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Categoría: Maduras

Los vecinos (5)

Aquella tarde de verano Mari y yo estábamos muy cansados después de una mañana en el jardín arreglando nuestras plantas y después de una ducha reparadora y una buena siesta estábamos los dos en nuestras hamacas descansando a la sombra de un gran roble.



Yo le había comentado mi historia con mi vecino, su hijo y el jardinero, lo bien que lo habíamos pasado y que algún día me gustaría ver como Tomás, el jardinero se la follaba. Aquello nos excitó sobremanera y mi polla se puso dura como un palo ante lo cual Mari se abalanzó sobre ella y me hizo una mamada de campeonato hasta que le llene la boca con mi leche mientras ella se corrió jugando con su clítoris.



Fue después de eso cuando Mari me confesó que ese día ella y nuestra vecina Pilar habían tenido una historia bastante caliente que pasó a relatarme.



Iban de vuelta del mercadillo por el bosque que une nuestra urbanización con el pueblo, es el camino más corto y así se evitan ir por la carretera y además el paseo es mas sano y divertido, cuando al cabo de unos 20 minutos llegaron hasta un pequeño claro donde había un hombre de unos 50 años con un buen cuerpo, ni gordo ni delgado, buenas piernas, pechos marcados, pelo blanco vistiendo un pequeño bañador negro. Ambas se pararon a admirar aquel cuerpazo que estaba haciendo como ejercicios de gimnasia encima de una gran toalla.



Joder Mari como esta el madurito.- dijo Pilar



Si tiene un cuerpo espectacular, que estará haciendo aquí solo?.- preguntó Mari



Se quedaron mirando un rato cuando el hombre se quitó el bañador y mostro una polla de unos 25 cm colgando encima de unos bonitos y canosos huevos.



Madre mía que polla calza el maduro.- dijo en voz baja Mari



Ahora mismo me la metía en la boca y se la ponía como una piedra.- contestó visiblemente excitada Pilar



Ambas mujeres empezaron a relamerse viendo a aquel hombre desnudo delante de ellas. Fue Pilar la que empezó a tocarle las tetas a Mari que ya tenía los pezones duros y tiesos. Las dos mujeres no dudaron en desnudarse y empezar a tocarse mutuamente, se palparon los chochos, jugaban con sus tetas, se besaban se comían los pezones, estaban ya totalmente mojadas.



El hombre seguía con sus ejercicios de gimnasia cuando apareció otro hombre mucho mas mayor con una mochila al hombro, era un hombre de unos 70 años, bajito gordito, pelo blanco y barba blanca, grandes tetas barriga redonda y dura piernas como columnas y un culo redondo y enorme, iba también con un bañador pequeño de color negro. Se acercó al hombre maduro y sin decirse nada se empezaron a besar de manera frenética mientras el anciano le agarraba la polla y de inmediato se la puso tiesa.



Pilar Y Mari estaban a cien, los chochos les chorreaban de jugos, Pilar se apoyó en un árbol y mi mujer le empezó a lamer el culo y el coño con lujuria, mientras Pilar se amasaba sus tetas y Mi mujer se metía dos dedos en su coñito abierto y mojado, las dos empezaron a tener un orgasmo tras otro, sobre todo por que Mari era una experta masturbándose a si misma y le había comido el coño a Pilar con auténtica maestría.



Mientras los dos hombres ya estaban los dos desnudos sobre la toalla, el anciano boca arriba mientras el maduro le hacía una buena mamada, luego empezaron un buen 69 y mientras tanto el anciano abrió la mochila y sacó lo que parecía un consolador y se lo empezó a Mater al maduro por el culo mientras seguían chupándose las pollas. El maduro se retorcía de placer y se metía la polla del anciano que era bastante gorda con un enorme capullo entera en la boca.



Pilar Y Mari estaban enloquecidas ahora era Pilar quien le comía el coño a Mari que empezó a gemir con su segundo orgasmo y le llenaba la cara a Pilar con sus jugos vaginales. Pilar cogió uno de los pepinos que habían comprado en el pueblo y se lo empezó a meter en su coño abierto y deseoso de placer, le entró entero sin apenas esfuerzo.



Pilar méteme algo en el coño, no puedo más.- gimió mi mujer



Pilar cogió otro enorme pepino y se lo metió en el choco a mi mujer que se volvía loca de placer. Ambas se volvieron a correr de nuevo y se quedaron sentadas en el suelo descansando mientras seguían mirando el espectáculo de los dos hombres que ya estaban de pie, el maduro le estaba comiendo las tetas al anciano que se retorcía de placer, bajó por su enorme barriga hasta que llego a la polla del abuelo, se la metió en la boca y empezó una mamada increíble mientras le masajeaba los huevos peludos al viejo. El viejo resopló y lanzó un grito que anunciaba su inminente corrida, el maduro se la sacó de la boca, le pajeó y el abuelo le empezó a soltar su leche en la cara al maduro que la recibía con ardor, cuando el viejo terminó de correrse el maduro se levantó y empezaron a besarse y el abuelo le limpió la cara al maduro de su propia leche, luego el maduro lo puso a cuatro patas y le empezó a comer el ojete que se veía entre esas enormes y duras nalgas del abuelo su lengua entraba y salía el agujero del abuelo que se veía le apasionaba ese juego. El maduro sacó de la mochila una crema y empezó a untársela al abuelo en el ojete, le metía los dedos y poco a poco iba entrando casi la mano entera, entonces paró y sacó un consolador enorme de la mochila y empezó a metérselo al abuelo hasta que al cabo de unos minutos lo tenía entero dentro, entonces se puso delante y le metió la polla en la boca al anciano que se la mamaba como una aspiradora y se la metía entera, parecía imposible ya que aquello era muy largo, pero dominaba la situación a la perfección.



Mari y Pilar estaban de nuevo cachondas perdidas, sobre todo Pilar pensando en meterse ella ese consolador en su coño hambriento y jugoso.



El maduro se había ya corrido en la boca del abuelo que se había puesto e nuevo con la polla dura y su capullo rojo incandescente, El maduro le empezó un mete saca con el enorme consolador, el abuelo aullaba de placer.



No me lo saques, por favor no pares de reventarme el culo.- decía



Que sepas que he traido otro mas grande, quiero ver como te entra en ese culo de viejo que tienes.- le decía el maduro



Pilar Y Mari se volvieron a meter los pepinos pero esta vez en el culo, estaban enloquecidas se estaban besando y jugaban con sus lenguas en sus bocas, se pellizcaban los pezones estaban enloquecidas y absolutamente calientes. Fue entonces cuando el maduro que seguía metiéndole aquel consolador descomunal al anciano las vió ya que ellas se fueron acercando y no se dieron cuenta que ya estaban a la vista de los dos hombres…


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