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Luna de miel con Tangay

No había podido conciliar el sueño, toda la noche me pase pensando que mañana debía estar listo para a eso de las nueve de la mañana para salir junto con mi amor a un lugar paradisíaco pasar el mejor fin de semana de mi vida. En Mindo, ahí nos amaríamos como nadie se ha amado; ese era el objetivo, amor por amor, sexo por sexo, erotismo por erotismo, amor por amor, entrega total sin límite. Muy temprano estuve ya en pie, tenía todo previsto, estaba inquieto, muy inquieto, más inquieto de lo que frecuentemente estoy en todo caso luego de tomar mi desayuno, cargué mi mochila al hombro y comencé la marcha hacía el hogar de mi amor, Tangay.

El reloj se acercaba a las nueve horas tenía ansiedad por llegar, tenía ansiedad por estar junto a Tangay, para recorrer su cuerpo lenta y totalmente, para poseerla toda, tenía ansiedad que ella me recorra a su gusto y que me posea completamente, tenía mucha ansiedad de ser poseído como ella lo hace. Me posea con amor de hembra y me ama con amor de madre. Ese fue lo que me ató a ella. Tangay era la fusión de una buena hembra y una magnifica madre.

Al fin me estoy acercando a su hogar, mi corazón late con fuerza, con mucha fuerza, mi mente inquieta, juguetona, imaginativa empezaba a hacerse la idea de ¿cómo será estar junto por primera vez todo un fin de semana? De ¿ cómo será el encuentro con ella?, de cómo estar solos los dos sin límite de tiempo.

Ya me estoy excitado con únicamente saber que pronto estaré con ella. Toco el timbre, me abre la puerta. Allí estamos frente a frente. Sonríe al verme. La contemple bien antes de abrazarla, la recorrí toda ella con mis ojos antes recorrerla con mis manos y mi boca. Su cuerpo maduro me gustaba. Sus ojos de jaguar se me incrustaban y me controlaban. Su porte me gustaba mucho era alta, gallarda, de piel blanca, blanquísima, cabellos cortos ensortijados, portentosos senos, amplia cadera que decía que era madrem parado trasero y hermosas piernas; aparentemente seria pero ya en la intimidad alegre cordial y sobre todo muy amorosa, excitante y lujuriosa.

Me gusta excitarle así, primero con mi presencia, deboarale con mis ojos a la distancia que su sexo se humedezca con verme para lograr ello me había acicalado y perfumado bien, llevaba puesto un sombrero negro de ala ancha. Sabía que mi presencia la excitaba, mi luenga barba la excitaba al igual que mis ensortijados y largos cabellos. Yo la excitaba completamente, lo sabía y me gustaba; me gustaba mucho saber que la excito unicamente con verme. Ya se está excitando toda me decía mentalmente porque podía oler sus jugos eróticos y ver en sus ojos su deseo de ser intimada sexualmente.

Nos besamos y abrazamos y entramos a sus habitaciones. El lecho nos esperaba listo para amarnos. Sus ojos dejaban salir luces de alegría, de júbilo. Me recuesto en su lecho. Ella se sienta mi lado. Me acaricia el rostro y me dice:

-Te veo y me excito. Mi intimidad destila su leche cuando te veo. Mis ojos se fijan en tu cosa. Mis manos desean asirla, mi boca repasarla y conocerla toda, no entiendo la razón, siempre he sido fría calculadora, dificil de ser conquistada pero contigo es lo opuesto soy fácil de conquistar, caliente y excitable...

-¿Te gusta?

-No me gusta sino que me encanta, fascina como me pongo. Te quiero todo para mí. Quiero toda tu cosa rica. Quiro sentir tus fluidos ser depositados en lo más profundo de mi ser, sí eso deseo.

Mi respuesta a su confesión fue una sonrisita picara. Un cálido abrazo y un ardoroso beso que decía que todo tendrá.

Sé que empecé a amarla por su ser interior, por su modo de ser. Sé que al principio fue amistad simple amistad sincera, luego se convirtió en amor espiritual, y terminó en físico. Primero excito mi espíritu luego mi cuerpo. Amor único completo e interminable. Tangay mi amor, te amo hasta el final del tiempo.

