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Categoría: Confesiones

La cuarentena convierte a estos hombres en cornudos consentidos

Un día a mitad de la cuarentena durante el desayuno, Gabriela mi esposa me confesó,

-sabes Reynaldo, extraño un poco el trabajo,

Sus palabras me resultaron extrañas, Gabriela siempre se había quejado de levantarse temprano, de que el stress en el trabajo la iba a matar, de que en ocasiones no aguantaba a sus jefes y a las compañeras chismosas, así que le pregunté,

-pero que dices, si estás trabajando desde casa, no te paras tan temprano como antes y te estás evitando lidiar con todas esas arpías que tienes como amigas, no te entiendo,

Ella sonrió, agacho la cabeza y me dijo,

-bueno, es que hay algunas cosas en el trabajo que no son tan fastidiantes y que de cierta forma me hacen falta,

-¿a que te refieres?

Gabriela volvió a guardar silencio, tomo su taza le dio un sorbo a su café y después me comenzó a decir,

-sabes lo que extraño,

-no Gabriela no lo sé,

-extraño a mis compañeros de trabajo,

Gabriela siempre había sido algo coqueta, y cuando la conocí hace varios años se podía decir que era de moral algo distraída, cosa que a mí me fascinó, ya que no había locura que no quisiera hacer, y creo sabía a lo que se refería,

-mmhhh…creo que ya te estoy entendiendo,

-si, extraño las miradas de mis compañeros cuando llegó por las mañanas, esos saludos melosos y la forma en que algunos me observan, prácticamente me desnudan con la mirada, por ejemplo Gaspar, el chico del aseo, todas las mañanas siento como me clava la mirada en las piernas y en el trasero, y eso me pone la piel chinita,

Lo que me decía Gabriela no me extrañaba, y mucho menos me molestaba, al contrario quería escuchar más,

-en serio hace eso,

-si, siempre que llevo falda se pone a limpiar bajo los escritorios, pero yo sé que solo es el pretexto para agacharse y verme mejor las piernas,

-y no le dices nada,

-no, la verdad no, por el contrario, me gusta que un chico tan guapo como el me mire, de echo en ocasiones me levanto a servirme café y cuando me vuelvo a sentar procuro que la falda se me suba lo más que pueda,

-¿y eso te gusta Gabriela?

-no me gusta, me fascina cariño,

-tanto así,-

-si, y recuerdas que hace cosa de un mes, me fui a trabajar con la falda negra, esa que me queda súper corta,

-si, lo recuerdo bien,

-bueno, pues ese día cómo siempre Gaspar me estuvo observando durante un buen rato, yo no le di importancia y lo dejé que siguiera, hasta que me di cuenta que la copiadora no tenía papel, así que fui al almacén y recordé que las hojas estaban en unas cajas abajo de un mueble, me agache a buscarlas y en eso estaba cuando escuché que la puerta se abrió,

-¿y quien entró?

-Gaspar, pero la verdad yo seguí buscando las hojas, hasta que levanté un poco la cabeza y me di cuenta que el estaba justo detrás de mi,

-y que estaba haciendo,

-se estaba tocando,

-en serio,

-si, pero no le dije nada y continúe buscando las hojas, podía escuchar como su mano rozaba contra la tela de su overol, y la verdad eso me comenzó a excitar y me agache un poco más para ver qué hacía,

-lo estabas provocando,

-si y funcionó, a los pocos segundos de pronto sentí como su mano se metía entre mis piernas,

-no le reclamaste,

-no, solo cerré mis piernas y le dije que se estuviera quieto,

-en serio solo eso,

-si y me comporte como si fuera algo normal y el claro no se detuvo y su mano llegó hasta mi vagina y comenzó a frotarla,

-¿dejaste que te tocará?

-si, sentía sus dedos intentando meterse en mi vagina, los sentía tan gruesos que me imagine que lo que me estaba frotando era un miembro,

-¿y que más paso?

-pues después de unos segundos comencé a mojarme, y es que Gaspar tiene unas manos tan grandes y rasposas que no pude evitarlo,

-así nada más,

-no, pero espérate, después de que saco su mano, sujeto mi falda por los lados y me la subió hasta la cintura,

-dejaste que te subiera la falda,

-claro, y cuando me tuvo así, me sujeto por las caderas y comenzó a repegarse contra mi, sentía como su miembro iba creciendo por debajo de su overol, de verdad era algo bastante grande y duro, así que solo me apoye contra el anaquel y lo dejé continuar,

-en serio Gabriela,

-si, su miembro se frotaba contra mi trasero de una forma tremenda, y sus manos me comenzaron a apretar las caderas,

Para ese momento de la charla yo comenzaba a tener una erección, así que le pregunté más,

-y luego que te hizo Gabriela,

-Gaspar continuó frotándose contra mis nalgas, podía sentir como su enorme virilidad crecía más y más y la apoyaba contra mi trasero,

En ese momento decidí hacerle la pregunta obligada,

-¿te penetró?

Gabriela guardó silencio le dio otro sorbo a su café y después me dijo,

-no,

-entonces ¿se salió del almacén?

-tampoco, de un instante a otro se separó y su mano de nuevo se metió entre mis piernas, me hizo a un lado la tanga y sus dedos comenzaron a frotar mis labios vaginales, pero ahora lo hacía más fuerte que antes, yo pensé en cerrar mis piernas pero la verdad comencé a sentir tan bien que termine separándolas y lo dejé que me acariciara a gusto, y el claro noto eso y no conforme con meterme un dedo, el tipo se fue con todo y comenzó a introducirme dos dedos , provocándole que me humedeciera aún más,

-¿en serio te excitaste tanto?

-a mares cariño, sus dedos no se detenían los metía y los sacaba de forma rápida y brusca a veces se detenía y solo me apretaba un poco el clítoris y otras los metía tanto, que hubo un momento que tuve que morderme los labios para no hacer un alboroto, imagínate que hubiera entrado alguien, que pena hubiera pasado, pero hubo un instante en que de plano me recargue por completo sobre el anaquel y decidí disfrutar a tope aquella experiencia, y Gaspar movía sus dedos de una forma tremenda, y comencé a sentir como mis fluidos comenzaban a escurrir por mis piernas, estaba tan extasiada que no me importo y levanté un poco más mis caderas, y los dedo de Gaspar no se detenían, entraban y salían provocándome un gran placer, hasta que después de varios minutos termine,

-terminaste en su mano,

-si, lo puedes creer, Gaspar me había echo terminar con tan solo sus dedos, fue algo tan placentero,

-bueno y después,

Gabriela termino su café y me contestó así,

-bueno, el sin decirme nada salió del almacén, yo claro me acomode ma ropa y cuando abrí la puerta me fijé que no había nadie y sin con las piernas temblorosas salí hacia mi escritorio,

Cuando Gabriela termino de narrarme su infidelidad de levantó del desayunadot y se fue al baño dejándome con una erección tremenda,

Continuara….

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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