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La venganza: una épica noche de copas

Después de estar un mes tirado en depresión, tras el rompimiento con mi ahora ex novia, decidí aceptar la invitación de Diana para salir a bailar con ella, su novio y algunos amigos de ellos. No estaba muy convencido porque su novio jamás me ha agradado por ser de carácter osco. En lo único que coincidíamos es en que a ambos nos gustan y tenemos motos de ahí en fuera no congeniamos en nada, pero yo necesitaba distraerme.



Ella y su novio pasaron por mí en el carro de él para ir al Mama Rumba y ahí vernos con el resto de sus amigos. Al subir al auto y saludar pude notar que había algo de tensión, Lo note de inmediato en el lenguaje corporal de ambos. Mi relación con Diana es de muchos años. Nos conocimos en la secundaria, en nuestro paso de la tierna niñez a la adolescencia, nunca perdimos el contacto, por lo cual nos volvimos íntimos amigos. Podíamos hablar desde tonterías sin sentido, temas filosóficos y hasta nuestras experiencias sexuales sin ningún problema. Esto último a veces había causado tensión sexual entre ambos ya que nunca escatimamos en detalles al hablar de nuestras experiencias y gustos en la cama, sin embargo no era suficiente para hacer algo al respecto ya que hasta entonces nuestra amistad estaba por sobre cualquier tensión sexual.



Cuando llegamos al lugar ya nos esperaban en la entrada, un hombre, Luis y dos mujeres Carla y Esther. Diana me los presento me dijo que Esther y Luis eran novios. En ese momento entendí que la salida era para emparejarme con Carla, si bien me molesto el que Diana no me hubiera dicho nada, Carla era una mujer atractiva tal vez de unos 30 años, cabello largo hasta la cintura, piel blanca, labios carnosos bañados en labial rosa, senos pequeños y piernas torneadas, un cuerpo atlético como de gimnasta y con una vocecita dulce. Pasamos de las presentaciones y nos dirigimos al interior. Apenas al llegar a la mesa y pedir unas Cervezas fue más notorio todo el plan de que Carla y yo interactuáramos al dejarnos sentados juntos.



-¿Me dejas bailar con Diana?- Le dije al novio de ella. Sólo asintió con la cabeza, de inmediato la tome de la mano y la lleve a la pista, al llegar comenzó a sonar Sobredosis de amor. En cuanto empezamos a bailar la cuestione -¿Por qué no me dijiste que me iban emparejar?- Se encogió de hombros y entre giros dijo -¡Por qué si te decía no habrías venido! Ella es guapa y creo le gustaste- La hice dar dos vueltas antes de responder -¡Sí! Es guapa, pero sabes que no me gusta que jueguen al cupido conmigo- Una pareja que bailaba atrás de ella la choco empujado a Diana contra mí, quedamos abrazados unos segundos antes de seguir bailando. -No me voy a quejar, es atractiva y me gusta su voz. Ahora dime ¿Que pasa contigo y el princeso de tu novio?- Me miro a los ojos -¿No se te escapa nada verdad?- Le sonreí -Algunas personas dicen que soy muy observador, yo diría que sólo soy muy chismoso- Reímos los dos sin perder el ritmo de la música. -Discutimos en mi casa porque no le gusta que use leggins, y blusas escotadas- Volvió a encoger los hombros, era obvio quien había ganado la discusión por que llevaba puestos unos leggis negros y una blusa escotada blanca.



Regresamos a la mesa en cuanto acabó la canción. -¡Bailan muy bien!- Dijo Carla. -Le enseñe todo lo que sabe- dije en tono de broma, Diana me enseño la lengua con desdé. -¿Me enseñarías a bailar?- Me comento a la vez que me extendía la mano para ayudarla a levantarse. La tome de la mano, le di un buen trago a mi cerveza y nos fuimos a la pista.



