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Categoría: Maduras

La loca abuela de mi señora

Mi señora me informó que nos tendríamos que quedar al cuidado de su abuela por dos semanas. La verdad, me molesto mucho en un principio, ya que la abuela era un cacho. A sus 70 años, su memoria estaba completamente perdida y había que cuidarla todo el rato, según escuche a mis cuñadas y a mi suegra, que tenían que dejar cortado el gas por miedo a que fuera a incendiar la casa, las puertas con llave para que no saliera a la calle y se perdiera etc. A veces entraba a la cocina y le agregaba condimentos a las comidas, pensando que era ella la que cocinaba etc.



 



Trate de que se quedara con mi cuñada, pero mi señora me dijo que a ella ya le había tocado en dos oportunidades tenerla en su casa y que a ella también le incomodaba la situación, pero que no podía hacer nada, ya que mi suegra , que era la que la cuidaba , se realizaría una operación y tendría que estar esas dos semanas con reposo.



 



Llego la fecha de la operación de mi suegra y la abuela llegó a la casa. Ya desde el primer día me fijé que la abuela estaba mucho más perdida de lo que decían. A veces comenzaba a hablar algo y terminaba hablando de cualquier otra cosa. O terminábamos de almorzar y ella pensaba que estábamos cenando, lista para ir a acostarse. Otro día andaba buscando maderas para prender la chimenea y estábamos en pleno verano etc. etc.



 



A la finales me acostumbre a su presencia y me daba risa de las cosas que hablaba. Que tenía que ir a buscar a las niñas al colegio ( a mi señora y mi cuñada de 40 ) y cosas por el estilo.



 



Un día en que me encontraba yo afeitándome en el baño, con la puerta abierta, entró y sin decir nada se subió la falda y comenzó hacer sus necesidades a mi lado.



 



Justo en ese momento mi señora había ido a comprar al negocio de la esquina. Me tomo por sorpresa la actitud tan desinhibida de la abuela, pero de todas formas, la curiosidad me llevó a desviar la mirada y ver sus flacas piernas y su viejo sexo apenas poblado de vellosidad.



 



La visión de esa vieja mujer, quieran o no, me causó algo de excitación, pero no al punto de querer follarla o algo parecido, solo una leve excitación, ya que si o si, era una mujer desconocida, que me mostraba su sexo sin importar que yo la viese.



 



Cuando llegó mi señora de comprar, le comenté lo sucedido y ambos no matamos de la risa, claro que no le comenté lo que había sentido.



 



Una tarde, en que mi señora se encontraba trabajando y la empleada tenía la tarde libre, me encontraba solo en la casa con la abuela, cuando nos encontramos en el pasillo de la casa. Me preguntó si las niñas ya se habían ido al colegio y como yo ya me había acostumbrado a seguirle la corriente, le dije que si, que recién se habían ido. Luego me dijo que ahora si se encontraba bien, que ayer le dolía la cabeza, pero que ahora si tenía ganas. Me llamo por el nombre de su difunto marido, a si que me di cuenta de lo que me estaba proponiendo.



 



¿De verdad Nona ? ( como le decía mi suegra , yo la trataba de señora Norma )



Claro Carlos , aprovechemos que estamos solos y las niñas no regresan hasta las 6, ando con ganas



 



Carlos era el nombre de su marido, y la propuesta, me trajo las imágenes de la viejita con su falda levantada



 



¿O tu no tienes ganas? ( me dijo, tocándome la verga por sobre el pantalón?



 



Al sentir esa débil caricia entre mis piernas, mi verga reaccionó inmediatamente y sin dudarlo, sabiendo que mi señora no regresaría si no hasta las siete, pensé en probar una experiencia nueva.



 



Tu sabes Nona que siempre ando con ganas



Que bueno .. yo también ando harto caliente, vamos al dormitorio



 



Me tomo de la mano y me llevó a su cuarto. Colocándose al otro lado de la cama, la abuela comenzó a sacarse la ropa. Poco a poco fue apareciendo ese delgado cuerpo, sus piernas delgadas, marcándose los huesos de sus caderas, y sus pechos, largos y completamente caídos, con dos pezones muy oscuros. Yo solo andaba con traje de baño y polera, a si que en un segundo, quede también desnudo, mientras la abuela se acomodaba en el medio de la cama , con sus piernas abiertas, y su mano acariciándose su despoblado sexo. Me coloque entre sus piernas y apuntando mi verga a esa vieja abertura traté de metérsela, pero la abuela estaba completamente seca y no había caso que le entrara



 



¡hay mi amor! .. ¡que vienes duro! .. parece que te tenia hace rato con ganas!... ¡mira que ni me quiere entrar!



Anoche cuando no quisiste me dejaste entero de caliente Nona



Uhh se nota .. ¡mira que dura la tienes …!



