Todo comenzó cuando mi esposa se sintió mal repentinamente en el trabajo, y le dieron permiso de salir temprano, al llegar a casa entró sin hacer ruido, pensando en que yo estaba durmiendo, debido a que como trabajo de turno nocturno, necesito dormir de día, grande fué mi sorpresa, y la de ella también, pues al entrar a la habitación me encontró con mi amante, si, pero hombre, mi amante es un hombre, y me estaba cogiendo sabrosísimo cuando mi esposa abrió la puerta, me la tenía metida hasta el fondo de mi culo haciéndome el amor tan rico, mi amante sin inmutarse por la situación, y sin dejar de moverse mientras me cogía, invitó a mi esposa a que se nos uniera en la cama, ella sin salir de su asombro todavía por lo que estaba viendo comenzó a desvestirse, pues se había calentado bastante, ya que a los dos nos encanta el sexo, de un movimiento mi amante da un giro y me pone hacia arriba y el abajo, quedando yo bien ensartado, pero con mi verga bien parada hacia donde estaba mi esposa, ella solamente se inclinó un poco para comenzar a mamármela bien rico haciéndome gozar los dos al máximo, así duramos un rato, hasta que para terminar, mi amante me la sacó del culo y se quitó el condón, para acto seguido los dos nos venimos en la cara de mi esposa, ella se relamía los labios saboreando nuestro semen, quedando los tres extasiados y tendidos en la cama.
Esa noche, ántes de irme al trabajo, me dice mi esposa con una cara muy pícara, si le daba el número de teléfono de mi amante, para hacerlo también su amante y la acompañara en las noches, para ya no quedarse sola mientras yo trabajaba, pues me dijo que le había encantado el sabor de su semen. Pero ésto ya se los contaré en otra historia.