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Categoría: Flechazos

LA TORRIDA MAÑANA DE FABIANA

La brisa  de la mañana atravesaba la blusa de Fabiana y sentía como si fueran miles de agujas que se clavaban en la piel de sus brazos desnudos, el viento ocasionado por los buses que atravesaban raudamente la avenida intensificaba el frío y pudo sentir  que sus pezones se endurecían bajo el brasier y pugnaban por sobresalir en la tela de su blusa de gasa. A su lado, en el paradero de buses había un grupo de personas que con notable impaciencia esperaba la llegada del bus que los conduciría a sus trabajos o universidades. Un muchacho con el pelo desordenado, audífonos y con un morral al hombro, dos mujeres de mediana edad, seguramente trabajadoras de una entidad estatal porque su vestuario era casi idéntico. Luego de recorrer la vista sobre ellos, instintivamente volteó a mirar y sus ojos se encontraron con los de un hombre cuya edad no pudo descifrar porque pese a que tenía barba casi de tres días y su cabello negro, también se destacaban algunas canas en sus patillas, su vestuario era muy juvenil: chaqueta negra de cuero, pantalón en dril  y botines muy brillantes. Pudo percibir en su mirada un chispazo de lujuria. Sin embargo desechó esa idea y la atribuyó más bien a la calentura de la noche anterior  que le produjo la conversación por skype con su novio que estaba en Londres desde seis meses atrás; justo el tiempo que llevaba sin tener relaciones sexuales y aunque durante los últimos meses su deseo se había adormecido, el fin de semana anterior en la madrugada había encontrado una película altamente erótica luego de canalear por media hora y dar vueltas en la cama. Al cabo de diez minutos de soft porn, sus manos traviesas se habían deslizado por su tanga y habían encendido el fuego nuevamente. Por eso la llamada de Andrés de la noche pasada fue volver a revivir la pasión de su último encuentro y su cuerpo respondió de manera perfecta a las frases sucias y a la visión de su torso desnudo en la pantalla de su portátil.

Sin embargo, aún sin verlo sentía la mirada del hombre de la barba que recorría su cuerpo como un escáner. La sensación se desvaneció cuando vio que se acercaba  el bus y el muchacho de los audífonos se puso de primero en la fila seguido de las señoras., Fabiana lentamente se paró detrás de ellas que parloteaban sin parar. Casi de inmediato su olfato fue invadido de un aroma a colonia con notas de madera y tabaco. De inmediato supo de quien provenía y lo aspiró casi de manera involuntaria. El hombre de negro estaba muy cerca de ella a su espalda y por eso también sintió el olor del cuero de su chaqueta. Antes de llegar a la registradora sintió una leve presión en  su pantorrilla y sintió la dureza y el calor de la pierna del hombre de negro en su piel ya que la delgadez de la tela de su leggis lo permitía como si estuviera desnuda. La fuerza de la pierna duró escasos tres segundos pero eso bastó para que un escalofrío recorriera su espalda. Se sorprendió de su reacción y le causó gracia que su cuerpo estuviera tan sensible. 

El interior del bus era un caos, estudiantes, oficinistas y obreros;  se abrió paso entre el muchacho del morral y los audífonos y logró ubicarse de pie detrás de la última silla del bus y con su mano derecha se aferró al tubo del espaldar. En medio de la amalgama de perfumes, olores de jabón y sudor de los pasajeros se destacó de nuevo el olor a tabaco y madera y supo que el hombre de negro estaba allí de nuevo y eso le produjo un entusiasmo incomprensible. Estaba en lo cierto,  era él, nuevamente quien también se había abierto paso entre la gente aprovechando que ella iba adelante. No se atrevía voltear a mirar, pero su percepción se confirmó cuando la mano del hombre se agarró del mismo tubo y quedó a escasos milímetros de la suya, casi sentía el calor despedían sus dedos y fue cuando pudo notar que ahora estaba casi pegado a su culo y eso le produjo una emoción que hizo que su corazón latiera más rápido, el aroma de la colonia casi la embriagaba y se dejó acercar y fue cuando lo sintió, su dureza que presionaba su cadera y se corría lentamente hacia su nalgas cuando algún pasajero que atravesaba el pasillo lo obligaba a recostarse más sobre ella.  No se movía porque deseaba sentirlo todo, imaginó como lo sentiría en lo profundo de su sexo y ese pensamiento hizo que su labios vaginales se estremecieran. Sabía que uno de sus mayores atractivos era su trasero de provocativas dimensiones, amplio y parado y seguramente el hombre de negro se deleitaba sintiéndolo contra su miembro. Ese pensamiento la excitó mucho y sintió una leve humedad en su entrepierna. Cada movimiento del bus era acompañado de una leve y discreta arremetida del miembro del enigmático hombre, el cual cada vez era más duro. Así, cualquier duda sobre las intenciones del atractivo pasajero quedó despejada y aunque sintió vergüenza, esta estuvo acompañada de una alta carga de morbo.

