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Categoría: Maduras

Iniciado por maduras (3)

Con la tercera dama madura que tuve en mi adolescencia no solo tuve una  experiencia sino varias, ya que se corrió la voz de que estaba disponible, muy jovencito y ganoso y a las dos mujeres que me había cogido ya estaban preparándose para que las visitara individualmente.



A ella la conocí en un fin de semana. Me llamó para que la conociera en un bar. Pude entrar a escondidas, debido a mi edad, pero nos vimos en un privado del bar.



No hablamos mucho, sólo nos saludamos. Estaba en una minifalda camisa ceñida al cuerpo y tacones cortos muy sensual. Me invitó una cerveza. Nos sentamos, como que ella me miraba de arriba hacia abajo. Fantaseando lo que pudiéramos hacer. Apenas eran las 6:00 PM. Sabía que tenía que estar en casa temprano. Hablamos de muchas cosas. Ella me preguntaba sobre lo que había pasado con sus vecinas. Y entre cerveza y cerveza yo ya estaba un poco tomado le dije que extrañaba los dos encuentros con sus amigas del barrio. Y le pregunté que si ella necesitaba quien la hiciera sentir.



Ella tenía 45 años de dad. Era viuda. Me dijo que iba a ese bar. porque buscaba con quien pasar una buena noche. Salía con viejos gordos y panzones, que sólo la cogían, se venían y la dejaban a medias. Yo, entonces, le dije que se aprovechara de mí, que yo era joven e inexperto, que podría ser un buen alumno, para hacerme su voluntad.



Ella abrió las piernas y logré ver hasta el fondo. No traía ropa interior. Eso me dio la luz para empezar la a tocarla por la rodilla y fui subiendo mi mano a su pagina la bese en la boca y metí mis dedos. La manosee por un tiempo y le besé los senos logrando que tuviera su primer orgasmo. No lo tuvo tan profundo, pero lo tuvo.



Tomó mis dedos y los lamió, uno por uno.



 



Ella me dijo que quería más y que a cambió me haría lo que nunca en mi vida había sentido ni hecho. Se paró. Me besó y me llevó a su casa.



Al llegar a la casa, sacó una botella de ron y preparó unos tragos y un cigarro estimulante, el cual compartimos. Puso música, bebimos y empezamos a bailar. Mientras estábamos apretados, le besé su cuello y le quite la blusa. Sus pechos estaban guardaditos entre su sostén. El cual empecé a desabrochar. Tomé mi tiempo. Dejé que la música siguiera. Cuando paró la melodía ella se separó un poco y el sostén se cayó el suelo, y sus pechos salieron a relucir. Me les quedé viendo y ella me dijo, son tuyos.



Besé sus senos lentamente, me quite mi camisa y la acosté en el suelo, besaba sus pezones sin parar. Ella sólo tenía su falda puesta. Me quitó mi pantalón y empezó a tocar mi pene por encima de mis calzoncillos y nos revolcamos manoseándonos. Llegamos así hasta la recamara subimos a su cuarto y terminamos de desvestirnos. Me recosté y ella beso mis labios.



Correspondí dándole después un masaje por todo su cuerpo. La bebida, la loción aromatizante, incienso y la fumada formaron parte del rito.



Ella se dejaba tocar cada pulgada de su cuerpo. Con ella aprendí a navegar entre los brazos, la cintura, las piernas, sus nalgas. Me pedía que le tocara suavemente el ano y así lo hice, pasando mi mano, dedeándola en los dos orificios.



Ella gemía, me pedía más y lo hice hasta que consiguió otro orgasmo.



Fue aquí donde aprendí que a la mujer se le debe dar placer primero antes de recibirlo. Comprendí del egoísmo de los hombres y prometí ser así. Dador de placer. Y a cambio recibir lo mismo.



Luego ella fue bajando su boca por mi pecho hasta mi pene. Me lo lamió desde mis huevos hasta mi cabecita y metió su boca hasta mis testículos. Alcancé a correrme pero no muy fuerte. No me masturbo, sino se tomo el líquido preseminal.



Después me beso el cuello, me dijo es era mi turno. Me incliné y la senté en el borde de la cama. Me arrodillé y le metí de nuevo los dedos. Los movía circularmente y también lamía su clítoris rápidamente.



Logró tener otro orgasmo. Saqué los dedos y los introduje en su boca. Me pidió que me recostara y trajo cuatro pedazos de mecate. Me ató las manos y las piernas a las cuatro piernas de la cama. No me gusto al principio, me sentí usado aunque después la cosa mejoró. Empezó a besarme mi verga. Se montó encima de mí y la penetré. Empezó a cabalgarme fuertemente hasta que ambos tuvimos nuestro orgasmo muy prolongado.



Después de un rato se bajó de mí. Lamió mi verga, succionó lo que quedaba adentro de mi pene. Se limpió con la mano su vagina y se lamía los dedos saboreando mi semen y sus líquidos mezclados.



Me desató y me dejó acostado. Se fue a bañar dejando la puerta abierta. Me quedé con los ojos cerrados. No sé si me quedé dormido escuchando el agua que corría. Pero al abrir los ojos la miré enjabonarse los senos. Me paré. Tomé aire y entré al baño y la besé en la espalda, tomé el jabón y comencé a enjabonarla por su espalda y su culo, sus piernas y vagina mientras el agua caía en su abdomen.



Ella se agachó y empezó a mamármela rápidamente. Estaba tan caliente que me dijo quería que se la metiera por el culo. Se volteó y empecé a penetrarla. Ambos estábamos bien picados y calientes que alcanzamos a tener nuestro último orgasmo de la noche.



Caímos los dos derrotados. Ella se acercó a mi verga y la chupó todita. Limpiándola y tomándose lo que no alcanzo a salir. Ella me pidió que la limpiara con una toalla. Ambos salimos del baño nos vestimos y quedamos vernos de nuevo.



 



Ya no soy un adolescente. Ya no tengo la fuerza para hacer tanto. 


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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