Las cosas iban bien con Carla, aún que había dicho que le enseñara a bailar ella lo hacía genial, de inmediato nos acoplamos, bromeamos sobre el plan de juntarnos y reíamos mientras bailábamos. Pero con Diana y su novio las cosas se ponían peor, no la saco ni una vez a la pista y ella para bailar alternaba entre Luis y yo. Se estaba volviendo incómodo para todos el estar en la mesa con él, que sólo estaba tomando y de mala cara. Ya estaba pasado de copas y en una de sus idas al baño se hizo de palabras con otro tipo, Luis y yo tuvimos que intervenir para que las cosas no se hicieran más grandes. De todas formas nos pidieron que nos retiráramos del lugar. Diana ya estaba molesta y mientras pedían el carro hubo uno pequeña discusión entre ellos. Estaba más borracho de lo debido, así que me ofrecí a conducir yo, pero Luis termino con las llaves ya que era el que menos había tomado. En el asiento de atrás terminamos Esther por un lado, Carla en medio, yo en el otro extremo y Diana sentada sobre una pierna de Carla y una pierna mía.



Apenas eran las 2 am y estábamos todos en silencio, con el ambiente tenso. -No sé ustedes, pero yo necesito una cerveza.- Les dije a todos y Luis dijo que pararía en el primer Oxxo, eso pareció relajar a la mayoría y hubo exclamaciones de afirmación a la propuesta de comprar más cervezas. Pero duro poco la calma. El novio de Diana desde el asiento del copiloto inicio la perorata contra ella, sabía que Diana trataría de controlarse por estar entre todos nosotros, pero por dentro estaría haciendo un coraje de los mil demonios. Puse mi mano en su hombro dándole un pequeño apretón para que tratara de estar tranquila, en respuesta ella puso su mano en mi pierna y la apretó con fuerza, como diciendo lo encabronada que estaba. Conforme ellos hablaban ella me iba dando apretones ante cada respuesta de él y yo en respuesta le daba pequeños apretones en el hombro o con el pulgar le hacía pequeñas carias. En algún momento paso de poner su mano en mi pierna a ponerla en mi abdomen arriba de la cintura del pantalón, seguía dando apretones y comenzó a enterrarme las uñas, entendía que estaba mucho más molesta ahora.



Por la zona donde me enterraba las uñas, lo que yo sentía era un dolor delicioso, no estaba bien, pero a mí me gustaba lo que estaba haciendo y me estaba excitando. Ella sabe que el que me rasguñen y entierren las uñas me gusta, pues se lo había contado en varias ocasiones al describir algún encuentro sexual, pero ahora lo hacía sólo para decirme que estaba enojada. Trataba de controlarme y pensar en otra cosa para no reaccionar a ese placentero dolor, pero lo que yo pensaba nada tenía que ver con lo que mi pene pensará y ya estaba reaccionando, se estaba curvando dolorosamente en mi pantalón. Mientras ellos seguían discutiendo ella continuaba pasándome las uñas del centro de su mano hacia afuera, como el movimiento de un botón de flor que se abre y cierra repetidamente, con afilados pétalos que me hacían sentir pequeñas descargas eléctricas. Tal vez pasarán 15 o 20 minutos y no se detenía, pues seguían alegando. No me había dado cuenta hasta ese momento que yo estaba acariciando su cuello entre su oreja y el hombro, por debajo de su cabello. Pasaba mi pulgar de arriba abajo dejando que mi uña rosara suavemente su piel. Cuando note esto, ella hizo algo similar en mí, dejando de enterrar sus uñas y pasando su pulgar de igual forma en mi abdomen, en un punto por los movimientos de su mano y sus dedos mi camisa se abrió lo suficiente para que su pulgar acariciara directamente mi piel, por debajo del último botón de mi camisa. No sé qué pensaba ella o si siquiera se daba cuenta de lo que estaba haciendo, ahora con su pulgar jugaba con el bello que crece hacia mi ombligo dibujando una "S" y en ocasiones un "8".