Aunque la brisa fría que entraba por la ventana daba sobre su rostro, su cuerpo comenzó a sudar por el deseo y los nervios. El hilo dental estaba humedecido y pudo sentir como una gota furtiva se deslizaba desde su ingle y bajaba por  la pierna, su boca se secó y su respiración se hizo más agitada. La pierna del hombre  ahora presionaba con mayor fuerza la parte posterior de su muslo derecho para apalancarse y poder refregar con rabia su pene en el culo redondo que se entregaba a su embestida furiosa.

Por breves instantes Fabiana cerraba sus ojos con deleite y se entregaba a los embates morbosos del hombre de negro. Hasta que en un momento dado abrió sus ojos y se encontró con la de una jovencita que estaba más adelante del pasillo en medio de dos hombres de mediana edad. La muchachita la miraba extasiada, sin duda alguna se había dado cuenta de la situación y se había convertido en espectadora y cómplice silenciosa de la misma,  por eso la miraba  con una leve sonrisa y sin escrúpulo alguno.  Fabiana la miro desconcertada y aunque la invadió la vergüenza,  no pudo evitar la satisfacción de haberse sentido mirada en un momento de profunda pasión y entonces le dedicó una leve sonrisa acompañada de un ligero mordisco a su labio inferior. La chica saco levemente su lengua por un lado de su boca.

La presión ejercida sobre sus nalgas no cesaba y fue entonces cuando su oreja fue acariciada por el susurro de una voz grave: “Nos bajamos aquí verdad?” Fabiana no pudo responder porque seguramente de sus labios se hubiera escapado un gemido; asintió con la cabeza gacha mientras el hombre se adelantaba a la puerta de salida. El bus de detuvo y descendió rápidamente, casi de inmediato giró para ofrecer la mano a Fabiana, quien temblorosa la alargó y bajo los escalones lentamente, debido a sus piernas temblaban como si fueran de gelatina. Una vez se encontraron frente a frente en medio de la calle, ella pudo calcular que el hombre tendría aproximadamente cuarenta y dos años, rostro angular simétrico, sus ojos estaban enmarcados en dos cejas pobladas y divididos por una nariz levemente desviada, posiblemente practicó baloncesto en su juventud donde recibió el golpe que lo ocasionó. No pudo calcular su estatura, debido a que Fabiana no sobrepasaba el metro con cincuenta y ocho de estatura, pero en todo caso  su cara quedaba a la altura del pecho de él, de donde se desprendía el aroma de la colonia que la había trastornado.

El hombre sonrió con picardía y ella se sonrojó sin saber a dónde mirar. Al otro lado de la calle se veían las puertas cerradas de un bar de dudosa reputación en cuyas puertas a medio abrir se veía un hombre calvo en pantalón corto y pantuflas lavando la entrada con un balde y un escoba que hacía las veces de cepillo.

Sin perder tiempo, el hombre de negro pasó el brazo alrededor del cuello de Fabiana, la atrajo hacia él y ella se dejó llevar hacia el bar,  las piernas de ella temblaban y el aroma de la colonia del hombre la mantenía casi dopada. Por un momento tuvo temor de que pudiera ser víctima de un secuestro, pero sentir el pecho de aquel hombre contra su cuerpo le daba una extraña sensación de comodidad, seguridad y un deseo abrasador.

El calvo alzó la vista del piso y dejó de trapear cuando vio a la pareja acercarse, no alcanzó a pronunciar palabra cuando el hombre de negro sacó un billete de cincuenta mil pesos y en voz baja le dijo: “Hombre, necesitamos tomar algo y relajarnos un poco”  el hombre calvo sonrió, los miro con malicia y estiró su mano para subir un poco más la reja metálica.

