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Categoría: Confesiones

Lo que hago para ser libre

En este relato cambiaré el nombre de los involucrados.

A Miguel le conocí estando en pareja, en un asado de hombres, al cuál yo fui con el vestido más corto que encontre. Este hombre, caracterizado por hacer el asado y sus buenos asados, se preocupo de mi integración en el grupo, de que me alimentará bien y de que me sintiera excelente. Me llamo bastante la atención.

Un mes despues, llegó a visitarle a su hogar, donde sus niños y mi compostura impedían el desarrollo de una buena actividad tactil, considerando que soy ciega y esta es mi forma de conocer mejor lo que tengo en frente. Vi lo excelente padre que es, observe muchas cosas, pero como dije estaba en pareja.

3 meses despues, le compre unos productos, siendo el mismo quien vino a dejarlos, ayudando a guardarlos y siendo el mismo caballeroso hombre que había conocido antes.

Aqui viene lo entretenido…

Enferme gravemente y mi pareja no fue capaz de llevarme a urgencias, por lo que Miguel me llevo. En mi no acordarme de nada, al parecer, nos pusimos a hablar de sexo, lo que le gusta, lo que a mi me gusta, de su historia en la universidad y otras cosas que mi estado de salud impidieron memorizar.

Vino la segunda urgencias, semanas despues y con ella empezó a llegar un maravilloso hombre a mi casita cada día, el mismísimo Miguel preocupado que estuviese bien.

Al par de días de ya estar llendo a casita diariamente, yo converso con el:

-Qué tan bien te cae mi pareja como amigos que son.

-Si, me cae bien.

-Qué pasa si me tiro encima tuyo, para que él termine conmigo de una, ya que le pondría el gorro.

-Mmm… no lo…

Y me tire encima de su cuerpo abrigado por el frio de mi sala, para darle ese beso que le invadiera hasta la garganta, con mi lengua conoci cada rincon de su boca, de sus labios, de sus dientes, encías y muelas. Aprovechando de tocar lo que siempre había querido saber: algo rellenito, pero poco, más grande que yo de cuerpo y… tengo que seguir para saber más, por lo que continue con mi beso.

Al poco rato ya continue en su cuello, empezaba a notar su estar a gusto, por lo que pude comprobar que el paquete era bastante mejor que el del hombre que decía ser mi pareja. Por lo que continue con mi exploración táctil, utilizando mi boca por el borde del cuello de su camisa, la que se caracterizaba con un olor a perfume y a hombre serio que más encendia mis curiosidades.

A los pocos minutos ya había alejado al suéter de lana de mi camino, mientras este hombre, con dones de expertos y dedos gruesos, pero delicados, había alejado de su camino mi blusa negra (en invierno me caracterizo por usar una primera capa, bajo la blusa).

Una camisa con un camino de botones para abrir, algo que me llamo mucho la atención, ya que podría descubrir poco a poco lo que esta tela esconde tras de si. Al abrir los primeros dos, noto una selva de pelos en el pecho, lo cual me éxito bastante, por la masculina forma de ser de un pecho que aun debía descubrir.

Tercer y cuarto botón: he descubierto más para entretener mi boca y dedos, algo que pasa a ser aburrido, para mi, ya que necesitaba sentir la acción de ponerle el gorro al hombre que me había dejado tirada tanto tiempo, a la vez que la curiosidad me mataba con respecto a cómo se siente ese montón de carne en mi interior, si los dedos se sienten tan sabrosos en mi exterior.

Por lo que propuse que cada uno retirará su ropa bajo la cadera, para luego ya poder tocar y sentir todo lo que tendría para dar este ser que venia, solamente, a ver cómo yo estaba.

Yo sentada en el mismo sillón de mi sala, me cae un pecho peludoencima y siento en mis labios mayores y sobre mi clitoris su carne, su erección, sus ganas de entrar hasta el fondo, algo que con solo un movimiento permití, para empezar lento y de forma delicada, este ser llenaba cada esquina de mi ser, con un movimiento armonioso y una chupada de teta ue dejaba bastante atontada la mente, para caer en un orgasmo de aquellos que dan ganas de tener otro más, el que sin permiso salió a marcar el momento, lleno de hormonas y feromonas.

Sin embargo, hay un problema, NO SOY UNA MUÑECA DE PORCELANA, no me quiebro, necesito acción, necesito un animal, para convertirme en la animal que yo soy.

Al decir esto, la punta del pene empezó a llegar a la entrada del utero, mientras las bolas chocaban con mis labios y mi clitoris se alimentaba del movimiento del va y ven del momento, hasta que el colapso de uno y otro y otro orgasmo más salió a la luz sin dejar indiferente a los orgasmos y ellaculación de este hombre que se fue con solo sentir las contracciones de mi musculatura.

Algo que me hizo total y complemente feliz. Le había puesto el gorro, los cuernos o cómo le quieran decir a mi pareja con quien la relación termino tres días despues, gracias a la madre del sujeto de 21 años que visito mi domicilio para poner final a algo que había terminado emocionalmente meses antes.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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