casa de mi amigo y tal como lo había previsto de inmediato comenzaron las averiguaciones sobre quien era aquella hermosa chica que venía conmigo, hubo hasta mujeres que sin decir nada dejaron entrever su envidia, así que imaginarán lo orgulloso que yo me encontraba, Ana Lidia no me soltaba el brazo, todo el tiempo junto a mi, lo que daba mayor apariencia de ser mi pareja.
Sentados en la sala platicamos con casi todos los allí presentes mientras tomábamos algunas copas, hubo alguien que al parecer ya cansado de tanto platicar propuso bailar un poco y divertirnos, de inmediato para poner el lugar a tono, bajaron las luces y de verdad que el sitio se puso muy acogedor. Lentamente fueron subiendo el volumen a la música y los compases de un hermoso bolero hizo que todas las parejas salieran a bailar, le pregunté a Ana Lidia si quería bailar y su respuesta fue ponerse de pie inmediatamente tiràndome de la mano.
Ana Lidia pasó su mano sobre mi cuello y recostó su cabeza a mi hombro, inevitablemente mis manos rodearon su cintura y por primera vez tuve la oportunidad de palpar con detenimiento sus juveniles curvas, de la noche a la mañana se había convertido en toda una mujer, muy sensual y bien formadita. Nuevamente me llegó aquel exquisito olor a perfume al tenerla tan cerca de mí y entre mis brazos, tal vez apoyado en las copas que había tomado, que perdí la noción de lo que estaba sucediendo.
La apreté contra mi cuerpo mientras bailábamos aquel lindo y suave bolero e instintivamente mi verga comenzó a endurecerse, ella al sentirla se pegó más fuerte a mi y se colocó en el justo centro buscando un mejor contacto con ella, sus movimientos de cadera comenzaron a ser un poco más amplios y en instante me puso al borde del desespero, hasta tal punto que aprovechando la posición de su cabeza recostada a mi hombro comencé a besarla en la oreja y terminé introduciendo mi lengua en ella, esto al parecer la excitó también y levantó su cabeza colocando su boca junto a la mía. Nos enfrascamos en un largo beso que duró hasta terminar la caución, nos percatamos de ello por los aplausos del resto de los participantes, nosotros ni de cuenta nos habíamos dado de su fin.
Al mirarnos de frente comprendimos lo que momentos antes habíamos hecho, Ana Lidia con una risa picaresca se llevó las manos al rostro y quedamos mirándonos fijamente. Transcurridos unos instantes se escuchó otra canción y sin pérdida alguna de tiempo volvimos a juntarnos para bailar. Adoptamos las mismas posiciones, buscando un mayor contacto entre ambos y los besos cada vez eran más apasionados, ya no se limitaban a ser la simple unión de dos bocas, nuestras lenguas se entrecruzaban transportándonos a lo más sublime del deleite. Aquella situación se nos estaba yendo de las manos, pues la atracción era mutua. Ana Lidia me propuso dar por terminada la estancia en aquella fiesta e irnos, al principio pensé que ya se encontraba cansada y acepté su propuesta.
Al llegar al coche se me abalanzó como desesperada y las caricias fueron tomando mayor profundidad y fuerza, sus besos eran infinitos y mis manos ya iban recorriendo todo aquel hermoso cuerpecito. Las luces de un coche frente al nuestro en el aparcamiento se prendieron y ambos comprendimos que no estábamos en el lugar más adecuado para eso. Cuando puse el coche en funcionamiento me suplicó que quería estar un poco más de tiempo a mi lado, que no fuésemos para la casa tan temprano. Camino a la casa pasamos junto a un Motel y nos miramos de forma simultánea como coincidiendo en la misma idea. Era un lugar bastante apartado y discreto con parqueo privado y dando un violento giro al coche regresamos a él. Busqué un lugar disponible y después de cerrar la cochera la invité a bajar del coche y pasar a la habitación. Solicité por teléfono algo de comer y de beber; mientras llegaba el servicio nos enfrascamos nuevamente en nuestros besos y caricias. Cuando más emocionados y calientes estábamos el mozo tocó a la puerta y nos interrumpió. Entre risas nos lamentamos de lo inoportuno de su llegada, pero sabíamos que después nadie nos molestaría.
