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Categoría: Sadomaso

la pequeña sadomasoquista

-"Despreocúpate, tu sabes como presto atención cuidando a Claudia, cuando no estás, " Ana María dijo sonriendo a su amiga, mientras acariciaba el cabello dorado de la niña, afectuosamente.
-"Comprendo las urgencias familiares, que se generan cuando una tiene que viajar repentinamente”.
- “Tú no sabes cuanto te lo agradezco”, Alicia dijo.
Mientras ella hablaba, Ana Maria continuó deleitándose al contacto del calor
moderado del cuerpo flexible de la niña que ella apretujaba.
Ella no había tenido ningún hijo propio, nunca se había casado, pero siempre sintió la vocación de cuidar niños ajenos, por ello se había convertido en niñera.
Ahora se estaba convirtiendo en realidad la fantasía de tener una semana entera a su disposición, a esa muchacha vivaracha . No es en realidad lo que una mujer normal de treinta años debería pensar al respecto, pero ello no le impedía tener fantasías y sentirse terriblemente atraída por Claudia.
A su vez la niña astutamente pensó que le convenía quedarse con Ana María,
no fuera a ser que la enviaran a casa de alguna tía lejana insoportable.
-"Esto es excelente Ana María, -¿sería demasiado pedir que te quedaras en casa estos días?, -así la casa no queda sola y tú cuidas a la niña. -O tal vez sea demasiado contratiempo quedarte aquí durante mi ausencia”.
Ana María pensó para sus adentros, mejor dejarla contenta, antes que busque en su trabajo, alguna excusa razonable para no viajar.
y Claudia se apretó sugestivamente contra ella. ¿Existiría la posibilidad que la
niña compartiera sus fantasías eróticas? , que mejor habitat que el propio y familiar para desarrollar naturalmente sus juegos eróticos.
Ana María accedió prácticamente a todos los requerimientos, luego de esto
Alicia la despidió diciendo: - “Voy a empacar algunas cosas; nos vemos mañana aquí antes de mi partida. -¿Estamos de acuerdo?”.
Ana María no noto la mirada furtiva y ansiosa que le dispenso Alicia a su hija,
pues ella estaba consumida en sus propias fantasías incipientes y el
cambio de miradas entre madre e hija pasaron inadvertidos.
Al día siguiente, Claudia, que era una niña más que observadora, había
deducido que la relación entre su madre y Ana María era algo más que
amistosa, había una tendencia muy fuerte para sublimar sus propios deseos.
Si era donde ir a almorzar o de compras, las películas de video, siempre
Alicia consentía a Ana María. Cada vez más evidente cuando ella no le hacía caso a Ana María, siempre le repetía, hazlo de la manera que te indique ella. Esto no era extraño y ocurría desde hacía dos años cuando su padre había fallecido repentinamente.
Era como si Alicia hubiera transferido de algún modo a su hija, un rango de esos sentimientos poderosos de dependencia y consentimiento, que ella le
prodigaba a su esposo antes de su muerte. Al principio, Claudia no supo
exactamente cómo actuar, ante los requerimientos de su madre y optó por tomar sus propias decisiones acerca de la convivencia en la casa.
¿Después de todo, no era Alicia la madre y Claudia su hija?.
Pero pronto se acostumbró a ser la voz cantante, en el quehacer de ambas
y de la relación que llevarían entre ellas en la casa.
La idea brillante de Claudia para moverse con impunidad fue su decisión de
tomar ventaja de la situación con su madre. De allí en adelante, siempre que deseó algo, tal como nuevas ropas, zapatos, o algún CD de música,
no tenía nada más que expresar su deseo por tenerlo y Alicia siempre la
consintió en todo.
Esta codicia casi total por parte de la niña, siguió hasta que terminó aburrida consiguiéndolo todo, allí fue se inició la relación psicótica entre ella y la
amiga de su madre.
Comenzó a ejecutar pequeños juegos sórdidos con la mente de Ana María, al
hacer un contacto eróticamente estimulado cuando están juntas. Claudia goza
jugando con Ana María, y siente los deseos más insospechados acercándose a ella.
Ana María comienza a deleitarse con esta situación, cada vez que la niña se acerca, y se vuelve sensitiva a esos ligeros movimientos de sensualidad.
Cada vez que la niña se acerca, la mente de Ana María tuerce hacia una
oscura reacción de deseo y lujuria.