Su cuerpo de madre, su monte de Venus me excitaban mucho, igual sus senos y sus posaderas que más decir de su piel, tersa. Su sonrisa me liquidaba, su caminar me enloquecía. Únicamente ella dominaba mis ímpetus, me tranquilizaba, me tenía a su merced, ella sabía cómo hacerlo, sólo ella lo había logrado…

Intercambiamos sonrisas, abrazos y besos. Su inquieta mano se asió de mi falo, las mías buscaron sus posaderas para recorrerlas. Estaba comenzando la fusión, comenzada la entrega, comenzando el mejor fin de semana de mi vida, había comenzado el amor divino fusionarse al humano.

Era sábado, sus hijos solían a pasar el día con su padre los domingos pero ahora se las había arreglado para mandarles todo el fin semana. Ella deseaba vivir intensos momentos junto a mí. Sabíamos que teníamos todo el fin de semana para nosotros, teníamos todo el fin de semana para amarnos intensamente; felizmente no habrá la dramática despedida cuando llegué la noche que siempre era dolorosa, cruel, dura, no quedaré inconforme, incompleto, inacabado. Nunca supe porque no quiso que comparta su poco resto de vida que le quedaba y debemos amarnos a hurtadillas como dos adolescentes que saben que están pecando pero eso mismo buscan talvez, ¿Fue ese su juego? ¿Eso le gustaba? ¿Eso la excitaba? Antes me inquietaba mucho y cuestionaba ahora pienso que sí que ella buscaba amarnos a hurtadillas, sí ese fue su juego bien por ella ahora poco me importa pero en ese momento me disgustó al igual que gustó. Nuestra relación siempre tuvo ese sentimiento encontrado de todo o nada, de amor y desamor, de encuentro y desencuentro, de ardor y frialdad, de pasión y de sosiego.

“Dudar y creer es lo mismo, solo la indiferencia es atea” esta frase la leí en una novela sobre Jesucristo y todo el tiempo que nos amamos que intercambiamos sexos dudamos y creímos en nosotros mismos, nunca fuimos indiferentes.

Proteste en más de una ocasión diciéndola: Me amas y me arrojas fuera de ti como papel a la basura, ella me replicaba diciendo, vienes a mí, me amas fácilmente, me usas como quieres, me siento demasiado fácil para ti, no me gusta ser así de fácil como una cualquiera que la sometes a tu placer sabiendo que voy a morir que tengo los días contados. Te amo y te odio. Nunca fui ni seré fácil. Bien lo sabes. ¿Qué me das? ¿Me embrujas? ¿Por qué me cazaste así? ¿Por qué me haces tú presa fácil? He hiciste de mí tu pieza carnuda, así tan fácilmente como una cualquiera que encuentras en la calle, No soy p...

-Calla no digas eso. Sabes con que te embrujo, sabes cuál es mi arma para cazarte, lo sabes bien amor. Vas a morirte descansarás en paz. Yo me quedaré vacío de ti y sufriré mucho. Estoy amando a una condenada a muerte.

Mientras le decía, ella acariciaba mi sexo y sonreía golosa.

-Amor, mi príncipe azul si lo sé, es tu miembro que lo tienes, rico justito para mí, hecho a mi medida el mejor que he tenido. Te juro.

-Te creo y no jures no es necesario cariño. Me gusta que seas fácil, deseo que continúes así de fácil, fácil, fácil, facilísima, así te amo, pero fielmente fácil. Fácil únicamente para mí, para los demás imposible, inasequible, impenetrable y hermética eso es lo importante. Yo te entrego poco a poco mi vida cada que deposito mis fluidos masculinos en lo más profundo de ti. Te entrego poco a poco mi energía, yo también soy fácil para ti. Únicamente para ti. Todo lo mío es tuyo. Sabes muy bien que lo que doy pido, fidelidad genética.

-Lo sé cariño por eso te amo.

Le di todo y me dio todo. Todo su cuerpo hasta el sitio más recóndito fue mío. Toda su mente hasta el sitio más secreto fue mío. Todo su espíritu hasta el sitio más guardado fue mío. Sólo la vida no nos entregamos porque no es nuestra, es de Yahvé.

