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Categoría: Maduras

La Sra. Dayra (2)

Como conté en un relato anterior, estaba teniendo relaciones sexuales una amiga de la familia, la Sra. Dayra, una madura de 42 años (para ser exactos) con la que compartía su cama cada vez que la iba a visitar. Sin embargo, como a los dos meses de estar cogiendomela, surgió un imprevisto que altero el ritmo de nuestras escapadas sexuales. Resulta que la hija mayor de Dayra, que se llamaba igual que la madre, había tenido una hija ya años atrás, pero ahora que había empezado a trabajar, no tenia a nadie que se la cuidara y fue la abuela quien iba a terminar cuidándosela. Con la niña en la casa, se me haría difícil llegar a cogerme a Dayra cuando la iba a visitar, ya que la gran mayoría de nuestros encuentros se daban durante la tarde. Estaba un poco frustrado con la situación, pero no había nada que pudiera hacer aparte de resignarme. Sin embargo, Dayra me dijo que había algo que podíamos hacer antes del lunes, cuando viniera la niña.



 



Dayra tenia una pequeña finca en el interior, que ya había visitado años atrás una vez con sus hijas y la habíamos pasado bien. La casa colindaba con un río, así que uno podía ir a bañarse sin tener que ir muy lejos y uno podía pasar momentos de descanso en ese lugar. Dayra me invito a que fuéramos ese fin de semana, y como la idea no era mala, acepte irme con ella. Le pegue una excusa a mi chica para perderme el fin de semana. Me fui el sábado tempranísimo y recogí a Dayra en su casa. Le pregunte por su casa y me dijo que su hermana pasaría a cuidársela por el día y que la hija venia con la niña el domingo, así que no había que preocuparse por la casa, que estaba bien cuidada.



 



El viaje fue bastante tranquilo, como ampliaron la carretera, cualquier viaje al interior se realiza bastante rápido, sin los retrasos que había años antes. Dayra vestía una camisa sin manga blanca y un jeans y yo iba en mi respectivo suéter y un short de jeans. La casa era sencilla, después de todo, era un lugar para vacacionar, no un palacio. Una sala-comedor, una cocina, un baño y 2 cuartos. El cuarto donde nos quedaríamos, tenía una cama grande con dos colchones encima. Tenía detrás una terraza grande y cerca unos árboles buenísimos para poner una hamaca y dormirse con el fresco. La casa estaba algo descuidada, así que lo primero que hicimos fue limpiarla y barrer el polvo. Como hacia algo de calor, lo primero que hice fue quitarme el suéter. Dayra al verme, me sonrió y le dije que porque no hacia lo mismo. Pero, a diferencia mía, Dayra se quito fue el jeans y se quedo con la camisa, dejándome ver una tanga roja que le había regalado yo en una ocasión anterior. Pasamos unas dos horas limpiando hasta que terminamos y quedamos rendidos. Sugerí que le echáramos un vistazo al río y Dayra se coloco una pañoleta que tenia alrededor de la cintura para taparse algo y nos fuimos camino al río.



 



Al llegar, como no vi a nadie por las cercanías, me quite el short y los calzoncillos para no mojarlos y me metí al agua, que estaba fresca para el calor que hacia. Le dije a Dayra que se metiera, pero no quería, así que se sentó en unas piedras a mirarme mientras yo nadaba algo. Al rato la vi ponerse de pie y quitarse la pañoleta para luego desabrocharse un poco la camisa y se hizo un nudo a la altura del ombligo. Dayra se sentó en la orilla y me le acerque. Salí del agua y mientras más me le acercaba, mi pene iba creciendo y ella lo miraba fijamente. Me pare frente a ella y Dayra se acomodo para empezar a mamarmelo suavemente. Al rato se lo saco de la boca y me dijo que me la cogiera. La jale al agua y me la lleve a donde estaba un poco mas profundo. Dayra rodeo sus piernas sobre mi cintura mientras yo hacia a un lado la tanga y posicionaba mi pene en la entrada de su concha. Al sentir la punta, Dayra se dejo caer y la empecé a penetrar con calma, manteniendo el ritmo y tratando de no perder el balance en el agua. Cogimos un rato así, hasta que Dayra empezó a moverse mas rápido y sentí su cuerpo tensarse hasta que quedo rendida abrazándome. Nos quedamos un rato más allí, hasta que salimos del agua y nos fuimos a la casa.



