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Ludavagi

~Víctor, llegó a su barraca muy exaltado por todo lo visto y escuchado en la barraca del Capitán.

Su verga aún guardaba, un poco de la leche entre los pliegues del capuchón; por la tremenda acabada que había pegado, tomó su toalla y se fue a la playa para lavarse un poco.

Al llegar a la playa, se encontró que no estaba solo; había unos treinta compañeros más que gozaban del cálido mar, sus aguas se sentían aún tibias por la intensidad del sol durante el día.

Todos ellos nadaban desnudos, no había un común denominador en razas; los había de varios países, colores, tamaños, lenguas.

Todos si compartían algo, hermosos cuerpos forjados por el ejercicio diario que les imponían.

Sus cuerpos estaban marcados en la mayoría con sombras en sus brazos y cabezas, que marcaban las partes cubiertas del sol, en los entrenamientos les exigían uniformes completos para la adaptación y por eso las sombras más oscuras en esas áreas.

Durante el día en horas libres, ellos aprovechaban a tostarse un poco más las partes menos expuestas y por ende; se despelotaban cada día más para no parecer muñecos marcados.

Víctor, retornó a la cabaña que compartía con 13 compañeros más y el cabo, los sargentos de las diferentes unidades tenían un par de barracas en común y los oficiales de menor rango otra.

Víctor, lo primero que sintió al entrar fue el fuerte olor a pies; sus compañeros no eran un portento de limpieza y no gustaban mucho de seguir las normas y por eso, en múltiples ocasiones tenían que cumplir con castigos generales.

Víctor, como niño bueno que fue; se mantenía limpito todo el tiempo, sus superiores lo sabían y procuraban sacarlo de los castigos por ese motivo infringidos a los demás.

El hecho es que debido al intenso calor y lo tranquila de la zona, los oficiales no se metían en el hecho que la mayoría dormía completamente desnudos.

Y cuando Víctor entró en la barraca, también pudo percibir una serie de cuerpos destapados y algunos de ellos con unas buenas erecciones debido a la falta de sexo en aquel lugar.

En el ejército se asume y presume que todos son “hombres bien hombres” o en otras palabras HETEROSEXUALES.

Pero a medida pasaban los días, un cierto acercamiento entre unos y otros se iba formando, ellos lo miraban como lazos de hermandad.

El Capitán y el Teniente, ya comprendían que llegarían a forjarse lazos de hermandad muy pero muy estrechos entre la mayoría de allí.

El Capitán, organizaba para el día siguiente una celebración por ser navidad; la primer navidad en “campos de batalla” y fuera de casa la primera vez para muchos.

Había conseguido varias cajas de licor y cerveza, la cantina era abierta; habían conseguido algo de carne de los buques y TODOS A CELEBRAR.

Las bebidas corrían como vasos de agua que caían en planchas calientes, más tardaban en llenar esos vasos que en ingerirlos.

Todos cantaban, algunos bailaban dando tumbos por allí y otros tenían montadas tremendas tertulias que incluían barras de naipes y cigarros.

Se sentía de vez en cuando un olor muy peculiar, era marihuana; pero no se hablaba de ello.

Hubieron, algunos que tomaron las botellas de licor y se fueron a la playa y allá montaron su propia celebración.

Motivados por la celebración, el licor, la calidez del ambiente; rápidamente estaban en pinga y saltando sobre las olas del mar, jugando como niños púber que disfrutan sin mirar y Víctor se les unió.

Al rato miró que Armando llegaba a la playa y lo invitó a entrar, Víctor salió para dar un sorbo a su botella y ofrendar a su amigo Armando.

Armando, pronto estaba mostrando toda su hermosa anatomía; todavía en plan de crecimiento por su corta edad, al igual que algunos de allí el licor hacía que sus vergas se enderezaran sin importarle a nadie lo que veía.

Ambos amigos se adentraron a las aguas a jugar y sin previo aviso, Armando fue levantado de las aguas y era Tres patas que se había acercado sin ser visto y lanzó a Armando por los aires.

Al brincar el tres patas por sobre las olas, dejaba ver su potente verga que estaba semi erecta; este individuo, toda el tiempo que se le miraba estaba igual.

Tanto Armando como Víctor se le abalanzaron para jugar a las ahogaditas con él.

Así estuvieron un buen rato, hasta que se les unió: Pecho de paloma, el Padrecito y el Chele.

Ya toda la panda junta eran un completo remolino, por lo general si estaban solos eran muy tranquilos.

Estos últimos, cada uno venía con una botella nueva que se sacaron de las cajas que estaban en la reunión.

Luego de cómo media hora de juego, uno de ellos salió del agua, luego le siguieron los otros.

