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LLegamos demasiado lejos

~~Naturalmente las cosas habían ido demasiado lejos y el padre de mi alumno Juan se tenía que enterar. La verdad es que no sabía gran cosa, le habían dicho que la tutora de su hijo no era la clásica profesora tradicional, fea, conservadora.
 En eso no se equivocaban, yo no sabía si le habían contado que su hijo tenía unas fotos comprometidas de mí, ni si le había dicho que se grabó un vídeo en el que por cierto también aparecía su mujer, solazandose a gusto todo ello está publicado en uno de mis relatos anteriores .
 Así que una mañana llamaron al instituto en el que trabajo y me contaron que el padre de Juan López quería que le llamara para concertar una cita.
 Me dijo por teléfono que le gustaría tener una entrevista conmigo para conocer cómo iba Juan en las clases.
 Me arreglé lo mejor que pude, elegante, sexy y a la vez sin parecer demasiado provocativa. No sabía si el padre de Juan era conservador o liberal
 Era una calle céntrica de Madrid, un edificio de cuatro plantas. En la primera estaba el padre de Juan, el director de la empresa. Tuve que pasar por el filtro de tres secretarias, todas muy jóvenes, bien vestidas, modernas, atractivas, y muy eficientes.
 Era un hombre alto, guapo, moreno, de unos cuarenta años. Elegante pero juvenil a la vez.
 Me alegro de verla señora Dolores.
 Señorita, y puede llamarme Loli.
 Yo soy Pepe. Verás Loli, como puedes observar tengo una empresa mediana, nos dedicamos a hacer publicidad en TV, este negocio da mucho dinero y también te obliga a viajar y dedicar las veinticuatro horas al día si quieres seguir ganando dinero. Le cuento todo esto para justificar que no puedo dedicar mucho tiempo a mi familia, de hecho no sé si sabe que estoy separado de mi mujer, pero a Juan le paso una pensión elevada para sus gastos. No quiero que carezca de nada.
 Me contó algo su mujer en una de las visitas que los tutores tenemos que hacer a las familias de los chicos.
 Desde luego quiero que se le dé la mejor educación posible y aunque no decidí llevarle a un colegio privado, si tengo la más ligera sospecha de que algo va mal lo haré.
 Quiere decir que le dijeron que algo va mal?
 Seré franco, Loli. Juan es joven, no tiene todavía dieciocho años y no quiero que se distraiga en exceso con cosas que a esa edad son todo un descubrimiento.
 No comprendo.
 Me refiero al sexo. Me contó mi mujer que Juan tiene un armario lleno de películas pornográficas. No le voy a decir que soy cerrado en estas cosas, pero no sé si a su edad eso le puede marcar y distraer.
 Pues, no sé, yo creo que si es equilibrado.
 Eso es lo que me preocupa, además el otro día me llegó una carta que no tenía remite. No sé porqué la leí, pues no me gustan los anónimos, pero acusaba al instituto de mi hijo y en particular a algunas de sus profesoras de ser unas corruptoras de menores y unas depravadas, además de decir que tenían unos hábitos sexuales conocidos extensamente.
 No sé quien ha podido escribirle eso.
 De todas formas no quiero que parezca que te estoy regañando, permite que te tutee. Lo que quiero es que mi hijo disfrute de una juventud sana y saludable.
 Desde luego, Pepe, eso es lo que todos queremos.
 Pero tómate algo, Juli por favor, traenos algo para beber.
 Juli era su secretaria más directa, antes no me había percatado mucho de ella, pero al hacer su aparición me sorprendió que esta joven mujer llevara esa ropa tan ajustada, de manera que dejaba ver con claridad unos pechos grandes bien redondos y unas caderas inmensas por debajo de una cintura destacadamente fina. Llevaba una minifalda negra y unas medias de rejilla muy a la moda y a juego con el conjunto. Sin duda aquel hombre no era nada conservador y gozaba de estar junto a mujeres jóvenes, inteligentes y nada mojigatas.
 El modo de deslizarse de la secretaria al traer las botellas era tan sensual que me recordó algunos pases de modelos.
 Pepe se había sentado en la mesa junto a mi silla, quedándo un poco por encima de mí. Pude observar que se sentía especialmente excitado con la visita de Juli.
 Gracias Juli, quédate con nosotros y toma algo. Loli es la profesora de Juan, aunque no lo parezca, tan joven y bella. Todas mis profesoras eran gordas y feas, ja, ja.