Después de pagar nuestra estancia y el servicio comencé a quitarme la ropa para estar más cómodo, Ana Lidia trató de imitarme y se lo impedí, pidiéndole de favor que no me privara de ese placer, ella accedió gustosa mientras ambientaba la habitación con un poco de música. Como si fuese a realizar una ceremonia coloqué una banqueta en medio de aquella habitación, bajé el nivel de las luces para que estuviesen acorde con la música y tomándola por una mano la ayudé subir a la banqueta.
La primera prenda a despojar fueron sus zapatos, me costó un poco de trabajo por las cintas que tenían, pero esto daba una mayor sensualidad a la ocasión porque me permitía tener sus lindos pies en mis manos y acariciarlos mientras los zafaba, colocando mis manos a la altura de sus rodillas fui subiendo poco a poco, recorriendo las cuervas de su cuerpo por debajo del vestido hasta llegar a la cintura, ella con los brazos en alto dejaba hacer todo lo que yo deseaba, cuando al tacto localicé la parte superior de sus panty comencé a bajarlas lentamente mientras mi cara rozaba su chochito por encima de la ropa, buscando ese olor a hembra que en la fiesta me había sacado de mis cabales.
Terminé de sacarle las panty y mientras lo hacía besaba sus delicados y finos pies, muy bien arregladitos excitándome de una forma desconocida por mi hasta esos momentos. Ella comenzó a moverse al ritmo de la música imprimiéndole un sello especial de voluptuosidad al momento. Sin apurarme, haciendo gala de una paciencia increíble fui zafando cada uno de los diminutos broches de su vestido, aunque mis deseos hubiesen sido arrancárselos todos de un solo tiròn. Cuando tan solo faltaban unos pocos para concluir aquella angustiosa faena Ana Lidia hizo un giro y me dio la espalda, terminando ella de abrirlos, por unos instantes mantuvo el vestido abierto completamente, pero al estar de espaldas a mi no permitía ver su cuerpo, di la vuelta para verla de frente y cerrando el vestido volvió a girar dándome nuevamente la espalda, comprendí entonces del juego que quería hacer conmigo y opté por mantenerme en el lugar que estaba esperando por sus travesuras.
No me hizo esperar mucho, giro nuevamente cerrando el vestido y cuando ya estaba de frente lo abrió de pronto mostrándome sus encantos, el vestido cayó al suelo y se mostraba ante mí con una pequeñísima tanga y sus senos al descubierto, ya que no llevaba sostenedor, eran unos senos que casi se podían calificar de perfectos, ni grandes ni pequeños, firmes y coronados por unos pezones rosados que producto de la excitación los tenía bien parados, dio varios giros sobre la banqueta como modelando y no pude soportar más aquella situación, la estreché entre mis brazos y cargándola la deposité sobre la cama con mucha suavidad y elegancia.
Me pidió entonces que yo hiciera lo mismo, por lo que subí a la banqueta y poco a poco me fui quitando la ropa mientras ella observaba cada uno de mis movimientos. Bajé de la banqueta y sentándome junto a ella le acariciaba sus hermosas teticas tan bien formadas y firmes, a los pocos instantes ya las tenía en mi boca saboreándolas y disfrutándolas, impregnadas de aquel perfume que había sido la causa de mi excitación desde el primer momento que la tuve tan cerca en el coche. Poco a poco fui cambiando de posición y me arrodillé en la alfombra junto a ella, mis besos y caricias fueron recorriendo su tierno cuerpecito hasta llegar a su ombligo, sin dejar de besarla y acariciarla con mi lengua fui despojándola de su tanga hasta dejarla completamente desnuda, si hermosos eran sus senos, creo que más hermoso todavía era aquel precioso monte de Venus que aparecía ante mi vista, tanto me llamó la atención que por unos segundos me detuve en la caricias para concentrarme observándolo en cada detalle, en cada uno de sus vellos, que hacían un contraste fabuloso con lo rosado de su piel.