-Tangay amor me siento el cazador cazado. El cazador convertido en tu pieza carnuda le respondía yo. Tangay, Tangay amor mío, me gusta controlarte, usarte, recorrerte y penetrarte todo lo mío, sé que te gusta más de una vez me dijiste: contrólame, úsame, recórreme, penétrame toda, me encanta sentirme que me penetras toda. Me priva sentirte dentro de mi cuerpo y que arrojas tu vida en mi pozo erótico y que me penetras hasta el alma. Y hasta el alma nos penetramos. Orgasmo de orgasmos tuvimos en más de una ocasión.

Luego nos reíamos, nos perdonábamos por usarnos y abusarnos. Nos besábamos tierna y profundamente para sellar nuestro perdón. Así terminaba la discrepancia, usándonos después de todo nos gustaba ser mutuamente bien usados y abusados.

Guardamos en mi mochila, algo de alimentos y ropas también nuestras intimidades, la esperanza, el amor, mucho deseo, harta lujuria, ilimitado desenfreno, numerosa impudicia, innumerables orgasmos, abundantes orgasmos los guardamos para soltarlos y dejarlos ir allende el bosque que nos cubrirá todo el fin de semana.

Estábamos muy contentos por fin tendríamos nuestra luna de miel, por fin sería suyo y Ella mía sin separación dolorosa. Nos entregaríamos al placer sexual como si fuera nuestra primera vez, allí en Mindo le entregaría mi virginidad y ella me daría la suya, será un intercambio de virginidades rehechas, revividas, reconstruidas por Yahvé mismo que bendecía nuestro amor.

La felicidad estaba en su máxima expresión. La felicidad se había desbordado de nosotros para regarse por todo el apartamento y cubrir todo espacio. Ella nos decía: Vamos no perdamos tiempo. No hay tiempo que perder. Bien lo saben, nos decía la vida misma.

Podíamos habernos ido en su carro pero preferimos irnos como dos mochileros en búsqueda de conocer el mundo. Salimos a nuestra luna de miel. Dados de las manos nos fuimos a la terminal de autobuses, llegó al ómnibus que nos transportará a Mindo. La felicidad, feliz fue la primera en embarcarse. Luego de un par de horas de trayecto, tiempo en el cual aprovechamos para abrazarnos y decirnos todo en absoluto silencio, llegamos a un sitio desde donde deberíamos caminar hasta Mindo lugar de nuestro encuentro. Vetusto vehículo encontramos, lo tomamos el cual nos condujo a la población, la recorrimos a pie buscando el lugar ideal donde instalarnos, salimos de Mindo, ya la naturaleza se había apoderado de nosotros, no parábamos de reír, correr, saltar y juguetear como dos adolescentes caminamos y caminamos sin rumbo fijo, de pronto divisamos un hotelito alejado de la población nos gustó mucho. Era muy bonito, todo de madera con una decena de habitaciones, Un amplio portal lo circundaba allí habían varias mesas donde cenaríamos. La naturaleza estaba exacerbada, el cantar de los pajarillos era interminable y constante que no decir del ruido del río. El administrador nos llevó a las hyabitaciones para que las conozcamos, buscamos la más recóndita que sería nuestro eventual nido de amor.

Como antes la Felicidad fue la que primero entró en nuestro aposento de fin de semana luego nosotros con nuestras pertenencias, nuestras intimidades, la esperanza, el amor, el deseo, la lujuria, el desenfreno, la impudicia, los orgasmos entraron en la habitación. Todos nos instalamos para vivir nuestra “luna de miel”.

El tálamo nos llamó para que nos adentrásemos en él para amarnos sin límite, para encontrarnos. Nos sentamos y empezamos el rito de desnudarnos, abrazarnos y besarnos lentamente dándonos todo el tiempo del mundo. Su blusa fue la primera que rodo por el piso, mi camisa luego, poco a poco nos fuimos quitando todo lo que llevábamos encima, nos quedamos completamente desnudos, nuestros cuerpos maduros otoñales temerosos, tímidos, deseaban esconderse vergonzosos dentro de las pieles que cubrían el tálamo. Nos adentramos en él. Teníamos urgencia de amarnos.