Sentía la cara enardecida, escalofríos recorriendo mi espalda baja, no podía concentrarme en la discusión que se llevaba a cabo en el carro y el miembro me estaba matando, se encontraba dolorosamente palpitando en espera de ser liberado de toda presión. Estar rodeado de gente, en un espacio pequeño, recibiendo caricias estimulantes por parte de una de mis mejores amigas y todo eso sentado al lado de una hermosa mujer que hasta hace unos escasos 30 minutos nos estábamos ligando, me tenía al límite de la cordura. Intente volver a calmarme y concentrarme en lo que ellos decían. -¡No sé qué hago contigo!- Le dijo él arrastrando las palabras en su estupor etílico. Diana enterró sus uñas en mí y casi dejo salir un quejido, pero lo pude controlar, porque sus palabras de él me hicieron encabronar tanto como a ella. Aún ahora me pregunto qué fue lo que me hizo hacerlo, ¿Fue el enojo? ¿Sólo fue mi excitación? o ¿Una mezcla de ambos alimentando mis perversos impulsos? Tome por la muñeca su mano y la dirigí a mi entrepierna, por un momento su mano permaneció abierta y tensa sobre el duro bulto, giro la cabeza un poco y me dedico una fría mirada unos instantes nada más antes de que esbozara una leve sonrisa y volviera a mirar al frente. Sus dedos medios se abrieron quedando a los costados de mi pene, bajo más su mano hasta mis testículos y los apretó junto con mi miembro. Era el dolor más delicioso del mundo. Con la mano que tenía en su cuello tome un mechón de cabello de su nuca y di un suave pero firme tirón, ella alguna vez me había dicho que eso siempre la prendía. 6 personas en el carro y nadie notaba los juegos perversos que estaban pasando ahí.



Diana pasaba suavemente su mano de arriba a abajo y estrujaba mis bolas cada que su mano estaba abajo, ya casi no respondía a las alegaciones de su novio y cuando pasábamos bajo la luz del alumbrado público podía ver un ligero tono rojizo en el perfil de su rostro. -¡Ahí hay un Oxxo!- Señalo Carla. Diana retiro lentamente su mano de mi pene y solté el cabello de su nuca. En cuanto estuvimos en el estacionamiento Esther y Carla salieron, Diana se sentó dónde había estado Carla. Luis y el novio de Diana salieron también y nos quedamos solos. Abrí la puerta y salí, para estirar las piernas y quitar un poco de tensión en mi pene. Diana me miraba, salió, se paró frente a mí, mirándome a los ojos sin decir nada. Fue un silencio tenso. -Es tu culpa, me estabas rasguñando y no pude contenerme- Levante mi camisa para que pudiera ver los rasguños y marcas moradas que había en mi abdomen. Ella no miro ni por un segundo lo que sus uñas me habían hecho, su mirada estaba fija en la curveada protuberancia de mi pantalón. Con la mano izquierda seguí sujetando la camisa por arriba del obligo, deje que viera como metía la mano de bajo del bóxer para poner de lado mi verga, fue un alivio hacerlo, dejo de doler además de que Diana seguía viendo mi erección y eso me gustaba, mi pene estaba perfectamente marcado a través de los jeans. Di un pequeño paso al frente, pude ver mejor el rubor de su rostro. -¿Esperas a que te dé permiso de tocarlo? o ¿Prefieres que te lo ordene?- Tímidamente estiro su mano y con el dorso de los dedos, recorrió el miembro hasta llegar a la punta. Dejo escapar un quejido, como si hubiera estado reteniendo la respiración por mucho tiempo. Por fin me miro de nuevo a mí, parecía que iba a decir algo. Pero sólo se sentó, en el asiento trasero del carro, me jalo hacia ella y me mordió en el abdomen, en el lado contrario a sus rasguños. La tome de la nuca y deje salir un gemido ahogado. Pude ver a nuestros acompañantes acercarse a la salida de la tienda. Me aparte un poco de la puerta y me baje la camisa dándole la espalda a la tienda.



