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La inocencia de Justin Wright

~Cada mañana mi hermano mayor me despertaba a las 7 de la mañana para que me preparara para ir al insti. Jo, con lo que yo adoraba dormir y con lo que odiaba madrugar. El muy estirado no tenía ningún problema, ya podía pasarse toda la noche sin dormir que no lo notaría, pero si yo perdía al menos un segundo de sueño no era persona. Siempre se lo decía, pero Peter, mi hermano, siempre me respondía que no fuera perezoso, que madrugar es muy bueno. Será bueno para los vampiros, porque lo que es para mí....

 

Lo digo en serio, a mí me sienta fatal. Si no duermo mis doce o catorce horas me entran dolores de tripa y me entra mucho frío. Jo, aunque estemos en agosto y a cuarenta grados me entran temblores y paso mucho frío. Incluso una vez Peter me llevó al médico para ver por qué me pasaba eso, sin embargo, la doctora me miró con cara rara, como si yo me lo estuviera inventando. Qué persona tan desagradable, ¡la odio!

 

El caso es que esa mañana no iba a ser diferente y mi hermano vino a mi cuarto a despertarme.

 

-Justin, no me seas marmota y levántate-exclamó zarandeándome.

 

-Zzz… 5 minutitos más…-farfullé.

 

Para mí no hay nada más dulce que cuando uno se despierta y al mirar el reloj se da cuenta de que puede seguir durmiendo. ¡Es como si te comieras un algodón de azúcar mientras ves un arco-iris subido en un poni rosa! ¡Es el colmo de lo dulce! Vale, he exagerado, eso más que dulce es muy gay, pero me habéis entendido.

 

-¡De eso ni hablar! ¡Arriba o le cuento a todo el mundo que aún duermes con un gatito de peluche!

 

Pegué un salto de la cama debido al sobresalto y le miré suplicante.

 

-¡No, eso no, hermanito, por favor!-abracé al gatito-. ¡Si alguien se entera de que duermo con Misi-misi se reirán de mí!

 

¿Acaso es tan malo dormir abrazado a un peluche? Está calentito y es suave, ¿por qué todo el mundo tiene que criticar los gustos de los demás? Por culpa de esa gente que critica lo que le gusta a los demás tenemos que dejar atrás las cosas que nos gustan, tenemos que dejar atrás nuestra infancia. ¿Alguien ha dejado el biberón o el chupete por gusto? No, ha sido porque alguien mayor que siga usándolos es el hazmerreír. No sé qué tiene de malo beber en biberón, es algo que no tiene porqué ser criticado.

 

El caso es que daba igual lo que le dijera, Peter me dijo que tenía 20 segundos para levantarme, así que conté mentalmente hasta ese número y después me levanté. Me fui al baño y me miré en el espejo. Ya se acercaba el verano, así que iba con pijama de manga corta y pantalones cortos, además, tenía los pelos tiesos y tenía cara de sueño. Me lavé la cara y los dientes y bajé a desayunar. Cuando llegué, Peter ya estaba totalmente listo tomándose sus huevos y su bacon.

 

-¿Todavía no estás vestido?-suspiró.

 

-Queda una hora para que empiecen las clases-bostecé.

 

-Mejor, así estamos un rato aquí y nos vamos relajando.

 

-Esa no es la razón por la que madrugamos y lo sabes-fruncí el ceño.

 

-¿Cómo dices?-espetó molesto.

 

-Madrugamos porque tú no duermes por las noches y estás deseando que amanezca para levantarte debido a que no puedes dormir.

 

-Vaya, si mi hermanito pequeño tiene un cerebro-sonrió. ¿Y qué si es así?

 

-¡Pues que no me arrastres a mí también tan temprano!-inflé los mofletes.

 

-Anda, cómete el desayuno-sorbió su café.

