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Madura seducción (2)

Las aventuras eróticas de Adrián Laffite



 



MADURA SEDUCCION (PARTE 2ª)



 



( se recomienda leer Madura Seducción parte 1ª)



 



 



Adrián todavía estaba atontado por lo que le estaba pasando.



 



Conque la adusta y estirada doña Amelia, tenía otra vida, vaya, vaya, vaya, quien lo hubiera dicho al verla tan seria detrás de su escritorio del Banco.



 



Pero en fin, se dijo, aprovechemos la ocasión como dijo Myoko y al ataque.



 



Se metió en el baño y descargó su vejiga, se examinó con atención la verga, que todavía continuaba en estado de semi-erección, y se la lavó a fondo para quitar los restos de semen y saliva que quedaban del maravilloso trabajo de "preparacion"que le había propinado la japonesita; si no había ropa interior había que ir impecable.



 



El traje le quedaba bordado, quizás el pantalón demasiado ajustado, su miembro ahora en relativa calma, se vislumbraba perfectamente a través de la tela de la prenda. Vaya, pensó Adrián, a este por poco que le provoquen y con este roce en el glande será capaz de reventar la cremallera.



 



.- En fin, veamos que se trae entre manos Doña Amelia. Se probó la chaqueta que si le iba a la perfección y mirándose al enorme espejo mural de la habitación dio unos retoques a su largo y ondulado pelo y contemplando la sonrisa de sus verdes ojos se dio a si mismo un sobresaliente.



 



Iba a sentarse para esperar a que le acompañaran cuando unos golpecitos en la puerta le hicieron desistir.



 



Abrió y.... Dios,... otra vez se volvió a quedar sin habla, aquella casa era una caja de sorpresas, frente a él estaba Myoko, deliciosa impresionante, los almendrados ojos maquillados con exageración pero bellísimos, de un color malva con pequeños puntitos brillantes y enormes pestañas enmarcaban el negro de sus pupilas que sonreían otra vez al notar su turbación, una transparente túnica anudada sobre un hombro de suave color malva a juego con los párpados envolvía en parte aquel cuerpo perfecto, su seno izquierdo quedaba prácticamente al descubierto, un cinturón de la misma tela se anudaba a la cintura de ánfora de la criatura, pegando la fina tela precisamente sobre su pubis, en el cual se trasparentaba a la perfección todo el vello delicadamente desordenado que tanto había llamado la atención a Adrián. Un corte lateral hasta la parte superior del muslo, facilitaba el andar de la muñeca de porcelana que le sonreía desde el dintel de la puerta.



 



.- ¿ Vienes o te quedas?



 



.- No...no, perdón vamos ahora mismo , es que me has dejado extasiado, seguro que ni la misma Diana era tan bella como tú .



 



.- Pues tú tampoco estas nada mal, seguro que Amelía solo de verte va a sentir escalofríos.



 



.- ¿ Tú crees ?. Sonrió Adrián , mientras se cepillaba con la mano una inexistente mota de polvo del pantalón.



 



.- Ja, ja, ja,..no seas falsamente modesto, que no te va. Sabes perfectamente que estás buenísimo. Y que muchas chicas querrían perder su virginidad contigo.



 



.- No seas exagerada Myoko. Soy un humilde trabajador que procura cumplir con su deber en el tajo.



 



.- Pues esta noche procura cumplir con creces, y no dejes que el o los " tajos" queden desatendidos,... ja ja ja ja,... seguro que tendrás que esforzarte, pero te garantizo que no te arrepentirás.



 



.- Eres muy perversa Myoko, me lo pones muy cuesta arriba, no se si tendría que desistir.



 



.- Ahora ya no puedes, estas totalmente prisionero de dos ninfómanas sedientas de ti.



 



.- ¿ Queeeeee?



 



.- Venga, calla y siéntate. Habían llegado al comedor, había una preciosa mesa de estilo francés imperio preparada para comer dos personas, no faltaba detalle, no la voy a describir porque este no es el tema del relato que nos ocupa incluso no faltaban ni dos candelabros de plata que iluminaban débilmente la preciosa mesa.



 



.- ¿Solo dos cubiertos? ¿quien va a faltar?



 



.- Nadie va a faltar pero yo serviré la mesa y vosotros dos cenareís



 



.- ohhhhh, que pena.