Carla corrió al carro y nos dijo que mientras esperaban en la caja el novio de Diana se había tomado una cerveza de golpe, lo vimos destapar una más y tomarla de igual forma antes de llegar hasta nosotros, cuando entro al carro destapo otra. Diana solamente lo ignoro, Me ofrecí a pagar mi parte de las cervezas pero Carla negó con la mano y me guiño. Repartieron cervezas y cigarros, mi erección afortunadamente no fue vista por nadie, Diana fue la única que le dedico una mirada. Antes de meternos al carro Luis nos dijo que ya se había dormido el querido novio de Diana. Me acerque para hablarle y al no responder, le puse el cinturón de seguridad. Todos parecieron relajarse inclusive hubo algunas risas. Diez minutos después estábamos dejando a Carla en su casa, treinta minutos más y llegamos a casa de Luis. Nos ofreció quedarnos la noche ahí, pero yo estaba más sobrio ya, y le dije que los llevaría a casa de Diana y ahí tomaría un taxi. Me ayudo a pasarlo al asiento de atrás, nos despedimos de ellos.



Nuevamente el silencio, me estaba sintiendo mal por Diana y por la mala velada que había tenido, porque me había aprovechado en un mal momento de ella y porque sólo pensaba en desnudarla. Detuve el carro, apague el motor. -¡Perdóname! Esta mal lo que hice- No termine la frase y me acerque a ella para besarla, no se resistió y al contrario me respondió el beso, al principio despacio y después fue más intenso. Me estire tanto como el asiento y volante me lo permitieron para sujetarle el trasero mientras la besaba. Ella busco mi miembro, lo volvió a apretar y sobar, se endurecía entre sus dedos. Cuando dejamos de besarnos, prendí el carro y continuamos el camino a su casa. -Tú has oído todo lo que me dijo, por mí se puede ir al demonio- Le puse la mano en la pierna -Quiero ir aún más lejos, si no me detienes ahora, no creo poder detenerme yo mismo- Me lanzo una mirada cargada de sensualidad, para mí fue una clara invitación a proceder. Subí mi mano por su pierna hasta llegar a su caliente pubis. Con mis dedos sobaba la pequeña hendidura, separando sus labios y empujando suavemente la tela a su interior. Diana tomaba mi muñeca y se contorsionaba en el asiento separando y apretando las piernas. Cuando retiraba mi mano para hacer un cambio de velocidades ella esperaba hasta sentir el contacto de mis yemas en su entrepierna, volvía a retorcerse y morderse los labios para sofocar sus gemidos. Ella estiraba su mano para sobar mi miembro que palpitaba una y otra vez en mis pantalones, estaba tan duro que aun estando de lado dolía. Deslice mi mano por el escote de su blusa y con mucha facilidad pude llegar hasta su seno derecho, un pequeño y terso pecho, coronado con un minúsculo y erguido pezón. Lo estruje y con el pulgar jugué con él, haciendo círculos o presionándolo contra mi índice, ella soltaba ligeros pujidos y trataba de apretar mis testículos con sus pequeños dedos.



