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Categoría: Maduras

LA ESPOSA DE MI JEFE

En la primavera del año 2002, me quede en paro, soy Patrón de Gran Altura, y la empresa para la que trabaja, vendió el barco del cual era patrón, a mis 28 años me quede sin trabajo y en paro por primera vez en mi corta vida. Me llamo Luis Cons de Casqueiro.
Después de dos meses de paro, una amigo de mi padre me presento a una persona en mi ciudad, que omito por seguridad, una persona con varias empresas, un hombre de unos 50 años, empresario y muy rico, con mucho dinero. Este hombre tiene un barco particular, un yate, de 18 metros de eslora, un moto velero de construcción propia, un verdadero chalet flotante. Después de una entrevista de 5 minutos, fui contratado como patrón de este yate, volviendo a tener trabajo.
Mi trabajo consistía en tener este buque siempre listo para salir al mar, tenia una tripulación de un maquinista, Osvaldo, llevaba mas de treinta años trabajando apara esta familia, la mujer de Osvaldo, Carmen, una señora de unos 50 años, que trabaja como limpiadora y mujer de servicio a borde del barco y Chispas, el marinero de cubierta, otro hombre que llevaba muchos años trabajando para la familia de mi jefe.
Todos los viernes por la tarde a 15 horas mi jefe y otros dos señores embarcaban a bordo, esperábamos hasta que la compañía de catering, subiera a bordo las provisiones para el fin de semana. Después de salir del puerto base, a los 25 minutos tocábamos unos instantes otro puerto en el que embarcaban varias señoritas o azafatas, para acompañar el el crucero del fin de semana al propietario y a sus amigos. A mi me pagaban para trabajar, y mi lema era ver, oír y callar, navegábamos hasta distintos puntos del litoral gallego y portugués, y el domingo por la tarde regresábamos, antes tocábamos un puerto deportivo, que tengo que omitir por seguridad, en el que desembarcaban las señoritas de compañía, y regresábamos a nuestra base, en donde las esposas de nuestros propietarios y amigos esperaban su llegada, para admirar su pesca, siempre traían alguna pieza, que realmente pescaba el pobre Chispas, mientras ellos descargaban las tensiones emocionales y laborales con las señoritas de compañía.
Después de tres días de navegación, la pobre Carmen, tenia que lavar un montón de sabanas y ropa de cama, hacer la limpieza de los tres o cuatro camarotes, del armador y de sus amigos y limpiar toda la sala de dicho barco. Y como me dice Carmen Ver, oír y callar, que para eso nos pagan.
Así fue pasando todo el verano, pero por la semana, por la tarde, todos los días, a partir de las 16 horas, Doña Margarita, la esposa de mi jefe, una mujer de 175, de unos 45 o 48 años, y sus dos amigas, venían todos los días al barco, tenia que salir con ellas, hasta el medio de la Ria de Vigo, fondear y ellas, en la cubierta de proa, en topless, tomaban el sol, bebían champan y jugaban a las cartas, yo desde el pequeño puente observaba las imágenes y los movimientos que estas señoras hacían, a las 22 ó 23 horas, después de cenar a bordo, bajo la toldilla que el buque tenia a popa, regresábamos al patalan, al salir, al desembarcar, todas las señoras me deseaban una buenas noches y me saludaban con cierto respeto, de todas formas yo era el Capitán del Barco, y de mi dependía el trato que recibían a bordo.
A finales de agosto, me dijo mi jefe que no iba a usar el barco en 15 días, como tal di permiso a la tripulación, quedando yo solo abordo del buque, tenia contratado el precio para sacar el buque a tierra y pintarlos fondos, así como efectuar las reparaciones, para afrontar el invierno, fondeado. El viernes por la tarde me llama doña Margarita, que quiere salir al mar., con su amiga Pepita o Finy, que tenga todo preparado para las 16 horas del viernes, a principios de septiembre, así ,lo hice. A las 15 horas llega el Corte Ingles, llena las despensas y la neveras y las 16 horas Doña Margarita y su amiga doña Pepita, tan pronto como el barco pone proa a la islas cíes, las dos Señoras de unos 50 años aproximadamente, se colocan sus biquinis de color azul y verde, con unas camisas abiertas por encima y se colocan el la cubierta, y al poco tiempo las tengo dentro del puente, me piden el timón, se lo cede y tengo que explicarles como funciona. De verdad, que doña Margarita y su amigas con sus biquinis muy cortos y muy ajustados, con aquellas blusas blancas, semitransparentes, estaban muy agradables a la vista, sus figuras esbeltas y sin michelines eran buenas así como sus largas piernas, al ser mujeres que sobrepasaban del 175 de estatura. Fondeo el buque en la playa de la Isla Sur de la Cíes, se colocan en la proa y toman el sol, toda la tarde, restaba observando el termómetro y el barómetro, desde el puente del buque me dedique a realizar por medio de la emisora del buque, por medio de la emisora de onda corta una serie de DX.