 

Lo miré enfurruñado, pero él mantuvo la mirada fija en su taza. Mi hermano apenas dormía por las noches, y lo curioso es que no se le notaba, ni tenía ojeras ni tampoco parecía cansado. Sin embargo, los hermanos pequeños notamos esas cosas y yo sabía que estaba sufriendo por lo de mamá y papá. Yo también lo pasé mal en su momento, ¡pero debía superarlo ya, que llevábamos muchos años con la misma historia, jo!

 

Me comí toda la comida y tras decirle que estaba muy rico aún molesto, me fui a ver un rato la tele. Por las mañana temprano las series que echan son muy aburridas, así que subí de nuevo a mi cuarto a vestirme para hacer tiempo. Mientras me ponía la ropa y tal me imaginaba a Peter en el salón llorando y hundiendo la cabeza en la mesa por si aparecía yo, aunque lo cierto es que nunca le había visto llorar. Me consta que ha llorado, porque lo he oído, pero no permite que me acerque cuando está llorando.

 

Después de una hora en la que sólo podía pensar en lo hermosa que era mi cama y lo que me gustaba que me acariciara con las sábanas, salimos ambos al instituto. Durante el desayuno Peter se había bebido tres cafés, de modo que imaginaros la energía que tenía.

 

-¿Sabes? Una tortuga te acaba de adelantar-me recriminó.

 

-Es que tú vas medio drogado por el café. Déjame a mí tomar café y…

 

-¡De eso ni hablar!

 

Sólo tenía un año más que yo y mientras que él ya podía tomar café, yo me tenía que conformar con nesquik por las mañanas.

 

Seguimos andando (si es que lo suyo podía llamarse andar, porque a mí me parecía que daba zancadas de tres metros…) y vi un gatito que se metió entre los arbustos.

 

-¡Mira, hermanito!-exclamé emocionado-. ¡Qué monada!

 

-¡Achú! Ya decía yo que me estaba atacando la alergia. Cómo odio a esos bichos.

 

-Estás amargado-volví a inflar los mofletes.

 

-Venga, date prisa, que llegamos tarde.

 

Me pregunté a mí mismo que cómo íbamos a llegar tarde si vivíamos a 5 manzanas del instituto y habíamos salido con media hora de tiempo hasta que tocase la campana.

 

Yo quería mucho a mi hermano, a pesar de que desde que cambió ha sido muy arisco conmigo. Procuraba entender lo duro que fue todo esto para él y por eso era tolerante con él, aunque había veces que se pasaba.

 

-Pues ya hemos llegado-anunció-. Nos vemos aquí cuando termine el club de teatro.

 

No estábamos en la misma clase (gracias a Dios), de modo que al llegar nos separábamos y cada uno iba a la suya. Lo más gracioso de todo es que tenía que esperar a que terminara sus tareas extraescolares para ir a casa cuando yo no tenía ninguna. Me tocaba esperarlo en el instituto un montón de horas sin hacer nada. Le había propuesto alguna que otra vez que me fuera yo solo andado y su reacción era de rotunda negación. ¡Qué idiota, que yo ya tengo pelo en los… ya sabéis!

 

Nos despedimos y me encaminé a clase. Al menos ya era viernes y al llegar a casa podría relajarme viendo un rato la tele. Ese día ponían Iron man y me apetecía verla. Cuando entré no había nadie, obviamente, porque faltaban 25 minutos para que empezaran las clases, así que me senté en mi sitio y eché una cabezada.

 

_________________________________________________________________________

 

Me despertó una bola de papel que alguien me había tirado. Al abrir los ojos la clase estaba casi completa y por eso no pude saber quién me la había tirado. La abrí y ponía: “Si encuentras el espejo hallarás tu conejo”. Saqué el móvil para usar la función de la cámara y pude comprobar que me habían pintorreado toda la cara. Me habían pintado pestañas y varios penes apuntándome a la boca. Por toda mi cara ponía: “gilipollas”, “maricón” y esas cosas.

 

-¡Oh, Dios mío, Justin!-gritó Ann Bulkley.