Estábamos muy cerca de llegar a casa de ella, pasábamos por un área boscosa, desvíe el camino y aparque en una vereda por la cual no transitaban vehículos y al cobijo de los arboles apague el motor. Hice el asiento lo más atrás que pude. Diana se aproximó a mí y me beso con intensidad, buscaba con sus manos el broche de mi pantalón, lo boto y bajo el cierre, metió su pequeña mano y sujeto mi erección sacándola un poco de mis bóxer, comenzó a jalarme el miembro de arriba a abajo sin dejar de besarme. Por mi parte iba reclinando el asiento, mientras mordía sus labios, cuello, hombros. Se inclinó jalo con fuerza mis bóxer, mi verga y testículos se liberaron. Le dio pequeños besos a la punta, con su mano tiraba de mi escroto y testículos. Saco su lengua lamió desde la base del pene hasta la punta, entonces se lo metió en la boca y comenzó a succionar mientras subía y bajaba, lo envestía lentamente pero lo llevaba profundamente a su garganta, le sujete de la nuca y disfrute de la sensación de resbalar entre sus labios, lengua y garganta. Repare en su novio, dormido apoyado en el vidrio de la ventana, inclinado hacia adelante, sin caerse por el abrazo del cinturón de seguridad. Tome el cabello de de la nuca de Diana y bombeé con mis caderas para ir más dentro de su garganta. Deseaba que se despertara y viera como estaba cogiéndome la boca de su novia. Quería vaciarme en su boca, derramar mi semen por entre sus labios y que mis chorros golpearan en su paladar hasta verter la última gota. De haber continuado seguramente lo hubiera hecho en cuestión de minutos. Pero aparte su cabeza sujetándola del cabello, una hebra de saliva colgaba conectando la punta de mi pene con su boca entreabierta. Me aproxime a sus labios y la bese, jalándola para que se sentara sobre mis piernas. Sin soltar su cabello, ni dejarla de besar deslice mi mano bajo sus leggins, palpando su mojado sexo, introduje un dedo y después otro, frote su clítoris con la palma de la mano, mis dedos entraban y salían de su vagina. Gemía contra mis labios, me enterraba las uñas en la espalda y movía las caderas de atrás a él frente. Me llegaba el aroma de su sexo y me encantaba. Como pude baje sus leggins y tanga hasta sus rodillas y con un poco más de dificultad y de bastantes malabares se los pude quitar. El perfume de sus fluidos inundo el automóvil. No era un aroma fuerte o desagradable. Me urgía llevar el sabor de su sexo en mis labios.



Con torpes maniobras y las restricciones del auto, la hice ponerse en cuatro sobre mi. Con las manos en el volante y semi parada en el asiento de atrás. En cuanto tuve próximo su clítoris, lo chupe y lamí. Sus salados fluidos se mezclaban con mi saliva y bajaban por mi barbilla. Frotaba suavemente su vulva con la punta de la lengua o con mi dedo, mientras ocupaba la lengua para apuñalar el interior de su vagina. Diana gemía y pujaba con fuerza ya no se contenía, me pedía que lamiera, con mas fuerza, o que frotara mas suave con el pulgar o simplemente se limitaba a decir "así" Temblaba sobre mi, y sus jugos llenaban mi boca, la tomaba de las nalgas para empujarla contra mi lengua o alcanzar un nuevo rincón. Sin soltar el volante Diana se llevaba a la boca mi miembro y lo chupaba con fuerza. La ayude a sentarse de nuevo sobre mi ahora dándome la espalda, mi verga palpitaba entre sus nalgas, le hice girar la cabeza para besarla, movía sus caderas para frotarse en mi pene -¿Traes condón?- jadeo contra mi rostro. -¡No!- Fue todo lo que respondí asumiendo que la diversión se había terminado. Se estiro a la guantera buscando alguno sin tener éxito, regreso al asiento del copiloto para buscar en su bolsa, no hubo suerte. -¿Quieres que paremos? o ¿Prefieres que lo intentemos por otro lado?- Le sugerí en broma, pero deseando que dijera que si. Volvió a sentarse sobre mi, viéndome fijamente, me beso haciendo que nuestras lenguas chocaran ávidas, lamió su mano y la llevo a su entrepierna, untó en su ano la saliva. Al verla, hice lo mismo a la punta de mi verga. Levanto ligeramente las cadera, tomo mi verga y la dirigió a su ano, se apoyó suavemente en ella dejando caer de apoco su peso, hasta que la punta entro entera, apretaba con fuerza. Sujetando sus nalgas la ayude a subir y bajar lentamente, con pequeños movimientos mientras ella pujaba y se aferraba al volante. Cada vez que bajaban sus caderas mi verga iba un poco más adentro, podía ver las venas de ni miembro engrosarse más, quería empujársela por completo en su cálido interior. Cuando por fin estuvo hasta el último centímetro de mi verga dentro de ella, la sujete para que no se moviera, su ano palpitaba alrededor de mi pene, me recorría un escalofrío por todo el cuerpo. -¿Estas bien?- Sólo respondió afirmando con la cabeza. La solté y me recosté en el asiento y lentamente comenzó a mover la cadera de atrás a adelante, entre gemidos y gruñidos de ambos iba acelerando el movimiento.