Al salir, todos se tiraron en la arena y disfrutaban de sus bebidas; El Chele, se recostó sobre la pierna de El Padrecito y disfrutando de un pedazo de carne asada y un vaso de licor en la otra mano no le quedó otra que incorporarse en uno de sus codos que apoyó en medio de las piernas de El Padrecito y quedó su axila completamente apoyada en la pierna.

El Padrecito, no se inmutó con eso; la plática seguía sobre las novias de uno y la mujer del otro y que si se las estaban montando los amigos, el vecino y como las ponían.

El primero en protestar fue El Tres Patas: “Párenle machos, de tanto coño en mi mente ya se me paró” y mostró un monstruo de pija bien parada.

En vez de un pene, parecía el brazo de un niño empuñando su mano; era realmente enorme.

Todos se quedaron callados, todos observaban esa descomunal verga que terminaba en un capullo enorme; nadie había visto nada igual.

En el tiempo que tenían de estar allí, ninguno había podido observar en plenitud la pija de El Tres Patas; se imaginaban que era grande, pero no tanto.

El Pecho de Paloma, fue el primer en expresar su asombro en relación al tamaño de aquel miembro: “Tres Patas, que enorme verga que tienes; ¿Es real?”

Jajajajjajajajajajajjajaj se rieron todos, en especial El Tres Patas y este dijo:

Pues si no lo crees, tócala.

Y El Pecho de Paloma volteó a ver a todos, volteo a ver al Tres Patas y con verdadero temor iba estirando su brazo hacia aquel miembro enorme y portentoso que se alzaba frente a la vista de todos allí.

Nadie dijo nada, todos estaban realmente anonadados de lo inmenso de aquel pene que casi dejaba de serlo por convertirse en un ente propio; por su tamaño debía absorber una buena cantidad de la sangre del cuerpo que lo sustentaba.

El Pecho de Paloma, ya estaba a punto de alcanzar su objetivo cuando volteando a ver a sus amigos vio que todos estaban siguiendo sus movimientos y que las vergas de algunos ya comenzaban a dar saltos de satisfacción.

Todo esto lo animó a alcanzar su objetivo y por primera vez tocaría el miembro de otro tipo en plan sexual.

A todos ellos y todos ellos a él, lo habían tocado en son de juego; pero en plan sexual nunca.

Su mano al fin estaba a la altura del glande, ese enorme glande que casi era del tamaño de su propia mano al estar cerrada.

El Tres Patas, estaba callado; su verga estaba rígida completamente; era un mástil recto en su totalidad, su grosor era parejo en todo su tallo; casi igual a su glande, el cual lo superaba por una gruesa corona en el borde.

El ojo del glande era grande y dejaba ver un par de pequeños labios de un rosado más oscuro que el resto y de donde emanaba un goterón transparente y pesado.

Sus huevos eran igualmente grandes, estaban cubiertos de una mata de pelos que venían de su pubis y se adentraban hasta atrás de ellos; pasaban esos pelos por todo el perineo y seguían su camino hasta alcanzar el ano, que se podía ver ya que El Tres Patas; estaba arrecostado sobre sus codos y con las piernas abiertas y un poco retraídas, dejando ver bien todo su sistema reproductor y su ano a todos sus amigos.

El Pecho de Paloma, había ya alcanzado la altura de la cabeza del pene del Tres Patas y con un dedo tocó su ojo y pudo sentir la viscosidad del goterón transparente que salía de allí.

Suavemente lo untó en el frenillo y la verga dio un brinco que asustó a Pecho de paloma.

Todos rieron por la reacción de susto de Pecho de Paloma el cual tomó ese mástil por su troncó y pudo ver claramente que era imposible abarcarlo con solo su mano.

Sintió la calidez que de allí emanaba y pudo comprobar que estaba rígido y suave a la vez.

La piel se sentía gruesa y tersa como terciopelo, las venas se adivinaban bajo su palma de la mano y hasta como que podía sentir como fluía la sangre a través de todo el.

Sin que nadie le dijera, su mano comenzó a subir y bajar; comenzó a moldear la chalámpa que tenía por cabeza y sentir como más líquido, de ese líquido que emanaba del interior de El Tres Patas embadurnaba la palma de su mano y como se volvía más lustroso y suave a la vez.

El Pecho de Paloma, se puso arrodillado en medio de las piernas de su compañero; ahora podía con ambas manos apretujar tremendo rabo.

Un rabo así no lo había visto nunca, ni sus compañeros tampoco.

El Padrecito preguntó: ¿Cómo se siente?

Fue algo que salió de su boca sin pensarlo.

Y El Pecho de Paloma le respondió: Pruébalo.

El Pecho de Paloma, volteo a verlo y le dijo: Tienes que probar a sentirlo, es genial.

Y El Padrecito se acercó con algo de temor y una enorme erección en su miembro que denotaba que no solo le gustaba lo que miraba, sino; que eso se miraba enorme.