Ellas seguían bebiendo champan, o cava como se llama aquí, a las 8 de la tarde me llama Doña Margarita y me indica que tengo que dirigirme al Monterreal en Bayona, para dejar en tierra a Doña Fina, en ruta hacia Bayona a motor, estando solo nunca ponía la vela, por motivos de seguridad, recibo un aviso por el canal 16 de VHF, de la Torre de Control de Trafico Marítimo, se acerca un temporal a Vigo, y recomienda fondear a todas las embarcaciones de recreo en sus puertos bases.
Comento este tema con doña Margarita, y al llegar a Bayona, el esposo de doña Fina esta en el pantalan esperando por ella, tenían un compromiso familiar, me pongo en contacto con el Comodoro de dicho club, este me cede un atraque provisional en el pantalan de yates grandes, fondeo con la proa hacia el mar, amarro con varios cabos, conecto el agua corriente y la electricidad, y paso media hora preparando el barco para afrontar un temporal, al cabo de este tiempo todo esta en orden.
A las nueve y media de la noche, Doña Margarita con un vestido veraniego, por encima de la rodilla y con un generoso escote, un vestido de color azul celeste, me dice que va a cenar al Club Náutico de Monterreal, me dice que pienso hacer yo, le digo que pienso salir a tomar algo a una taberna típica, un poco de pulpo y algo de vino ribeiro o alvariño y regresar para dormir en el barco, me dice que ella no conoce estos sitios, si me puede acompañar, es una dama de clase alta, una cena para esta señora es de un mínimo de 100 €, yo no me lo puedo permitir, accede acompañarme a cenar a una taberna típica de Bayona.
Cenamos un pulpo a feira, calamares a la romana, churrasco de cerdo con patatas fritas y pimientos verdes de Padrón, con dos botellas de vino albariño, desde mi punto de vista doña Margarita gozo de esta cena, disfruto de ella y tomo como postre un helado, tarta helada de güisqui, café y una copa de brandy Carlos III, después de la cena, volvimos al Club Náutico de Monterreal, en la cafetería de dicho club, ella tomo varios güisquis, yo solo me atreví a tomar unas cervezas, 1906, de estrella de Galicia, a la 1,30 horas el viento arreciaba y empezaba a llover, le dije que me iba al barco para toldar y asegurar las escotas, afirmar los cabos y preparar el buque. El buque estaba seguro, protegido del viento, toldee el buque, asegure los cabos y de todas formas recorrí toda la nave, ella estaba bajo mi responsabilidad. El tiempo arreciaba, llovía con fuerza y empezaba a verse a lo lejos, en lontananza algún que otro relámpago, el viento era del oeste y este era cálido, este tipo de mal tiempo es de corta duración, subí al puente y conecte la radio, por medio del teléfono de abordo solicite un parte meteorológico, me puse en contacto con el propietario y le explique la situación, el estaba en la Coruña en una reunión de negocios, según su explicación.
Sobre las 2.30 de la mañana, de madrugada regreso Doña Margarita al barco, me saludo, y me deseo unas buenas noches, ella fue a su camarote, el camarote del Armador, un buen camarote y amplio, con una cama de matrimonio. El barco estaba seguro, las amarras respondían y la protección del pantalan era buena, por lo cual decide ir a dormir. Fui a mi camarote, después de una buena ducha, y un par de copas de coñac, estaba leyendo una revista que se llama Interviú, en la cual aparecen mujeres jóvenes desnudas.