Habíamos traído con nosotros toneladas de música del Medioevo que no pararía de sonar mientras pasamos juntos, sin perder tiempo empezamos a escucharla puse alegre árabe andaluza con a los primeros toques de ella se habían involucrado en una gran danza la felicidad, el deseo, el desenfreno, la lujuria, la impudicia, los orgasmos, todos alborotados rodearon nuestro tálamo y se adentraron en nosotros, ellos continuaron su danza erótica dentro de nosotros mismos. Esa posesión nos exaltó, nos llevó al paraíso del sexo.

-Cuanto he esperado esto, me gustas, me alocas, me excitas como nadie lo ha hecho ¿apercibes mis jugos? Están prestos para ser bebidos por tu candente boca, ¿los quieres? Tómalos, bébelos, engúllelos.

-Si amor los apercibo, los tomaré, beberé y engulliré. Sientes mi Príapo: tómalo, engúllelo y bebé mis jugos que están impacientes por adentrase en ti por donde tú desees que se adentren.

-Sí amorcito serán todo míos.

Engullimos nuestros jugos con ardor. Nos abarrotamos de ellos con lujuria, mi Príapo jugoso inhiesto se adentró dentro de toda ella deseosa, por donde ella quiso. Llegó hasta lo más profundo de su ser. Ella quería que la penetre toda y eso lo hice.

Sonriente y gozosa de lo que estaba viviendo dijo:

-Si se adentrarán por todo mi cuerpo y mi mente, recorrerán todas mis profundidades. Te lo prometo. Se adentrará en todas mis profundidades y depositará allí tus fluidos para que germine el amor.

Y se adentró todo en todas sus profundidades. Sabiendo que era aceptado con la Felicidad que no dejaba de estimularnos. Germinó el amor.

-¡Tangayyy!, te amo, has despertado en lo que se había dormido hace largo tiempo, contigo he encontrado lo que había perdido en mis años mozos.

-¿Qué te he despertado? ¿Qué has encontrado en mí?

-Has despertado la felicidad de la vida al encontrar el amor puro con entrega total sin límites y condiciones. Me das amor por el gusto a dármelo, así de simple.

-¿La felicidad, el amor puro?

-Si la felicidad de la vida por el amor puro que me das. Él se durmió y perdió por los azares del destino, un mal encuentro de amor fue el causante, fui utilizado, manejado y mal enseñado sin recibir nada a cambio, allí comenzó una incesante búsqueda por aquí y acullá pero no sabía que estaba en mí mismo, estaba perdido y dormido en mí mismo y tú fuiste la causante de encontrarlo y despertar al haber escarbado mi corazón. Gracias amor.

Clavó su mirada sorprendida por mi respuesta, nada respondió verbalmente sino con besos y caricias. Nuestras bocas se juntaron, nuetros brazos acariciaron nuestros cuerpos, nuestras lágrimas igual, estábamos llorando de alegría, y pena, a la vez, sentimientos encontrados, esa fue la tónica de nuestro amor. Sentimientos encontrados desde el primer día que inauguramos nuestro amor que sabíamos bien el fin que tendría. Nadie lo sabe nosotros sí.

Nuestros cuerpos empezaban a fundirse en uno solo que únicamente las parcas los desjuntará, ellas ya viven con nosotros ya son parte de nuestra ya no las tememos, ya no las temeremos. Total sabemos que renacemos en el paraíso para amarnos hasta cuando el infinito termine y allí están, te esperan cuando naces, te sonríen y te dicen ¡hola!, serás de nosotras no nos eludas no lo puedes evitar. Nunca las evitamos. Ya no las evito, ni las temo. Mi experiencia con Tangay hizo que las acepte. Amo la muerte como amo la vida.

Nuestras manos empezaban a explorar nuestros cuerpos, mis manos se asieron a sus posaderas y las recorrieron, lenta, suave y constantemente las suyas hicieron lo propio, a Tangay le gustaban mis nalgas siempre le gustaron. Solía decirme: me gusta tú trasero, lo tienes rico y apetitoso como nos gusta a las mujeres, dámelo y lo se lo daba cuantas veces quiso. Nunca le negué nada de lo mío. Total el verdadero amor es dar y recibir. Nuestras más íntimas intimidades estaban a punto de descubrirse, explorarse, usarse y abusarse.