 

Era la novia de Jordan Macpherson y la chica más “sueltecilla” de toda la clase. Su novio, que estaba a su lado, también miró horrorizado.

 

-Cielo santo, ¿quieres que te prestemos un pañuelo?-me ofreció Jordan.

 

-Sí, por favor-dije cabizbajo.

 

Sacó un pañuelo del bolsillo y me lo ofreció. Cuando me puse a limpiarme, empezaron a reírse a carcajadas. Yo les miré extrañados y Ann me señaló con el dedo carcajeándose:

 

-Gilipollas, ese pañuelo estaba lleno de tinta negra, ¿cómo no lo has visto? ¡Jajajaja!

 

Miré horrorizado el pañuelo y así era, estaba lleno de tinta negra y por lo tanto, mi cara también. Volvieron a reírse de mí y a mí me entraron ganas de llorar.

 

-¿Vas a llorar, nenaza? ¡Jajajaja!-se rió Jordan.

 

-Va a llorar, va a llorar-le siguió Ann.

 

-¡Yo… sniff… Yo…!

 

De repente la puerta de la clase se abrió y apareció Jared Davis, el repetidor. Tenía 16 años, la edad de mi hermano, y sin embargo estaba con nosotros porque había repetido el año pasado. Miró a Jordan y a Ann con una sonrisa arrogante.

 

-Vaya, vaya-empezó a decir. A pesar de que tengo dicho a todo Dios en esta clase que no se toque lo que es mío, os habéis atrevido a mancillar a mi Justin.

 

-¿J-jared?-soltó sorprendido Jordan.

 

Jared Davis era mi salvador. Siempre que alguien me hacía algo él iba y me salvaba. Yo nunca se lo había pedido, pero él lo hacía, y por eso era mi único amigo en el mundo, el único que se preocupaba por mí.

 

Se acercó a la mesa de Jordan y le pegó un puñetazo en la nariz. Acto seguido, cuando éste cayó al suelo, lo recogió por la solapa de la camisa y le dio otro puñetazo.

 

-Ése es por tu novia, porque no puedo pegar a las chicas-sonrió ampliamente a Ann.

 

-¿E-estás bien?-corrió Ann en su auxilio.

 

-Pues no queda otra-se giró hacia mí sonriendo-, tendremos que saltarnos la clase para ir al baño a limpiarte eso, Justin.

 

-Sniff… S-sí…

 

Se acercó a mí y colocó sus manos en mis mejillas alzándome la cara para que le mirara.

 

-Vamos, no llores, pequeño, que ya está todo arreglado-me susurró.

 

-Gracias…-sonreí como pude.

 

Me pasó el brazo por encima del hombro y echamos a andar hacia la puerta, entonces se giró y le dijo a Ann:

 

-Dile a Angela que Brent nos ha llamado para que le ayudemos. Ya me encargaré yo de convencerlo de que apoye nuestra versión.

 

Salimos al pasillo y todo el mundo de la clase siguió a lo suyo. Éste no era el primer día que habíamos tenido escenitas de este tipo, así que ya estaban acostumbrados.

 

Ya en el pasillo yo seguía llorando, cosa que hizo que Jared estuviera en silencio para no agobiarme. Nos cruzamos con un chico que salía de una de las clases de curso superior y se nos quedó mirando. Parecía que iba a seguirnos, pero al final se fue para otro lado.

 

-Ése es Rick Jones, es la persona más gilipollas del mundo-se rió.

 

-Me suena de algo-comenté pensativo.

 

-¡Anda, si sabes hablar!-me dio un golpecito en la cabeza-. No llores por esos payasos, Justin.

 

-Lo siento, no puedo evitarlo-le dije triste.

 

-Yo estoy aquí para protegerte, ¿no? Pues entonces no pasa nada.