 



.- No te preocupes que no andaré lejos de ti



Y en el momento que iba a sentarse, por una puerta lateral apareció Doña Amelia...y nuestro pobre Adrián otra vez se quedó con la boca abierta, y no era para menos. Realmente doña Amelia estaba impresionante, su elegante cuerpo se cubría con un vestido negro, totalmente liso, la tela debía ser satén o seda, era muy brillante unos finos tirantes impedían que el vestido se deslizara al suelo, enmarcaba a la perfección cada una de las curvas de la elegante dama, la tela dejaba al descubierto gran parte del pecho de la mujer asomándose por la parte superior el comienzo de los bellos senos de Doña Amalia, que por lo que se veía eran mucho mas voluminosos que lo que le parecieron en el Banco, colgada del cuello aparecía la misma joya que llevaba en la mañana.



 



Pero esta vez nuestro amigo reaccionó a tiempo y acercándose rápidamente a la silla de ella, la apartó para que pudiera sentarse mas cómodamente. Ella sonriendo le dijo:



 



.- Adrián, estas guapísimo. Al darle la espalda, Adrián descubrió el alucinante escote de la parte posterior del vestido, juraría que le llegaba hasta media nalga. O al menos hasta la primera de las tres partes de aquellas gluteos divinos. A medida que ella se sentaba, Adrián acerco a su cuello sus labios y le susurró



 



.- Vd. si que esta elegante Amalia, nunca hubiera dicho al conocerla en el banco que era Vd. tan hermosa, con aquella ropa...tan....tan seria.. y a medida que ella se sentaba los labios fueron rozando el cuello hasta llegar al lóbulo de la oreja, en donde se entretuvo un poco mas de la cuenta, aspirando el turbador aroma que despedía aquel cuerpo.



 



.- Heyyyy, me das escalofríos. Adrián se apartó y le dijo:



 



.- Ya me lo advirtió Myoko.



 



.- ¿De que te advirtió esta pajarita vestida de cortesana romana? Myoko no dejaba de sonreir



 



.- No, no, nada, era una broma.



 



.- Myoko, puedes servirnos la cena?



 



.- Encantada Amelia



 



No nos vamos a entretener mucho con la cena, tomaron ensalada de bogavante y unos redondos de ternera con salsa bastante picante, todo ello delicioso y acompañado de unos vinos apropiados para cada manjar, todo ello armonizado por los compases de la música de Mozart, simplemente decir que a cada plato que les servía Myoko sin querer o queriendo, el seno desnudo de la guapa muchacha rozaba de forma ostensible el rostro de cada uno de los comensales, provocando en ellos esta sensación de deseo que nos embarga al tener al alcance de tu mano una cosa que deseas y no puedes alcanzarla.



 



.- ¿Sirvo ya el postre ?



 



.- Si por favor Myoko, ¿ té gustan las fresas, Adrián?



 



.- Me encantan.



 



Al momento apareció la muchacha con dos copas enormes rellenas de fresones de un rojo intenso y envueltas en una nube de chantilly dejando una frente a cada uno de ellos.



 



.- ¿ Algo mas, Amalia?



 



.- Si, por favor un poco de cava brut semi-seco, bien frío.



 



.- Enseguida, perdona se me había olvidado.



 



.- Tranquila, cuando puedas.



 



.- Os lo llevo de inmediato y voy a cenar después. Así lo hizo la muchacha y desapareció por la puerta de la cocina.



 



Adrián, con el roce del pecho de Myoko en su cara, ya hacía tiempo que estaba totalmente empalmado, una tremenda erección pugnaba por liberarse del pantalón que lo aprisionaba, pero ver de que manera Amalia se comía las fresas, casi le provoca una eyeculación.



 



El hablaba de cosas sin importancia para hacer amena la cena pero no apartaba los ojos del rostro de Amelia.



 



Que cosa mas erótica puede llegar a ser, ver a una mujer comer fresas. ¿Nunca lo habéis probado?.



 



Ella pinchaba la fresa y ayudada por el tenedor la untaba totalmente con nata mordiéndola suavemente, cerraba un poco la boca y dejaba que la nata se posara en sus labios. Después mordía y tragaba la fresa, y a continuación, pasaba la lengua teñida de rojo por el jugo de la fresa, lamiendo un par de veces los labios hasta que no quedaba ni una motita del blanco manjar.