En este momento los relámpagos y el mal tiempo lo teníamos encima, los relámpagos eran fuertes y muy seguidos, los estampidos de los truenos, parecían verdaderos cañonazos de un acorazado, de verdad que tuve algo de precaución y salí hasta el salón principal del barco, encendí las luces y me serví una copa de brandy, el barco se movía, pero de manera casi imprevisible, muy poco, el lugar era seguro y los amarres eran seguros. Aparece en la Sala Doña Margarita, con un pijama, de camiseta y pantalón corto de seda, se sienta a mi lado y me comenta que no puede dormir por el estado del tiempo. Le aconsejo de que puedo pedir un taxi, desde Bayona a Vigo solo hay 20 kilómetros y en menos de 30 minutos estará en su casa.
Prefiere quedarse en el barco, comenzamos a hablar y ella con mucha picardía y con mucha habilidad comienza a interrogarme sobre las compañías que su marido introduce en el barco los fines de semana. No solté ni una sola palabra de esto, solo que salían a pescar.
Sin saber como, ni saber como paso, mis labios rozaron los de doña Margarita, que me contesto con otro beso labial fuerte y potente, en pocos momentos ella estaba entre mis brazos, yo tenia 28 años, ella sobre 50, era alta esbelta, muy delgada y de pelo rubio, de frasco entiendo, pero rubia, saco, se quito la parte superior del pijama, y quedo con un sujetador de color blanco de raso, muy finito que sujetaban dos hermosas pero pequeños pechos muy redondos, poco le duro el sujetador puesto, le quite el sujetador y mis labios se clavaron en sus pezones, los chupe, los bese y los mame, cada vez que mis labios rozaba sus pezones ellas gemía y se lamentaba, no puedo precisar el tiempo que estuve jugando con ellos, cada vez me gustaban mas, eran pequeños, pero redondos y duros, creo que no tenían silicona, pues eran muy sensibles, le quite el pantalón corto del pijama, y braguita era de raso de encaje, pero muy pequeña, mis labios y mi lengua se posaron sobre el sitio que debía de estar su vagina, y sobre el tejido acrílico de su braga, lamí y bese aquel sitio tan deseado, le retire la braga y comencé a lamer su coñito, no quiso seguir allí, nos fuimos a su camarote, una cama ancha, una verdadera cama, nos fumamos unos cigarrillos y tomamos unas pastillas, nunca en mi vida tuve el pene tan duro, me coloque en la cama completamente desnudo boca hacia arriba. Ella se tendió encima de mi cuerpo, en posición inversa, su vagina quedo al alcance de mi lengua y mi pene al alcance de su boca, comenzamos con un 69 perfecto, mi lengua penetraba y salía de su vagina, lamia, chupaba, jugaba, lamia y hacia todas las travesuras que yo conocía, ella tragaba mi pene. Lo chupaba, lo mamaba, lo acariciaba, su boca parecía una vagina, entraba y salía de su boca, su lengua recorría mi pene. Gemíamos y disfrutábamos, yo no podía correrme, ella era mi jefa, tenia que complacerla para conservar mi trabajo y poder seguir gozando del cuerpo de la mujer de mi jefe, conseguí que ella alcanzara un orgasmo, al seguir atacando su vagina con mi lengua, al tiempo que uno de mis dedos habían penetrado su ojete, jugando en su interior, sus grititos fueron muy alentadores para mi, casi consigue que me corriese en su boca.
Después de un descanso y de dos o tres botes de cerveza, y algunos cigarrillos, ella toma la iniciativa, se coloco encima de mi persona,, tomo mi pene con sus manos y los introdujo en su vagina, con dos movimientos de cadera, consiguió que mis 18 centímetros penetraran hasta el fondo de su vagina, no paro en reparos, se movió con rapidez, lamió mis pezones, los chupo y los mordió, su lengua recorrió todo mi cuello, cada vez sus movimientos eran mas rápidos, me llegaron a producir dolor, me concentre y aguante todo lo que pude, hasta que ella comenzó a gemir, cuando termino de gemir y tuvo su segundo orgasmo e la noche, la voltee sobre la cama. Coloque varias almohadas y cojines sobre su barriga, comencé a lamer su culito, cada vez mas relajado y cada vez mas dilatado, gracias a los juegos de mis deditos, cuando pude introducir sin que ella se quejara mi tercer dedo, decidí que era el momento de penetrarla por el ano, fui acercando mi pene a su culo y penetrando poco a poco a poco, muy despacio, mi pene notaba aquel tubo, estrecho, húmedo y cálido, cada centímetro que penetraba era mas placentero, hasta llegar al final, de rodillas sobre la cama, tomada sobre la cintura, mis manos en sus caderas, me moví con fuerza y con furia, bombeaba con fuerza y con ganas, solo gemía y se lamentaba, pero no de dolor, no se quejo pero en poco tiempo llene sus entrañas con un largo y cálido chorro de semen, que pienso que salió ardiendo, quede relajado y muy cansado.