La pareja entró abrazada a la penumbra del bar, el ambiente olía a cerveza rancia y a cigarrillos, cruzaron el salón y  el hombre de negro ubicó un sillón doble de espaldar alto que estaba localizado en un rincón del bar con una mesa alta de madera. Con un leve movimiento de su mano  le indicó a Fabiana que se sentara hacia el lado de la pared. Ella obedeció silenciosamente y se sentó al fondo. El hombre de negro se sentó a su lado muy cerca de ella la miró, esbozó una sonrisa mientras le hablaba: “ya nos conocemos… ¿cierto?”, Fabiana lo miro detenidamente pero no podía recordar donde lo había visto, aunque su rostro le era familiar “ no … creo … no se….” Casi no le salían las palabras debido a los nervios y además porque el hombre además de fascinarle la intimidaba con su mirada lasciva. “Recuerdas el ascensor del edificio de Colpatria?” “sí , claro yo trabajo allí”  “casi todas las mañanas nos vemos, tu llegas tarde, a las carreras y varias veces yo he detenido el ascensor para que subas” En ese instante la imagen se hizo clara en su mente, efectivamente era el hombre que varias veces había puesto su mano en la puerta del ascensor para impedir que se cerrará antes de que ella entrara. A propósito, en una ocasión luego de subir a las carreras y con la respiración agitada por la carrera emprendida desde el paradero del bus en la calle 26 había casi saltado dentro del ascensor y quedo justo frente al misterioso hombre y sus alientos se habían encontrado por quedar frente a frente en medio del tumulto de trabajadores de la mañana. Y aunque le llamó la atención la mirada de su salvador, a los pocos días el suceso se fue diluyendo en su mente,  hasta esta mañana en que nuevamente se materializó.

“ Sí ya recuerdo… un poco” se sonrojó e hizo una mueca común en ella cuando estaba nervios. “Me llamo Jacobo Franco.es un placer, en tooodo el sentido de la palabra” haciendo énfasis en placer mientras sonreía perversamente. Fabiana por su parte, se sonrojó y mordió con timidez sus labios antes de pronunciar su nombre. “Fabiana, esa boca se ve muy provocativa cuando la mueves asi” dijo él. Ella se sintió animada, por eso con cierta malicia en su mirada y voz muy baja ya que su boca se había secado, solo respondió “¿de verdad?” los ojos de él se clavaron en sus labios y acercó su cuerpo hacia ella y nuevamente la batalla comenzó.

Los vellos de la zona del  bigote rozaban los labios de Fabiana y le raspaban suavemente, mientras la lengua de Jacobo invadía su boca moviéndose con avidez. La lengua de la joven respondió con la misma intensidad y las dos se fundieron con deseo. Las manos de Jacobo recorrían el cuello y luego bajaron hacia el pecho de ella, de manera tal que su piel se erizó y lanzó un leve gemido de lujuria; con destreza desapuntó el segundo botón de la blusa y sintió  el calor de los senos grandes de la joven, sus dedos se introdujeron en la copa del pequeño brasier y lo sintió en la yema de su dedo índice, un pezón duro, desafiante y cálido que respondía a la caricia.  “ohhhhhh, mmmmmm”  los gemidos de Fabiana eran ahogados por la boca de Jacobo que no dejaba de mordisquear con ansiedad sus labios. Ahora la mano completa masajeaba morbosamente el seno y daba pequeños pellizcos al pezón, la redondez y suavidad estimulaban de manera feroz el deseo de Jacobo cuya erección era notoria y estimulante para Fabiana, quien en medio de su éxtasis con sus ojos recorría el cuerpo del hombre.