 

Al decir eso sentí algo raro, como si mi pecho se sintiese caliente. Le miré y le sonreí con todas mis fuerzas dándole las gracias. Me gustaba ir con Jared, era un chico muy divertido y siempre que me sentía mal me animaba. No sé por qué tenía interés en mí. Él me dijo que era porque odiaba las injusticias, no obstante, yo creo que era porque se aburría o algo así. Yo era una persona bastante aburrida, así que no entendía el porqué.

 

Poco antes de abrir la puerta del baño de chicos, ésta se abrió por sí sola y aparecieron dos personas: un chico y una chica de cursos superiores.

 

-¿Eh?-soltó el chico abrochándose el cinturón-. Ah, eres tú-soltó molesto.

 

-Vaya, pero si es el gran Axel McArthur-sonrió arrogantemente Jared-, y tú debes de ser su última adquisición.

 

-Mira, yo no soy una inquisición de esas, ¿vale?-respondió la chica.

 

-Como siempre, un nivel de inteligencia digno de ti, Axel.

 

-No me puedo quejar-se encogió de hombros.

 

El chico dirigió su mirada a mí un momento examinándome de arriba a abajo con indiferencia.

 

-Y esta debe de ser tu última víctima, ¿no?

 

-¿Víctima?-respondí confundido.

 

-Este tío se cree que soy un vampiro-me explicó Jared.

 

-Sí, claro-añadió Axel irónico.

 

-Yo soy Justin Wright, mucho gusto.

 

Le ofrecí la mano, pero el tal Axel me respondió con una mirada que hizo que me encogiera un poco de miedo.

 

-Los modales no sirven de nada con los gorilas, Justin-se rió Jared.

 

-Vámonos, Débora-le dijo Axel a su pareja.

 

Ambos echaron a andar y se alejaron de nosotros.

 

-Por cierto-comentó Axel desde la distancia-, no sabía que también te iban los tíos.

 

Jared sólo sonrió a su comentario y me acompañó a entrar al baño. Cerró la puerta tras de sí y me empujó delicadamente hasta los lavabos.

 

-Qué tipo tan raro. No sé si decir que ha sido amable por no comentar nada de mi cara o si decir que ha sido totalmente arisco-observé.

 

-Si quieres mi opinión, yo lo odio con todas mis fuerzas-sonrió.

 

Miré al espejo y volví a ponerme triste al ver cómo me habían dejado la cara. Entonces Jared me tapó los ojos y me susurró al oído:

 

-Cierra los ojos, que yo te la lavaré.

 

-S-sí…

 

Me colocó la cabeza justo delante del grifo y me mojó un poco la cara, después se echó jabón de ese de mala calidad que hay en el instituto y restregó sus dedos por toda mi cara para eliminar bien los restos de tinta. Por último, me aclaró.

 

Abrí los ojos y me vi a mí mismo otra vez con la piel totalmente limpia, lo cual me hizo muy feliz. ¡Casi empiezo a dar saltos de alegría! Me abracé a Jared emocionado y él me correspondió. Entonces acercó su cabeza a mi oído y volvió a susurrar:

 

-Yo te he ayudado antes, ¿no? Ahora te toca a ti ayudarme a mí con esto-se agarró el miembro descaradamente.

 

Cuando susurraba me sentía raro.

 

_________________________________________________________________________

 

Lo siento mucho, hermanito, pero no soy el chico inocente y dulce que piensas. A pesar de que crees que soy un bebé, ya he hecho cosas pervertidas con Jared un montón de veces. Cada vez que me salva me lo hace. Él dice que son cosas que hacen los amigos para devolver favores, además, me hace sentir bien, por eso acepto.

 

De hecho, las horas muertas en las que te espero para que salgas del club de teatro las paso con Jared y muchas veces me hace estas cosas.

 

-¿E-en el ba-baño?-aparté la mirada sonrojado.

 

-Como si fuera la primera vez que lo hacemos en un lugar público…

 

-Pero no en horas de clase. ¿Y si alguien nos ve?