 



Terminamos de acomodarnos y me puse un short que uso para dormir cuando estoy en la casa y me puse a buscar una hamaca para tomar una siesta mientras Dayra se cambiaba de ropa. Saco de su bolsa una pañoleta más grande, con la cual se tapo todo el cuerpo y quedaba como si fuese una bata, para luego salir del cuarto y ponerse a arreglar unas cosas por allí. Al rato me despertó Dayra, diciéndome que necesitaba que fuera a la tienda en el pueblo cercano a comprar unas cosas para la cena. Me arregle y salí a hacer el mandado. Ya en la tienda, compre las cosas que me encargaron y de mi bolsillo compre un par de botellas de "Nueve Letras" para entonar la noche. Cuando llegue a la casa, me llamo mi chica, así que me senté en un sillón para conversar con ella. Como se supone que estaba con mi familia en el interior, trate de disimular para que no sospechara nada. Dayra al escucharme, se asomo y al verme, se me acerco y se arrodillo frente a mí. Mientras hablaba, me desabrocho el short y me lo quito, para proceder a hacerme una paja ahí mismo mientras hablaba con mi novia. La muy condenada se sonreía y me pajeaba como solo ella sabia, lo que me hacia difícil mantener la conversación. Finalmente pude terminarla, antes de correrme en la cara de Dayra. Comenzó a reírse de lo gracioso que le había parecido y eso. Se limpio con un trapo que tenia y me dijo que ya iba a hacer la cena.



 



Esa noche, una vez terminamos de comer, sacamos el cooler y nos sentamos en la terraza, en una mesita que había y nos pusimos a tomar. Empecé a controlarle los tragos a Dayra, asegurándome de cargárselos de licor y siempre 2 para ella por cada uno mío. A ese ritmo, Dayra no tardo mucho en quedar medio borracha. Acerque mi banca y le metí la mano entre las piernas, comprobando que después del río, había estado todo el día sin bragas por allí. Le metí un dedo y empecé a dedearla mientras Dayra se echaba en la silla dejándose hacer y lanzaba pequeños gemidos. Le saque el dedo, que ya venia mojado y se lo di a probar. Dayra me miraba a los ojos y empezó a chuparme el dedo. Le dije que nos fuéramos a la cama y la lleve de la mano. La acosté a la orilla de la cama y le hice a un lado la pañoleta, le abrí las piernas y empecé a penetrarla. Me la cogi así un rato, hasta que me canse e hice que se virara. Recordé la primera vez que lo hicimos, que no quería ponerse en cuatro y me causaba gracia ver como con el tiempo, a veces ni tenia que decirle que se virara, Dayra misma sabia como me gustaba cogermela y asumía la posición por ella misma. La penetre por detrás, la sujete por las caderas y empecé a darle con todas mis fuerzas, mientras Dayra gritaba al sentir toda mi verga adentro. La vieja cama rechinaba con cada embestida que le daba a Dayra y ella finalmente se corrió quedando rendida en la cama. Al sentir yo mismo que me venia, seguí bombeándola hasta que me corrí como nunca antes lo había hecho dentro suyo. Quedamos exhaustos y Dayra se quedo dormida al rato.



El día siguiente, cogimos un buen rato durante la mañana. Ya al mediodía habíamos subido al carro un par de cosas que se quería llevar y regresamos a la ciudad. Me quede un rato en su casa, conversando con su hija, mi vieja amiga, de todo un poco. Me causo algo de gracia cuando me dijo que su mama si se veía radiante últimamente. Después de eso, mis visitas a la casa de la Sra. Dayra se hicieron mas esporádicas, aunque de vez en cuando, planeamos una escapadita para recordar viejos tiempos.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
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