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FOLLANDOME A EXNOVIAS

"Despues de ser abandonado por mi novia y ganar la primitiva en la misma semana, mi vida da un cambio."

 

Todavía estaba en shock, así a lo tonto me habían tocado 40 millones de euros en la lotería primitiva.  Nunca jugaba, pero aquella semana jugué.

Después de años siendo un idealista y como tal sin un duro en el bolsillo me veía con dinero y con la posibilidad de asentar mi vida.

No veía el momento de decírselo a Andrea, después de años haciendo el golfo por fin había encontrado a la mujer de mi vida.  Mis estrecheces económicas no nos había dejado ir más allá, pero ahora el dinero no iba a ser un problema. 

Pasé todo el día pensando en como decírselo.  Pensé en decírselo mil veces, ir a su oficina y hacerla bajar, mandarle un sms, llamarla.  Finalmente quedé con ella a cenar.

La encontré un poco rara pero en cuanto entramos en Danilo’s, uno de nuestros restaurantes favoritos, le cambió la cara.  Cenamos y empezamos a hablar sobre temas de actualidad y sencillamente se me fue el tema que nos llevaba a cenar.

A los cafés se me ocurrió tirármela antes de decirlo.  Mi plan era follármela bien follada y luego contarle que nuestra suerte había acabado.

El cuerpo sudado de Andrea botaba sobre mi dura polla, las gotas de sudor resbalaban por su cuerpo llegando hasta sus pezones que duros como piedras coronaban sus pequeños pechos.  Como siempre ella se tocaba el clítoris mientras yo la penetraba ayudándola con mis manos en sus caderas a subir y a bajar.  Andrea llegó al orgasmo dos veces antes de que yo tensase mi cuerpo y llenase su coño de caliente lefa.

Todavía estábamos jadeando los dos cuando Andrea se levantó sin tan siquiera darme un beso, se agachó cogió mis calzoncillos y pesar que eso me sacaba de quicio, se limpió el coño con él.

-       Pedro, me encanta follar contigo, pero eres un soñador y hoy va a ser el ultimo día que nos veamos.

-       ¿Perdona?

-       No puedo estar con un soñador, ayer el director financiero de mi empresa me propuso que me fuese a vivir con él, y le dije que si.

-       ¿qué si?, pero si no le conoces.

-       Si le conozco, claro que si.

-       ¿Le conoces?

-       No seas bobo claro que le conozco, llevamos un par de meses viéndonos.

-       ¿Viéndoos?

-       Viéndonos, follando, ¿qué esperabas? -  Me fue diciendo mientras se iba vistiendo. – Pedro, fue bonito, lo he pasado fenomenal, pero todo tiene su inicio y todo tiene su final, me dijo mientras cogía su bolso, me guiñaba un ojo y salía de la habitación dejándome en pelotas, y solo con mis 40 millones de euros.

La verdad es que no pegué ojo esa noche.  No sabía que hacer, sencillamente estaba flipando.  Pasé una mala noche pero cuando me levanté al medio día del día siguiente decidí que me iba a Salamanca a casa de mis padres para pensar que iba a hacer con mi vida.

Disfrute de un par de días meramente familiares hasta que me cansé y decidí ir a gimnasio aprovechando que tenía acuerdo con el que yo iba en Madrid.

Todo fue bien hasta que acabé y decidí ir al bar del gym a tomarme un zumo.  A pesar del frio castellano hacia un envidiable sol por lo que salí a la terraza.  No di crédito cuando hoy a modo de Penélope Cruz las palabras

-       Peeeeedro – sin darme la vuelta y a pesar de haber pasado más de 23 años sabía quien era.

-       Hola María – dije dándome la vuelta

-       Pedro, Pedro Jiménez.  ¿Pero?, pero que , ¿pero que haces en Salamanca?.

-       Soy de aquí.

-       Si, pero te fuiste para no volver

-       Ya, pero vivo a dos horas.

-       Pero no te vi desde que éramos críos.

María fue mi novia de los 15 a los 17.  Aquella con la que perdí la virginidad y la que tres semanas después de irme a Madrid me rompió el corazón por carta diciéndome que no me podía esperar.

La verdad es que se le notaban los años, pero se conservaba fenomale evidentemente por culpa de gym.  Charlamos de todo y de nada hasta que se fue el sol y empezó a hacer frio.

Salimos cada uno con su bolsa y cunado parecía que nos íbamos a despedir María me propuso tomar algo.  No tenía nada que hacer por lo que le propuse dejar mi bolsa en mi casa que esta cerca de la plaza mayor y de ahí tirar.

Me sorprendió que entrásemos antes de ir a casa de mis padres en el hotel más importante de la ciudad

-       no te dije – me dijo María – pero soy la directora, dejamos las bolsas aquí -  María cogió la mía y pasando al mostrador de recepción entro en un cuarto y salió sin ellas.

-       Veo que eso de estudiar turismo valió para algo – María sonrió.

Empezamos a vinos y acabamos cenando sentados, de ahí a un par de bares de copas y finalmente una discoteca.  Eran las cuatro de la mañana cuando dando tumbos ambos entramos en el hotel en principio a recoger las bolsas.

María entró en la recepción, cogió un ordenador vacío y en pocos segundos salió.

-       Sígueme – me dijo.

Me llevó del brazo hasta el ascensor y de ahí a la cuarta planta del hotel, cogidos del brazo me llevó a la puerta de la habitación 437, metió la tarjeta y empujó la puerta.

María me besó en el pasillo y evidentemente yo le respondí con un morreo con lengua.

Nuestros cuerpos se abrazaron y fuimos dando golpes contra las paredes hasta que caímos en la cama.  María se soltó, me abrió el pantalón, bajó mi calzoncillo y sin dudarlo se metió mi dura polla en su boca y empezó a mamar con para ser sincero no recordaba que lo hiciese entonces.