 

Señaló uno de los cubículos con una sonrisa maliciosa. A mí no me parecía que hacerlo ahí dentro fuera muy diferente, nos escucharían igualmente. Iba a decírselo, pero justo en ese momento me cogió la mano y me la llevó a su entrepierna.

 

-Mira cómo me has puesto-susurró-. No pensarás dejarme así, ¿verdad?

 

Me sentía raro otra vez. Era muy extraño, una sensación que me adormilaba y me hacía olvidarme del mundo entero sólo para centrarme en él. Me dejaba guiar por sus palabras y simplemente vivía para satisfacer sus deseos, lo cual me llevaba a pensar que igual me hechizaba o algo por el estilo.

 

Me cogió de la cadera y posó la cabeza en mi hombro pegando su cuerpo al mío.

 

-Está así por ti, Justin.

 

Toda la situación estaba haciendo que me entrara un calor tremendo y que hubiera movimiento por dentro de mis pantalones, así que supe que no me iba a quedar otra que obedecerle. Aún muerto de vergüenza conseguí articular palabra para decirle que sí y entonces él me agarró de la barbilla y juntó su lengua con la mía.

 

Yo había visto besos de películas en los que primero se juntan los labios y después las lenguas, pero los besos de Jared no eran así, eran al revés, primero juntábamos las lenguas y después los labios. Me cogió la mano y me llevó al cubículo.

 

-Siéntate-me ordenó.

 

Me senté en el asiento, que gracias a Dios estaba limpio, y él echó el cerrojo. Acto seguido me echó una mirada seductora y me indicó que hiciera lo que ya sabía. Le quité el cinturón y dejé caer al suelo su pantalón para después bajarle los calzoncillos. Ante mí apareció el mayor miembro que había visto en mi vida. Vale, sólo había visto el de mi hermano y el mío y no es que estuviésemos muy dotados, pero es que aquello parecía una anaconda.

 

Tímidamente me metí la punta en la boca, cosa que hizo que él soltara un resoplo de placer. Sin embargo, Jared estaba ansioso y no quería que fuera suave, por lo que me agarró de la cabeza y me empujó para que me tragara la máxima longitud posible de su polla.

 

Por supuesto, no pude aguantarla toda porque era imposible que una garganta humana abarcara tal monstruosidad en su interior. Se me saltaron las lágrimas, de verdad, juro que sentía que iba a morir ahogado debido al empalamiento de semejante bestialidad. Lo miré pidiéndole clemencia, a lo que él amplió la sonrisa y me la sacó de una vez. Un hilillo de saliva salió de mi boca manchando el suelo y entonces se agachó y me besó.

 

Su lengua estaba muy caliente, pero me hizo sentir muy bien. Entonces me abracé a él rodeando su cuello con mis brazos y le miré a los ojos.

 

-Túmbate en el suelo.

 

-¿E-en el suelo? P-pero está sucio, ¿no?

 

-Es primera hora y esto lo limpiarían ayer por la tarde, así que no creo que nadie lo haya manchado. Como mucho habrá restos de lefa de Axel-se rió divertido.

 

-Puaj-solté.

 

-Tú no te preocupes y hazme caso a mí. Te haré sentir bien, ¿vale?

 

-V-vale…

 

Me tumbé de espaldas al suelo y Jared se colocó encima mía empezando a darme besos por todas partes. Me dio besitos en el brazo, en las piernas, en la cara y hasta en el cuello, pero lo que yo quería tener su lengua en su boca otra vez, no me conformaba con esos besos.

 

-No. lo… lo quiero… en la boca-dije avergonzado.

 

Sonrió de nuevo y me agarró la mano con dulzura para besarme a continuación. Nuestras lenguas se entrelazaron y mi respiración se empezó a agitar. Quería que me lo hiciera, quería que me tomara ahí a toda costa.

 

-D-date prisa, Jared.

 

-Es cierto. Casi se me olvidaba eso-se rió.

 

-No te rías-inflé los mofletes.

 

-Lo siento-me dio otro beso.