Así es y así será me dije a mí mismo y me dejé descubrir, explorar, usar y abusar, seguramente ella se diría lo mismo porque se dejó descubrir, explorar, usar y abusar. Amor y erotismo perfectos.

-Qué intenso eres. Eres la unión de un volcán y un huracán por donde pasas dejas huellas imborrables, ya las estas dejando en mí, en mis profundidades en mis más recónditas profundidades. Una de ellas nunca conocida por ser humano alguno, ni por...

-Tangay, mi gata, dame tu celo, así continúa como estas de caliente, así de excitada. Ronronéame, cuchichéame tu excitación. Toma mi miembro, deseo que lo tomes, deseo que lo engullas, deseo que desaparezca dentro de ti, así lo hizo lo engullo y desapareció dentro de ella. Mientras tanto bese su monte de Venus, baje mi boca a su sexo y mi lengua lo recorrió todo. Mis manos se aferraban a sus posaderas.

-Toma mi nido, aprópiate de mí clítoris, bebé mis jugos, bebé mi leche, soy tu hembra y tu madre, bebe mi leche papacito lindo.

Tome su nido, me apropie de su clítoris lo succione, lo apreté delicadamente con mis labios, lo hice mío y bebí su leche que había invadido mi boca.

-Penétrame deseo tu miembro dentro del mío. Penétrame toda has de mi lo que desees, soy tuya bien lo sabes.

-Sí, sí Tangay, te a...

Lentamente empecé a penétrala, lentamente empecé a abrir paso en sus aposentos íntimos, poco a poco los fui conociendo, paso a paso me fui adueñando, haciéndolos míos. Lentamente penetré y retiré, poco a poco le daba y le quitaba todo, empujaba y retiraba, luego arremetía con fuerza una y otra vez contra su morada intima, rítmicamente buscando que mi Príapo llegue a su tálamo instalado al final de los aposentos íntimos de mi amada. Cuando mis fluidos internos deseaban derramarse dentro de ella, los controlaba para poder continuar nuestro rito de amor. Ante mi penetración ella respondía con movimientos circulares, rítmicos y constantes de sus caderas, era Eros quien nos guiaba a hacerlo. Buscábamos el todo, buscábamos la explosión subliminal pero deseábamos que la vía sea larga lo más larga posible; así pasaba el tiempo, así pasaban las horas, así pasaba nuestra vida, entre penetraciones y retiros. Movimientos repetidos, constantes, caricias de dos seres que buscaban fusionarse en el altar erótico y que producto de esa unión nazcan miles de orgasmos que guiados por la siempre presente felicidad saldrían raudos por allende el espacio para destellar su luz como estrellas en el cielo.

Orgasmos, felicidad completa más si están encadenados entre sí, si son persistentes, perdurables, enteros. Subes, subes y subes hasta el cielo luego acude a ti la explosión, “el flash erótico” que es una explosión, miles de explosiones, cadena de explosiones. Escuchas la luz, vez el sonido. Ese es el orgasmo.

Orgasmo bendito seas”

De pronto, se quedó quieta, estática, firme, su cuerpo duro como una roca destilaba sudor, sus pezones erguidos me decían ven, ven; sus ojos entreabiertos destellaban completa felicidad.

-Amor mío, dame tu energía, dame tu ser, tu vida siémbrala dentro de mí, dame todo lo que guardas para mí. Tu semen me da vida dámela, yaaaa.

-Toma, toma mi vida. Grite mientras le otorgaba mi vida a raudales.

El huésped había llegado al tálamo sacro para yacer en él y depositar a sus pies todas las ofrendas que había traído, oro, incienso y mirra. Le reina gustosa aceptó los regalos y yació con el huésped.

Lloramos y sonreímos.

Sentimientos encontrados fue siempre nuestra relación.

Yo me encontraba frenético, enardecido, ardoroso, trastornado, exaltado, también me quedé como ella, quieto, estático, firme, sudoroso con mi miembro, erecto, erguido, inhiesto, firme, incrustado, pegado, adherido, soldado, engomado aglutinado dentro del suyo.

Los olores de nuestros sexos se confundían con los olores del sándalo. El canto gregoriano se confundía con los cantos de los pajaritos que afuera se encontraban felices como agradeciendo a Yahvé por lo que estaban sintiendo. Sentían amor puro amor.