-¿Qué ocurriría si pudiese ejercitar control erótico verdadero sobre Claudia? -¿Quién pudiera empujar las cosas a su modo, particularmente ahora que no estaba su madre alrededor?.
Creció en ella esa fijación, que se sintió urgida a hallar el momento justo para sobrepasar los limites de la moral, durante esa semana.
La niña concluyó que como durante mucho tiempo hizo lo que quiso con su madre, no tendría inconveniente en hacerlo también con Ana María.
Todo el día siguiente en la escuela, Claudia especuló cómo tomaría el control
de la situación, y lo que haría con ella una vez que esto ocurriera.
Elucubró un plan a realizar, y lo pondría en práctica tan pronto como regresara a la casa. Volvió casi tres horas tarde, consiguiendo que Ana María se alarmara. Claudia consintió que ella le diera un gran abrazo, aunque era
demasiado reacia para ser demostrativa con sus amistades.
En cuanto a ella, se interesaba mucho más en ir descubriendo todo lo que se
pudiera hacer con impunidad, tan lejos diera lugar Ana María.
Ella la había abrazado, sintiendo vibrar los pechos amplios de Annie, contra sus pequeños y atrevidos senos. A diferencia de su madre, que siempre los tuvo más bien pequeños, esos grandes melones le dieron a Claudia ideas lujuriosas acerca de como podría jugar con ellos.
¡Si sólo pudiera conseguir que Annie cooperara en su propia caída!.
Ambas se separaron de mala gana y Claudia aprovechó para golpearle el
trasero ligeramente. Antes que ella pudiera responder a la caricia, la niña
sugirió que examinaran la cocina y consiguieran algo para la cena.
Ana María repentinamente sintió un deseo abrumador por tirar la cautela al viento y hacer también su toque perverso.
Tratando de evitar una emoción erótica caliente, ante la cercanía de la
pequeña, durante la próxima hora ella y la niña prepararon una comida sabrosa, como si nada hubiese ocurrido.
Después de lavar y secar los platos, Claudia toma evasivamente la mano de Annie, la atrae hacia sí y le vuelve a dar un pequeño golpecito abajo, ella
procuró disimular su nerviosidad.
-"¿Bien, Claudia, que deseas hacer ahora?", preguntó ella con tono histérico.
Claudia, decidió que ése era el momento para apretar de inmediato.
Pudo ver el brillo, con calor, en sus ojos. Pasó los brazos alrededor de su
cuello y mirándola fijamente, le preguntó: - "¿Porque no me besas?, has querido hacerlo desde que llegué”.
Annie parpadeó con asombro, pero con el deseo a flor de labios, separados, hambrientos. Como dos jóvenes, la niña le besó enteramente en la boca.
Ella se estremeció con un gemido y sintió como una lengua penetrante resbaló entre sus dientes para hacer tanteos y explorar su interior.
Destellos, fulgor, hambre sexual estrellados dentro de su boca ardiente.
Sí. Esto es lo que ella deseaba desesperadamente. ¡Era su fantasía hecha
realidad por cierto!.
Repentinamente, Claudia rompió el beso y se alejó de su amiga jadeante.
-"Soo, Annie”. – “Esto fue divertido”.- “¿Deseas más?".
-“Siiii”. –“Por favor déjame besarte de nuevo”.
Era casi una suplica, un ruego.
Claudia sonrió con picardía.
-¿Por qué no te sientas en el sofá así puedo lamerte el coño lentamente?"
Ana María parpadeó con asombro. -¿Había escuchado correctamente?
-"¡Qué, que!!!"
Claudia rió nuevamente. Pudo ver la confusión en los ojos de Annie; y el
deseo de ella en aumento, y le repitió:
-“Te dije, porque no me dejas estar abajo; va a ser realmente divertido."
Ana Maria miro fijamente a la niña y le dijo:
-“ Espera Claudia, ¿que es lo que quieres hacer exactamente?.
-“Un juego contigo”, “¿no te va Annie?"
Claudia volvió a reír, apretó el muslo de ella con énfasis diciendo:
-"¿No querías tener sexo conmigo?, o es que ya no lo deseas, - “¿No me vas a dar el gusto?”. “Veo que es inútil, ya no me quieres”
Algo profundo dentro del cerebro de Ana María le gritaba que se detuviera. Justo cuando le abofeteó la cara. ella estremeció todas las partes del cuerpo, y se abandonó definitivamente a su suerte. Se hundió súbitamente en el sofá
a la espera ansiosa del próximo movimiento.