 

Se dio la vuelta y me ofreció su polla mientras me bajaba los pantalones y empezaba a acariciar mi entrada. Me la metí en la boca hasta donde pude y comencé a chupársela a toda velocidad. Él, por su parte, introdujo un dedo suavemente para vencer la resistencia inicial de mi culo y después metió la lengua.

 

Mi boca se hubiera llenado de jadeos en ese momento, pero su miembro me la estaba tapando, así que mis gemidos se escuchaban ahogados. Mi ansia no disminuía con todos los mimos que le estaba haciendo a mi culo, sino que aumentaba y exigía cada vez más.

 

Como si me hubiera entendido, introdujo el primer dedo en mi agujero y luego un segundo, haciéndome sacármela un momento de la boca para gritar. Se puso a metérmelos y a sacármelos una y otra vez simulando una penetración hasta que vio que ya estaba listo.

 

-Bien, vamos allá-se agarró la polla y me la sacó de la boca.

 

-¡Sí, por favor! No puedo aguantar más.

 

-¿Tan ansioso estás de polla?-sonrió arrogantemente.

 

Asentí con la cabeza y él me cogió de las piernas y las levantó hacia arriba. Después colocó su polla a punto de entrar en mi entrada y exclamó:

 

-En ese caso, suplícamelo.

 

-¿Que te… suplique?-me quedé un poco desconcertado.

 

-Pídeme que te meta la polla, quiero oírlo de tus bonitos y puros labios de niño bueno.

 

-Es que… es muy vergonzoso…-murmuré sonrojado.

 

-Quiero oír esas palabras ensuciar tu boca, si no, te vas a tener que quedar así, Justin.

 

-E-está bien.. Y-yo… yo… Quiero que me metas la polla. ¡Te lo suplico!

 

-”Por favor, quiero que tu enorme polla me destroce por dentro”-se rió.

 

-P-por favor, quiero que tu e-enorme polla me d-destroce por dentro-cerré los ojos con fuerza.

 

Sin responder siquiera, me la metió entera de una vez. Mi esfínter intentó zafarse de esa cosa que intentaba profanarlo y se apretó, lo que me provocó un profundo dolor. Sin embargo, el pene de Jared se abrió paso e hizo que mi culo se fuera adaptando a él.

 

-D-duele-sollocé.

 

-Sabes que es sólo un momento-se inclinó hacia mí y me lamió el cuello.

 

Cuando vio que me tranquilizaba, me embistió con fuerza, haciendo que un enorme grito saliera de mi boca. A partir de ahí empezó el vaivén de sus embestidas, llenándome completamente para después vaciarme.

 

Él también comenzó a gemir. Me encantaba que gimiera, porque hay quien pierde su masculinidad al gemir, sin embargo, Jared no, él te hacía sentir que él tenía el control de la situación. A todo el mundo le ponen los gemidos, pero a mí me gustan especialmente los gemidos provenientes del que está penetrando. Si éstos son viriles y graves, siempre son muy agradables.

 

Sin darse cuenta, en una de las embestidas rozó mi polla. Jo, mira que le había avisado que tuviera cuidado. Me corrí. Me corrí en ese instante y con apenas un toquecito. Estallé en una explosión de placer que llenó mi pecho entero de mi esencia. Sí, soy eyaculador precoz a mi edad, ¡y es un problema muy grave y nada divertido! ¡Que a nadie se le ocurra reírse!

 

-Jajajaja-se rió Jared.

 

-¡Jo! ¡No te rías!

 

-Bueno, al menos lo has disfrutado, ¿no?-sonrió.

 

-P-puedo seguir…

 

-Genial-me la sacó.

 

Se levantó y ahora fue él el que se sentó en el váter. Me hizo una señal para que fuese, así que me levanté y abriéndome de piernas me senté sobre su miembro erguido mirándo hacia él. No me costó mucho meterlo, ya que me había estado dando un rato antes.

 

-Cabalga-me soltó.