Dejé soltar toda mi vida, torrentes de vida llenaron su pozo de amor. Mi Príapo se hinchaba a cada salida de mis fluidos mágicos. Las caricias, los besos y el intercambio de hermosas frases de amor continuaron por mucho tiempo más. La satisfacción debía ser total, debíamos aprovechar lo que estábamos viviendo. Nos habíamos orgasmado, extasiado, agitado, vibrado…

El frescor de la noche nos invita a pasear eso hicimos salimos a recorrer por los alrededores, escuchar los ruidos nocturnos y cenar, teníamos mucha hambre, hablamos mucho, nos reímos ya que estábamos embriagados de amor, yo no paraba de decirles poemas, mitad míos, mitad plagiados poco me importaba si fuesen míos o de algún poeta famoso, lo que importaba que eran míos porque nacían para expresar amor, ello lo sabía y reía, reía mucho, continuaba dándole vida para mi ese era mi único objetivo. Darle vida y se la di todo cuanto mis fuerzas tuve para hacerlo.

Ya cansados de tanto ajetreo, nos retiramos a nuestro aposento, dormimos profundamente, ligados como temiendo que las Parcas se la lleven esa noche y corten de cuajo esos momentos hermosos que vivíamos. Total ellas tenían sentencia de muerte anunciada por los médicos, felizmente eso no pasó, las Parcas seguramente también se excitaron con nuetra vivencia erótica.

Los cantos de los pajaritos al rayar el alba nos despertó. Sus ojos gatunos me desarmaban y llevaban mi mente a rincones desconocidos, a ella le gustaba que le cautive con mis palabras, recuerdo bien que solía decirme:

-¿Por qué hablas así? ¿A qué momento preparas esa hilera de versos?

-Yo sonreía y le decía, no las preparo y así hablo para ti, únicamente para ti amor, estos versos que te dijo se irán contigo, no pueden ser repetidos ni escritos, son sólo tuyos. Son nuestra expresión de amor, son nuestro secreto más íntimo.

Nos besamos y recomenzaba el rito, claro sería igual de intenso, sería un jugueteo, un calentarse y desearse, eso nos gustaba, calentarnos y desearnos poco a poco. Así nos quedaríamos insatisfechos con gran deseo de tomarnos y satisfacernos luego, donde se pueda y como se pueda. Cualquier lugar y cualquier momento era dable para hurgarnos, ella apenas podía engullía mi miembro yo no dudaba en introducir mis dedos en su sexo y buscar su esencia para hacerla mía. Ambos tomamos nuestros cuerpos hasta el sitio más recondito.

Luego de tomar el desayuno, nos dirigimos al río, que se encontraba a poca distancia del hotelito que habíamos llegado, como niños temerosos de su bravura nos adentramos en él sus frías aguas nos calaron hasta lo más profundo de nosotros. La maravilla de la exuberante naturaleza nos envolvía. El amor cundía, se esparcía por doquier; estábamos felices completamente felices, sabíamos que nunca olvidaríamos estos gratos momentos en que éramos él uno para el otro. Ella los recordaría en el Edén, yo en este mundo. Nadie se interponía en nuestro amor.

¿Cómo no amarnos? ¿Cómo no poseernos? ¿Cómo no yuxtaponernos con la naturaleza? ¿Cómo no entregarle algo de nosotros a nuestro entorno? ¿Por qué no hacerlo, si Yahvé se expresó creándola? Allí mismo. Imposible evitarlo. Sí hay ojos mirones nos ven, que nos vean. Poco importaba, nada importaba que nos llamen impúdicos, deshonestos, únicamente nos importaba nosotros, nadie más. Mindo era nuestro sólo nuestro, el resto no vivía, era nadie, era el vacío, la ausencia. Luego de juguetear en el río de chapucear por aquí y por allá, luego de remojarnos en sus aguas nos recostamos al pie de un frondoso sauce que nos servía de cobijo, y el follaje de cuna de amor. Las palabras sobraban, nuestras miradas lo decían todo, nos abrazamos tiernamente, nos besamos intensamente, nuestros cuerpos se estaban encendiendo, la brasa interna se estaba avivando, el ímpetu llegaba y se nos apoderaba poco a poco, lenta, fuertemente. La naturaleza ya sabía que iba a suceder, ella se decía: dos seres sublimes se amarán, se amarán totalmente y dejarán sus huellas para la eternidad en mí presencia.