Cuando Claudia empezó a atarla con pañuelos de seda, sintió resbalar jugo por su muslo, y un miedo histérico salido de lo mas profundo de su mente, la hizo luchar contra la mano coercitiva de la niña que la apretaba.
Claudia sonrió y empezó a lamer el muslo de ella. Ana María cerró los ojos
recordando las cálidas tardes con Alicia. La niña también se acordaba muy bien a pesar que era muy pequeña, ¡si hasta tuvo pesadillas perversas!.
Se desabrochó la camisa, su sexo tuvo un espasmo y pudo sentir su humedad, comenzó a desabrochar la blusa de Annie, -“por Dios, niña rogó ella”.
Cuando la blusa estuvo totalmente fuera, desabrochó el sostén y lo tiró lejos; la admiró mientras pensaba, que mujer grande y que firmes tiene los pechos.
-"Ahora, Ana María quiero que esperes aquí, mientras que consigo algunas cosillas.
-"¿Que vas a hacer? Ana María preguntó apenas con un cuchicheo, con sus
ojos dirigidos a sus rodillas, para abstenerse de mirar a Claudia.
Claudia respondió: -“nada, simplemente lo que hacías con mami”.
Miró de nuevo los pechos desnudos, y rió sarcásticamente.
-"¡Ya!, mientras que voy a buscar los arneses, quiero que te quites las bragas y me esperes completamente desnuda".
Ana María sólo movió su cabeza asintiendo.
Tal vez si continuaba obedeciendo la recompensa sería mayor, luego.
Así cuando Claudia retornó unos minutos después con su bolsa de juguetes encontró a Ana Maria sentada en el sofá, completamente desnuda.
Un pellizco en el pezón extrajo chillidos de dolor.
"Claudia, no hagas eso, me haces daño. Me dejaré atar y podrás jugar a tu
antojo, pero sin sufrimiento".
-“Como tu quieras, pero piensa que soy tu ama y tu la esclava, deberás
acceder a mis deseos desde este momento”.
-“Ambas sabemos que tu deseas que te azote, y que juegue con tu cuerpo de niña grande”.
Ana María comienza a sollozar. Reconoce que la niña tiene razón.
-"Por favor vida, no lo hagas", suplica
-"Pero yo sí quiero, grandísima perra ", -“Si me satisfaces en todo, te dejaré
lamer mi coñito pequeño”, -“¿verdad que lo deseas?”.
“¡Si!!!” dice Annie entre chillidos, realmente lo deseo, daría todo por lamerte un poquito".
-"Entonces lleva tus manos atrás de modo que pueda atarte las muñecas."
Ana María sumisa lleva sus manos a su espalda, Claudia camina detrás de ella
y le ata las muñecas con la cuerda. Después lleva el cordel a la parte inferior de sus piernas, la hace arrodillar y la tensa, sujetando los tobillos, luego revisa que Annie esté firmemente sujeta.
El tormento deja lugar a una esperanza, si ella se somete tendrá luego su recompensa.
Claudia le acerca su coño a la cara, y cuando ella intenta lamerla, se separa
y la insulta, -“eres una mujer sucia y depravada”, ahora verás lo que te hago,
extrae de la bolsa una mordaza oval, la que mete en su boca y la sujeta fuerte
a su nuca.
-"Ahora veremos si puedes chillar, mientras juego con tus tetas".
Annie baja la cabeza rápidamente para dejar entendido a su atormentadora que ha entendido la amenaza.
Claudia extrae del bolso un brocado de cuero que coloca a Ana María alrededor de sus tetas y lo engancha por detrás. Toma los pezones y estira los pechos, se ponen pálidos y puntiagudos, entonces empiezan a latir y vuelven los colores, primero rosa pálido hasta llegar al violeta.
La niña comienza el manoseo, pellizcando, apretando, hasta que al fin pone dos pinzas, una en cada pezón unidas por una cadena.
Claudia se ríe con gusto, pasa su dedo índice por la raja y la nota completamente mojada la vagina de Annie es una mezcla de flujo y de incontinencia, los dedos de la pequeña salen llenos de una sustancia blancuzca, que ella evalúa en su apariencia .