Estiró su mano y al tomarlo por la base, sintió el peso del vaivén de ese descomunal trozo de carne, pudo sentir como emanaba calor de allí; era una lanza de carne muy gruesa y pesada, al colocar su segunda mano en la cabeza de ese miembro se percató que era real.

Tan real que hacía que su propia pija se mirara como un pequeño lápiz de carbón a su par.

Nadie entre todos ellos, tenía un aparato igual; El Padrecito se sentía atraído por esa pieza de dura carne que también comenzó a sobarla y a subir y bajar sus manos por su tronco.

Una de sus manos fue llevada por el mismo Tres Patas, hasta sus huevos y esta mano experimento el peso de ese par de pelotas.

El Padrecito las hacía rebotar en su mano, mientras tanto con la otra intentaba lograr que ese mástil no se escapara y lo acariciaba de arriba hacia abajo.

A los alrededores, había algunos de los otros muchachos; pero estaban tan alejados del grupo que no podrían saber que era lo que allí ocurría.

En eso estaban cuando Víctor estiró su brazo también y acarició suavemente las bolas del Tres Patas.

Sintió lo cálido de la zona y pudo sentir los pelos que le hacían algo de cosquillas al acariciarlos.

Se sentía delicioso tocar algo así de grande y sabroso.

Víctor al igual que todos los demás, tenían las vergas duras.

Se las acariciaban y fue El Padrecito que dijo en voz un poco como silbada por la excitación: “sientan como se siente esta pija enorme, es sensacional”.

El resto, se acercó más; ya estaban embelesados con su forma, tamaño y grosor a la vista; ahora habría que verificarlo al sentirla en carne viva.

Todos la tocaron, eran un grupo alrededor de Él Tres Patas, él cual se recostó en la arena dejando tocar, dejándose hacer.

Alguien se dobló y comenzó a mamar la chalámpa, no le cabía en la boca; pero hacía lo posible por meter lo más que pudiera.

El Tres Patas, levantó su cabeza a ver de quien se trataba y era El Chele, el más grandote de todos.

Su lengua revoloteaba en todo su glande, succionaba su ojo e intentaba meter la punta de su lengua por allí.

Llegó un momento en que casi toda la cabeza de la verga de El Tres Patas cupo en su boca y este luchaba por engullirla en su totalidad.

La abundante saliva que de su boca salía, estaba haciendo las veces de lubricante y su paladar; podía sentir y deleitarse con el sabor más dulzón que salado que emitía el precum del El Tres Patas.

Llegó un momento, en que la chalámpa completa se metió en la boca de El Chele.

Este tenía los ojos llorosos, pero su expresión era de triunfo.

Luego comenzó a variar entre meterla y sacarla y dar vueltas a su alrededor con su lengua para frotar el frenillo en una despampanante serie de toques muy rápidos allí mismo; en el frenillo, que hacían que El Tres Patas, se retorciera un poco en su lugar.

Los demás, se habían dejado llevar por lo excitante de la situación y estaban unos dando lamidas en los pezones, en las bolas, las axilas y la boca de El Tres Patas.

El Tres Patas, nunca había gozado tanto en toda su vida.

Armando, lo tenía ahora gozando de su boca en el perineo y bajaba de vez en cuando a su ano y subía a sus bolas.

Otros habían tomado sus tetillas y las succionaban como ventosas de mar a su presa.

Sus cuerpos comenzaron a sentir una nueva sensación, una sensación que había traspasado sus límites de amigos, de hermanos de causa y se estaba convirtiendo en una amistad con derechos, sí; con derechos sexuales anudados a un amplio sentido de la lealtad entre todos ellos.

El Tres Patas, con su cabeza; indicó a Víctor el más pequeño de todos que se acercara a él por arriba, cerca de su cabeza y ese se movió.

Al estar cerca de la cabeza, El Tres Patas; con su mano tomó la verga de Víctor y se la llevó a su boca.

A Víctor, aquellos labios le parecieron la gloria sublime.

Unos labios que apretaban su propio glande, succionaban su agujero urinal y le hacían sentir como si quisieran absorber toda su esencia de una mamada.

Era sublime, estaba en el cielo y volvía a la tierra en cada lengüetazo que El Tres Patas le proporcionaba.

Sus demás compañeros hacían lo propio en el cuerpo de El Tres Patas y fue El Chele que envalentonado por la bebida y la excitación que se colocó sobre Él Tres Patas y apuntó aquella chalámpa a su agujero trasero.

No es que le doliera, era que simplemente; esa enorme cabeza no pasaba de estar en la mera entrada de su ano.

Fue cuando Armando, empujó a El Chele sobre el pecho de Él Tres Patas y comenzó a comerle el culo.