María me lamía el tronco, el capullo y los huevos.  Me estaba dando un placer maravilloso pero necesitaba saborear su coño por lo que separé su boca de mi polla me levanté y la puse contra la pared.  La fui desnudando poco a poco, para mi sorpresa, según sacaba alguna prensa encontraba un tatuaje.  Básicamente el cuerpo era similar a aquel que recordaba con 17 pero tatuada prácticamente por completo.

Besé su cara, beses sus tatuados pechos y fui bajando hasta llegar a su pubis.

La llevé hasta la cama y le empecé a lamer el coño dejándola en posición para que ella se metiese mi nabo en la boca.

Ambos nos comíamos hasta que María empezó a correrse dejando de chupármela, realmente lo agradecía pues no quería correrme todavía.

María se subió encima de  mi polla y después de dos botes empezó a gritar exactamente como lo hacía 23 años antes.  Parecía que mi polla la partía el alma y ella gritaba de dolor, pero en cambio gritaba de placer.  Cambiamos de postura un par de veces hasta que me dijo – ábreme el coño – aquella era una frase que nos decíamos cuando éramos críos, básicamente era una postura en la que yo se la metía desde detrás con ella tumbada mirando el colchón y metiéndole mi mano le abría el coño tocándole el clítoris mientras la penetraba.

María no paraba de correrse y de gritar.

-       dame por el culo cabrón – me dijo.

-       ¿por el culo?

-       Si, por el culo, tu lo inauguraste y tu me aficionaste.

Ni lo dudé la puse a cuatro patas y penetré aquel tatuado culo.  La verdad es que por un momento la imagine en posturas variopintas mientras la tatuaban.

La agarré de sus caderas y aceleré mis penetraciones dándole duro durante poco más de cinco minutos hasta que ambos nos corrimos los dos a la vez.  Fue gozoso sacar mi polla de su ano y ver como un grumo de lefa salía de su esfínter.

Nos quedamos muertos tirados en la cama no diciendo ni pio durante más de cinco minutos.

María rompió el fuego.

-       sabía que algún día volveríamos a follar – me dijo ella.

-       Me rompiste el corazón.

-       Lo sé, pero no podía estar sola.

Hablamos durante un rato sobre aquello hasta que salió el tema sexo.  María me comentó que tuvo un par de parejas más o menos estables y que desde hacia 8 o 9 años simplemente tenía folla-amigos.

Yo le conté que hasta conocer a Andrea había tenido novias, novietas, y muchas amantes, cerca de 200.

-       ¿¿¿doscientas???

-       Si 200, piensa unas 10 al año, 20 años follando, pues 200.

-       ¿Y nunca has repetido?,

-       claro, pero he follado mucho.  Sinceramente parecen muchas, pero simplemente han surgido.

Le comenté que no sabia que hacer después de ganar la lotería, que andaba un poco perdido desde que Andrea se había ido y esas cosas.

-       pues chico – me dijo María – yo me las volvía a follar a todas.

-       ¿cómo?

-       Pues eso, tienes tiempo, dinero y demás.  Te acabas de follar a la primera, no te digo que te folles a las 200, pero si a las más importantes.

-       Tu estas loca.

-       No, en serio, localiza a la segunda y tíratelas.  Con 40 años la tías o estamos hasta los huevos de nuestros maridos o desengañadas, no creo que tengas problemas.

Acabé volviendo a follarme a María y ya siendo de día nos despedimos con un casto beso en la mejilla a la puerta de hotel.  Me sorprendía lo mucho que pasaba María de las apariencias.

En principio me pareció una locura aquella idea de mi ex, pero según iban pasando los días aquello empezó a hacerme gracia.

Decidí probar con Lourdes, una tía tirando a fea que en la facultad me hacía los trabajos y yo me la tiraba en las fiestas de la universidad.  Lourdes consciente de sus carencias nunca pidió nada simplemente se contentaba con que la hiciese caso en la facultad y que a ultima hora en las fiestas le decía que se viniese a mi casa donde descargaba.

El día que acabamos la carrera fue el ultimo día que nos vimos.

La localicé en Facebook, vivía en Santander, seguía no valiendo nada, pero por lo menos tenía buen cuerpo.  Sabiendo lo que buscaba al encontré en linkedin.  Amolde un poco mi curriculum y la contacté con la excusa que quería conocer a alguien que ella conocía y que necesitaba presentación. 

Con la excusa de viaje de trabajo quedé con ella a cenar.  Lourdes se alegró sinceramente de verme.  Me contó que se había divorciado hacía meses antes y que tenia dos hijos que esa semana estaban con el padre.  Me contó que una vez graduada había entrado a trabajar en el Banco Santander y allí seguía.  Yo le conté una batalla poniendo como éxitos fracasos soberanos, lo único que follado como estaba era una mentira perfectamente creíble.

Cenamos en un pequeño restaurante en el Rio de la Pila y hablamos de nuestros años en la universidad, de lo mucho que me ayudó en aquellos tiempos y por ultimo de lo bien que acabamos las fiestas, en realidad los míos eran los únicos finales felices, en mi caso casi cada noche era una felicidad.

No me costó mucho que después de una hora de sexo duro,  acabase agitando mi polla en su cada para correrme en ella mientras desde una foto en el horrible cuarto un señor calvo y dos niños vestidos igual miraban como me montaba a su madre y ex respectivamente.  Poco había mejorado Lourdes en el sexo, pero sinceramente tal y como pasaba hacia tantos años, era sin duda una fantástica manera de eliminar estrés.

Me pasé todo el viaje en tren a Madrid haciendo una lista de las que me iba a marcar como reto follarme una tras otra.

Continuara…

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