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Categoría: Maduras

Mary (1)

Podría comenzar diciendo que soy un hombre maduro de 43 años, algo calvete, de estatura media, un poquito panzón y complexión fuerte. Actualmente vivo con una mujer dos años mayor que yo, pero que por su aspecto físico no lo aparenta. Pero el tema de mi relato, no es de la época actual, sino, se remonta a mis años de juventud. Por aquel entonces, yo tenía unos 16 ó 17 años, y aunque me gustaba mucho los deportes y mi cuerpo estaba mucho más desarrollado y aparentaba más edad, no tenía novia ni nada que se le pareciera, aunque en el ámbito sexual estaba muy despierto y me desahogaba cuando podía, siempre claro está, manualmente, llegando a hacerme hasta tres y cuatro pajas casi seguidas, normalmente en la intimidad de mi cuarto antes de dormir.



Por aquel entonces subía mucho a casa de unos vecinos para jugar con los niños, y matar mis ratos de aburrimiento. Vivían en el bloque, en el segundo piso, ya hacía años y yo desde que recuerdo subía a jugar, aunque el mayor era bastante más pequeño que yo, unos 7 u 8 años, y le seguían dos hermanas y otro varón. El padre casi nunca estaba en casa y si estaba se encontraba durmiendo, pues su trabajo era nocturno, y se ausentaba largas temporadas de casa. La mujer, la llamaremos Mary, era una mujer bastante atractiva, de unos 38 años, de pelo castaño claro, grandes ojos, con un cuerpo bastante voluptuoso pero con muy buenas formas. Tenía unos pechos bastante grandes, algo caídos, pero más por la gravedad pues estaban bastante turgentes. Tenía unas piernas bastante bien contorneada y anchas que ascendían hasta acabar en unos muslos anchos y duros que conformaban un culo impresionante, grande y de carnes prietas. Su estatura era aproximadamente de 1,70 cms y su piel era blanca con un pequeño tono tostado. Todo ello configuraba una mujer, por lo menos para mí, de bandera.



Poco a poco, a medida que crecía, yo iba descubriendo en ella mis deseos más íntimos. Yo no dejaba ocasión de espiarla, pues era muy descuidada a la hora de vestir dentro de casa. Solía usar faldas amplias y cortas, o vestidos ajustados muy cortos con grandes escotes. Yo aprovechaba cuando se ponía a lavar la colada, ya que lo hacía a mano, para colocarme detrás suyo, a una distancia prudencial, y me tumbaba en el suelo haciendo ver que jugaba con el más pequeño de la casa, lo que me permitía gozar de una vista impecable de toda su anatomía trasera. Yo observaba como aquellas bragas diminutas que solía usar, se metían entre la raja del culo dejando todos sus grandes cachetes al aire, quedando tapado por muy poco su coño, dejándome ver sus pelos rizados saliendo entre la tela. Ni que decir tiene que eso me ponía a mil, y que mi verga se me endurecía debajo de los pantalones sin poder disimularlo. Más de dos veces me cogió en esta situación, y con una sonrisa nos decía que nos fuéramos a jugar al salón. Otras veces aprovechaba para mirar dentro de su gran escote, mientras se agachaba a recoger cualquier cosa del suelo, y podía ver sus grandes tetas sujetadas por mínimos sujetadores de encaje. Todo ello provocaba que por la noche me hiciera un par de pajas imaginando mil cosas con Mary.



Un día ocurrió algo que me quedo helado. Mary estaba vistiendo al pequeño encima de la mesa de la cocina y cuando le bajo los pantalones del pijamita, vimos que su pequeño pito lo tenía tieso. Ella echo una carcajada y le dio un beso y se lo lamió en un gesto maternal. Yo, por decir algo, solo se me ocurrió decir que era muy pequeño, que parecía un cigarrillo corto.



¿Es que el tuyo es más grande? – Me preguntó mirándome a los ojos y con una sonrisa turbadora.



Pues claro – Acerté a decir yo.



Pues sácalo y enséñamelo, a ver que tamaño tiene – Me dijo muy seria.