El ambiente era propicio para el amor, el ambiente era nuestro cómplice divino. Los pajarillos cantaban fuerte, el ambiente nos decía:

Adelante, continúen, ámense sin tapujos y sin límites como siempre lo han hecho. Ámense, entréguense únanse, fusiónense. Eso hicimos, nos amamos, nos entregamos, unimos y fusionamos como siempre lo hicimos, sin límites.

De pronto me tomó y me hizo de ella, me hizo su objeto, me hizo su bien más preciado, me exploró y me hurgó todo, cuidadosamente me despojó de mis vestiduras ocupó y conoció mi cuerpo lentamente, escrupulosamente de arriba hacia abajo, besó mi boca, mis pechos, mi vientre, sus manos se desplazaban en mí también de arriba hacia abajo, llegó a mi miembro y lo hizo suyo. Lo asió, lo recorrió todo cuidadosamente como deseando aprenderse, memorizarse, su forma, estructura; como deseando captar su poder, su vitalidad, su esencia. Lo aduló, coqueteó con él, lo mimó, lisonjeó, acarició, manoseó, lo besó todo. Mi única acción fue acariciar su cabello, jugar con él. ¿Para qué más? Si ella es mi reina, mi musa, mi todo. Si tiene derecho a todo lo mío. De ella todo. Todo. Mi cuerpo y mi mente. Yo era fuego vivo, la excitación se me desparramaba. Mi Príapo no tardó en reaccionar, raudo se irguió, se exaltó, se acaloró, se hinchó como avisando que explosionaría y explosionó, eructó todo lo que tenía acorralado. Ella succionó mis líquidos vitales, mi vida, mi ser, me succionó a mí mismo. Mis líquidos vitales raudos salieron para encontrar su boca golosa; golosa de vida de la vida que estaba captando y que yo pasivo le estaba entregando. Mis manos que no habían parado de acariciarla se asieron a sus cabellos y empujaban su cabeza hacia abajo para que capte todo lo que estaba entregando. Un espasmo de satisfacción me recorrió. No dejaba de succionar hasta lo último de mis fluidos vitales. Todo lo succionó. Todo fue de ella.

-¡Amor! Eres única hasta el fin de los tiempos dije.

Ella ascendió sobre mí y me cubrió. Sus grandes ojos de jaguar llenos de placer, lujuria y satisfacción me los clavo, me beso tierna y profundamente, pude apercibir el olor de mis esencias en su boca y me las participo. Otra vez estábamos dando pleitesía al amor y al sexo puro con el beneplácito de Yahvé y Eros que por supuesto habrían visto nuestra entrega.

Éramos felices, la vida estaba feliz. Estaba muy feliz. Dios y Eros mismos estaban felices al haber contemplado tal acto de amor y entrega total de dos seres que se aman sin límites.

Ya era medio día teníamos que almorzar y recuperar fuerzas, habíamos estado desde la noche anterior en una constante entrega de amor y sexo. Fuimos al centro de Mindo para buscar algún saloncito que nos plazca, recorrimos sus calles abrazados y sonrientes, al oído le susurraba lo feliz que me sentía.

-“antes de ti cualquiera luego nadie te lo juro mi amor, nadie”

-Me tienes embrujada.

-Embrujada de amor y sexo, contesté.

Luego del almuerzo retornamos al hotelito para descansar un poco y posteriormente de haber aguardado nuestras ropas, intimidad, esperanza, amor, deseo, lujuria ¿y los orgasmos? Bueno ellos se quedaron por allí saltando y brincando alegres en medio de los bosques de Mindo donde seguramente ahí estarán todavía. Total teníamos muchos más acumulados en lo más profundo de nuestro ser para soltarlos en un nuevo encuentro. Debíamos emprender el camino a casa, sus hijos ya la estarían esperando cuando lleguemos. El dolor de la separación me embargo. Otra vez los sentimientos encontrados.

Urawan

Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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ru
invitado-ru 28-07-2016 01:14:18

buenísimo....!!

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