Tócamela con tu mano …..



¿Asi? .. te encanta que te la toque



Si me encanta …



Parece que hoy la tienes mas grande … La tienes muy rica …. ¡déjame chupártela!



¿Quieres chupármela?



Tu sabes que me encanta .. anda … déjame chupártela que muero de ganas



 



No le discutí a la abuela y me acomodé de espalda en la cama mientras la abuela movía su delgado cuerpo a su lado, y tomándomela con su huesuda mano, le dio unos cuantos movimientos, para luego llevársela a la boca.



 



No puedo decir que la chupaba de una manera exquisita, ni fuerte, si no todo lo contrario, era una chupada muy suave, torpe, con la boca demasiada abierta, pero ver a esa anciana chuparme la verga, me provocaba un morbo increíble.



 



Me quedé ahí disfrutando del espectáculo, hasta que la abuela se incorporó y me dijo que ahora era mi turno. Se coloco en mi posición y nuevamente abriendo sus huesudas piernas, me mostraba su viejo sexo a la espera que yo le hiciera un trabajo oral. Con la calentura que tenía en el momento no me detuve ni un momento a pensar y acto seguido, mi lengua estaba dentro de la concha de la abuela, haciéndola gemir de placer.



 



Oohhhhhhhhhhh….¡¡¡¡ papito !!! ……. ¡que rico me la chupas! … sigue así …… Hooo … como me tienes!



 



Mi lengua no dejaba de trabajar en el coño de la abuela tratando de dejárselo lo mas mojado posible, para poder penetrarla. Mis manos se apoyaban en sus delgadas piernas, abriéndoselas al máximo para dejarme hacer bien mi trabajo.



 



Luego me monte sobre ella y me llevé esas flácidas y largas tetas a la boca. No podía creer la locura que estaba cometiendo al estar chupándole las tetas a esa vieja de 70 años, y disfrutando con su delgado cuerpo, mientras ella gozaba tomándome con su mano la verga y pasándosela por su sexo, tratando de metérsela. De repente al parecer su viejo sexo se abrió un poco y mi verga entró un par de centímetros. Ella dio un pequeño gemido y me pidió que se la metiera con cuidado, que le dolía un poco. No fui malo y tomándole su delgado culo con mis manos, haciendo todo el peso de mi cuerpo en mis brazos, fui poco a poco penetrándola.



 



- Ahaaaaaaaaa.. ¡Carlos … estas como un toro! … ¡ la tienes tan dura que casi ni me entra!!



- Ahhhhhh estas durita Nona



 



La abuela soltó mi verga que ya le entraba hasta casi la mitad y poniendo sus manos en la espalda, me guiaba en la penetración. Ya su viejo sexo se había dilatado y comencé a metérsela y a sacársela suavemente, haciendo que este se acostumbrara a mi tamaño. Su sequedad y su estreches, mas todo el morbo de la situación, me causaba un tremendo placer y casi no me podía contener. La abuela gimiendo comenzó a pedirme que me corriera al mismo tiempo que ella …



 



¡¡¡¡Ahora !!!!!! que ya no doy mas!!! Ahhhhhhh



Ahhhhhhhhhh toma



AAAAhhhhhhhhhhhh como me llenas mi amor Ahhhhhhhh !!!!!!!



 



Mi verga comenzó a botar una gran cantidad de semen en el interior de aquella vieja mujer, lubricándolo aun más, sintiendo como esta ya comenzaba a rebalsarla, mientras ella aferrada fuertemente a mi espalda gemía en mi oído fuertemente cada vez que se la enterraba.



 



Su respiración estaba completamente agitada, incluso me dio un poco de susto, al pensar que le podía dar un ataque al corazón o algo así.



 



Por unos 10 minutos estuve entrando y saliendo de la abuela hasta que mi verga comenzó a ponerse un poco mas blanda. Ya ella solo era capas de recibir y quieta en la cama, con las piernas abiertas, alojaba a mi verga entre sus piernas, mientras yo le continuaba chupando sus flácidas tetas.



 



Me salí de ella y vi como la abuela aun permanecía con las piernas abiertas y su concha estilando con mi semen y una cara de completo cansancio y satisfacción.



 



Recién ahí recuperé un poco la cordura y mientras la abuela me pedía que me recostara a su lado para hacernos cariño, me dio un poco de repulsión la situación, y mirando la hora, le dije que ya iban hacer las 6 y que las niñas ya estrían por llegar. La abuela se levanto a duras penas y se vistió. Eran las 5:30 de la tarde. Prendí la televisión y la dejé ahí viendo un programa. Al rato la abuela dormía placidamente sentada en el sillón. No metí ningún tipo de bulla hasta que llegó mi señora y encontró a la abuela dormida.



 



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