"Annie veo que no me equivoqué, siempre supe que gozarías realmente con la humillación y el dolor
Ella se sonroja y quiere hablar, la complace y retira la mordaza oval de su boca púrpura.
-"Si yo hubiera sabido que tu eras una pequeña perversa, ya hace tiempo que estaríamos realizando estos juegos sexuales”. Pero todavía puedo compensar el tiempo perdido.
-¡Mujer sucia y perversa!", grita la niña exacerbada.
Ana Maria inclina su cabeza, con cierta aceptación, que de ahora en adelante, ella sería verdaderamente el juguete, poseído por la hija de su amiga más cercana.
Ana María se lamenta ruidosamente, Claudia le ordena –“ empieza a chupar
mi tetina inmediatamente”. “¡ahora la otra!”
-“¡Usted no esta chupando con ganas!”
- ¿Dónde está mi azotador?"
Ana Maria, oyendo a Claudia amenazarla con el azotador, redobla sus esfuerzos por complacerla, pero en vano. Ella clama y se excusa pero es
inútil quería escucharla chillar esa tarde, así que la fustiga en las tetas.
Ana María tiembla, "sí cariño"
"Bien, ello me hace muy feliz si mi Annie me suplica lo suficiente como
para dar otro golpe repentino a sus tontas tetas.
"Venga con su nena".
Ana María lucha para retener esas palabras, pero termina suplicando por otra atención erótica.
-"Por favor, Claudia, Por favor, dame otro golpe repentino con tu azotador, castígame por ser una mala mujer".
La niña le dedica una dulce sonrisa, -" ésta es la mujer sucia y desaliñada de su pequeña nena."
-"¡Acá estoy de vuelta !" y restalla el azotador por el aire, pero esta vez busca la parte de los labios pulposos de abajo, es un golpe verdaderamente feroz,
Ana María, incapaz de retener el chillido agudo de la agonía que escapa de sus
labios, se cae y retuerce en el suelo, gritando de dolor.
"Es inútil, sabes que no puedes cubrirte con los brazos de modo que te daré otro allí en el suelo”.
El cuerpo entero de Ana María tiembla de miedo y dolor, restalla nuevamente el azotador.
Ana María se mueve en el suelo tratando de esquivar los azotes.
Claudia comienza a dar alaridos_”¡ Enderézate perra, enderézate!”
Ana María se endereza de mala gana, lentamente. Llorando y a grandes gritos.
Claudia , la mima y la acaricia, lamiendo las partes enrojecidas por la fusta
"Bien, Annie. ¿todavía te está doliendo?"
"Sí, Claudia, " Annie solloza. "yo amo ser dominada por usted, lo necesito.
Por favor no me dejes."
-"Esta bien mi hermosa puta". "Tú sabes que te quiero."
Ana María se avergonzó que ella pudiera enterarse que había gozado el castigo en forma intensa.
Claudia estaba en el paroxismo de la lujuria erótica, atormentando a esta mujer adulta, de modo que movió su mano muy dentro de ella todo alrededor provocando espasmos vaginales incontrolables.
-"Placer y dolor, Annie. Dolor y placer”. Esto es así cómo debe ser. Yo no te dejaré tener uno sin el otro. Sabes que esto es verdadero.
-“Annie”: -“Si quieres experimentar placer, debes rendirte al dolor que yo te inflija”.
Cuando la pura agonía infernal, tomó posesión de su cuerpo y mente, ella arribó a la combinación de dolor y éxtasis. Su control de vejiga se perdió y un goteo de néctar áureo escapó mojando las piernas.
Claudia bebe con ansiedad la preciada entrega.
Más tarde, esa noche, cuando ya ella se haya olvidado del castigo que la niña le infligiera, solo quedarían las marcas del cordel que aprisionaron sus muñecas.
Temblando aún después de saborear a su nueva Señora por primera vez,
piensa que cuando Alicia vuelva, ella ayudaría a la pequeña, cuando llegara
el tan esperado momento de atar a su madre.

martamarques
Datos del Relato
  • Categoría: Sadomaso
  • Media: 5.32
  • Votos: 82
  • Envios: 6
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Alyek Dine
invitado-Alyek Dine 18-03-2004 00:00:00

Dejame decirte que entonces es horrible y patológica tu imaginación. Gracias a Dios que es solo un cuento como usted dice y no un relato, pero de todos modos es de muy mal gusto.

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