 A ti, Pepe, también te gusta estar bien rodeado de jóvenes guapas.
 Hice aquel comentario de cortesía, pero cuando lo estaba pronunciando pensé que me había pasado. Tal vez podía sonar a que me gustaban las mujeres, cosa que es cierta pero que yo no pensaba desvelar en esta visita.
 Sí, siempre me ha gustado admirar a las mujeres bellas y hacerlas felices en la medida de mis circunstancias. En este mundo de la publicidad se tienen muchas ocasiones de estar con mujeres preciosas y créame no es difícil para un hombre intimar con muchas de ellas. Sin ir más lejos, Juli era modelo de un perfume y se vino conmigo, ahora es mi mano derecha. A veces tenemos tanto trabajo que hasta tenemos que pasar la noche en la oficina. Para eso tenemos aquel sillón, que se convierte en una cama muy cómoda para los casos excepcionales.
 Pepe, no sé si tienes que contar esas cosas a la señora.
 Claro, es una amiga más, y quiero que eduque bien a Juan en las buenas costumbres, por eso quiero que sepa cuales son las malas, ja, ja.
 El alcohol iba haciendo sus efectos en los tres, subía la temperatura y nos iba desinhibiendo.
 Mira, Loli, si pulsamos en ese botón, el sillón se abre y queda una cama redonda. Juli, por favor, creo que Loli tiene calor, si quieres quitarle la chaqueta.
 Todo pasó muy rápido, la modelo se me acercó, deslizó suavemente su mano para quitarme la chaqueta, y mareada como estaba fui acompañada por Pepe a probar la cama de su oficina, me senté y él empezó a decirme que eso no se lo enseñara a Juan, por lo menos hasta que sea mayor de edad.
 Juli también se quitó la blusa y la falda y se nos acercó con un modelito de tanga, sujetador y medias de los más provocador. Se me acercó y se arrodilló para quitarme los zapatos y acariciarme los pies, que besó con ternura. Mientras, por la parte alta, Pepe me besaba en la boca, despació, sacando la lengua, buscando la mia. Yo me dejaba hacer, seguía mareada y el masaje en mis pies me estaba dejando relajada, aflojada, sin fuerzas para oponerme a nada. Desde luego no es que quisiera oponerme, sencillamente que no estaba dando una buenas imagen.
 Besé a Juan y mi lengua jugueteaba con la suya. Sus manos bajaron mi sujetador y sacaron para arriba mis pechos, cuando vió mis pezones llevó su boca a ellos y los mordisqueó.
 Juli ya iba subiendo, acariciando con sus labios y su lengua, la parte interior de mis rodillas, y pantorrillas y seguía subiendo, despacio, con calma.
 Pepe, chupeteaba la punta de mis pezones y recorría en circulos las aureolas, ahora la derecha, ahora la izquierda. Con sus fuertes y vigorosas manos masajeaba mi espalda y bajaba hacia mi culo, para masajear mis nalgas. Todo ello me estaba procurando tal placer y tales sensaciones erotizantes que iba dejandome llevar, abriendo las piernas a Juli y estirándo mis brazos a lo largo de aquella cama tan enorme que se había abierto de un modo tan oportuno.
 Juli llegó a mi entrepierna, me bajó el tanga y puso su boca en medio de mi peludo coñito, que lameteó y succionó hasta oirme gemir, clamar, y casi gritar del placer que me estaba provocando.
 Estuvimos así un buen rato hasta que sonó el teléfono de la oficina.
 Pepe se levantó dejandonos retozar jadeantes entrecruzadas y con movimientos casi salvajes y desesperados, hasta que Juli me puso su coño en la boca y ella se inclinó al mío absorbiendo mis flujos como si estuviera sedienta.
 Lo siento chicas pero dentro de cinco minutos viene un cliente para tratar un asunto de mucho dinero. Tendremos que seguir en otro momento, pero Loli, no digas nada de esto a Juan, de acuerdo?
 Juli me ayudó a vestirme, entre las dos surgió algo que no puedo explicar, un feeling muy especial, sin palabras lo supimos las dos. Gozamos una tarde de sexo muy pleno, especialmente Juli y yo, intercambiamos nuestros teléfonos y nos despedimos con un beso en la boca.

Datos del Relato
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