Pecho de Paloma, comenzó a babear, succionar y lamer la verga completa de Él Tres Patas y los demás se dedicaron a magrear y sobar a Él Chele por completo, para que de esta forma se relajara más y pudiera cumplir con ensartarse el miembro de Él Tres Patas.

Luego de un buen rato, Él Chele; estaba extasiado, su cuerpo respondía por forma autómata y volvió a situarse por sobre esa enorme tranca.

Sus piernas sostenían toda su humanidad y los compañeros ayudando con los últimos escupitajos en la mera raja de Él Chele, lo dejaron ir cayendo poco a poco sobre tan inmenso mástil.

El glande el Él Tres Patas, toco el anito de Él Chele y este se estremeció visiblemente; los demás lo sostuvieron un poco de sus axilas y dejaron que el peso de su propio cuerpo fuera haciendo la presión necesaria para empalarse por sí mismo.

Un fuerte gruñido salió de la garganta de Él Chele, lo sostuvieron; le soltaron un poquito más y volvió a gruñir.

Lo sostuvieron en esa posición, hasta que vieron que no gruñía más y le soltaron un poco para que se ensartara de verdad.

Esta vez, no gruñó; grito.

Un grito que le salió de lo más profundo de su ser.

 

Todos pensaron que se iba a morir, como pudo se sostuvo de los hombros de sus compañeros y se dejo quieto sin mover un músculo de su ser.

La mitad de la chalámpa había entrado, alguien le volvió a escupir el ojete para lubricar un poco más.

Él mismo se soltó de los hombros y Víctor, sacando su verga de la boca de Él Tres Patas; se agachó para ver como entraba esa formidable pieza de carne en un agujero estrecho y virgo hasta esa ocasión.

La cabeza de esa descomunal bestia que Él Tres patas tenía como miembro, entró en el agujero de Él Chele.

No pudo más, se detuvo hasta allí y Él Tres patas, tomó la cabeza de Víctor y lo comenzó a besar.

De la boca de Él Tres patas, Víctor podía sentir como al tiempo que era besado; salían unas articulaciones como sonidos que no eran comprensivos, pero se sabían de placer sin igual.

Fue el mismo Chele, que poco a poco se fue empalando más y más; su culito estaba completamente dilatado.

Se veía desde la posición de Víctor, como sus pliegues estaban completamente estirados y la tención era singular.

La cara de El Chele, era un poema completo; a ratos disfrutaba y a ratos era dolor.

La mescla del dolor y la lujuria que muy pocos han experimentado y que al saberse nuestra no queremos separarnos de ella jamás.

Fue poco lo que duró Él Tres patas, pronto estaba lanzando sus tremendos chorros de semen en el interior de El Chele y estos escurrían de sus entrañas para bañar el inmenso tronco de carne en que se había empalmado El Chele.

Fue, cuando Él Tres patas; tomó en sus manos la verga de El Chele y comenzó a pajearla con sorprendente destreza.

En tan solo unos cuantos movimientos de mano y El Chele, también comenzó a tirar leche en el pecho de Él Tres patas y sobre la cabeza y cara de Víctor.

Los demás reían de gozo y con sus manos en las propias vergas, también comenzaron a expulsar sus propios sumos y bañar con ellos al jinete y a su potro salvaje y Víctor por su parte, llenó de su propia leche la cara completa de Él Tres patas y le dio su propia verga para que la terminara de escurrir.

Todos los amigos, cayeron rendidos de tan intensa experiencia; pero El Chele, se abrazó junto a Él Tres patas y con la troza aún dentro le dio un beso en sus labios con sabor a Víctor y a él mismo.

En su ano, lentamente, muy lentamente; la anaconda de Él Tres patas, se fue adelgazando en su grosor y rebajando su longitud, al punto de que en un momento dado salió por su propia cuenta.

Ambos hombres, permanecieron abrazados juntos un buen rato.

Y fue El Padrecito que tomando una botella pidió a los demás brindar por el descorche del culito de El Chele.

“Brindemos porque Él Tres patas, le quitó el corcho al culito de El Chele, BRINDEMOS grito”

Todos lo hicimos, dijo Víctor; brindamos y hasta los dos máximos involucrados lo hicieron también.

Luego todos corrimos al mar y jugamos un poco más.

Al salir del agua, Víctor llamó la atención de todos; los reunió en un circulo y con parsimonia, fue narrando lo ocurrido en la barraca del Capitán y como este sodomizó a El Teniente y les contó la conversación previa que había tenido lugar.

Todos acordaron no decir nada y verían que nuevo les traía esa situación.

Este relato, me lo contó un amigo que vivió lo ocurrido en una parte del tiempo de la segunda guerra mundial y sobrevivió para contarlo.

En honor a ese amigo que ya se fue, escribo lo que él me contó.

Claro, el nombre de él; los amigos, compañeros y Oficiales, así como los rangos son cambiados.

Datos del Relato
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