 



Así una y otra vez, viendo aquello era muy difícil mantener la seriedad y la calma, pero Adrián era duro y aguantaba y seguía conversando con Amalia del valor del mibor o alguna tontería similar.



 



.- ¿ Brindamos.? propuso Amelía



 



.- Si, por una nueva amistad, por una mujer espléndida que me era desconocida, aun conociéndola.



 



.- Si, por una nueva amistad con un muchacho encantador que ya conocía hace mucho tiempo y que deseaba conocer mas a fondo. Ambos levantaron las copas de cava y brindaron.



 



.- ¿Vamos al salón a tomar café?. Propuso la mujer antes de que Adrián pudiera decir algo.



 



.- Como quieras. Se levantó rápidamente el joven, apartando la silla a la dama y repitiendo la operación del suave roce en el cuello de la mujer, pero a la inversa. Esta vez ella no protestó sino que dejo que los labios de él se posaran en su hombro desnudo.



 



.- Eres muy galante..



 



.- Que va, lo normal



 



Se dirigieron a una puerta del fondo del comedor y accedieron a un hermoso salón – biblioteca, una mesa de despacho, una mesita auxiliar, una gran estantería llena de libros y unos sillones aparte de un ordenador con todos sus auxiliares y un enorme espejo junto a la estantería, completaban el mobiliario.



 



Sobre la mesita un juego de tazas y tetera japoneses, desprendían un suave aroma a café recién hecho. Ella se sentó en el sofá cruzando las piernas , el corte del vestido se abrió y unas piernas y gran parte de los muslos aparecieron a la vista de Adrián, que cogiendo una de las tacitas multicolor la ofreció a Amelia.



 



.- ¿Cuantos terrones?



 



.- Solo uno, por favor, el café me gusta amargo. Ambos tomaron el café sin dejar de mirarse uno al otro, Adrián no apartaba los ojos de las piernas de ella y ella no los apartaba del enorme bulto que el joven lucía sobre el muslo, aprisionado fuertemente por la tela del pantalón, tan apretado estaba que se perfilaba perfectamente la silueta del glande a continuación del tronco que empezaba en la entrepierna del chico.



 



En aquellos instantes en algún rincón perdido de la biblioteca empezaron a sonar los acordes de un sensual bolero.



 



.- ¿Te apetece bailar?



 



.- Me encantará sentirla entre mis brazos Amelia.



 



.- ¿Todavía me llamas de Vd.?



 



.- Es que... me inspira Vd. mucho respeto Amalia



 



.- Vaya, ¿tan mayor me encuentras que solo te inspiro respeto?, dijo ella levantándose y tendiéndole las manos para iniciar el baile.



 



.- No Amelia, me inspiras algo mas que respeto. Dijo él ya tuteándola



 



.- Pues demuéstramelo. Y ambos enlazados ya por el talle empezaron a bailar. Adrián iba bajando la mano desde la espalda de Amelia hacia su cintura, pronto se apoyó en la nalga de la mujer y empezó a acariciarla al ritmo de la suave música.



 



Ella metía su muslo ostentosamente entre las piernas del muchacho para notar en su piel la tibieza de aquella verga que deseaba sentir dentro de sí, pero todavía no había llegado el momento, había que jugar un poco mas.



 



El bolero acabó y empezaron los acordes de un tango.



 



.- ¿Sabes bailarlo? Pregunto ella



 



.- Un poco, creo que sí. Ella sabía que él NO SABIA UN POCO, todo lo contrario SABIA bailarlo a la perfección.



 



Y ambos empezaron a puntear la pieza.



 



Aquello no era un baile, aquello era una explosión de sensualidad, de sexo contenido, de deseo en suspensión.



 



Las luces se fueron apagando y el espejo dejó de ser un espejo.... se volvió totalmente transparente, como un simple cristal,....detrás, sentada al estilo árabe, sobre una enorme ¿cama? redonda de sábanas azules...Myoko estaba comiendo fresas, de una enorme bandeja rellena de fruta exótica, estaba bañada por una potente luz azul, parecía estar bajo el resplandor de la luna, y su atención se centraba en una enorme pantalla plana de televisión, en la se estaba reproduciendo las escenas de una película un poco especial, Adrián el pobre, casi pierde el compás, aquella casa era un cúmulo de sorpresas.