Los vidrios del carro estaban empañados, el calor era intenso y sudábamos. Jalaba a Diana por las caderas para que se moviera más rápido, en ese momento tuve el deseo perverso de llevar la infidelidad un nivel más arriba. Abrí la puerta, hice que saliera conmigo del auto, abrí la puerta trasera y la hice tenderse boca arriba en el asiento junto a su novio. Pareció no estar cómoda con él ahí dormido a centímetros de ella, pero no le di tiempo de quejarse ya que me coloque sobre ella, la besé y con una mano guíe mi miembro a su ano, la penetre fácilmente, gimió. Yo gruñí, el placer que me estaba dando ella estrangulando mi verga al contraer su ano cada que yo estaba saliendo de ella, era una verdadera delicia. -Voy a ir más fuerte, ¿Estas lista?- Con su rostro enrojecido miro hacia arriba de ella para ver a su novio que parecía estar en coma, Mordió su labio inferior y respondió -¡Sí, hazlo rápido!- Sin salirme de ella tome sus tobillos y los lleve al marco de la puerta, jale su cadera a la orilla del asiento y la envestí, sus nalgas hicieron un sonido seco al golpear contra mi y Diana lanzo un grito. Se me erizo el cabello de la nuca al oírla. -¡Otra vez! ¡Más!- Dijo mientras se llevó una mano a su entrepierna, para frotar su clítoris. Ataque de nuevo, la penetre con fuerza y esta vez ya no me detuve, seguí una y otra vez entrando y saliendo. Me encantaba verla masturbarse y con la otra mano aferrarse al brazo de la chamarra de su novio, se arqueaba y temblaba. Yo arremetía tan fuerte como podía, gruñía y jadeaba. Tenía la camisa adherida a mi por efecto del sudor, formando vapor a mi alrededor en el frío de la madrugada. Sentía como mi verga se llenaba de semen y la imperiosa necesidad de eyacular. -¡Voy a venirme!- Le avise, Diana jadeo acelerando el ritmo de su mano. -¡Vente conmigo!- Chillo a la vez que se le tensaban las piernas y contorsionaba el rostro. No necesite esperar nada más y me deje ir soltando hasta la última gota de semen, con la descarga eléctrica subsecuente de cada uno de los chorros con los que llene su caliente ano. Era el mejor orgasmo que había tenido en el último año. Me tumbe sobre ella, pude oír su corazón o tal vez era el mío que latía con fuerza por encima de la respiración agitada de cada uno. Estuvimos así por algunos minutos hasta que el frío comenzó a calarme. Nos limpiamos con unas toallitas húmedas que saco de su bolsa, arreglamos nuestra ropa y reanudamos el camino a su casa.



Una vez depositado el novio en calidad de bulto en el love site de la sala. Diana regresara de su cuarto, conecto su celular. -Tengo un mensaje de Carla- Me mostró la pantalla para que viera el mensaje. "Dale mi numero por favor" -¿Lo quieres ahora? o... - Levanto la otra mano. Tenía un condón en su reluciente envoltura negra. -Creo que puedes pasarme su número más tarde.


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