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Ignorancia imperdonable

Juan ama a su esposa, con ese amor cerrado, intransigente, que se encierra en sí mismo sin permitir que nada ni nadie lo conturbe ni le aparte de ese éxtasis que es la quintaesencia del sentir amoroso. Su vida se desenvuelve al derredor de su esposa: trabaja con ahínco, pensando en su esposa; organiza su existencia, con el pensamiento puesto en su esposa. Y, podéis estar seguros, que cuando inhala y expele el aliento, en cada diástole y sístole de los ventrículos, lo hace repitiendo monocorde el nombre de su amada esposa: ro...sa, ro...sa, ro...sa, ....
Rosa, bien merece esa pasión que ha despertado en su esposo. Pues decir hermosa, es quedarse en los aledaños de la verdad. La donosura de su talle, la dulzura de sus senos, la cadencia de sus torneadas caderas, la exquisitez y señorío de su rostro de rasgos perfectos y la magnifica cabellera que enmarca tan bello conjunto le da un aire mayestático de escultura viva.
Juan y Rosa, jóvenes los dos, se arrullan de continuo, gozando de cada embate como si se tratase de la primera vez. Y su arrullo, como el de las palomas, deviene en ese ronroneo sintomático y cadencioso, que emana de la respiración acelerada, cuando los hitos del amor marcan los estados de emulsión de las substancias espermática y vaginal que dan cima al paroxismo y exacerbación de la pasión amorosa.
Hoy Juan viene con la mente exacerbada, el pensamiento puesto en el bello cuerpo de Rosa, con el deseo manifiesto de abrazarla, besarla, poseerla... Todo su cuerpo vibra y se estremece con la idea puesta en los bellos pechos de su amada, en la curvatura marmórea de sus caderas, en los brazos torneados y cálidos que lo envuelven en gentil y amoroso abrazo
No bien Juan llega a casa, se acerca a Juana y la besa con la misma pasión que el incipiente enamorado lo hace la primera vez. Rosa responde con idéntica pasión. Y sin mediar palabras entre ambos, ni tan siquiera insinuaciones, los dos cuerpos entrelazados y labialmente unidos, de forma pausada e inexorable recorren ese pequeño espacio que media hasta el lecho acogedor.
Sin que ambos se aperciban de sus acciones, quedan desnudos, Y las carnes finas y cálidas se buscan para acariciarse y yustaponerse por las partes que cada uno de ellos nota más efervescente, hasta soldarse en un todo único.
Juan sabe que la cúspide de ese avatar que hace presentir la gloria celeste jamás debe preceder al de Rosa. Y cuando los quejidos gloriosos de ella proclaman a los cuatro vientos que ha culminado el anhelado placer, Juan se lanza, con gozosa pasión, al logro de ese deliquio que mueve a la humanidad a su fin más preciado.
Pero....
¿Qué ha ocurrido...?. ¡Oh, inconsciencia! Cuando Juan se hallaba a punto de abrir las esclusas del líquido blanquecino secretado por los testículos, Rosa le pregunta:
-Oye, Juan, ¿podemos ir esta tarde a comprar el collar de perlas que me has prometido...?
Todo el embeleco que conducía a Juan a la inefable dicha del placer consumado, se esfuma y diluye como el copo de nieve al dar en la cálida tierra. Y es que Juana, para nada sabe que el placer del coito se forja en el cerebro antes que en el aparato urogenital.
Datos del Relato
  • Autor: ANFETO
  • Código: 5651
  • Fecha: 05-12-2003
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5.54
  • Votos: 41
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1876
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Alejandro J. Diaz Valero
invitado-Alejandro J. Diaz Valero 28-12-2003 00:00:00

La perfecta sincronización cuerpo alma, hace el milagro que crea vida. muchos lo ignoran y mueren parados en la raya fronteriza de lo carnal y lo espiritual. Válida su acotación amigo Anfeto, claro! un cuento que cuenta verdades, ó una verdad hecha cuento. Felicidades y cordial saludo Alejandro J. Diaz Valero.

ANFETO
invitado-ANFETO 06-12-2003 00:00:00

Dije Juana y dije mal. Pues es Rosa la causante de interrumpir a Juan su placer delirante. ("Ignorancia imperdonable")

joaquin ledo
invitado-joaquin ledo 06-12-2003 00:00:00

Amigo Anfeto: Al leer tu cuento también noté el "lapsus" pero para nada desdibuja tu escrito. No seas tan severo contigo mismo. Hay quienes no disfrutan los cuentos porque no miran el mensaje que conllevan. Procuran ver los errores ortográficos, los lapsus, etc. y pierden de vista el contenido. Te felicito por tu cuento. Joaquín

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