 



En la pantalla de TV, en aquellos momentos dos chiquillas casi adolescentes de raza asiática posiblemente tailandesas muy lindas , y muy parecidas entre si, totalmente desnudas, sin apenas vello en su pubis, arrodilladas sobre una cama estaban realizando una espectacular mamada a otra mujer de la misma raza , bastante mayor que ellas, pero también hermosísima y de un enorme parecido a las chiquillas, su rostro denotaba que sentía en aquellos momentos un gran placer.



 



Detrás de cada una de las muchachas había un hombre, el de la derecha era de unos 45 años, con una enorme verga, que en aquellos momentos intentaba introducir entre las nalgas de la chiquita y el de la izquierda, debía tener unos diez y ocho años y estaba procurando a la muchacha de la izquierda un cuninlinguus sensacional.



 



La nitidez de la imagen en la gran pantalla era perfecta, se percibían claramente todos los detalles de la escena, incluso la saliva que se desprendía de las bocas de las dos muchachas y que se derramaba sobre el peludo coño de la mujer mayor. Se veía a la legua que no eran profesionales, y lo que hacían se desarrollaba con la mayor naturalidad, como si fuera parte de un rito.



 



Adrián hubiera jurado que todos ellos formaban parte de una misma familia.



 



El tango acabo y ellos dos se sentaron uno junto al otro en el sofá muy apretaditos y abrazados.



 



Adrián había notado hacía ya rato que Amelia tampoco usaba ropa interior y su mano seguía un camino lento pero firme hacia el centro de las nalgas de Amelia contemplando la deliciosa y erótica escena que silenciosamente...o al menos para ellos, se estaba desarrollando en la pantalla del televisor.



 



Amelia acariciaba el enorme nabo que se escondía detrás del pantalón del muchacho.



 



Mioko, estaba como traspuesta mirando la escena, ignorando que estaba siendo observada (¿o no?).



 



Sin dejar de comer fresas, que por cierto eran rojas y enormes, se arrodilló sobre la enorme cama y con un movimiento deshizo el nudo que sujetaba la túnica sobre el hombro, quedando esta parte de la prenda colgando de su cintura, mientras comía con una mano, se acariciaba los pechos con la otra apretándoselos y retorciendo los pezones con fuerza.



 



Después, cogió otra fresa entre dos deditos, se lo metió entre las piernas a la altura de su conejito, buscando la abertura de la túnica y lo mantuvo allí unos segundos, después, la fresa apareció mojada y brillante de entre sus piernas, y mientras observaba la película con gran atención, se llevó la fruta a los labios mordiéndola con furia. El jugo de las frutas mordidas, en parte no era tragado por la muchacha y se derramaba sobre sus preciosos pechos, ella con la yema de los dedos lo recogía y volvía a llevarlo a sus labios.



 



Aquello ya era demasiado. Adrián con un suave movimiento de sus manos deslizó los tirantes de Amelia hacia abajo, dejando a la hermosa mujer con los pechos al aire y se abalanzó como un loco sobre ellos.



 



Eran blanditos, grandes, morenos, cálidos y suaves como la piel de un bebé, estaban delicadamente caídos, pero sin una gota de silicona, tal como le gustaban a Adrián



 



.- Suavemente, mi amor, suavemente, chúpamelos muy suavemente y no dejes de ver lo que está haciendo la traviesa Myoko, se ve que se ha calentado mucho viendo esta película, pero no dejes de mamar, mi amor, quiero sentir tu lengua en mis pezones, quiero sentir como tus labios me succionan..... mira...mira a Mioko cariño, se esta desnudando del todo.



 



En efecto Mioko se había puesto de pie sobre la cama y había echado su túnica lejos de ella, volvió a sentarse dando el perfil a ellos dos , su mano jugaba entre sus piernas sin dejar de mirar la película, Adrián no veía su coño pero adivinaba que estaba haciendo con él.



 



La mano derecha de la muchacha buscó entre la fruta de la bandeja y agarró un hermoso plátano, lo peló y empezó a lamerlo.



