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Extraña obsesión Parte 1

La muerte siempre ha sido una fiel compañera en mi vida, desde chico me acostumbré a verla, más por curiosidad que por otra cosa, acompañaba a mi padre uno que otro día de fin de semana, cuando tenía guardia en la morgue y como médico jefe de la misma, observaba como dirigía las disecciones y demás estudios anatopatológicos a los cadáveres que ingresaban. Recuerdo la vez que uno de los ordenanzas, un individuo bastante mayor y con muchos años en la morgue, fue descubierto por otros compañeros y acusado con mi padre, porque había practicado un acto de necrofilia con el cadáver de una jovencita que recién la víspera había ingresado creo si mal no recuerdo, como víctima fatal de un accidente de tránsito. El infeliz hombre después de desvestir el cuerpo y asearlo, desató sus instintos sexuales y copuló con el inerte despojo, hasta haber acabado dentro de él. Mi padre si mal no recuerdo abrió un procedimiento por ultraje a un cadáver, que si bien no es delito grave, sirvió para lograr su expulsión del instituto de medicina legal. Tal hecho siempre despertó en mí curiosidad al respecto, imaginaba al hombre descargando su pasión sobre la inerte jovencita, pero hasta allí, nunca se me ocurrió verme en algo similar. Al pasar de los años, si bien a diferencia de mis hermanos no tomé por carrera la medicina y preferí los estudios de derecho, me gradué de abogado, especializándome y doctorándome en Derecho Penal y Criminológico, donde por supuesto, siempre obtenía las mejores calificaciones en las materias de Medicina Legal. En una oportunidad, uno de los docentes nos explicó que dentro de los casos de muerte por asfixia, se consideraban aquellos donde la misma sobrevenía como consecuencia de asfixia provocada o procurada para mantener, extender y procurar bien sea la excitación-erección en el caso del hombre, bien la excitación en el caso de la mujer, para que finalmente se alcance un orgasmo de alto grado. Pudimos observar diversas diapositivas donde unos infelices mientras se masturbaban, tenían al cuello una soga sujeta a veces del paral de su cama, otras con uno de los extremos a sus tobillos y mientras se masturbaban, se autoasfixiaban y lograban mayor excitación, el problema era que si perdían el conocimiento, efectivamente aparte de lograr un tremendo orgasmo, lograban su propia muerte; en otros, por lo general las víctimas eran mujeres, que fallecían como consecuencia del estrangulamiento que les infringía su pareja para buscar el efecto de la excitación, pero que unas veces se les pasaba la mano y otras, las menos, eran consecuencia de violaciones; como dato adicional, observamos distintos casos de suicidio por ahorcamiento, en las cuales las víctimas sin proponerse alcanzar ningún orgasmo, alcanzaban una gran erección y en muchas oportunidades eyaculaban, por ello en cadáveres guindando de una soga, se podía notar que el pene escurría líquido seminal. Después de esa clase, se me despertó la curiosidad al respecto…Con mi novia, sin decirle nada al respecto, comencé a practicarlo mientras hacíamos el amor, con mis manos le apretaba el cuello muy suavemente, pues, más era el miedo que me causaba por hacerle algún daño que prácticamente no sentía diferencia entre la forma “normal” y esta nueva…ya se había convertido en una obsesión, por lo que aún cuando no soy de los que busca prostitutas, me atreví con una de ellas. Carajo…debo confesar que la puta a medida que la penetraba salvajemente y le apretaba el cuello con fuerzas, se retorcía de placer y gusto, donde al alcanzar el orgasmo, no podía siquiera emitir sonidos, pues, estaba ahogada completamente y perdió el conocimiento…al despertar lo que me reclamó fue que coño pensaba hacer con ella, pues, creyó que la iba a matar. Después de esta primera experiencia, lo hice con otras más, unas hasta se mostraban agradecidas, pero otras hasta me amenazaron con denunciarme, lo que me costó convencerlas que no tenía tal intención y con un poco más de dinero, se calmaron. Una noche, mientras libaba unos tragos, se me acercó una linda jovencita, tenía 25 años…conversamos largo rato hasta que nos calentamos y nos dirigimos a un hotel. Era de un cuerpo espectacular y un rostro muy lindo, ambos seguimos bebiendo en la habitación mientras dentro de la borrachera, comenzamos a hacer el amor, primero tiernamente, después salvajemente, desatamos la pasión dentro del mayor extasis, pero no conforme con ello, empecé a estrangularla, primero se asombró, pero no le dio mayor importancia y me apretaba contra su cuerpo como pidiendo más y más, sentía como sus uñas se enterraban en mi espalda, moviéndonos rápidamente hasta que sentí sus fuerzas desfallecer y pude acabar dentro de ella como nunca antes…permanecí encima, dejando descansar mi cuerpo sobre el de ella, hasta que sentí que mi pene se retraía y exhausto, me separé y me dormí a su lado. Cuantas horas pasaron no sé, me desperté, me estiré bostezando y viré mi cara hacia ella…yacía inmóvil…con la boca semiabierta y los ojos entreabiertos…fijé la mirada más en ella, tan solo para descubrir lo que ya me estaba imaginando: estaba muerta…De la impresión salté de la cama y pude constatarlo, estaba fría y rígida…veo la hora…eran casí las siete de la mañana, por lo que calculé que habrían pasado unas siete u ocho horas de la muerte. Estaba desesperado…caminaba de un lado a otro de la habitación maldiciendo mi suerte...¿qué íba a decir mi familia, mi novia, mis amigos y clientes? Asesino!!! Me veía cuando me señalaban…coño…qué hacía entonces? A mi mente solo venía la imagen del pobre viejo de la morgue copulando con la desgraciada joven. Había acabado dentro del cuerpo de una mujer que recién murió y no solo eso, dormí a su lado como si nada. Me senté y empecé a tranquilizarme…pensé: ni siquiera sabía quien era la infortunada y lo mejor, dentro de lo malo, nadie conocido de ella ni mío, nos vio. Entonces me vestí y después a ella, tenía que salir del hotel como si nada, un punto a favor era el hecho que el estacionamiento de la habitación era privado y podía salir sin que nadie se percatara, pero la mayor pregunta que me hacía era: ¿Qué coño haría con el cuerpo? Ni de vaina lo iba a dejar por allí….recordé la máxima: No hay cuerpo, no hay delito… ya sabía que hacer entonces…
Datos del Relato
  • Autor: El Messmo
  • Código: 10524
  • Fecha: 20-08-2004
  • Categoría: Varios
  • Media: 4.94
  • Votos: 32
  • Envios: 1
  • Lecturas: 8312
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