Al poco tiempo, empezó a acariciarme, a pajearme, sus delicadas manos me acariciaban el pene, me lo subían y bajaban con una delicadeza que jamas me lo había realizado mi novia, me pidió que si quería volver a comerle su chochito, le había gustado, su marido, desde que se había casado, nunca se lo había comido, y ella quería volver tener otro orgasmo, no lo dude, me fui hasta la cocina del barco, tome un frasco con miel, puse un poco de miel en su vagina y comencé a lamerla con fuerza, cada vez con mas fuerza, mi lengua entraba y salía, recorría todos los entresijos y todas las oquedales de su interior, así como atacaba su clítoris con fuerza y mis dientes de vez en cuando producían un pequeño mordisqueo, lento y suave, no pudo precisar el tiempo que tardamos en terminar, pero el orgasmo le llego con una serie de convulsiones y movimientos pélvicos fuertes y rápidos.
En todo este tiempo no nos habíamos enterado del tiempo reinante en el exterior del barco, después de dormirnos con nuestros cuerpos cansados, sudados y satisfechos, amaneció de nuevo, con buen tiempo, estaba preparando el barco para salir hacia Vigo, cuando apareció de nuevo Doña Margarita, en la cubierta y me pidió que saliésemos pronto hacia el mar. Volvía a estar con su biquini azul, muy corto y su blusa blanca sin abotonar. Al enfilar hacia las Islas Cíes, esta vino hacia mi puesto en el timón, y sentándose encima de mi colo, comenzó a moverse sobre mi pobre y cansado pene, pero cuando me di cuenta ya no tenia puesta la braguita del biquini, ella tomo el timón del barco con sus manos, yo seguía sentado en el asiento del timón, asiento con suspensión, ella sentada encima de mi colo, mis manos se fueron a sus pechos, a los que comencé a acariciar y a tocar con suavidad pero con firmeza, mi pene resucito y poco a poco la penetre, sentada sobre mi, de verdad que este fue un buen polvo, lento, muy lento, pero muy placentero, cada vez que ella se movía, el placer inundaba mi cuerpo, ella también se estremecía y se movía al compás de las olas y de los movimientos de sus caderas, subiendo y bajando, hasta que conseguimos tener otro orgasmo matutino.
Llegamos a Vigo, prepare el barco, Doña Margarita se fue, sin despedirse, después de todo lo que había pasado entre nosotros, ni siquiera dijo hasta luego, pasaron algo así como dos semanas, sin verla y el barco volvió a salir al mar con su marido y sus amigas.
Un Martes por la tarde sobre las 16 horas, volvió a venir al Barco doña Margarita, quería salir a dar una vuelta, esta vez no venia con ropa deportiva, volví a quitar el barco del pantalan y rumbo a las Islas Cíes, al poco rato volvió a aparecer en el puente y traía puesta una falda hasta la rodilla y un jersey de pico, se sentó otra ves en mi colo, puso sus manos en el timón y ella mismo puso mis dos manos sobre sus pequeños y redondos senos, habíamos vuelto a empezar, aquella tarde hicimos el amor dos veces, una en el timón y otra en la sala del barco, sobre un sofá de mas de dos metros. Desde esta época, casi siempre, si el trabajo nos lo permite, nos encontramos una o dos veces a la semana, no en el barco, que puede aparecer su marido, pero si en un pequeño apartamento que ella tiene, en otro barrio de la ciudad, en donde desde esta practicamos todas las artes de hacer el amor, cada día me guarda una sorpresa, su lencería es innovadora y sugestiva, sus ganas de hacer el amor es contagiosa y como siempre debo de comenzar con una buena comida de su coñito, para entrar en calor y después todo lo que venga, es increíble que una mujer con 50 años, tenga tantas ganas de hacer esto. Mientras dure esta situación, no pienso cambiar de trabajo, y eso que ya me ofrecieron el mando de dos buques de pesca, pero en ninguno de ellos estaba doña Margarita, o Doña Marga, como quiere que le llame cuando estamos haciendo el amor.
Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 5.29
  • Votos: 73
  • Envios: 6
  • Lecturas: 19284
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