 



Mientras tanto Amelia ya había desabrochado el cinturón de Adrián y abierto su cremallera, el hermoso miembro del muchacho había saltado a la luz, bueno, a la luz es un decir, mas bien a la penumbra, el joven la miró sin dejar de acariciar sus pechos y luego a Myoko, que seguía lamiendo el plátano, sin dejar de mirar la enorme pantalla.



 



Amelia se levantó y el negro vestido se deslizó sobre su cuerpo en un insinuante susurro, quedando totalmente desnuda frente a nuestro amigo, que en un rápido movimiento bajó el blanco pantalón hasta los tobillos, se agarró la verga con la mano y empezó a masturbarse suavemente mientras con la otra mano aupaba hacia arriba los depilados testículos.



 



.- Wauuuuuu, exclamó la mujer viendo aquel equipamiento.



 



.- ¿Es de la medida que esperabas?



 



.- Es del tamaño justo que necesito ¿quieres que imite a Myoko?. preguntó Amelia a Adrián al ver que él no quitaba los ojos de la joven japonesa.



 



.- Por favor, te lo agradecería. Amelia se arrodilló y con gran maestría imitaba las lamidas que Myoko proporcionaba al plátano, aplicadas al miembro del joven.



 



La japonesa no tardó mucho en metérselo todo en la boca, Amelia iba haciendo exactamente lo mismo. Adrián hubiera querido cerrar los ojos y disfrutar de la mamada que le estaba dando Amelia, pero sus ojos no podían apartarse de la erótica imagen de la joven que en aquellos momentos se estaba masturbando con inusitada furia, sin quitar los ojos de la pantalla de TV.



 



En aquellos momentos, en la película las dos jóvenes asiáticas se estaban besando con furor, sus lenguas salían de la boca y volvían a entrar con furia, casi con rabia, continuaban arrodilladas, pero ahora debajo de ellas se había colado el chiquito mas joven, las piernas de la mujer mas madura estaban sobre sus hombros y por los movimientos de las nalgas del chico se adivinaba que se la estaba metiendo a fondo a la dama.



 



El hombre mayor al parecer había desistido de ensartar con su miembro a la mas joven de las chicas y se estaba masturbando de pie, junto a la cara de la mujer, esta, de tanto en tanto levantaba un poco la cabeza y le daba un lametazo al caballero que a la velocidad conque se la estaba cascando no tardaría mucho en bañar de semen el rostro de la mujer que tenía bajo su polla.



 



.- ¿Te gusta el espectáculo, mi amor?. Pregunto Amalia a Adrián, sacándose de la boca la verga del muchacho, que estaba al cien por cien.



 



.- Esto es una maravilla, ni en mis mas húmedos sueños hubiera pensado que esto pudiera ser real.



 



.- ¿Quieres que vayamos con Myoko?, al parecer tiene problemas con el plátano, quizás tú puedas ayudarla.



 



Efectivamente, Myoko, estaba intentando meterse el plátano en la vagina y no podía conseguirlo, había demasiada humedad en sus dedos y en la fruta.



 



.- ¿Podemos?



 



.- Faltaría mas. Y levantándose, apretó un interruptor desde algún rincón del mobiliario, el ex espejo y ahora cristal de deslizó suavemente hacia el interior del muro dejando el paso libre a la pareja.... y a los sonidos que salían de la otra habitación.



 



Myoko emitía suaves gemidos mientras intentaba lo imposible, los personajes de la película, gritaban desaforadamente a medida que conseguían sus orgasmos, Adrián solo de oír aquellos sonidos casi eyaculó sobre la mullida moqueta, pero sobreponiéndose consiguió llegar hasta la redonda cama y besando a Myoko en un hombro le susurró al oido:



 



.-¿Te apetece un cambio, cariño?. Ella un poco sobresaltada, se dió la vuelta abrazó a Adrián por el cuello , lo besó con furia y le dijo:



 



.- Por favor penétrame, estoy que no puedo mas, ¿me dejas Amalia?



 



.- Es todo tuyo. Empezad que yo me uniré después. Se arrodilló en la cama frente a la chica y abriéndole las piernas, cogió con la boca el plátano que sobresalía de entre los labios vaginales de la japonesa y llevándoselo a la boca empezó a comerlo a pequeños trozos mientras con la otra mano se acariciaba su propio sexo.



 



CONTINUARA


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