No supe que decir ni que hacer, solo sentí como me iba ruborizando y dando media vuelta salí de la cocina hacia el balcón para tomar el aire, mientras oía como se reía ella en la cocina. No se volvió a mencionar el tema y los días pasaban de igual modo, hasta que seis o siete días mas tarde mientras jugaba con los críos al corre que te pillo, el mas pequeño entró en la cocina y pasó detrás de su madre riendo. Ella estaba fregando la vajilla y el espacio para pasar entre ella y el frigorífico era muy reducido, por lo que me pegué todo lo que pude al electrodoméstico para poder pasar. Mi verga estaba algo erecta pues momentos antes pude ver su culo con unas finas braguitas de encaje azul, cuando se había agachado a recoger una bayeta del suelo, por lo cual al pasar, roce su culo con mi verga sin denotar ninguna reacción por parte de ella. El crío se zafó de mí y volvió a pasar por el mismo lugar, por lo que me dispuse a seguir detrás de él, pero al pasar por detrás de ella, Mary se echó hacia atrás aprisionándome entre ella y el frigorífico, comenzando a mover el culo hasta que mi polla quedó encajada en la raja y moviéndose lentamente hacia arriba y hacia abajo. Yo no salía de mi asombro, pero ni se me ocurrió moverme, pues aquello me estaba produciendo un gran placer. Se separó y se dirigió hacia la puerta y les gritó a los niños que se fueran a jugar al cuarto que tenía que hablar con migo y acto seguido cerró la puerta y echó el cerrojo. Todas las puertas de la casa tenían un pequeño cerrojo por dentro, que nunca supe para que eran y nunca me importó demasiado. Se me acercó, con una pequeña sonrisa y con la palma de la mano me acarició la mejilla.



El otro día no me quisiste enseñar lo que tienes ahí, pero hoy no te vas a escapar.



Y diciendo eso me corrió la cremallera de los vaqueros e introdujo la mano hasta tocar mi miembro.



Valla lo que tienes ahí. Pues si que parece grande.



Me parecía increíble lo que estaba ocurriendo. La mujer que más había deseado y soñado con mil y una aventura erótica, tenía la mano dentro de mi pantalón y acariciaba mi pene mientras me miraba a los ojos y humedecía sus labios con la punta de la lengua.



Hacía mucho tiempo que no acariciaba una polla tan dura. Ahora veremos si es lo suficientemente grande.



Y sin más, agarro mi verga y la saco del pantalón. Yo la tenía ya a tope, incluso me pareció que mas grande de lo habitual. No tengo una polla exagerada, tampoco voy a presumir, pero hasta ahora nadie se ha quejado de las dimensiones. Mary se quedó mirando mi polla y sin decir palabra se agachó hasta que quedó a su altura. Sacó su lengua y empezó a lamérmela muy lentamente, como los niños lamen sus helados. Me lamía el capullo e iba bajando hasta la base para luego ir subiendo de nuevo y con una de sus manos me acariciaba los huevos, mientras que con la otra la perdía debajo de sus faldas. Yo me encontraba extasiado por la suavidad de su lengua húmeda en mi pene, a la vez que notaba como mis huevos me empezaban a doler cargándose de semen.



De pronto sentí como sus labios abrazaban mi capullo y un suspiro salió de mi garganta.



No te vallas a correr todavía, que aún quiero saborearla un poco más. Tienes una polla deliciosa.



Y diciendo esto se la introdujo toda en la boca, hasta que los labios tocaron los huevos. Yo ya no sabía lo que iba a aguantar. La mujer de mis sueños, la mujer a la que le había dedicado un montón de pajas en la oscuridad de mi habitación, la mujer que nunca pensé que tocaría un solo cabello, me estaba haciendo una mamada que me hacía imposible determinar la infinidad de sensaciones que sentía, mientras veía como ella estaba tan excitada como yo, pues movía su mano debajo de la falda cada vez con mas frenesí.



Estoy a punto de correrme, así que no te retengas y deja que tu polla escupa toda la leche en mi garganta.



No pude resistir más y arqueando mi espalda di un empujón a mi verga contra su boca y se la incruste en la garganta a la vez que una explosión de placer caliente recorrió toda mi polla hasta escupirla todo dentro de ella. Volví a dar un par de empujones soltando toda la leche que mis huevos podían suministrarme, mientras Mary apretaba su lengua contra mi verga lo que me proporcionaba aún mas placer. Una vez todo mi semen había salido, deje caer mi espalda contra el frigorífico mientras ella se afanaba en absorber el resto que quedaba en mi polla y con lengüetazos suaves, el sobrante que había rebosado de su boca.



En esto escuchamos a los niños que jugaban de nuevo en el salón, por lo que se alzó y tomando mi verga algo flácida ya, me la introdujo de nuevo dentro del pantalón mientras acercaba sus labios a los míos y me besaba, con un beso húmedo y calido. Después se acercó a la puerta y me miró con una sonrisa placentera y unos ojos llenos de deseo.



No pienses que esto ha sido todo. Ha sido solo el principio. No voy a dejar de disfrutar contigo. Voy ha hacer contigo lo que ya no hago con mi marido.



Y a continuación abrió la puerta para que los niños entraran. Esto fue el principio de lo que duró aproximadamente 6 años. Hubo muchos mas acontecimientos que iré relatando si a ustedes no les importa y les gusta. Solo decirles que Mary si al principio tomaba la iniciativa era por mi poca experiencia, pero poco a poco fui yo el que la fui sometiendo a mis deseos, siempre con su consentimiento, claro está.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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