“Fabiana eres un sueño…. Que bella, como me excitas…” repetía Jacobo mientras besaba las tetas de Fabiana y mordisqueaba sus pezones. Ella por su parte se entregaba al poder del hombre, echaba su cabeza hacia atrás y sentía como su vagina se humedecía de nuevo, cada vez su respiración era más agitada y sus gemidos más fuertes.  Sin dejar de mamar los pezones, la mano derecha de Jacobo masajeaba los muslos de Fabiana que comenzaba a separarlos lentamente, con destreza apretaba la parte interna “ siii , así …. Así…”  Pero Jacobo no iba tan deprisa, con sus dedos recorría la ingle, con angustiosa lentitud, mientras la vagina de la joven exigía guerra de inmediato.  “dale… dale… dale… más… “  y Jacobo fue obediente, puso toda la palma de su mano sobre la tela húmeda del leggis de Fabiana y sintió su carne palpitante de deseo y apretó su vagina con febril ansiedad, haciendo que su víctima gritara de placer. Pero ella deseaba más… y lo miró con lascivia desmedida, el descifró el mensaje y se puso de pie frente a ella. Bajó la cremallera de su pantalón.  Pero Fabiana  era una mujer impaciente y se abalanzó  sobre el bulto que mostraban los boxers y lo atrapó con su mano “ufffff, Fabiana que mala eres, que piensas hacer?” La joven presa del deseo, bajó la tela y para su dicha lo pudo ver en su esplendor la verga erecta de Jacobo, que tenía unas dimensiones muy provocativas, su boca se abrió y acercó su cara al miembro erecto del hombre, lo tomo en su mano, le dio un suave beso en el glande y lo introdujo en su boca como si fuera un helado. Jacobo gimió de placer “ayyyyyy nena…. que delicia… eres una traviesa…. Mamalo todo” y ella cumplió su deseo de manera exitosa.

Fabiana se asombró de su grado de lujuria, pero no  podía detenerse, Jacobo la tenía totalmente sometida a sus deseos. Lamia su verga de lado a lado y sentía que ella era la que  tenía el poder. Sin embargo Jacobo la tomó de la cabeza “ ayyy nena… para un momento o  me voy a derramar … y no he terminado contigo” Ella se detuvo con cierta molestia porque deseaba sentir su explosión en la cara y beber su semen.

Jacobo tomó de la mano a Fabiana y la arrastró hasta el baño de mujeres. Cerró la puerta y buscó el sitio adecuado. Sin embargo no habían muchas opciones, salvo el lavamanos que era doble y por lo tanto lo suficientemente amplio. A continuación tomó a Fabiana por la cintura, le dio un beso devorador mientras la subía sobre el lavamanos. Una vez ella estuvo sentada le separó las piernas  y pudo notar al pasar su dedos  que sus leggis estaban muy húmedos y decidió darle una lamida por encima de la tela “ohhhhh que delicia…. Papasote… cómetela toda”  dijo ella con voz grave.

Las manos de Jacobo tomaron la delgada pretilla del pantalón de Fabiana y con desesperación la jaló hacia hacia abajo, con cierta dificultad debido a que ella sentada sobre el lavamanos, pero eso no fue impedimento para que la joven le ayudara con rapidez a bajar el leggis.  Jacobo se deleitó mirando las bellas piernas de Fabiana  y  su deseo  aumentó al advertir el pequeño hilo negro que apenas cubría una parte mínima de su pubis. Acerco su boca a la vagina, aspiró el olor de su sexo y de manera casi automática su verga reaccionó poniéndose aún más dura. Su lengua recorrió de arriba abajo el hilo que se pegaba a los pliegues vaginales de Fabiana, produciendo un efecto de corrientazo en su cuerpo, acompañado de jadeos y gemidos de extasis. Fabiana recostó su espalda en el espejo  del lavamanos y se entregó a la felación que le proporcionaba el hombre de negro.

“ yaaaaa amor dame verga, quiero sentirla yaaaa ….. por favor…..”  Jacobo por su parte estaba muy ocupado en el clítoris de la joven, con lamidas y chupadas hacia que Fabiana arqueara su cuerpo lleno de pasión desmedida. Luego de muchos ruegos  de Fabiana, bajó del todo el pantalón y  su bóxer cayó a sus pies. Agarró su verga con la mano derecha  y la ofreció a la joven:  “ Esto es lo que deseas… ¿cierto? … ¿te gusta así?” …. Desde su posición Fabiana miraba el cuerpo del hombre su camisa abierta y arrugada. Desnudo de la cintura hacia abajo con el miembro muy erecto, cuyo glande estaba colorado por la irrigación de sangre en los cuerpos cavernosos, producto de la excitación.  “ ¿qué esperas amor?... dame verga… soy tuya”.