 

Y así lo hice, me agarré a él y me puse a subir y bajar mi cadera para que esa enorme masa de carne entrara y saliera de mi interior. Él parecía satisfecho, se notaba que disfrutaba de la situación, porque tenía una sonrisa de oreja a oreja y tenía las manos en la nuca en señal de comodidad.

 

Cada vez que eso salía de mí sentía como mi cuerpo se relajaba, pero cuando entraba, todo se volvía a poner en tensión y una corriente eléctrica recorría mi espalda. Jadeaba a más no poder debido al placer que me estaba dando y él soltaba algún que otro gemido también.

 

-¿Crees que si te la vuelvo a tocar explotará?-sonrió.

 

-T-tonto... -dije como pude.

 

De repente mi cuerpo se volvió a tensar, y no porque hubiera entrado su polla en su interior, sino porque había oído la puerta del baño abrirse. Paré en seco de moverme y permanecí estático esperando a que se fueran.

 

-La de mates es una perra, ¿no va y nos pone un examen el mismo día que tenemos uno de inglés?-se oyó una voz.

 

-Pues ya ves, yo creo que lo hace para joder. Los profes siempre están jodiendo.

 

En ese momento yo debía de tener la cara blanca como la cera. De repente oí como abrían el grifo y Jared empezó a moverse. Mis ojos se abrieron como platos y dirigí mi mirada a la suya, que parecía de completo sadismo y disfrute. Acercó su cara a mi pecho y susurró:

 

-Será mejor que controles tus gemidos o nos pillarán.

 

Acto seguido me la hincó entera. Me tapé la boca con la mano y las lágrimas comenzaron a inundar mi rostro por el disfrute y por el miedo a ser pillados. Sin embargo, el miedo fue desapareciendo e hizo que el disfrute fuera aumentando cada vez más. Sentí como un subidón por saber que podrían pillarnos en cualquier momento.

 

Jo, en ese momento me daba miedo a mí mismo. ¿Y si me volvía adicto a la adrenalina?

 

-El único profe que mola es Brent. A ése es muy fácil tomarse el pelo-se oyó otra vez la misma voz.

 

-A Angela también es fácil tomárselo. Esos dos son los mejores.

 

Sus manos, que estaban en mi espalda se deslizaron poco a poco hasta mi culo y dos dedos entrometidos se hicieron paso junto a su pene en mi interior. Miré a Jared suplicante, pero éste sólo aceleró sus embestidas. Me estaba destrozando por dentro, y me encantaba, creo que fue el mejor rato de sexo que he pasado en mi vida.

 

-V-vas a tener suerte-gimió aún sonriendo-, ya voy a co-correrme.

 

Me la sacó y se puso a pajearse mientras me miraba fijamente. Después de unas cuantas sacudidas, se corrió en mi espalda.

 

-En fin, otra vuelta. Ahora en 10 minutos tenemos economía. Qué peñazo-prosiguieron las voces.

 

Oí cómo se cerraba la puerta del baño y me levanté de un salto mirando a Jared con cara de pocos amigos.

 

-¡Oye! ¡¿A qué ha venido eso?!

 

-Ha sido divertido, ¿no?

 

-¡Por supuesto que… Aaaaah!

 

El muy tonto no me había dejado terminar la frase porque me había tocado el pene y me había hecho correrme. Inflé los mofletes y me subí los pantalones dándole la espalda. Entonces me rodeó con sus brazos desde atrás y me dio un beso en la mejilla.

 

-No te enfades, tonto. Que sepas que esto sólo lo he hecho porque estaba contigo.

 

Me sonrojé y le miré enfurruñado. No podía enfadarme con él después de que me hubiese ayudado, así que por esa vez lo iba a dejar pasar.

 

-Pues nada, vámonos a clase-estiró los brazos.

 

-Sí-suspiré.

Datos del Relato
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1 comentarios. Página 1 de 1
Anjie sempai
invitado-Anjie sempai 05-07-2015 04:34:50

Me vine en seco con tu relato.!

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