De inmediato mis caricias se trasladaron directamente hacia esta zona, comprendiendo mis intenciones separó sus piernas, dándome la oportunidad perfecta para deleitarme lamiéndoselo y chupándoselo, muy suave al principio pero después de unos minutos ya lo hacía de forma desesperada queriendo comérmelo de un solo bocado, sus jugos comenzaban a brotar y a mi verga comenzaban a salirle sus primeras lágrimas. Con mis dedos comencé a jugar con su vagina y de inmediato comprendí que aún era virgen, en parte me sentí frustrado porque lo que más deseaba en aquellos momentos era fallármela y sentirla mía, comprobar si era capaz de satisfacerme como anteriormente lo había hecho su madre.
Dando un vuelco a la táctica a desarrollar le pregunté si le gustaba el helado, me miró como asombrada, pues no entendía mi pregunta, pero finalmente me respondió que si. Le pedí que se sentara al borde de la cama y coloqué mi verga entre sus labios y le indicaba pasara su lengua por la punta de mi polla como si fuese un helado, enseguida comprendió y así lo hizo, sus caricias me hacían estremecer, poco a poco por intuición fue avanzando hasta acariciármela y chupármela completa hasta metérsela en su boquita y extraerme los primeros jugos. Tomé su cabecita entre mis manos y empecé a moverme hacia atrás y hacia delante buscando más placer del que hasta el momento había experimentado. Tuve que detener mis movimientos pues casi me corro en su boca, pero no deseaba terminar tan pronto, quería gozarla y disfrutarla, esa podría ser la primera y la última noche con ella y debía aprovecharla al máximo, casi de seguro que otra oportunidad como esa no volvería a repetirse. Mientras chupaba mi verga Ana Lidia acariciaba su coñito y lo frotaba con avidez procurando un orgasmo, se sentía desesperada y ansiosa. Detuve aquella acción e indicándole se arrodillase en la cama en posición de cuatro puntos exponía ante mi vista sus bien moldeadas nalgas, no quería romper su virginidad, pero tenía que salir de aquella calentura a cualquier precio.
Coloque la punta de mi verga en su hoyito prohibido y con la ayuda de los líquidos que me brotaban por la excitación la fui untando y dilatando poco a poco, cuando la cabeza de la verga ya podía hacer su lenta entrada empecé a bombearla bien despacito buscando mayor dilatación y con mucho cuidado para no lastimarla, ella continuaba masajeándose su coñito y comenzaba a hacer sus primeros movimientos de cintura para ayudar en mi empeño, poco a poco y con paciencia fui logrando que mi verga entrada en aquella cueva de placer, su culito se contraía en ocasiones, tal vez por alguna molestia o dolor, pero no me decía nada al respecto, cada vez me ayudaba con más intensidad y su desesperación era evidente, mi verga entraba y salía con más facilidad y al parecer los dolores habían desaparecido, comenzó entonces el placer. Tomándola por su cintura la bombeaba una y otra vez, mi verga alcanzó dimensiones nunca antes vistas y como hacía ya algún tiempo no me sucedía se puso dura como la de un joven veinteañero.
-- ¡Ay padrino, que cosas mas ricas me haces, nunca había sentido tanto placer en mi vida!... hoy por primera vez me siento una mujer completa…sigue así, follame bien duro, hazme tuya para siempre…
-- Ten calma mi pequeñita, padrino te enseñará todo lo que sabe y te hará disfrutar de lo lindo…mira que rico se ha puesto tu culito…