Jacobo acercó su cara al rostro de Fabiana y la besó con fuerza casi con rabia.  Ella pudo sentir en su boca el sabor de sus propios jugos vaginales que impregnaban la boca y mejillas de Jacobo y no supo porque razón, recordó a la joven del bus que se había dado cuenta de su travesura y ese pensamiento le produjo un morbo indescriptible. Imaginó que ese sería el mismo sabor del sexo de la jovencita.

Luego Fabiana se dedicó con ansiedad a besar y lamer el pecho de Jacobo,  los vellos se escurrían en sus labios húmedos. Buscó las tetilas con su lengua y comenzó a moverla en círculos hasta sentir como se erigían sus dedos recorrían el vientre del hombre. Una incipiente barriga se asomaba pero eso era lo de menos. Prefería los hombres no tan “perfectos” sino más cercanos a ella. “ ohhh Fabiana,  eres traviesa y mala” dijo con voz ronca Jacobo y a continuación paso sus brazos debajo de los muslos de ella, de manera que la vagina de ella quedó frente a su verga. La agarró por las nalgas y acercó su pelvis al pubis de Fabiana y la penetró con fuerza “toma…. Perrita aquí está tu regalo…. Así… es todo  para ti…”  “ ahhh… ahhhh… que delicia … asi.. así … no pares…” El hombre movía de manera acompasada su cadera y la de la joven se unió con destreza al ritmo impuesto por el hombre. Fabiana entrelazó sus piernas alrededor de la cintura de Jacobo y los tacones de sus botas golpeaban la espalda del hombre cada vez que la embestía. “ah… ahh… ahhhh … más… más… sigue… sigue amor…”  Jacobo se detuvo un instante para besar las tetas de Fabiana, cuyos pezones semejaban lanzas, los mamó  con ansiedad y luego dio mordisquitos suaves, antes de arremeter de nuevo contra la vagina de la joven. Cada movimiento la hacía tocar el cielo y  lentamente sintió como el orgasmo se acercaba. El misterioso hombre lo estaba logrando. Su cuerpo se tensó , un escalofrío recorrió su espalda  y su bajo vientre parecía de fuego. El hombre la recostó contra el espejo con fuerza y seguidamente se movió con más velocidad y su respiración era cada vez más agitada: “ toma …. Toma ….. me vengooooo ohhhhhhhhhhhh”

Fabiana pudo sentir con toda exactitud la explosión del pene de Jacobo en sus entrañas,  el semen caliente y espeso inundaba su vagina, acompañado de un gemido ronco del hombre “aughhhhhh!! Amoooooor”. El orgasmo fue intenso y casi sentía que se le iba la vida. Al instante Jacobo se dejó caer sobre el pecho de Fabiana y besó sus pezones con suavidad, ella respondió acariciando su cabeza y revolviendo su pelo. Luego  se quedaron así unos minutos, hasta que el olor del desinfectante del baño los apremió. Fabiana se ajustó el brasier y apuntó su blusa, bajó del lavamos, mientras Jacobo se agachaba a recoger el hilo dental y se lo entregaba, no sin antes olerlo con deleite. Ella sonrió y se lo colocó lentamente, antes de ponerse su leggis. Jacobo por su parte se ajustaba la camisa dentro del pantalón. Se  alisó el cabello y acarició la barbilla de Fabiana: “aunque no lo creas, lo que he sentido hoy no lo experimenté antes con ninguna mujer”  y la besó suavemente. Con mirada maliciosa ella le respondió  “porque yo soy diferente a todas ellas”.

“quiero verte de nuevo” dijo Jacobo con un tono que era casi un ruego  “posiblemente querido… alguna vez”, abrió la puerta del baño y salió sin temor ni vergüenza, ni siquiera cuando vio al calvo que estaba oculto detrás de un arrume de canastas de cerveza que estaban al lado del baño.

 

Agosto de 2014

Datos del Relato
  • Autor: Sundance
  • Código: 30507
  • Fecha: 26-08-2014
  • Categoría: Flechazos
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
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  • Valoración:
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1 comentarios. Página 1 de 1
zami martin
invitado-zami martin 27-08-2014 02:50:40

Mmmmmuy buen escritor,muy descriptivo.

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