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Categoría: Maduras

La mejor semana de mi vida

Hace un par de años, mi madrina se iba a pasar una semana de vacaciones en el interior del país y se iba con mi abuelo. Como no querían dejar la casa sola, quedamos en que yo iba a cuidársela mientras se iban. Ese primer día transcurrió todo normal, tenia toda la casa sola para mi, suficiente comida para toda la semana y nadie que me molestara. En la tarde, estaba sentado leyendo una revista en la terraza de enfrente cuando de reojo vi que había alguien regando las matas en la casa de al lado. Eche un vistazo y vi que era una Sra. como de 40 y tantos años. Razone que si iba a pasar toda una semana ahí, no me hacia mal conocer a la vecina, no fuera que pasara cualquier cosa y necesitara ayuda. Así que me le acerque. Se llamaba Judith, vivía sola con el hijo, pero como era verano este se encontraba de paseo también. Resulto bien amigable la Sra. Ahí de cerca, si la chequie mejor…cabello corto con tintes de rubio, la piel la tenía como bronceada, con un buen par de tetas y un culazo de película. Se veía mucho mejor que un par de chicas con las que he salido. Ese día tenia puesto un suetercito amarillo y un short negro.



Al día siguiente, cuando me paro, estaba desayunando en la terraza atrás en la casa. Como la cerca tenia unos ojuelos que dejaban ver al otro lado, pude ver como Judith estaba tendiendo ropa y eso. Como no vi nada fuera de lo normal, seguí en lo mío, pero al rato, algo me hizo prestarle más atención. Al rato, veo q pasa y veo que llevaba el mismo suéter del día anterior. Si embargo, cual fue mi sorpresa al ver que abajo iba luciendo unas lindas bragas celestes. Como un rayo quede en la cerca y le di los buenos días a mi vecina, la cual actuaba como si nada ante mi presencia. Pensaría uno que se taparía o se pondría algo, pero no. Al día siguiente fue lo mismo, un suetercito igual al que tenia el día anterior y abajo las bragas solamente, esta vez de color blanco. Ese día conversando, me dijo que antes de irme, me haría una cena casera, para variar el menú que tenia en la refrigeradora.



Al día siguiente, nuevamente me encontraba en la terraza de enfrente. Como las casas están bastante pegadas, pude oír a Judith tomando una ducha. Recuerdo que la pluma se cerró y no pasó un minuto cuando vi a Judith echando agua a las matas afuera vistiendo solo una batita que le llegaba un poco más arriba de los muslos. Sabia que no era posible que entre cuando ella salio del baño y cuando la vi, hubiera tenido tiempo de vestirse, eso solo significaba que debajo de esa bata estaba prácticamente encuera. Obviamente quede conversando con ella, lujuriándola por un buen rato. Me contaba cosas de su vida y una de las cosas que mas me llamo la atención fue un cuento que me echo sobre como a veces cuando iba al súper y eso, se encontraba a un muchacho jardinero que le tiraba piropos y eso. Ella me decía que siempre regañaba al pelao, pero que en el fondo se sonrojaba, pensando en como alguien como ella todavía podía atraer a un hombre. Los siguientes días fueron aburridos, con Judith saliendo a hacer mandados y eso y no regresaba en un buen rato. Eso fue hasta mi penúltimo día allá.



Ese día temprano, Judith me dijo que esa noche cenaba en su casa, que me iba a preparar algo rico. Espere con ansias mientras pasaban las horas y finalmente llego el momento. La cena tuvo bastante buena. Cuando termino, yo hice ademán de que me iba, pero Judith me dijo que si quería me podía quedar mas tiempo. Aproveche para regresar a la casa y trancar todo y regrese donde Judith. Cuando entre a la sala, Judith vestía solo la batita que ya antes le había visto. Había puesto música y me saco a bailar. Luego me brindo un trago de seco. Trago va y trago viene y quedamos sentados en el sofá. Yo le miraba descaradamente los muslos a Judith, que se percato y me pregunto si veía algo que me gustara. Yo le conteste que si, pero que no veía suficiente. Judith me sonrió, se puso de pie y se empezó a quitar la bata. Usando solo unas bragas turquesa me pregunto si ahora podía ver bien mientras se sentó a horcajadas encima mío. Acerco sus labios a mi oído y me dijo que quería que me la cogiera. Empecé a manosear sus nalgas primero y luego subí a sus tetas, pellizcándole los pezones mientras me daba tremendo beso de lengua.



Termine quitándole las bragas y nos acomodamos ahí mismo en el sofá en un 69 de lujo. Judith arriba mío, me chupaba la verga con fuerza e incluso me lamía las bolas mientras me pajeaba. Yo por mi parte, estaba empapado por los jugos de Judith, lamiéndola como loco. Judith cambio de posición y termino montándome, cabalgándome como poseída, arañándome el pecho. Con cada embestida Judith gemía de placer y al final nos vinimos juntos, quedando rendida encima mío. Al rato quedamos en la cama y seguimos cogiendo hasta quedar dormidos y una vez mas en la mañana, mientras nos bañamos juntos. Nunca mas la volví a ver, pero sin lugar a dudas, me dejo un recuerdo que nunca olvidare.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
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