Ya mi verga entraba hasta lo más profundo de sus entrañas, estaba a punto de correrme y se lo hice saber, quité su mano del coñito y le empecé a hacer una paja para tratar de corrernos al mismo tiempo mientras continuaba bombeándola y ella retorciendo su cintura hacia todas direcciones.
--Voy a correrme padrino…voy a correrme…la siento venir…dame más duro…ahora si…cógeme duro…así mi papito lindo, así…me estoy corriendo…me corroooooo…..siii…..siiiiiiiii…..yaaaaaaaa….¿que es esto que me está sucediendo padrino?....

Sus contracciones daban indicio de un profundo orgasmo, lo que ayudó a que mi estado d excitación aumentase y en esta ocasión fue inevitable que me corriera
--Ya mi chiquitica linda, ya, ahora tu padrino te va a dar toda su lechita, mira que calientita, cójela, cójela todita, es solo para ti…disfrútala.

Sentía como abundantes chorros de leche le perforaban sus entrañas, cada vez imaginaba haber terminado comenzaba a correrme de nuevo, su culito apretado me proporcionaba un exquisito placer. Exhaustos por el esfuerzo, sin sacar la verga de su culito me tendía encima de ella y seguí moviéndome para completar mi descarga. Jamás en mi vida me había corrido de tal forma, ni en mis años mozos, las piernas se me aflojaron y no me respondían, estaba en un estado de relajación total. Así permanecimos unidos por más de media hora hasta que poco a poco fui recobrando el aliento y las fuerzas. La chiquilla había logrado derrotarme, quitarme las fuerzas hasta tal punto que un nuevo intento de follármela podría ponerme en un serio aprieto y tal vez hasta de hacer un papelón.
Cuando observé el reloj eran cerca de las doce de la noche, buen pretexto para retirarnos por lo avanzado de la hora, pero realmente era que yo no podía más, difícilmente podría volver a lograr una erección en corto tiempo y no disponíamos de mucho, por eso prefería retirarme del campo de batalla. Cuando se lo hice saber Ana Lidia puso cara de tristeza, ella deseaba continuar allí conmigo, no estuvo conforme con las palabras que le decía hasta que no lo prometí que en otra oportunidad no muy lejana regresaríamos a terminar lo comenzado, la experiencia me daba a entender que sus deseos era que la hiciese mujer, dejar de ser virgen, pero no creí fuese lo más correcto y opté por ello. Nuevamente nos dimos unos apasionados besos mientras nos vestíamos y después de comer algo de lo que nos habían traído salimos de aquel lugar.
Imaginaba que la odisea sería ahora el llegar a su casa, ¿Qué diría Johanna por lo avanzado de la hora?... todo el viaje lo hicimos tratando de ponernos de acuerdo en que le diríamos a su madre por la demora, finalmente me propuso le dejase a ella esa cuestión, ella se encargaría de convencerla de un modo casi infalible. Confiado en ello continuamos camino hasta llegar a su casa. Como ambos suponíamos Johanna se encontraba sentada en la sala esperando por nosotros, Ana Lidia fue la primera en entrar, pues tenía la llave de la puerta, hizo su entrada de una forma bastante descompuesta, titando su cartera sobre el sofá. De inmediato su madre le preguntó que había sucedido y con cara de no muy buenos amigos le dio una respuesta que hasta yo quedé asombrado… Estaba insultada porque toda la noche yo me la había pasado conversando y haciendo cuentos con mis amigos, que en más de una oportunidad me había hablado de retirarnos porque estaba aburrida y yo me opuse, que fuimos los últimos en irnos de la fiesta…yo no salía de mi asombro ante tanta imaginación desplegada por aquella chiquilla. Acto seguido, con el mismo tono de disgusto subió las escaleras hacia su habitación, cuando subía, al encontrarse a espaldas de su madre con su mano derecha hizo de señal de victoria y me lanzó un beso diciéndome adiós.
Johanna no cesaba de reírse, interrumpida en oportunidades por la tos de su gripa…--Así es tu ahijadita…cuando algo no le gusta enseguida se pone a protestar, espero que al menos tu la hayas pasado bien conversando con tus amigos—. No me quedó otro remedio que asentir con mi cabeza y después de despedirme salí para mi casa, tratando de recuperarme de aquella asombrosa escena que había acabado de presenciar.
Mi palabra fue cumplida al pie de la letra y en varias oportunidades regresamos al Motel a pasar nuestros buenos ratos de placer, siempre nos inventábamos alguna excusa o alguna fiesta para salir solos, en otras ocasiones la recogía directamente en su escuela y ella argumentaba ir a estudiar a casa de unas amigas. Increíblemente todo este tiempo manteniendo sexo con Ana Lidia, he sido incapaz de hacerla perder su virginidad por más que ella ha insistido, me he mantenido firme en ese sentido, pero su culito lo he gozado tantas veces como he querido.
Hoy, después de ocho años de mantener relaciones con ella y haberme apartado un poco de su madre, piensa casarse con un chico de muy buena familia y pienso sea lo más adecuado para ella, solo que queda esta duda entre la que me estoy debatiendo y quitarle su virginidad antes de la boda o esperar que todo transcurra normalmente y esperar otra posible oportunidad, después de casada de volver a gozarla, esta vez por todas sus partes sin preocupación alguna. Pienso que el tiempo dirá la última palabra.
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 4633
  • Fecha: 01-10-2003
  • Categoría: Incestos
  • Media: 5.91
  • Votos: 94
  • Envios: 17
  • Lecturas: 24430
  • Valoración:
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
aurelio
aurelio 27-05-2019 21:34:39

sigue sigue sigue así contando..

cumplidor
invitado-cumplidor 23-06-2016 01:16:38

muy buena historia

raul
invitado-raul 30-11-2014 03:15:12

me encanto tu historia

Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 02-10-2003 00:00:00

Tu talento en este género y tu gran cantidad de lectores no acaban de asombrarme. Francamente si tú no tienes editor...estamos fritos.

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